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La segunda nota era una numeracion de los casos en que convenia el uso de dichas aguas.

Segun ella, estas obran como diuréticas, bebidas á la temperatura que tienen al salir del manantial, y como diaforéticas en baño ó estufa, estando indicadas para la curacion de las acedías, afecciones ceáticas, gotosas y reumáticas en las que obran como calmante recolectivo, y de las vias urinarias; en los afectos convulsivos y nerviosos; de la sanguinosis de todas procedencias, aun causadas por heridas de armas de fuego; de la artritis así fija como vaga y del asma. Son de gran utilidad en los catarros de la vejiga, clorosis, cólicos nerviosos, condialgías y tambien en los desarreglos menstruales y dolores de estómago y nefríticos. Prestan grandes servicios para la extirpacion de los flatos, flujos blancos y hemorroidales, gastrodíneas, hidropesías, hipocondrías é infartos escirrosos de cualquiera entraña, pero especialmente en las del útero y sus dependencias; se emplean igualmente con buen éxito en las leuconflegmasías no sostenidas por flegmasías de las membranas serosas, nervosis, obstrucciones del bajo vientre, bazo é hígado, oftalmias y parálisis; y finalmente contra las enfermedades sifilíticas y los estragos que en estas y otras causa el uso del mercurio, y contra los tumores frios escrofulosos.

Estas aguas sin embargo son perjudiciales á las personas de constitucion irritable y temperamento sanguíneo y pletórico, produciendo los peores efectos en los casos de abcesos, asmas con fiebre, calenturas y calor ardoroso en las entrañas, considerables demacraciones aun las infebriles, derrames linfáticos en el pulmon, en toda evacuacion crítica, y en las flegmasías agudas, hemotipsis, hidropesías con fiebre, histerismos muy graduados, inflamaciones de los órganos de generacion y de cualquiera víscera, y tambien en la tísis.

-¿Hay muchos manantiales por estos alrededores además de los que surten á los dos establecimientos de baños? interrogó Pravia luego de terminada la lectura de las dos notas, cuyo contenido hemos comunicado á nuestros lectores.

-Ya lo creo, cerca de cuarenta.

-Es de suponer que no estén desaprovechados.

-Efectivamente casi todos se emplean unos para el riego de los campos, pues su composicion y temperatura en nada les impide servir para fomentar la vegetacion; otros, á causa de estas mismas condiciones, están destinados á curar y blanquear el cáñamo y el lino, y al lavado de la lana y toda clase de ropa blanca, pues su misma fuerza impide su aprovechamiento en la ropa de color porque destruiria este.

-A la verdad que las tales aguas prestan servicios inmensos.

-No pueden ser mayores; bien puede V. asegurar, Castro, que á no ser por ellas Alhama no existiria á pesar de su pintoresca situacion.

-Lo que seria un mal para la humanidad doliente y para España, que tiene con ella unos baños que si en lujo y comodidades no, al menos en condiciones higiénicas igualan sino superan á los mejores del extranjero.

-¡Oh! en nuestra península abundan mucho estos saludables manantiales; quizás nacion alguna pueda contar tan gran número de ellos.

-Díganlo sino Alcantud, Alanje, Hervideros de Fuensanta, Marmolejo, Villavieja

y tantos otros que pudiera citar.

-Sin embargo siempre seria una sensible pérdida la de unas fuentes de salud como las de Alhama de Aragon.

-No ha sido mi idea negarlo, sino solo hacer constar la riqueza de aguas minerales de la misma índole que posee nuestro suelo.

Y conversando acerca de diferentes asuntos y dando despues de comer un paseo por los alrededores del establecimiento, transcurrió el dia, con lo que nuestros amigos regresaron á su habitacion y se entregaron al descanso, decididos á partir á la mañana siguiente en direccion á Ateca.

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-Perfectamente-exclamó Pravia tan luego como se vió instalado en el wagoneste es el gran medio de viajar.

-Pero tambien el menos á propósito para apreciar las bellezas de un país.

-Tiene V. razon D. Cleto; el ferrocarril es una gran cosa para la existencia material de hoy; es mas, en las condiciones actuales de nuestra sociedad le creo un elemento indispensable. Mas para la vida del arte, para el que desee apreciar las necesidades, las bellezas, los vicios ó las bondades de una comarca, es inconveniente. Su vertiginosa carrera le hace atravesar vastas porciones de territorio sin que la vista pueda detenerse á contemplar las ruinas del derruido castillo, las deliciosas perspectivas de un paisaje, la posicion de un pueblo ó el estado y los adelantos agrícolas de una localidad.

-Cierto es, pero ¿cuántas ventajas no han reportado las vias férreas al comercio y á la industria?

-Ya habló el industrial catalan. ¿Quién te niega semejante cosa Sacanell? Negar que ha sido un gran adelanto fuera absurdo, yo lo único que digo, que para los que como nosotros se dediquen al viajar por instruccion y recreo, no sirve el ferrocarril mas que para conducirnos en breve espacio desde una estacion á otra, en la cual hemos de abandonar tan cómodo medio de locomocion, para detenernos y estudiar, y apreciar con mayor calma las condiciones particulares de aquel punto.

-Desde luego.

-Vaya señores ¿está ya suficientemente discutida esta cuestion?-preguntó Castro. -Sí, ¿por qué lo dices?

-Porque quiero hacer una pregunta á D. Cleto sobre una cosa que muchas veces se me ha ocurrido sin haber encontrado nunca oportunidad para hacerla.

-¡Cáspita! ¿y no has podido hacerla siendo tan interesante como supones?

-Se me ha ocurrido siempre en momentos en que fuera imprudencia interrumpir el relato que D. Cleto nos hacia, y cuando le terminaba habíase ya borrado de mi pensamiento.

-Pues habla ahora. Pregunta cuanto quieras.

-Diga V., que como siempre dispuesto me hallo á contestarle.

---Tantas veces como nos ha hablado de combates bien en las épocas romanas, góticas ó árabes, he querido decirle que nos explicára las armas con que combatian en las distintas épocas y siempre se me ha pasado.

-¡Caramba! tienes razon, á ninguno se nos habia ocurrido.

-Y es una pregunta muy natural y que no sé como á mí mismo pudo escaparseme el omitirlo.

-Pues ahora puede V. subsanar fácilmente ese descuido.

-Desde luego y aprovecharémos el trayecto hasta Ateca para esto.

-¿No hay estacion alguna intermedia?

-Si señores, Bubierca, que aun cuando poblacion de unos trescientos vecinos, con dos iglesias, escuela de instruccion primaria y bastante rica por su agricultura, y por las condiciones de su suelo fertilizado por el Jalon, no tiene un gran atractivo para el viajero ni por su historia ni por sus monumentos.

-En ese caso cree V. que no debemos detenernos en ella.

-Justamente; por eso tomé los billetes para Ateca pasando por alto á Bubierca. -Pues entonces aprovechemos el tiempo y díganos V. algo sobre armas. -Vamos allá. En los primitivos tiempos de nuestro país, habitáronle sucesivamente varias razas, que bien dominando á las que ya existian, bien mezclándose con ellas fuéron esparciéndose por toda la península constituyendo tantos pueblos cuantas eran las agrupaciones que formaban. Aislándose unos de otros, considerándose mas como enemigos que como aliados, estaban dispuestos siempre para el combate (1).

(1) Las naciones ó pueblos que mas dignos de mencion poseian nuestro territorio en aquel tiempo, eran los Cántabros, los Asturos, los Galecios, los Lusitanos, los Celtiberos, los Vacceos, los Oretanos, los Carpetanos, los Turdetanos, los Bastetanos, los Contestanos, los Hercavones, los Coretanos, los Saletanos, los Indigetas, los Ausetanos, los Ilergetas, los Eskarios ó Vascones y los que habitaban las Baleares.

El origen de los cinco primeros supónese que era escitico y céltico, y el de la mayor parte de los demás producto de distintas mezclas bien de Celtas y Fenicios, bien de Etruscos y Tirrenos ó de otras varias razas.

La nacion de los Galecios hallabase subdividida en quince pueblos: en cincuenta la de los Suritanos, en dos la Céltica y la Celtibera en cinco.

Los vascones y los cántabros eran los pueblos mas belicosos siguiéndoles inmediatamente los célticos.

Los suritanos usaban para combatir unos escudos pequeños y cóncavos que escasamente podrian tener dos piés de diámetro, con los cuales paraban con suma destreza los golpes del contrario, pues eran sumamente ágiles. Estos escudos los llevaban colgados con unas correas..

Como armas ofensivas manejaban un cuchillo ó puñal de cortas dimensiones, dardos arrojadizos y unas lanzas cortas armadas de cobre (1).

La mayor parte de los pueblos que habitaban nuestro territorio, usaban grandes escudos que llamaban peltas, como arma defensiva; y como ofensivas, el dardo, la honda y la espada y lanza mas o menos larga.

Los celtiberos templaban el hierro dejándole enmohecer en la tierra, usando además como defensa para su cuerpo, unos capacetes de bronce adornados con plumas.

Llevaban una clase de espada corta, ancha y afilada extremadamente, pudiendo herir tanto por ambos cortes como por la punta y un puñal rayado y curvo, que manejaban perfectamente (2).

Los romanos, o bien perfeccionaron algunas de estas armas, ó trajeron otras nuevas, especialmente en máquinas de batir y en armas defensivas.

Ya usaban cascos y corazas; ya aparecen las lanzas mas perfeccionadas, los escudos redondos ú ovalados con mejor trabajo; y las flechas, dardos, picas, venablos con las puntas triangulares, encorvadas ó rectas, servian para llevar el incendio á las poblaciones ó campos enemigos y la muerte á las filas de estos.

A los arcos sencillos constituidos por una vara de madera encorvada por medio de una cuerda tirante sujeta á sus dos extremos, sucedió la ballesta que la formaba un arco fijo á una caja de madera, perfeccionándose mas tarde con unas ruedas que servian, tanto para dar tension à la cuerda, cuanto para que fuera mas violento el arrojo de la flecha que de ella se lanzaba.

De las máquinas de guerra usadas por los romanos é introducidas en nuestro país con ellos, debo citarles la ballista, onagro ó políbolo, pues estos tres nombres tenia segun el uso para que se la destinaba.

Consistia en dos piés de madera fuertemente enclavados en una tarima de la misma materia, en medio de los cuales habia una madeja de crin ó de nervios de animales fija en los dos extremos del plano ó tarima, la cual estaba retenida por un palo. Cuando se la dejaba ir, impulsaba con una violencia extraordinaria el dardo colocado en la parte superior.

En esta misma madeja, solian poner en su extremo, una especie de cuchara de ma

(1) Dice Strabon que los lusitanos eran tan diestros para preparar emboscadas como para evitar y descubrir las que pudieran tendérseles; agiles y ligeros, verificaban sus evoluciones y movimientos militares, con extraordinaria soltura.

Peleaban indistintamente à caballo ó á pié, armados simplemente á la ligera ó con todas sus armas y aisladamente ó reunidos en numerosos cuerpos.

(2) Llaman los historiadores á esta espada riphos, y al puñal por llevarle colgado en el mismo lado que aquella, paraxiphides.

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T. 1.

dera, en cuyo hueco se depositaba una piedra ó una masa de metal de gran peso, la que era arrojada á larga distancia al quitar la sujecion que tenia la madeja.

Cuando la máquina servia para los dos usos se llamaba polibolo; cuando estaba destinada para piedras solamente, onagro, y ballista, cuando su objeto era el de arrojar dardos solamente (1)..

Tenian tambien la catapulta que les servia para arrojar mayor número de dardos y de mas gran tamaño y masas enormes de piedra, que se calcula podrian pesar quinientas ó seiscientas libras y que eran despedidas á mil varas de distancia.

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El escorpion tambien tenia el mismo objeto, aun cuando tanto este como las mantibalistas, eran mas manuables, pudiendo arrojar los dardos un solo hombre que impulsaba al arco de acero que los arrojaba.

Iba á continuar D. Cleto su relato, cuando el silbido de la locomotora les anunció que habian llegado á la estacion de Ateca. Entonces el anciano suspendiendo la narracion, dijo:

-En este sitio hago alto con mi descripcion de armas, pues vamos á ocuparnos de nuestra instalacion en Ateca. En otro rato tratarémos de las armas para embestir, demoler y tomar plazas y de las usadas tanto para este, como para los demás objetos en la Edad media.

-Aseguro á V., que con tanto placer escuchaba su relacion. que cási me ha contrariado el llegar tan pronto á esta villa.

-Y á mí me ha sucedido lo mismo.

-Digamos á todos, y concluirémos mas pronto-repuso Azara.

(1) Nuestro grabado representa una de est as máquinas sirviendo para los dos objetos.

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