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-Si no me dejais hablar. Alfonso acudió á socorrer á Al-Manum cuando se vió amenazado por Ebn Abed Al Motamid, rey de Córdoba y Sevilla. Ambas huestes castellana y musulmana se apoderaron de Córdoba y Sevilla, y mientras Al-Manum permanecia en el reino andaluz, Alfonso regresó con los suyos á sus Estados. El Monarca toledano enfermó gravemente en Córdoba, sucumbiendo al poco tiempo, y aprovechándose del desaliento que su muerte produjo entre los suyos, Ebn Abed recobró sus ciudades.

-¿Y quién sucedio á Al-Manum? ¿Acaso el rey de Córdoba se apoderó de Toledo? -No; el rey de Toledo dejó por heredero á su hijo Hixem Al Kadir, confiando su proteccion al rey de Castilla. Mas por lo que se cree debió reinar muy poco tiempo, arrojándole del trono sus mismos vasallos que le acusaban de su afecto hacia los cristianos. Entonces pusieron en su lugar á su hermano Yahia Al Kadir Billah, que les aborrecia y que poseia tantos vicios como virtudes Hixem.

-Y este perderia el reino, ¿no es así?

-Justamente; su conducta desatentada y torpe indignó á sus súbditos en términos que rogaron á Alfonso que acudiera á poner cerco á Toledo, que ellos procurarian franquearle las puertas. Al mismo tiempo el rey de Córdoba, que no perdonaba á los reyes de Toledo, enviaba diestros emisarios al rey de Castilla para que rompiese por las tierras toledanas, y como Alfonso no tenia compromiso ninguno contraido con Yahia, no vaciló mas, y penetró resueltamente por los dominios que le sirvieron de refugio algunos tiempos antes.

-¿Fue tomada Alcalá entonces?

-No, primero lo fue Toledo; despues de haber hecho una porcion de talas y correrías por las tierras toledanas, el rey Alfonso VI, ayudado por algunos cuerpos auxiliares que le mandó el rey de Aragon y por varios caballeros franceses, hizo su entrada solemne en la corte musulmana el 25 de mayo de 1085.

-¿Y restableció la sede apostólica en aquella ciudad?

-Si; congregó en concilio á los obispos y á los magnates de su reino, y eligió para ocupar la antigua silla metropolitana al abad del monasterio de Sahagun, llamado Bernardo, que era francés y á quien la reina Constanza, francesa tambien, protegia extraordinariamente.

-¿De modo que este Arzobispo fue el conquistador de Alcalá?

-El Monarca cedió al arzobispado porcion de villas, aldeas, huertas y molinos, y el Prelado reuniendo su hueste fué poco a poco arrebatando á los infieles los lugares que le convenian. Merced á esto, en 1088 presentóse ante los muros de esta ciudad, y combatiéndola obstinadamente consiguió rendirla.

-¿Sus habitantes serian tratados sin consideracion alguna?

-Conociendo la severidad del Arzobispo y su celo religioso, que ya le habia llevado en Toledo á provocar un conflicto, fácil es de comprender que no seria muy tolerante en Alcalá.

-¿Pero el castillo no se rindió?

-Á él se refugiaron los restos de las tropas infieles. El rey Alfonso cedió la nueva

plaza á la diócesis toledana, y desde entonces perdió verdaderamente su antigua silla, quedando dependiente en todo de Toledo.

-¿Y el castillo siguió mucho tiempo ocupado por los moros?

-Hasta 1118, en que lo tomó el mismo Arzobispo, agregándole por cesion del Rey al mismo arzobispado,

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-Muy bien; eres, amigo Azara, inapreciable por todos estilos. Ahora falta que nos digas los demás hechos notables ocurridos en Alcalá, porque supongo que no se concretarán á esto solo.

-Desde luego. Dejadme reposar algunos momentos y continuaré.

XI.

Aumento de la poblacion de Alcalá. - El emperador Alfonso VII.- Consecuencias que tuvo para Alcalá la derrota de Alarcos.

-En tu relato anterior-dijo Sacanell á Azara cuando volvieron á reanudar su conversacion-he encontrado un punto bastante oscuro, y que desearia me aclarases si te es posible.

-Tu dirás-repuso Azara.

-D. Alfonso VI fue el mismo que concedió tambien al arzobispo D. Bernardo la posesion del castillo del cerro?

-No.

- Ya me parecia extraño, porque era engrandecer demasiado á una diócesis. -Respecto á eso, precisamente Alfonso VI protegió de una manera particular al

clero extranjero haciendo donaciones y concesiones á los prelados que habian penetrado en Castilla y Leon con la reina D. Constanza. D. Alfonso no pudo hacer aquella cesion á D. Bernardo, porque habia muerto algun tiempo antes.

-¿Quién era rey entonces? ¿No dejó sucesion?

-Tenia un hijo llamado Sancho á quien amaba entrañablemente, y á quien perdió en la desastrosa batalla de Uclés. Este pesar abrevió sus dias, y no tuvo mas remedio que dejar la corona á su hija Urraca.

-Creo que fue bien calamitoso ese reinado para Castilla-dijo Castro.

-Ya lo creo, tanto que recuerdo de algunos historiadores que han dicho que valia mas que se saltaran en la historia épocas tan desastrosas.

-¿Era viuda D. Urraca ó casada?

– Viuda de un conde francés, y su padre la significó su deseo de que se enlazara con su pariente el rey D. Alfonso de Aragon, tal vez con el laudable objeto de que se unieran las dos coronas.

-¿De modo que la boda se verificaria?

-Por desgracia se realizó.

-¿Tan funesta fue para Castilla?

-Figuraos que ni se amaban los contrayentes, ni sus caractéres eran á propósito para permanecer unidos. D. Urraca, segun las crónicas, era un tanto ligera en sus acciones. Alfonso de Aragon era impetuoso, brusco, ambicioso y arrebatado, mas soldado que galanteador, y mas esforzado que político. Fácilmente comprenderéis que no podrian ser felices.

-Y precisamente lo que el reino necesitaba despues de la muerte de Alfonso VI era un hombre enérgico y bravo que continuara la série de hazañas de su antecesor. -Y que supiera restañar las heridas que habian causado las dos últimas derrotas que sufrieron los castellanos.

-¿De modo que los infieles habian vuelto á levantar la cabeza?

-Vinieron de África nuevas tribus que cambiaron completamente de aspecto la dominacion árabe en España.

-¿Y por qué no nos refieres algo de esa época?

-Porque tendrémos ocasion de hablar de ella cuando nos ocupemos de Zaragoza. -Siendo así, prosigue; tú sabrás mejor que nosotros los lugares mas á propósito para tus narraciones.

-Me preguntábais que quién habia sido el rey que cedió al arzobispo de Toledo el castillo del cerro, y creo que debió ser la misma D.a Urraca ya divorciada de su esposo.

-¿Con qué el divorcio se verificó al fin?

-Siempre habia sido opuesto el clero á semejante matrimonio por el parentesco que habia entre ambos cónyuges, y cuando las escisiones entre ellos llegaron á un extremo indecoroso, cuando el Monarca aragonés llegó al extremo de golpear y maltratar á su esposa, y los nobles de su bando le prodigaban los epítetos mas denigrantes, cuando las dos parcialidades cruzaron las armas y el ejército del esposo combatió con

el de la esposa, fue ya imposible continuar unidos, y se llegó á la separacion total, felicitándose todos los varones prudentes de aquel tiempo de que no tuviesen sucesion. -¿De modo que la corona de Castilla estaba de nuevo amenazada con una nueva época de ambiciones y exigencias?

—No; porque D.a Urraca tenia de su primer matrimonio un hijo, á quien educaba en su castillo de Galicia el conde Frolaz de Trava, niño á quien en aquel período de revueltas y trastornos hicieron unos y otros jugar un papel interesado siempre y favorable para los intereses de los que de él se apoderaban.

-¿De manera que la toma del castillo de Alcalá tuvo lugar durante ese tiempo? -Justamente. Así es que la concesion la justificaria en caso el hijo de D." Urraca Alfonso VII, pues en 1136 vemos que el arzobispo de Toledo D. Raimundo, sucesor de Bernardo, aumentó la poblacion de Alcalá, en virtud de una órden de aquel Emperador, con los restos de la poblacion antigua que todavía quedaba guarecida al pié del castillo.

-Si quisieras referirnos, ya que tan enterado pareces hallarte de esos reinados, algunas particularidades del de ese Alfonso VII á quien acabas de calificar de emperador, nos proporcionarias un buen rato.

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-Debeis tener en cuenta -repuso Azara que en mas de una ocasion durante nuestro viaje nos hemos de encontrar con estos mismos reinados en hechos que se refieran á otras poblaciones, y por lo tanto las noticias que ahora os daré han de ser generales, que no afecten á un punto determinado hasta que lleguemos á él.

-Desde luego; mas, como vemos ya que Alfonso VII jugó para algo en la poblacion en que estamos, desearíamos conocer mas detalladamente á ese personaje.

-Convenido; os diré alguna cosa respecto á él. Alfonso VII subió al trono de Castilla, por fallecimiento de su madre, á los veinte y un años de edad. Educado en la escuela del infortunio, juguete de los distintos bandos que se disputaban el poder, habia tenido ocasion de apreciar el verdadero estado de sus pueblos, las ambiciones exageradas de aquella nobleza turbulenta, la desmoralizacion que por doquiera reinaba, hija del interregno de revueltas y desórdenes por que atravesara el país, sin que se le ocultase que el agareno, aprovechándose diestramente de semejante estado, extendia cada vez mas sus conquistas.

-Era natural, dado el desquiciamiento que en la nacion habia.

-Por eso toda ella se alegró de su ascension al trono, y concibió grandes esperanzas de que desaparecieran los males que sufrieron hasta entonces. Algunos nobles, que á la sombra de las ligerezas de D.' Urraca habian ejercido una especie de soberanía en el reino, pusiéronse contra el jóven Monarca, capitaneados por D. Pedro Gonzalez de Lara, esposo de la difunta reina segun algunos, y el hijo de este y de aquella, D. Rodrigo; pero Alfonso fué contra ellos, los desbarató en todas partes, y mostrándose generoso hasta el exceso, consiguió que los que tan enconados enemigos eran, fuesen despues sus mejores amigos.

-¿Y qué fue de D. Pedro de Lara?

-Corrió á refugiarse en Aragon, y sucumbió en un desafío cuando el monarca ara

gonés, de quien tendrémos ocasion de hablar extensamente, estaba sitiando á Bayona. -¿Y su hijo y hermano del Rey?

-Este supo apreciar de tal modo la generosidad de Alfonso, y le sirvió tan lealmente, que obtuvo la confianza de su hermano en términos que este le confió la tenencia de Toledo, que era la mas importante de Castilla.

-¿De modo que tranquilo respecto del interior podria emplear todas sus fuerzas contra los infieles ?

-Antes sostuvo una pequeña guerra en Portugal, que le proporcionó el vasallaje de aquel reino, reconociéndose como su tributario el jóven rey D. Alfonso Raimudez. -¿Y por qué se le concedió el título de emperador?

-Alfonso guerreó enérgicamente contra los infieles, haciendo una atrevida excursion por Andalucía llegando hasta Cádiz, y retirándose á sus Estados despues de haber recogido un cuantioso botin. Por esta razon, y porque á consecuencia de ciertos acon-. tecimientos ocurridos en Aragon, y de los cuales os hablaré á su tiempo, se vió dueño de algunas plazas importantes de este reino, reconocido como señor por su monarca y por el de Navarra, que ambos solicitaban su apoyo, determinó coronarse emperador.

-Ya se ve, como era el primer rey que se veia con tantos Estados, natural parece que aspirase á ser mas que sus antecesores.

-Con este objeto reunió Cortes en Leon en el año de 1135, las que se celebraron con toda solemnidad en la iglesia mayor. En ellas estaba D. Raimundo, arzobispo de Toledo, que habia sucedido á D. Bernardo, y en ellas se le proclamó emperador.

—¿Y al año siguiente fue cuando ese D. Raimundo aumentó la poblacion de Alcalá con los vecinos que todavía quedaban en la antigua?

-Y con nuevos pobladores que el Monarca llevó de otros puntos, concediéndoles grandes fueros, que aumentaron los demás arzobispos que se sucedieron en aquella sede episcopal, concediendo á Alcalá gran número de privilegios tanto Alfonso VII como sus sucesores.

-¿Y los infieles no volvieron á atacarla mas?

-Sí; pero fue muchos años despues.

-Habria ya muerto el Emperador.

-Sí; reinaba á la sazon Alfonso VIII, nieto de aquel y tan bravo y esforzado. En una de sus excursiones por Andalucía llegó hasta Algeciras, donde lanzó un atrevido reto al caudillo de los almohades.

-¡De los almohades! ¿Eran estos acaso pertenecientes á otras tribus ó á otras provincias musulmanas?

-Si; y cuando lleguemos á Zaragoza y á Andalucía tendrémos ocasion de conocer detenidamente á todas estas razas. Yakub Almanzor, que era el jefe de aquellos, aceptó el reto, y haciendo una gran convocatoria en sus Estados de África para aquella guerra santa, reunió inmensa muchedumbre de infieles, y pasando el Estrecho desembarcó en las costas andaluzas, penetrando resueltamente en el reino de Toledo, arrollando cuanto á su marcha se oponia.

9

T. I.

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