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de Roma, el padre de Amancia habia tenido ocasion de admirar la energía y el valor de los dos mancebos.

Una noble emulacion les lanzaba á acometer las mas arriesgadas empresas, y los seis cónsules que Roma habia enviado sucesivamente para castigar á la esforzada Numancia recordaban con terror los nombres de Alaro y de Carucio.

Varias veces habian dicho los dos, al padre de Amancia :

-Elige entre nosotros al mas valiente, para darle la mano de tu hija.

Pero el anciano numantino no habia podido hacer semejante eleccion porque no encontraba superioridad en ninguno respecto al otro.

Amancia sufria á su vez, porque ambos la amaban, ambos eran nobles generosos y esforzados, y no sabia á cual de ellos elegir.

En este estado, Escipion el Africano puso cerco á Numancia.

El entendido general romano despues de haber levantado el abatido espíritu de sus tropas, púsose ante la ciudad con un ejército de sesenta mil hombres, y los valerosos numantinos por vez primera huyeron ante la caballería romana.

La ciudad vióse terriblemente apretada.

El prudente Escipion esquivando una batalla formal, contentabase con rechazar los furiosos ataques de sus contrarios cansándoles y agotando sus fuerzas.

En vano estos, arrojábanse desesperadamente sobre aquellas empalizadas y aquellas torres construidas por los romanos.

Sus esfuerzos se estrellaban ante la prevision y vigilancia del vencedor de África, y los numantinos comenzaban á ver aterrorizados, que dentro de un plazo no muy lejano, iban á caer bajo el poder de Roma.

La embajada que enviaron á Escipion asegurándole que se rendirian con ciertas condiciones, fue desechada por el cónsul, y al regresar á la ciudad los embajadores, fueron víctimas del furor popular por no haber obtenido satisfactorio resultado en la mision que se impusieran.

Alaro y Carucio hallábanse en casa de Amancia demandándola por la centésima vez que eligiera para esposo á uno de los dos.

La jóven permaneció algunos momentos pensativa, hasta que dijo por fin : -Numancia tiene un enemigo terrible. Id á la tienda de Escipion y el primero de vosotros que le hiera, será mi esposo; el otro será mi hermano.

Los dos jóvenes aceptaron, jurándose mútua lealtad, y partieron.

Aquella noche escalaron la empalizada romana. Los centinelas que á su paso encontraron apenas tuvieron tiempo para apercibirse de su brusca acometida.

Alaro y Carucio llegaron hasta la tienda de Escipion.

Rasgaron los paños que la cubrian, y por el agujero practicado deslizáronse silenciosamente.

El cónsul hacia pocos momentos que se habia entregado al reposo.

Una lámpara ardia sobre su pedestal.

Escipion dormia sobre una soberbia piel de tigre teniendo sus armas al alcance de

su mano.

Los dos numantinos se aproximaron á él.

Sus diestras alzáronse armadas con el terrible acero.

Mas de repente cayeron inertes, los antes potentes brazos.

-Los numantinos no son asesinos jamás-exclamaron.

En este momento despertó Escipion.

Sorprendido quedó al ver aquellos dos contrarios armados cerca de sí.

Fué á dar voces llamando á sus soldados, pero Alaro lo impidió diciéndole :

-¡Oh! Escipion escucha y quieran los dioses mover tu corazon á la piedad, aun cuando nos arrebates la vida. Ambos amamos á una mujer, ambos hemos lidiado por nuestra patria. Hoy nos ha dicho Amancia. Numancia está en peligro. Escipion es su enemigo; si me amais, corred á su encuentro y aquel de vosotros que primero le hiera, será mi esposo. Que valor nos sobra, pruébatelo el vernos en tu tienda, habiendo tenido que pasar sobre los cuerpos de tus numerosas centinelas. Empero al verte inerme, nuestro valor ha flaqueado, no hemos sabido ser asesinos; sabemos morir pero no matar al enemigo indefenso. Toma nuestra vida pero perdona á nuestra patria. Escipion permaneció suspenso un breve espacio.

Despues les dijo:

-Id en paz, numantinos. Os dejo la vida mas no puedo acceder á lo que me pedís. Roma quiere á Numancia vencida y Roma quedará satisfecha. Decid à vuestros hermanos que el sol de mañana nos verá sobre los muros de la ciudad.

Y llamando á sus oficiales, hízoles acompañar á los numantinos hasta las trincheras. Alaro y Carucio regresaron á Numancia.

-¿Y Escipion?-preguntóles Amancia al verles.

-Nuestro brazo ha caido inerte ante él. No tuvimos valor para asesinarle y mañana estará con sus legiones dentro de los muros de la ciudad.

-Antes la muerte que presenciar tal ignominia, -exclamó iracundo el anciano guerrero.

-Dices bien, antes la muerte, dijeron los dos mancebos-y pues valor no tuvimos para matar á nuestro enemigo, tendrémosle para morir y que tengan nuestros hermanos en nosotros ejemplo que imitar; antes que caer en manos del vencedor.

Y así diciendo abrazáronse ambos, y con sus mismas armas se hirieron mortal

mente.

-Numancia-gritó el anciano guerrero ante tan sangriento espectáculo.-Tu postrer dia ha llegado y no quiero presenciarle. Hija mia, muramos como buenos, antes que caer en poder del tirano.

Y su mortífera arma rasgó el albo seno de Amancia que cayó al suelo sobre los cadáveres de Alaro y Carucio.

Despues lanzóse á las calles. Su acento llevó por doquiera la noticia de lo que pasaba.

La poblacion agitada por un vértigo horrible, arrojóse á las calles.

La matanza dió comienzo.

-Antes la muerte que la esclavitud-gritaban los numantinos..

Y unos á otros se herian, incendiábanse los edificios, arrojábanse á las llamas hombres y mujeres y niños, y cuando los primeros rayos del sol brillaban sobre la azul cortina del firmamento, Numancia no era mas que un monton de ruinas en medio de un lago de sangre,

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Un dia permanecieron en Soria los viajeros, saliendo al inmediato para la villa de Agreda.

Apenas alcanzaron á distinguir la poblacion, dijo Azara:

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-Bonita situacion tiene la villa, porque supongo que esa categoría tendrá por lo

menos.

-Si señor, -repuso D. Cleto-lo es, con administracion de rentas y loterías, dependiente en lo civil de la provincia de Soria, en lo militar y criminal de la capitanía general y audiencia de Búrgos y en lo eclesiástico de la diócesis de Tarazona.

Y parece que la poblacion está dividida por el rio.

-Así es; el Queiles, que tal nombre tiene, la atraviesa por el centro, quedando unidas las dos partes por un magnífico puente de un solo arco sobre el cual hay una gran plaza que ya verán Vds.

-¿Qué sierra es esa?-preguntó Pravia indicando la en que se apoya la poblacion.

-Ese es el famoso Moncayo. Agreda está edificada en su falda sobre la peña viva.

-Muy sana debe ser.

-Mucho, sí señor, tiene un cielo alegrísimo segun Vds. podrán juzgar y su clima aun cuando algo fresco, es sin embargo saludable y bueno.

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-Y lo es. Compónenla unas setecientas casas poco mas, en las que se albergan sobre tres mil quinientas almas.

Apenas hubieron tomado algun descanso nuestros viajeros fuéronse á dar su acos-1 tumbrado paseo por la poblacion, á fin de tomar una idea general de ella.

Como habian visto al aproximarse á Agreda, esta se halla edificada sobre la dura roca, en la falda del Moncayo y dividida por el rio Queiles.

El caserío es bastante regular, distinguiéndose algunos edificios particulares, tanto por su arquitectura, cuanto por las mejores disposiciones que poseen.

Entre estos llaman desde luego la atencion los pertenecientes á los condes de Ayamonte y á los marqueses de Velamazan.

En las calles, aun cuando limpias y como hemos indicado formadas por buenas casas, adviértese cierta irregularidad, hija de la posicion topográfica de la villa.

En la plaza, que segun manifestó D. Cleto se encuentra encima del puente, destácase en primer término la fábrica de las Casas consistoriales que es bastante recomendable.

Hay varias escuelas de instruccion primaria para ambos sexos, unas particulares y dos de niños y niñas, costeadas por el Municipio.

Un buen hospital, sirve para que los enfermos necesitados encuentren en él los cuidados que sus dolencias exijan y tres parroquias convenientemente servidas por otros tantos párrocos auxiliadas por tres anejos, facilitan el pasto espiritual á los vecinos de la villa.

Un capítulo compuesto de varios beneficiados hijos en su mayor parte de la poblacion presidido por el arcipreste, atiende al servicio eclesiástico.

Las tres parroquias de San Juan Bautista, San Miguel y Nuestra Señora de los Milagros, así como los anejos San Pedro, Santa María de la Peña y Santa María de Magaña, son bastante notables.

En Santa María de la Peña que es la iglesia mas antigua, suponiéndose que existe desde los primeros tiempos del cristianismo, se conservan dos espinas de la corona de Jesucristo, las cuales se dan á adorar al público el domingo inmediato al 22 de octubre.

Hállase dotada la poblacion de abundantes y exquisitas aguas.

Entre estas, la principal es la llamada de Pompeyo la cual se encuentra á la entrada de un precioso pasco llamado lá Dehesa.

No muy lejos de la villa está el convento de monjas de la Concepcion Francisca, cuya fundacion se debe á sor María de Jesús Coronel y Adama, hija de la villa y escritora ilustre de su tiempo.

Otro convento existe en el sitio llamado Campo de los Mártires, siendo opinion muy admitida que allí fueron alcanzados gran número de cristianos que huyendo de Zara

goza cuando la cruel persecucion de Daciano fueron á alcanzar la palma del martirio en este punto, degollados por los sicarios que aquel envió en su persecucion.

Pocos terrenos habrá tan productivos como el de Agreda. Su calidad es superior criándose en sus extensos y cultivados campos, cáñamo, lino, judías, patatas, hortalizas muy delicadas y frutas, y toda clase de cereales; en sus dehesas nutritivos pastos, y en sus montes, encinas, robles y multitud de plantas aromáticas y medicinales. Tres dias a la semana celébrase un mercado en la villa, el cual está bastante concurrido haciéndose muy regulares transacciones.

En cuanto a la industria, notable fue en otras épocas la de Agreda,

Poseia varias fábricas de paños conocidos con la denominacion de Somontes, de muy superior calidad, pero la invasion francesa que tan considerables perjuicios trajo al país, destruyó aquellos poderosos elementos de vida.

Desde entonces la existencia que arrastra la industria en la cabeza del partido, es tan lánguida y triste como la de otros muchos puntos.

Háse quedado reducida á varias fábricas de paños comunes, telares de lienzos, y las demás indispensables para el uso del vecindario.

En el interior de la poblacion existen varias tiendas tanto de comestibles como de quincalla.

El comercio está concretado en la parte de exportacion, al sobrante de los productos del terreno; y en la importacion, á los artículos de que en el partido se carece.

XXVI.

Agreda antigua.-Ilurci, Grachuris.

Tres fases completamente distintas presenta la historia de Agreda sintetizadas en los tres diferentes nombres con que se la ha designado.

Ilurci, Grachuris, Agreda: hé aquí denominaciones distintas de una misma ciudad cuya sucesiva adopcion significa, no el capricho de un conquistador ni la voluntad de sus habitantes, sino un cambio radical, completo y absoluto en su manera de ser.

Busquemos á Ilurci en los primitivos tiempos y la encontrarémos ciudad exclusivamente íbera, con la sencilla organizacion y la vida especial de aquel pueblo que dió á nuestra península un nombre con el cual aun hoy se envanece y que desea ardientemente poder llevar con toda exactitud; verémosla despues admitir gustosa en su seno á los celtas y partir con ellos sus bienes, sin conservarles rencor alguno; de manera que en breve ambas razas se fundieron y formaron así en esta como en otras poblaciones, la que se ha llamado celtibera.

Ilurci en este segundo período de su existencia superó con mucho á lo que habia sido en el primero; conservando la sencillez y frugalidad de los íberos, adquirió de los celtas el valor indomable y el amor á la independencia, que se inocularon de tal modo en la sangre de sus moradores, que el transcurso del tiempo no fue bastante á hacerlos desaparecer.

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