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catorce jueces, siendo Agreda una de las dos ciudades designadas para residencia de estos; estos catorce jueces arreglaron las diferencias entre ambos soberanos, estipulando una tregua de cinco años, en el de 1430, tregua que espirado el plazo, se convirtió en paz por mediacion de la esposa del aragonés.

En 1455, habiendo sucedido á Juan II, Enrique IV el Impotente, reuniéronse en Agreda un delegado suyo, otro de Juan II de Navarra y otro del príncipe Carlos de Viana, á fin de reconciliar al segundo con este último; pero no hubieron de dar gran resultado sus gestiones, una vez que prosiguió la lucha entre padre é hijo terminando solo con la muerte del desgraciado príncipe.

El mismo D. Enrique hizo donacion de ella en 1458 á Miguel Lucas de Iranzu, su privado, mas no tardó en salir del poder de este, y siete años mas tarde se la da el Monarca al conde de Medinaceli bajo cuyo dominio permaneció muy contra su gusto, hasta que viendo en 1473 ocasion propicia de emanciparse, lo hizo así pasándose á las banderas de la infanta Isabel que mas tarde habia de ser la Reina Católica y á la que á la sazon disputaban la corona los partidarios de la hija de la esposa del Impotente y D. Juan de la Cueva conocida por la Beltraneja.

Desde este último suceso empieza á decaer la importancia histórica de Agreda y en todo el período que abraza el reinado de los Reyes Católicos y las casas de Austria y Borbon hasta nuestros dias, solo dos hechos bien distantes entre sí, podemos consignar respecto á esta ciudad.

El primero, es la reunion en 1592 de D. Alonso de Vargas y el maestre de campo D. Francisco Bobadilla para marchar sobre Zaragoza, rebelada en defensa de sus fueros, que amenazaba Felipe II, con motivo de haberse en ella refugiado su secretario Antonio Perez y acogidose al privilegio de la Manifestacion.

El segundo, es la estancia que en ella durante tres dias verificaron en noviembre de 1808, veinte y cinco mil franceses acaudillados por el mariscal Ney, que causaron gran daño á la poblacion y contribuyeron no poco con sus.destrozos á ponerla en el estado relativamente decadente en que hoy se encuentra.

Agreda, patria de varias personas ilustres, tiene por escudo de armas el monte Moncayo con una vid cargada de racimos que brota á su pié y se extiende sobre él.

XXVIII.

Una ligera visita á San Pedro Manrique.

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- Antes de alejarnos de Agreda dijo D. Cleto á sus amigos despues de haberles dado todas las noticias de que dejamos hecho mérito, quiero que hagamos una ligera Visita á San Pedro Manrique.

-¿Qué es? ¿algun monasterio? - preguntó Pravia.

-Es un pueblo perteneciente á este mismo partido judicial, en el que hay varias iglesias dignas de ser visitadas.

-Pues vamos allá, dijeron los jóvenes.

Y hechos los preparativos de viaje marcharon al puesto indicado.

San Pedro Manrique es una villa distante seis leguas de Agreda, situada sobre un barranco á la falda de un cerro que la domina por completo.

Su clima, aun cuando bastante frio, es muy sano y disfruta de un cielo despejado y alegre.

Sobre ochocientas almas constituyen su poblacion sin que el caserío tenga nada de notable.

La escuela de instruccion primaria obtiene muy regular asistencia y en lo general la riqueza se halla muy repartida, por cuya razon no existe tanta miseria como en otros pueblos.

Tiene cuatro parroquias cuyos titulares son Santa María, San Juan, San Martin y San Miguel, las cuales á su vez poseen distintos anejos en los lugares inmediatos.

Lo verdaderamente notable que tiene la iglesia parroquial de San Miguel, es un arco que nuestros jóvenes estuvieron admirando durante un buen espacio.

Tres naves constituyen el conjunto del templo cuya arquitectura en lo general pertenece al órden árabe germánico.

Franqueando el acceso á una capilla, hállase el arco en cuestion, en el cual se encuentra todo el apostolado en relieve, colocadas las figuras en nichos góticos, trabajados con gran delicadeza.

En la clave ó remate del arco vése la Trinidad, y todos los adornos y el gusto que en la obra domina, es el gótico.

Nuestros viajeros no podian menos de tributar los elogios que merecia tan delicado. trabajo, admirando tanto la correccion y limpieza en el dibujo de la figura, cuanto el esmero de los accesorios.

De igual manera visitaron tambien las demás iglesias, sorprendiéndoles que en una poblacion de tan escasa importancia, pudiesen existir obras tan recomendables.

Varias ermitas existen en las inmediaciones de la villa, cuyo terreno fertilizado en parte por el rio San Pedro, produce algunos cereales, verduras y legumbres.

En el monte, hay leñas de combustible y abundantes pastos, con los cuales se atiende á la cria de ganados, y alguna caza.

La industria carece de importancia, estando reducida á lo puramente indispensable. El comercio se encuentra en el mismo caso. Durante una temporada que abraza desde el 1.o de octubre á Navidad, celébrase todos los lunes un mercado que se ve bastante concurrido, constituyendo la mayoría de las transacciones que en él se verifican, la venta de cereales sobrantes y la de ganados.

Fácil es de comprender que como el único objeto del viaje de los cinco amigos, habia sido el de visitar los templos de la villa, su estancia en esta no se prolongó mas que el tiempo indispensable para ocuparse de aquellos, y tomar algun ligero descanso.

Al dia siguiente regresaron á Agreda desde donde se dirigieron á Almazan cabeza del partido judicial de su nombre.

XXIX.

Almazan.-Su estado actual.

-¿Qué distancia separa á Almazan de la capital de la provincia? - preguntaba Castro á D. Cleto conforme se iban aproximando á la villa.

-Seis leguas solamente-respondió el buen Cicerone.

-¿Y depende de la misma capitanía general, audiencia y diócesis que Agreda? -En cuanto a esta última no señores; pertenece a la de Sigüenza de cuyo punto dista ocho leguas Almazan, es arciprestazgo y á su tiempo les diré la forma en que está servido el culto.

-¿Qué posicion geográfica y topográfica ocupa?

—Está situada la villa al N. de la provincia, sobre un plano inclinado, elevándose con suavidad desde la mitad de la pendiente, en la cual hay una parte llana, hasta su parte mas alta. Está combatida por los vientos de N. y NO. lo que la proporciona un clima bastante sano, aun cuando frio.

-¿Es acaso la poblacion aquella que á lo léjos se ve? —preguntó Pravia indicando a su guia una encantadora perspectiva que acababa de ofrecerse á su vista al salvar un recodo que hacia el camino.

-Si señor. ¿Qué tal? ¿les agrada á Vds. el golpe de vista que ofrece Almazan? -Mucho, es sumamente pintoresco.

-¿Qué poblacion tiene?

-Sobre dos mil quinientas almas.

-Observo que es provincia muy poblada la de Soria.

-Si señor, bastante, y ni la instruccion ni la moralidad se encuentran tan abandonadas como en otros puntos.

-

Y por lo visto fue plaza marada -prosiguió Pravia conforme pudo ir distinguiendo mas claramente la villa.

-Pero ya están muy derruidos sus muros.

-Gran parte de caserío, está fuera de las murallas.

-Así es, casi una cuarta parte se encuentra fuera del antiguo recinto. En el interior de la poblacion verán Vds. algunas casas bastante buenas y la generalidad no carecen de ciertas comodidades.

-¿Son buenas las calles?

-Si señor, anchas, espaciosas, y están empedradas mejor ó peor, cási todas. Conforme iban hablando, la diligencia se aproximaba á la villa en la cual penetró por fin, yendo á detenerse en un espacioso parador, cuyo aspecto satisfizo á nuestros viajeros que iban ya deseando descansar.

Al dia siguiente salieron á visitar la villa.

Segun dijo perfectamente D. Cleto, las calles son bastante espaciosas viéndose gran parte de ellas empedradas.

El número de las casas contenidas en su recinto es de unas quinientas sesenta, ocupadas por dos mil seiscientos habitantes; muchas de aquellas que años atrás eran solo viviendas informes construidas con tierra, han sido derribadas y sustituidas por sólidos edificios de dos pisos, que por lo general, reunen las condiciones exigidas por los adelantos modernos.

Esto unido, á una plaza central de regulares dimensiones forma cási cuadrilonga, con soportales en algunas de sus casas; á otras dos no pequeñas, destinada una al mercado de madera y otra al de ganado de cerda, y á las ferias que tienen lugar en la poblacion; a cuatro mas que mejor pudiera llamárselas plazoletas, y á varias iglesias de que muy luego habrémos de hablar, dan á Almazan un aspecto bastante agradable. Al llegar á la plaza central de que hemos hecho mencion chocóle á Castro una casa de dos pisos, como todas las demás, pero cuya fachada presentaba mejor aspecto y cuyo largo balcon ocupaba todo su frente.

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-Pues si interiormente corresponde á lo que su exterior promete, digole á V. que ya puede estar satisfecho el Municipio de poseerla.

-Efectivamente, la fachada es muy linda.

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-El año 1812 se edificó y en cuanto à su interior, aunque yo apenas he visto otra cosa que la sala capitular, puedo sin miedo alguno asegurarles que no solo iguala, sino que sobrepuja á las esperanzas que su fachada hace concebir.

- Reparad que contraste, observó Sacanell,-al lado de la casa consistorial con un balcon tan desmesuradamente largo, esa otra que carece por completo de ellos. -Cierto; y tiene un aspecto triste y severo que trasciende desde luego á cárcel. -No es extraño, Pravia, porque tal es el destino que la ha cabido; ese edificio. cuyas rejas ostentan sendos barrotes de hierro es la mansion del crímen y de la desgracia, que no pocas veces se confunden, y si dentro de él pudiéramos penetrar no hallaríamos tan proporcionado su interior con la exterior apariencia como en el Municipio. -Es decir que los calabozos...

-No reunen las condiciones de desahogo, ventilacion y demás que tan necesarias les son, si en vez de servir de habitacion al preso mientras cumple su condena, no han de trocarse en un nuevo y mas insoportable castigo.

-Muy de lamentar es el descuido que respecto á esto he observado ya en no pocos puntos de los que hemos visitado.

-Y eso que ahora ya no es lo que era, pues hace algunos años solo constaba de un piso en vez de dos, y carecia de la sala de audiencias que hoy tiene.

- Veo que no escasean en esta plaza los buenos edificios,-hubo de observar Azara. -¿Lo dices por aquel de piedra rojiza que ocupa todo el frente del O.?—interrogó Sacanell.

--Precisamente: observa su fachada que descuella entre las demás no solo su

por

altura sino por su mejor gusto arquitectónico; observa esos siete magnificos balcones, esas cuatro elegantes columnas de la elevada portada, ese conjunto, en fin, tan bello y tan sencillo á la par, y díme si no puede considerarse este edificio como uno de los mejores de Almazan.

-Como el mejor en cuanto á apariencias, —afirmó D. Cleto, que hasta entonces conversando con Pravia y el andaluz no se habia hecho cargo del tema de conversacion de los otros dos amigos.

-Eso quiere decir que se puede decir de él lo que la zorra del busto, -observó Castro.

-Sí, porque si este tenia hermosa cabeza pero le faltaba el seso, á la casa que nos ocupa no obstante su hermoso aspecto, vale muy poco vista por dentro.

-Y debe ser de algun título á juzgar por el escudo de armas que se destaca sobre

el balcon principal.

-Es de pertenencia del conde de Altamira.

Al lado de la mansion condal y en la parte N. de la plaza un nuevo objeto llamó la atencion de nuestros viajeros.

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-Me gusta de ella la torre de encima aunque no es muy alta.

- Debe tener próximamente doce ó catorce varas.

- Es V. buen calculista, Sacanell, porque, en efecto, la torre de la puerta de la villa es de doce varas de altura.

-No es realmente mucho pero como la puerta tiene ya una regular elevacion no hace mal golpe de vista.

Por lo que presumo su objeto al construirla debió ser el de formar un sitio á propósito para la colocacion de ese reloj que en ella se ostenta y hacerle mas visible. -Tú que tienes buena vista, Castro ¿qué hora marca ese reloj?

-¿No tienes tú el tuyo?- opuso el, aludido.

-Sí, replicó Pravia pero quiero confrontarlo con él.

- Pues marca..... la hora de que nos volvamos á casa á hacer algo por la vida. -Pronto te cansas.

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-De cualquier manera dentro de la poblacion ya no teníamos casi nada que ver, al menos por hoy, pues las iglesias exigen un mayor detenimiento del que podíamos ya emplear.

-Entonces creo lo mas acertado que volvamos a nuestra habitacion.

- Sí, sí, volvamos, apoyaron los cuatro á una voz alarmados por el estado de su amigo que, sin embargo, no presentaba síntoma alguno alarmante.

Y con efecto emprendieron la vuelta de su casa.

Segun su costumbre fuéron por el camino ocupándose acerca de las particularidades de la poblacion, que les pareció muy superior á otras muchas de mayor categoría, tanto por la regularidad y buen estado de sus calles, como por lo notable de los edifi

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T. I.

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