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continuar su marcha, las tropas que le perseguian lograron darle alcance á muy corta distancia de la poblacion.

Es esta patria del ilustre reformador de la Órden de la Merced, Fr. Juan Gonzalez; del arzobispo de Lima D. Diego de Parada y Vidaure y del obispo de Astorga, D. Diego de Veancos y Salcedo.

Cuenta tambien en el número de sus hijos á D. Alonso de Encina, juez de la corte de Nipoles, á Fernando de Zorita, Cristóforo Gonzalez, con algunos otros menos notables que omitimos en gracia de la brevedad.

Para terminar todo cuanto á Huete se refiere, réstanos decir tan solamente que en su escudo de armas, además de los castillos se ostenta un leon rapante sobre una media luna.

XLII.

Ercávica y Valeria.

Una vez impuestos nuestros cuatro amigos de los pormenores que hemos referido, decidieron regresar à Cuenca con objeto de dirigirse luego à Sigüenza y tomar en esta última el tren para proseguir su viaje..

Mientras caminaban, empezaron á hablar acerca de la provincia que se hallaban próximos á abandonar.

-Y bien-dijo D. Cleto, ¿qué les parece à Vds. la provincia de Cuenca en general?

-Si quiere V. que le hable con franqueza, opino de esta lo que de las que ya hemos visitado: bastante negligencia por parte de gobiernos y particulares, muchos recursos perdidos, muchas riquezas abandonadas; hé aquí las frases que en mayor ó menor escala pueden reasumir el juicio de todas las comarcas de nuestra hermosa España, que á ser menos rica y menos fértil por naturaleza, no sé si á estas fechas estaria aun poblada, al menos por sus actuales habitantes.

-Razon tiene Azara - dijo Pravia; - ha estado severo, pero justo; si los gobiernos se interesasen mas por los pueblos, ó lo que seria mas de descar, si los pueblos se acostumbrasen á pasar sin la tutela é iniciativa de los gobiernos y supieran obrar por sí solos, bien puede asegurarse que no nos hallaríamos en el precario estado en que nos encontramos

-En esa parte es preciso que reconozcais-replicó Sacanell con cierto orgullo local-que Cataluña es la que se lleva la palma.

-¡Oh! No te engrias tan pronto, Sacanell amigo; pues si bien es cierto que en Cataluña se hace y se trabaja mas que en cualquiera otra parte de España, no lo es menos que aun no se trabaja y se hace todo cuanto es posible. Además no sé si concederte que los compatricios de Ausias March sean mas trabajadores que los hijos de Pelayo.

-Bien se ve, Pravia, que no eres imparcial en esta cuestion.

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-Estamos en iguales circunstancias.

-Pero yo estoy en lo cierto.

-Tampoco creo engañarme.

-Y bien, ¿qué dice V. á todo esto, Castro?

Este, que durante toda la anterior conversacion habia permanecido en la mayor abstraccion, rompió el silencio al observar que D. Cleto le dirigia la palabra diciendo: -¿Quién?... ¿Yo?... ¿Y de qué se trataba?

Al escuchar esta pregunta sus compañeros prorumpieron en una estrepitosa carcajada.

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-¿De qué se trataba dices?-contestó al acabar de reirse Azara de los inconvenientes de viajar con hombres enamorados que no atienden á lo que se habla, ni piensan mas que en el objeto de su amor, ni...

-No creas-interrumpió Castro deseoso de evitar las burlas de sus amigos, -que si no escuchaba era por...

-Sí; porque te hallabas en Guadalajara, y mal podias oir lo que á media hora de Huete se estaba hablando.

-Estais insoportables con vuestra Guadalajara-replicó el andaluz.

Y añadió tras haber revuelto su imaginacion en busca de un pretesto plausible que cohonestase su distraccion.

-Y para que veais cuan léjos estaba de pensar en lo que creeis, hallábame queriendo recordar los nombres de dos puntos de la misma provincia en que estamos que no hemos visitado y que, á juzgar por lo que de ellos he oido hablar, deben tener gran importancia.

-Siendo esa la causa de su preocupacion-observó D. Cleto, dando claramente á entender con su sonrisa que no creia en la exactitud de la afirmacion de Castro;creo que podré disiparla. V. debe sin duda referirse á Ercávica y Valeria & no es cierto? -Precisamente.

-Pues aunque no las hemos visitado, porque si su importancia histórica es grande, su importancia actual es nula; reducida aquella á un despoblado con algunas ruinas que se llaman hoy, sin saber porqué, Cabeza del griego, y esta conocida actualmente con el nombre de Valera de Arriba, á una villa de escasa importancia; aunque no las hemos visitado, repito, puedo satisfacer la curiosidad de V. respecto á ambas, dándole cuantas noticias poseo respecto á ellas.

-Mucho le agradeceré el que así lo haga-repuso Castro deseoso sobre todo de apartar de la imaginacion de sus amigos la causa que habia producido estas explicaciones.

-Pues voy inmediatamente á complacerle.

Y haciéndolo en efecto empezó de esta manera:

—Vds. no ignorarán que Tubal, hijo de Japhet, fue el primer poblador de España, unos veinte siglos antes de J. C.; ó al menos, si no fue el primero, no se conoce otro anterior á él; pues bien, á las gentes de este se atribuye la poblacion de varias ciudades, entre ellas la de Ercávica, cuya remota antigüedad cási no tiene rival.

-V. dispense si le interrumpo-dijo Pravia, -pero desearia saber el nombre del pueblo que tenemos á la vista.

-Es Caracena del Valle, llamado así para distinguirle de la villa de su mismo nombre que se halla en la provincia de Soria.

-Y no es muy grande á lo que parece.

-Como que aunque goza tambien de la categoría de villa, solo tiene unas doce casas que forman'su única calle.

-Con que en alguna de ellas nos quisieran dar de almorzar-dijo Sacanell,me daria por satisfecho, pues aunque solo habrémos caminado unas dos leguas, tengo bastante apetito.

-Detengámonos, pues-concedió D. Cleto,-siquiera en gracia de lo bien calculado de la distancia que hemos recorrido. Caracena está en efecto á dos leguas de Huete, comprendida en su partido judicial, y por lo tanto á seis de Cuenca, á cuya provincia y diócesis pertenece.

-Y no debe ser muy seco su clima; al menos yo siento humedad.

-Porque la hay; tiempo atrás me ví obligado á detenerme algunos dias en ella, y atrapé unas intermitentes que me causaron bastante molestia; es la enfermedad que mas abunda.

-Fortuna que nos detendrémos poco tiempo.

-El necesario para tomar un bocado.

Y como en esto llegasen frente à una de las doce referidas casas, apeóse D. Cleto de su cabalgadura y se dirigió hacia un hombre que al divisarle habia salido á su encuentro, al que, una vez reunidos, dió un fuerte apreton de manos, diciéndole :

-¡Hola! tio Cosme, ¿qué tal va desde que no nos hemos visto?

-Sin novedá, ¿y usté, D. Cleto?

--Psch, así, así.

Y añadió señalando á sus amigos que á la sazon habian ya igualmente desmontado, y aproximádose á él:

-Los señores son amigos mios: vamos de Huete á Cuenca y tenemos ganas de almorzar; con que á ver si nos da V. algo para sostener nuestras fuerzas.

-Con mucho gusto; usté sabe que puede mandar aquí como amo y señor.

-Mil gracias. Aquí tienen Vds.—dijo D. Cleto á Azara y sus compañeros — al labrador mas honrado de toda Castilla; en su casa me curó las calenturas de que les he hablado, y en mas de cuatro semanas que estuve en su casa, no me faltó absolutamente nada; con la circunstancia agravante de que luego se negó á admitir recompensa alguna por los sacrificios que debió costarle mi permanencia en su casa.

-Eso no vale la pena... Cualisquiera hubiera hecho lo mesmo...-contestó el tio Cosme confundido por las palabras de D. Cleto y por los elogios que sus compañeros le dirigían.

-Pero-añadió―estos señores están aquí aun de pié; entren Vds. si gustan, y en un santiamen les prepara mi mujer un almuerzo, que ni el rey lo come mejor. Accediendo á esta invitacion, penetraron en efecto nuestros amigos en la modesta

pero limpia y arreglada vivienda del tio Cosme, cuya mujer, sencilla campesina, despues de manifestar la alegría que le causaba el volver á ver á D. Cleto, y de corresponder á los saludos de sus acompañantes, enterada del objeto de la detencion de estos, púsose inmediatamente à confeccionar algunas viandas que pudieran satisfacer su apetito.

Un cuarto de hora despues, el almuerzo, compuesto de una tortilla con patatas y algunas perdices en escabeche, estaba sobre la mesa, y D. Cleto y sus compañeros se prepararon á dar de él buena cuenta.

-Acompáñennos Vds. —dijo aquel, dirigiéndose al tio Cosme y su mujer.

--Gracias, pero á estas horas no acostumbramos - respondió por ambos, el primero. -No insisto porque sé lo que es hacer salir de sus hábitos á quienes están tan apegados á ellos.

-Efitivamente - afirmó la labriega; -- prueba de ello que el otro dia en el cortijo del tio Pacorro comimos unas tristes manzanas á fuerza de instancias, y aun no haria una hora ya teníamos mi hombre y yo el vientre removio, y se iban y venian unas angustias...

Al llegar á este punto, Castro, que colocado de frente á la ventana veia perfectamente cási toda la calle, exclamó :

-¡ Hombre! No es mala aquella casa. ¡ Lástima que, segun parece, esté tan descuidada!

--¡Ah!

dijo el tio Cosme-esa pertenece al señor marqués.

-¿A qué marqués? - preguntó Sacanell sonriéndose de la sencillez del tio Cosme. -Al de Miraflores se anticipó a decir D. Cleto; -al mismo á quien se debe la construccion del hermoso y sólido puente que sobre el rio Mayor encontrarémos ahora á unos cuarenta pasos del pueblo.

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-¡Hola!-observó Pravia --si tan cerca pasa un rio, no escaseará aquí el agua. Ca! no señor contestó el tio Cosme con cierta satisfaccion; si es una bendicion de Dios; tenemos, además del rio, una porcion de arroyos con una agua que ni la de Madrid.

-Y no es solo el agua-añadió la mujer del tio Cosme, sino que tambien el rio nos provee de peces que no hay mas que pedir.

-No crean Vds. - dijo D. Cleto dirigiéndose á sus amigos, aunque habrá unos cincuenta vecinos en Caracena, se disfrutan en ella bastantes comodidades, sobre todo. en lo que toca á la bucólica; pues los conejos y las perdices abundan, y no falta algun ganado lanar.

-El pan tampoco es malo.

Como que es del trigo de mis tierras que, aunque me esté mal el decirlo, no hay otro mejor en toda la provincia, ¿ verdad, Tomasa?

-¿Qué ha de haber? Mire V.-dijo dirigiéndose á Azara,-dos molinos harineros hay en el pueblo, y los molineros se desviven por moler nuestro trigo porque dicen que les da gusto verlo tan blanco y tan hermoso.

El vino es el que no abunda, pero por aquí no somos muy borrachos á Dios gracias.

Durante esta conversacion la tortilla se habia devorado y las perdices reducido á los huesos, por lo tanto se trató de emprender de nuevo la marcha, diciendo al efecto don Cleto:

--Ea, señores, continuemos nuestra peregrinacion, que el tiempo pasa y mucho me temo que no podamos ya hoy llegar á Cuenca.

-Por nosotros cuando V. guste.

-Pues amigo Cosme, me llevo con el sentimiento de dejarle, una nueva prueba de su buen afecto, que no trato de recompensar, porque seria inútil. -¿Quiere V. callar, hombre de Dios? Eso no merece la pena. -Ya sabe V. que aquí puede mandar con toda franqueza.

-Y lo mismo estos señores.

-Mil gracias-dijeron estos.

-Reconózcame V. por un servidor-añadió Azara tendiendo la mano al labriego, que este apretó con cierta cortedad, y para que vea V. que no es vana mi oferta, aquí tiene V. una tarjeta mia con las señas de mi habitacion de Madrid por si en algo puedo serle útil.

Castro, Pravia y Sacanell imitaron la conducta del aragonés, entregando tambien á este sus tarjetas, que pasaron à manos de Tomasa, quien se apresuró á llevarlas á guardar.en el fondo de un cajon de la cómoda, con mas cuidado que si fuesen alguna preciosa reliquia.

Repitiéronse los saludos y despedidas, y algunos momentos despues nuestros viajeros se hallaban de nuevo en camino, seguidos con la vista por Cosme, Tomasa y algunos otros vecinos curiosos que habian salido al rumor de las pisadas de los caballos.

Poco habrian caminado, cuando suscitada de nuevo la conversacion acerca de Ercávica y Valeria, D. Cleto dió á los cuatro amigos sobre ambas poblaciones las noticias que, completadas, trascribirémos á continuacion.

El despoblado conocido bajo el nombre de Cabeza del griego, confina por el N. O. con el lugar de Hito; por el E. con el de Horcajo, y con Uclés por el S. E.

En dos distintas épocas, á fines del siglo XVI y en la última mitad del XVIII, hiciéronse en este sitio importantes excavaciones que dieron por resultado el descubrimiento. de multitud de restos romanos y góticos, cuales fueron, de un circo, varios otros edificios, trozos de muralla, etc., todo lo que atestiguaba desde luego la importancia de la ciudad que allí existiera.

Pero ¿cuál era esta ciudad? Aquí empezaron las controversias y las disputas.

Quien sostenia que en aquel lugar habia florecido la famosa Segobriga, por mas que todos los indicios demostraran que esta no fue otra que la moderna Segorbe; quien afirmaba que aquellas ruinas eran las de Munda; quien, en fin, no vacilaba en asegurar que eran las de Valeria.

Nadie, sin embargo, estaba en lo cierto; la primera opinion, mas producida por cierta enemistad contra Segorbe de los que la sostenian, que por actos ciertos y siquiera probables, perdia cada vez mas autoridad y no mayor era el fundamento de las dos

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T. I.

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