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El mismo santero mostró á nuestros amigos todas estas particularidades, y lo hizo con tal agrado que no pudieron menos de manifestarle su agradecimiento y ofrecerle desde luego su amistad.

Al salir de la ermita, tras haberse despedido del santero y dádole las gracias nuevamente, dijo Castro:

-Decididamente tenemos buena suerte; en cuantos puntos hemos estado solo hemos tropezado con personas amables y complacientes.

-Y tan complacientes - observó Azara mirando al andaluz maliciosamente. -¿Ya tornas á tus indirectas?-replicó este dirigiéndole una suplicante mirada. -Me has conmovido - dijo el aragonés comprendiendo el mudo ruego de su amigo y desistiendo de sus burlas.

-Han observado Vds. bien el edificio que acabamos de abandonar? - preguntó D. Cleto siempre oportuno.

-Ya lo creo; y por cierto que es notable, sino como mérito artistico al menos como una prueba de lo que pueden conseguir la industria y la paciencia humanas.

- Verdaderamente que esas escaleras y esas habitaciones hechas en una roca de tal dureza, deben haber costado esfuerzos inmensos.

-La iglesia no me ha parecido gran cosa.

-Sin embargo no es fea, y situada sobre aquel enorme peñasco tiene un no sé qué de atrevido y fantástico.

-Aqui profesan gran devocion á sus imágenes; así es que esta ermita y la de la Soledad son las mas concurridas.

Poco debe quedarnos ya que ver en Soria-observó á este tiempo Pravia.

-Si, á la verdad, y en rigor cási podríamos abandonarla inmediatamente, pero si á Vds. les parece nos detendrémos un par de dias mas con el doble fin de perfeccionar y completar nuestros conocimientos acerca de ella y de dar algun mayor descanso á nuestros cuerpos.

-Sea como V. dice-asinticron todos.

Y conversando amigablemente y haciendo observaciones sobre lo que habian visto, salvaron la distancia que aun les faltaba para llegar á su mansion.

IV.

Mas datos sobre Soria. - Producciones: industria y comercio.

Para completar las noticias que acerca de Soria habian ya adquirido nuestros amigos, recurrió D. Cleto á los apuntes que en épocas anteriores habia tomado, y de ellos resultó que esta c udad, capital de la provincia civil, administracion de Rentas, comandancia general, partido judicial de su mismo nombre y administracion de correos, pertenece a la capitania general de Burgos y á la diócesis de Osma.

El terreno de su término llano en parte y en parte montuoso, es todo de secano, habiendo en él trozos muy tenaces, otros flojos y muchos de bastante miga; en él está

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T. L

comprendida la nombrada dehesa de Valonsadero que produce abundante leña y pastos; hay además otros varios prados de distintos propietarios y los montes de las Ánimas, Arenalejo, Chaparral, Miron, Peñaranda y Valhondo, que proporcionan asimismo gran cantidad de combustible. Tambien se encuentran en él algunos minerales y carbon de piedra.

Fertilizan el término soriano dos rios; el Duero, uno de los mas importantes de la peninsula, que mide ciento treinta leguas de longitud, y es por este concepto el tercero de los de España, así como por la extension de su region hidrográfica, y el número de sus tributarios ocupa el segundo lugar, y el Golmayo que le tributa sus aguas sin salir de la jurisdiccion.

El primero tiene junto à Soria, situada en su derecha márgen, un hermoso puente de sillería con ocho arcos de bastante elevacion, que se apoyan en catorce estribos de variada forma; pues unos son triangulares, otros rectangulares curvilíneos, y los restantes semicirculares, excepto uno que forma dos ángulos agudos y uno obtuso; una robusta torre, que arranca de la base misma del puente, sirve á la par que para su defensa, para su mayor seguridad.

El Golmayo tambien tiene otro puente de piedra que consta de tres arcos y remonta su antigüedad á fines del pasado siglo.

Las principales producciones del suelo son: en el reino vegetal, avena, cáñamo, cebada, centeno, frutas, garbanzos, guijas, varias otras legumbres, leñas, lino, maderas de construccion, pastos, trigo y verdura; y en el animal, además del ganado asnal, caballar, cabrio, lanar, mular y vacuno, bastantes conejos, liebres, perdices y algunas otras aves, como tambien varios pescados de rio, entre ellos, truchas del Duero de exquisito gusto.

La industria, apartando la agrícola, la fabricacion de las célebres mantequillas y varios telares en distintos puntos de la provincia, está reducida al ejercicio de los oficios y artes indispensables á toda poblacion, y el comercio á la importacion del vino, aceite y productos coloniales y ultramarinos, y á la exportacion del sobrante de los que da el país en abundancia.

Celébrase anualmente en Soria una feria cuya duracion es de ocho dias, desde el 16 al 24 de setiembre.

Tambien hay todos los jueves un mercado bastante concurrido; pero en las festividades de Jueves Santo, Ascension y Corpus Christi, se adelanta en un dia. Constituyen esencialmente el tráfico de dicho mercado los cereales, legumbres y diferentes clases de ganado.

No terminarémos estos ligeros apuntes sobre Soria sin dar antes una idea de su escudo de armas.

Vese en él un castillo con la cabeza de un rey coronado sobre la puerta del homenaje y el siguiente mote: Soria pura, cabeza de Estremadura.

En las Casas consistoriales de la ciudad, se conservan aun algunos sellos antiguos, en los cuales la figura del rey está completa y á caballo en la puerta del castillo, que ́es de plata, así como el campo es de sangre, signo aquello de la leltada de los

sorianos y esto de la sangre derramada por ellos en defensa de su patria y sus reyes.

Segun la explicacion que Mosquera da del mote que se ostenta en dicho escudo de armas, su primera parte: Soria pura, expresa que esta poblacion es noble y sin mezcla de mancha ni mal linaje.

Respecto á la segunda cabeza de Estremadura, dice que le corresponde este calificativo por hallarse en el extremo del Duero é intenta probar que, en efecto, fue en un tiempo cabeza de la provincia de Estremadura; pero sus argumentos, por mas que ingeniosos, no son por cierto incontestables.

V.

Recuerdos históricos de Soria.-Numancia.

Necesario nos es para encontrar el probable origen de Soria, remontarnos á mas antiguos tiempos de los en que principia á conocérsela en nuestra historia.

Pasarémos por alto las distintas versiones que respecto á la etimología de aquel nombre han hecho algunos autores, y nos fijarémos oportunamente en la que á nuestro juicio parece mas exacta.

Que Soria estaba dentro del límite de la antigua Numancia, siendo tal vez alguna de sus aldeas tributarias, es indudable; que á expensas tal vez de su destruccion se fue ensanchando, parece muy posible tambien ; que sucumbió ó quedó cási destruida cuando la invasion musulmana, como otras muchas poblaciones, tambien es presumible; lo tanto, para seguirla en cuanto nos sea dable en todas sus peripecias, nos parece muy oportuno empezar por Numancia, puesto que no solamente ella nos ha de conducir á Soria, sí que tambien forma la gran página de la historia particular de aquella provincia, y una de las mas gloriosas de la general de España.

por

No busquemos respecto al nombre de Numancia las derivaciones que algunos le atribuyen y que solo nos conducirian á fantasear durante un buen espacio por el terreno de las conjeturas, sin una base segura en que apoyarnos.

La verdadera gloria de Numancia no se la dió la etimología de su nombre, diéronsela los hechos de sus hijos, y de estos vamos á ocuparnos.

Pretor de la España exterior por el año 585 de la fundacion de Roma, era Tiberio Sempronio Graco, y conocedor del carácter de los numantinos, probo, desinteresado y entendido, hizo alianza con ellos no tratándoles con la violencia y rigor que tratara á otras poblaciones de la Celtiberia.

En vano la potente Roma trataba de dominar en paz en la española region.

Sus habitantes, enérgicos, obstinados con su amor ferviente hácia la libertad, sin que el percance de hoy fuera bastante á destruirles la esperanza para mañana, lucha, ban sin tregua ni sosiego contra los romanos.

Pero efecto de su mismo carácter independiente, no sabian, no podian pelear unidas las distintas tribus ó pueblos que habitaban en la península, hasta que al cabo de

grandes luchas y combates particulares, los celtiberos, los vacccos, los arevacos y los lusitanos formaron una espe ic de coalicion que no pudo menos de alarmar en gran manera á los romanos, puesto que si aislados aquellos pueblos habíanles dado tanto que hacer qué no seria estando confederados?

El cónsul Quinto Fulvio Nobilior, al frente de treinta mil soldades escogidos dirigióse á España, pero los celtiberos supieron tan mañosamente atraerle à una emboscada en las cercanías de Numancia, que sus legiones quedaron terriblemente castigadas, sucumbiendo en la pelea uno de sus mas afamados caudillos llamado Casus.

Repuesto algun tanto de aquel desastre el cónsul romano, merced al refuerzo que le enviara des le África Misinisa, consistente en trescientos caballos númidas y diez elefantes, esperó que los celtiberos se aterrarian, pero no sucedió asi.

La primera impresion al ver los colosales paquidermos, fue la de sorpresa, mas bien pronto herido uno de los elefantes, irritado por el dolor, metióse por entre las filas de los romanos, y siguiéndole los demás, acabaron de desordenarles, dando campo así á los celtiberos para que obtuvieran un nuevo triunfo, dejando muertos en el campo á cuatro mil legionarios y tres clefantes.

La guerra lusitana sostenida por Viriato, llamando sériamente la atencion de Roma, obligóla á ajustar paces con los numantinos por medio del cónsul Marcelo, que sucediera á Fulvio Nobilior, paces en virtud de las que quedaba reconocida la independencia de Numancia.

Mas no duró mucho tiempo semejante estado.

Apenas libre Roma de la guerra lusitana, buscó un pretexto para romper la paz con Numancia, sirviéndole admirablemente la circunstancia de haber dado asilo los numantinos á varios celtiberos partidarios de Viriato.

El cónsul Quinto Pompeyo Rufo exigió la entrega de aquellos refugiados, á lo cual se opusieron los de Numancia confiando en que Roma respetária la fe de los tratados que entre ambos pueblos mediaban.

Pero Pompeyo les contestó que «Roma no trataba con sus enemigos sino despues «de desarmarlos,» y en su consecuencia la paz quedó rota y cada adversario preparó sus hucstes.

Ocho mil hombres reunieron los numantinos al mando de Megara, y treinta mil pusieron los romanos ante los muros de la ciudad bajo la direccion de Pompeyo,

Con tanta prudencia como acierto, sostuvo Megara el sitio sin aceptar jamás la batalla á que procuraba atraerle su contrario, defendiéndose valerosamente desde las murallas y haciendo algunas rápidas é inesperadas salidas que causaban graves pérdidas á los sitiadores.

Pero semejante situacion ibase prolongando demasiado, y cansado Pompeyo levantó el cerco de Numancia y fué á atacar á otras poblaciones amigas de los numantinos. Termes, que fue la primera, les rechazó denodadamente, no así Manlia que se le entregó, del mismo modo que otros varios puntos de la Edetania.

De nuevo cayó Pompeyo sobre Numancia, mas no con mejor suerte que la primera, viéndose obligado finalmente á ajustar la paz que no fue respetada por su sucesor el

cónsul Popilio, porque el mismo Pompeyo, cuando este llegó, negó haberla celebrado, que de tal modo sabian los romanos guardar la fe jurada.

Menos feliz Popilio que lo fuera Pompeyo, al presentarse ante los muros de la ciudad decidido á tomarla por asalto, encontróse, al poner las escalas por las que habian de subir sus guerreros, que la ciudad estaba silenciosa y desiertos los muros.

II.zosele sospechosa semejante quietud, y cuando ordenó la retirada temeroso de caer en un lazo, salieron impetuosamente los numantinos, arrollaron sus legiones, y el ejército romano quedó completamente derrotado.

De tal modo llegó á imponer á los soldados de Roma la bravura de los numantinos, que acudian de mala gana á la guerra que el senado se empeñaba en sostener, y este mismo disgusto y el pavor que sentian, proporcionáronles nuevos desastres.

Cayo Hostilio Mancino, nuevo cónsul nombrado para enfrenar á los numantinos, llegó à cobrarles tal miedo, que su hueste apenas se atrevia á salir del campamento. Quien sabe cuanto prolongara su inaccion, si la noticia de la aproximacion de los vacccos y cántabros que acudian en socorro de los de Numancia no le hiciera levantar el campo apresuradamente, procurando alejarse de la ciudad à favor de las sombras de la noche.

Pero en mal hora emprendió la retirada.

Un incidente verdaderamente novelesco y del cual D. Cleto habia formado en sus ratos de ocio, una leyenda, llevó á noticia de los numantinos la fuga de los ro

manos.

Inmediatamente aprestáronse cuatro mil guerreros, y saliendo en su persecucion, alcanzaronles en un desfiladero en el cual no les quedaba á los soldados de Mancino mas recurso que rendirse ó morir.

Optaron estos por lo primero, y mediante la intervencion del cuestor Tiberio Graco, cuyos buenos oficios reclamaron los de Numancia, conociendo su rectitud, ajustóse un convenio en virtud del cual Numancia seria siempre independiente, y el ejér– cito romano quedaria libre, entregando todo el bagaje, máquinas de guerra y objetos preciosos que poscian.

Como quiera que no habia otro remedio que acceder para salvar la vida de aquellos veinte mil hombres, aceptóse tan afrentosa condicion por el ejército.

Mas el senado romano, no queriendo pasar por aquella humillacion, cometió la nueva felonía de no aceptar la estipulacion por mas que el cuestor se esforzó en que se respetara lo que él habia acordado.

Los numantinos exigian que, puesto que no se ratificaba el convenio, volviesen las cosas al mismo ser y estado que se hallaban en los momentos en que aquel se verificó, pues ya los soldados libres como habian quedado, no podian causar mas que nuevos perjuicios á los de Numancia.

Pero el senado no quiso acceder á esto, nombrando cónsul á Emilio Lépido para que se pusiera al frente del ejército, y condenando al desdichado Mancino á que fuese entregado atado y desnudo à los numantinos.

Lépido no fue mas afortunado que sus antecesores.

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