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moso poeta árabe del siglo X llamado Abd-el-Rahman y que en sus alrededores, por la parte oriental y en una cavidad abierta á pico en la peña como á unos ocho ó nueve metros de alto del camino, estuvo encerrado en época remotísima, si se ha de creer á la tradicion osmense, el cuerpo del pretor Lucio Pison, que falleció de resultas de una lanzada asestada por un Termentino, deseoso de poner fin á sus desmanes.

ХХІІІ.

Coruña del Conde.-La antigua Clunia.

Una vez adquiridas por nuestros amigos las anteriores noticias sobre Osma, nada les restaba que hacer en dicha poblacion y por lo tanto regresaron al Burgo, donde el Sr. Medina se obstinó en que se detuvieran en su casa siquiera un par de dias, al objeto de mostrarles entre varias de las particularidades que esta encerraba y que no habian podido notar la vez primera, su coleccion de monedas y medallas.

La política les impidió negarse á las reiteradas instancias de quien tan complaciente con ellos se habia anteriormente mostrado, y á fe que no hubo de pesarles, pues agradecido aquel, tratóles á cuerpo de rey, y proporcionóles un útil y agradable entretenimiento con el examen de lo que él llamaba su pequeño museo numismático.

Cada nueva medalla ó moneda examinada por los compañeros de D. Cleto suscitaba por parte de alguno de ellos preguntas y observaciones que eran contestadas y atendidas por su huésped de un modo que demostraba claramente los no escasos conocimientos que sobre esta parte del saber humano poseia.

Una de ellas en cuyo contorno se leia HYSPANYA CLVNYA SVLPYCYA, ocasionó la siguiente exclamacion de Azara :

-¡Hombre! Una medalla de la famosa Clunia.

-Y ahí verán Vds. otras varias, pues esta ciudad situada antiguamente en un collado que mide en su altura máxima mas de ciento sesenta varas de elevación y al que limitan los términos de Coruña del Conde, derivacion suya, Ibinojar, Quintanarraya y Peñalva, nos ha dejado multitud de esta clase de pruebas de lo que fue un tiempo.

-¿Creo que en la época romana alcanzó gran importancia?

-Y tan grande, amigo Pravia: Clunia, cuya fundacion hace remontar Mares en su Fénix Troyana, aunque con exageracion evidente, al año 3043 de la creacion, llegó á ser bajo los Emperadores uno de los conventos jurídicos de mas importancia. La primera noticia que de élla tenemos, es su heróica resistencia contra las tropas del pretor Quinto Metelo Nepote, que tuvo que retirarse sin fruto alguno de ante sus muros, y la osadía con que sus habitantes unidos á los vacceos marcharon en seguimiento del romano, quien debió su salvacion solo á la prudencia con que se mantuvo encerrado en las trincheras, hasta que llegada ocasion propicia trasladó sus tropas á las fronteras y las acuarteló, marchando él á Roma con el doble objeto de asistir á las elecciones y exponer al Senado el estado del país.

-¿Y qué determinacion tomó el Senado?

-La de enviar á Cneo Pompeyo á la Península con encargo de sujetar á toda costa á los rebeldes; mas este, ardientemente enamorado de la bella Julia, hija de César, con quien poco antes se desposara, no decidiéndose á cambiar las dulzuras del hogar doméstico por el estruendo de los campos de batalla, trasladó á su vez la comision á su lugarteniente Afranio, dándole al objeto tres legiones.

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-Suerte fue para los clunienses no tener que habérselas con aquel temible capitan.

-No tanta como á V. le parece, Castro amigo, porque Afranio era tambien valiente y entendido, y sobre todo, contaba con mas elementos que ellos, así es que mal de su grado, hubieron de sometérsele.

-¡ Triste cosa es ver como en todas las épocas y países la fuerza vence á la justicia y la razon se adjudica, no al que la posee, sino al que cuenta con mas elementos materiales para sostener sus ideas ó proyectos!

-Y tan triste, pero que quiere V. Pravia, así está el mundo y así es preciso dejarlo.

-Sin embargo al ver uno confirmado por esa gran maestra de los hombres, llamada Historia, lo que en los actuales tiempos observa por sus propios ojos, no puede menos de sentir oprimido el corazon, pensando que tantas generaciones extinguidas, tantas desgracias pasadas, tantas lecciones recibidas, tanto número de siglos transcurridos, no han podido variar la esencia de la humanidad; que el hombre es hoy el mismo que era ayer y que será mañana probablemente, con los mismos vicios, iguales defectos é idéntica manera de ser, consistiendo solo la diferencia en llamarse Cayo ó Pedro, vestir la toga y la prætexta ó el chaqué y el gaban, y leer en un libro manuscrito ó impreso.

-Chico, chico, pues no te ha conducido poco léjos tu manía de filosofar. ¿Sabes que vas á negar nada menos que los adelantos de la civilizacion?

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Nada de eso; ó me he explicado mal ó no me habeis entendido: yo lo que he dicho y sostengo es que el hombre moralmente considerado ha mejorado muy poco ó nada, sin negar que haya progresado materialmente. Y cuenta que al decir moralmente no me refiero á la cuestion religiosa bajo cuyo punto de vista han sido inmensos los adelantos realizados, pues desde el fetichismo y sabeismo primitivos, hasta el paganismo de Grecia y Roma, y desde este hasta el cristianismo va tanta diferencia como de la barbarie mas completa y absoluta á la mera ignorancia y de esta á la mas esplendorosa cultura.

Siendo así estoy conforme contigo,—dijo el andaluz,-ó por mejor decir, todos lo estamos,-añadió viendo las muestras de asentimiento de sus compañeros.

-Efectivamente,-objetó Sacanell,-pero esta cuestion nos ha separado del principal objeto de nuestra conversacion; la historia de Clunia, que con tanta amabilidad y erudicion nos estaba relatando el Sr. Medina.

-Cierto; y yo sino temiera fatigarle le rogaria que la continuase, perdonándome antes el haberle interrumpido.

-No hay de que perdonar y como no estoy cansado voy á procurar complacer á V.

Y efectivamente, despues de un momento de pausa durante el cual estuvo sin duda recogiendo datos en su imaginacion, prosiguió el digno émulo de D. Cleto:

-Desde el hecho que ya he narrado á Vds. no ocurrió nada digno de mencion en Clunia, al menos que yo sepa, hasta el imperio de Augusto, quien dividió la Península en tres provincias; Tarraconense, Lusitánica y Bética, y varios conventos jurídi– cos; Clunia quedó comprendida en la primera como uno de los siete conventos en que estaba dividida; esto y el haberse hallado en una medalla la inscripcion COL. CLVNYA, es lo que ha decidido la cuestion de si esta fue municipio ó colonia en favor de los sostenedores de la última opinion, pues los romanos por regla general solo en las ciudades que tenian este carácter, establecian conventos jurídicos.

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-¿Y era muy extenso el Cluniense?

-Bastante, pues solo de Norte á Sur abrazaba unas sesenta leguas y comprendia otros tantos pueblos; gozaba entre varios privilegios el de acuñar moneda, pero muerto el sucesor de Augusto, Tiberio, Calígula, que lo fue de este, la arrebató esta prerogativa. Durante el reinado de este y el de su sucesor Neron, nada vuelve a hablarse de Clunia; pero en los últimos tiempos de este, Sulpicio Galba, gobernador de la Tarraconense, se retiró á ella, ya acariciando en su mente la idea de ceñir á sus sienes la imperial diadema.

Al llegar á este punto hizo el narrador un breve descanso, durante el cual se cruzaron entre sus oyentes algunas insignificantes frases; despues prosiguió :

Julio Vindex su colega de las Galias, planteóle la cuestion abiertamente proponiéndole aclamarle emperador si se decidia á atacar y destronar al odioso hijo de Mesalina y la respuesta fue que lo hiciera así en la seguridad de que inmediatamente se levantaria él con sus tropas. Ejecutólo Vindex y al saberse en Clunia la noticia, sus habitantes, muy afectos á Galba se apresuraron á proclamarle tambien emperador, si bien al principio no se atrevió aun á tomar abiertamente este título.

-Pues ¿cuándo se decidió á ello?

- Al tener noticia de la muerte de Neron y de que Oton, gobernador de Lusitania se hallaba tambien dispuesto á apoyarle. En todo este tiempo y anteriormente, debió Clunia prestarle grandes servicios, puesto que la decoró con el distintivo de su familia, como han podido observar Vds. en la medalla que ha dado origen á estas explicaciones.

-Y á la molestia que indudablemente deben haberle producido.

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-¡Molestia! Todo lo contrario, y tan no es así que no quiero terminar esta conversacion sin acabar de comunicarles cuantas noticias poseo respecto á este particular. - De ninguna manera, seria para V. muy cansado.

—Quedan ya muy pocas palabras y es lástima interrumpir el relato por cuestion de algunos momentos; por lo tanto si es que esto no les aburre...

-En ningun modo.

No faltaba mas.

-No era esa nuestra intencion, se apresuraron á responder sus oyentes.

-En ese caso voy á terminar. A partir de la proclamacion de Galba como empe

rador, ningun hecho notable marca la existencia de Clunia durante la dominacion romana. Al tener lugar la invasion de los bárbaros debió indudablemente ser destruida, pues no vuelve á saberse mas de ella; en sus inmediaciones y con parte de sus ruinas se levantó la moderna Coruña del Conde, cuyo primer nombre es una derivacion del antiguo, y el calificativo con que se la distingue proviene de haberla dado Enrique IV como condado á D. Lorenzo Suarez de Mendoza y Figueroa para premiar los servicios que de él habia recibido. Antes de este hecho habia pasado por varias vicisitudes, pues destruida á poco de su fundacion fue repoblada por un conde de Castilla en 912, conquistada poco despues por Almanzor y recobrada á principios del siglo XI por otro conde castellano; Alfonso XI la dió á D. Juan Martinez de Leiva, pero habiéndola heredado D. Pedro Padilla, la confiscó Enrique II incorporándola a la corona á la que perteneció hasta la posterior merced que de ella hizo Enrique IV.

Con esto, dijo el infatigable Sr. Medina, -he terminado cuanto relativo á la historia de Clunia podia decir á Vds.; mañana, pues hoy ya es muy tarde, les mostraré un plano que tengo de su antiguo teatro y les hablaré de las ruinas que de ella han quedado, si es que acaso esto no les es enojoso.

Dichas estas palabras D. Cleto y sus compañeros se retiraron á los aposentos que les estaban destinados, no sin asegurar antes á su huésped, del mucho placer que tendrian en escuchar al dia siguiente sus eruditas disertaciones.

El Sr. Medina cumplió su palabra y cuando á la siguiente tarde se hallaron todos reunidos en su gabinete, mostróles el croquis que del teatro de Clunia poseia y algunas otras curiosidades arqueológicas de esta ciudad, con las que por diversos conductos habia podido hacerse.

Al mismo tiempo les dió respecto á aquel edificio y á los vestigios que de la época romana se conservan en el sitio en que primitivamente estuvo la ciudad, los antecedentes que subsiguen.

El teatro de Clunia no obstante su antigüedad se conserva bastante bien; aun puede perfectamente verse su medio círculo macizo, abierto á pico, cuya anchura es de sesenta piés castellanos y cuyas cinco præcinctiones (ánditos) miden cerca de seis piés de ancho y recorren todo el semicirculo, al objeto sin duda de facilitar la circulacion de los espectadores y su colocacion en las tres gradas de dos piés de altitud y anchura que entre cada ándito existen.

Estas gradas están divididas por once cuneos ó bajadas de el mismo ancho de las præcinctiones y entre cada uno se cuentan sesenta asientos; en todo el medio círculo no se ve bóveda ni comunicacion alguna é igualmente carece de vomitorios ó puertas.

Desde la pared divisoria de el sitio destinado al público y lo menos hasta las primeras gradas, se cuentan cerca de cincuenta y cuatro varas, midiendo la citada pared doce de altitud por una y media de anchura y no menos de sesenta y seis de longitud. Los arcos de las dos puertas laterales de los huéspedes se han arruinado dividiéndola así en cuatro partes; en una de estas, la que mirando desde el centro del círculo, cae á la derecha, se ve una ventana cuadrada con dinteles y jambas de silleria.

A esta pared están unidos diez estribos destinados sin duda á sostener las pilastras

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T. 1.

sobre que cargaban los arcos que cubrian el podio, en los cuales se observan dos portadas con mansiones, situadas una enfrente de otra. Por lo que de la parte del pavimento que no está cubierta de tierra, se deduce, sabemos que este se hallaba adoquinado de piedra y por lo que en el dibujo que les facilitó el Sr. Medina pudieron observar nuestros amigos, vinieron en conocimiento de que la figura del teatro por lo exterior del proscenio, es circular, siguiendo por el opuesto la línea del medio círculo y cortando recto hacia la parte de las puertas de las mansiones.

No es este el solo monumento que de la época romana conserva el sitio ocupado por Clunia, pues vénse tambien en él, multitud de basas de columnas, paredones de elegante y sólida construccion, algibes, baños abiertos á pico en la lastra sobre que estaba edificada la ciudad, restos de acueductos espaciosos con llaves y registros de bronce, trozos de piedras de sillería, mármoles, jaspes y pórfidos, dos arcos de robusta construccion, capaces de sostener un peso enorme, multitud de medallas y varias otras curiosidades, como anillos de diversos metales, trozos de armas, cornerinas en las que se hallan grabadas las imágenes de Hércules y demás deidades paganas, y otras que fuera prolijo enumerar.

Muy satisfechos quedaron los jóvenes viajeros del buen trato é instruccion del señor Medina, que ya D. Cleto como antiguo amigo habia tenido ocasion de conocer y apreciar, mas como la instructiva y agradable tarea que se habian impuesto les vedaba permanecer mas tiempo en el Burgo, á los tres dias de estar en casa de aquel, le manifestaron su intencion de partir en direccion à Soria, y lo efectuaron así á la mañana siguiente dándole infinitas gracias por cuantas atenciones les habia merecido.

XXIV.

Desde el Burgo á Soria.-El último dia de Numancia.

Apenas hubiéronse instalado nuestros viajeros en la diligencia que habia de conducirles á la capital de la provincia para desde ella marchar á Agreda, dijo Castro dirigiéndose á su guia:

-¿Sabe V. D. Cleto que se encuentra en deuda con nosotros, y que no se la podemos perdonar?

-¡Hola! algo les he ofrecido, por lo visto, que se me ha olvidado ya; dígamelo V. y aprovecharémos la distancia que hemos de recorrer para solventar esa deuda, que no me gusta dejar cuentas atrasadas.

-Nos ofreció V. cierta leyenda que del desastroso fin de Numancia habia hecho y yo por mi parte, estoy impaciente por conocerla.

-Tiene V. razon. Voy á satisfacer su curiosidad.

Y el anciano dió comienzo á su relato en los términos siguientes:

Habia en Numancia dos jóvenes llamados Alaro y Carucio, valientes ambos y ambos tambien apuestos y gallardos.

Habíanse enamorado de Amancia, hija de un anciano guerrero numantino.

Durante las guerras que habia sostenido ya, la heróica ciudad, contra las legiones

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