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favores como la dispensara, una de las mas preciadas joyas de la esplendorosa corona que como reina de la civilizacion y la cultura ciñera un tiempo la señora del mundo: el epigramático poeta Marcial, quien segun la feliz expresion de un concienzudo escritor, esperando que su patria le inmortalizara como Mantua á Virgilio y Córdoba á los Sénecas y Lucano, fue por el contrario quien describiendo con amor los nativos lugares, comunicó á Bilbilis su propia inmortalidad (1).

La invasion de los godos en nada influyó para la existencia de Bilbilis; conservóse hasta con el mismo nombre que tenia y su vida desde el siglo V al VIII, desde la dominacion gótica á la sarracena por ningun hecho notable se distingue. No debe esto extrañarnos porque igual fenómeno se observa en casi todas las ciudades de la península, aun las mas importantes; la corrupcion de la sociedad romana infiltrada en todos los pueblos á que extendia su dominacion, les habia enervado y privádoles de actividad y movimiento; de aquí el quietismo y aparente falta de vida de cuantos países holló la planta de las hordas septentrionales, reactivo, violento, pero eficaz, deparado á ellos por la Providencia para hacerles arrojar de su seno el virus que la brillante, pero defectuosa civilizacion de Roma les habia infiltrado.

Llega el año 711. A los barbaros del Norte sustituyen los del Mediodia; los godos son arrollados por los sarracenos que con una rapidez espantosa se apoderan de toda la península cási sin resistencia; pero las circunstancias eran diferentes, ya no se trataba de un pueblo íntimamente corrompido, sino de un pueblo momentáneamente enervado por la inmoralidad de los reinados de sus últimos monarcas, que en el primer instante de sorpresa no habia podido por menos de entregarse á los invasores. Cierto que esta sorpresa tuvo consecuencias muy fatales y que ante los ocho siglos de la reconquista pudiera haber quien dudase de nuestro aserto; pero los hechos se encargan con su irrefutable lógica de justificarlo.

La invasion de los alanos, de los vándalos, de los suevos, y finalmente de los visigodos, no encuentra oposicion alguna en nuestra patria y si luchas hay, es entre las mismas tribus invasoras; el pueblo vencido, permanece indiferente á ellas, aunque sufra sus consecuencias; y en los dos siglos en que los descendientes de Alarico le gobernaron, solo en el Norte de la península los vascones y cántabros, desde las altas montañas á cuyo puro ambiente no habian llegado los deletéreos miasmas que en la llanura se respiraban durante la dominacion romana, son los que se atreven de vez en cuando á proclamar su independencia.

La dominacion de los árabes nos presenta ya muy distinto cuadro. Es cierto que valiéndose del momentáneo decaimiento de España y del estupor que á la catástrofe del Guadalete siguiera, lograron someterla con mayor rapidez aun, con que la hollaran los duros cascos de los corceles de Ataulfo y Jenserico, pero lo es tambien, que apenas

(1) El ilustrado publicista D. J. M. Quadrado es el autor de esta bella frase. En la obra Recuerdos y bellezas de España, tomo de Aragon, de donde la tomamos, se hallan tambien estos dos versos latinos que Marcial dedica á designar la situacion de su patria:

Municipes, Augusta mihi quos Bilbilisacri
Monte creat, rapidis quem Salo cingit aquis.

conquistadores de Toledo. fueron vencidos de Covadonga, y que pronto el estandarte cristiano ondeó triunfante en Asturias, Navarra y Cataluña.

Lo que acontecio à la península en general, tuvo lugar particularmente en Bilbilis; sorprendida al pronto, rehecha despues, sintió la necesidad ardiente de combatir contra los nuevos conquistadores, y sin reparar en lo desigual de la lucha, sin atender á mas que à su valor y patriotismo, aliandose con otras ciudades de Cataluña, animadas del mismo espíritu y contando con el auxilio de cuantos en las gargantas del Pirineo habian tomado asilo, se precipitan sobre los infieles, y arrollandolo todo en el primer empuje, llegan triunfantes hasta Zaragoza.

Rehechos los arabes, son vencedores à su vez; el caudillo Hub'd marcha sobre Bilbilis, y el heroismo de sus moradores acarrea la destruccion completa de la ciudad.

Poco duró semejante situ..cion siete años mas tarde, en 720. Ayub, wali de Sevilla, se encargó de reedicarla aunque un poco mas lejos; el castillo que junto à ella hizo construir varió tambien su nombre, y Bilbilis Augusta se denominó en adelante Calaal Ayub (castillo de Ayub) de cuya corrupcion viene el nombre con que en el dia se la conoce.

Los habitantes de la poblacion antigua hallaron un asilo en la nueva, llevando á ella sus no perdidas creencias, que propagándose y reanimandose en breve, les hacian suspirar anhelantes por ver tremolar en las almenas de la fortaleza, la gloriosa enseña del cristianismo, á la noticia de cuyas victorias se llenaban de alegría, y cuyos descalabros lloraban afligidos.

No obstante estos deseos, no obstante los fervientes votos que por salir del poder del árabe hacian diariamente, lo fuerte del castillo que defendia la poblacion, privó sin duda mas de una vez á sus moradores de ver aquellos realizados, y mas de cuatro siglos hubieron de transcurrir primero que el valiente monarca aragonés Alfonso, conocido con el sobrenombre de Batallador, lograra apoder ndose del primero, penetrar en la segunda y arrojar de ambos la aborrecida media luna.

Desd este suceso memorable, que acacció en el dia de la fest'vidad de san Juan Bautista del año 1120, los hechos hasta aquí tan escasos, se multiplican prodigiosamente, y tanto su nimero como la importancia de algunos de ellos, nos mueven a dedicarles párrafo á parte.

XIII.

Terminacion de la historia de Calatayud.

Con la conquista de Calatayud por Alfonso el Batallador acrece segun ya hemos dicho la importancia de la ciudad.

Descoso este Monarca de poner sus fronteras al abrigo de las incursiones de toda clase de enemigos, aumentó sus fortificaciones y atrajo á ella gente de guerra; y queiendo igualmente granjoarse servidores fieles que pudiesen acorrerle en el peligro y con los que pudiera contar para poner coto á la nobleza, la instituyó en cabeza de

Comunidad, especie de confederacion à la par militar y política de pueblos, que gozaban de propia autoridad y gobierno propio, en la cual ninguna inauencia tenian los barones, y cuyos notables privilegios consistian: en la exclusiva admision de los pecheros á los cargos de la comunidad con pena de muerte para los hidalgos, caballeros y escuderos que en ellos quisieran tener parte, y en el auxilio mutuo que pra comprar cuantos terrenos y heredades poseyeran en el distrito los nobles y los privilegiados extranjeros, debian entre si prestarse los miembros de aquella. Sus deberes consistian únicamente en defender el territorio de los ataques exteriores, y al monarca, de los que por parte de los señores, feudales pudieran dirig.rsele, dandole usilo igualmente contra ellos, cuantas veces lo necesitara y reclam.se. Tuvo lugar esta institucion de Calatayud en comunidad, à la que siguieron las de Daroca y Teruel, a los diez años de su incorporacion à la monarquía aragonesa, esto es en 1130.

Muerto el Batallador cuatro años despues y proclamado sucesor Ramiro 11 el Monje, el estado anárquico del reino y la rebelion de los navarros, movieron à Alfonso VII de Castilla á intentar hacer valer por medio de las armas los derechos que a la corona aragonesa creia tener, y penetrando con gran golpe de tropas en el territorio, se apoderó de varias ciudades, y entre ellas, no sin trabajo, de Calat yud.

Cinco años permaneció en su poder, pues aunque antes celebraronse paces entre él y el aragonés por intervencion del conde de Barcelona, fue una de las ciud..des que Alfonso se reservó y solo en 1140 la devolvió con cuantas habia retenido, a Ramon Berenguer IV de Barcelona, que por su matrimonio con la hija de Ramiro II, D. Petronila, habia reunido a la condal corona la diadema real del Aragon; á esta devolucion solo impuso, la condicion, el castellano, de que los territorios objeto de ella, se consideraran como feudo suyo.

Así continuaron las cosas hasta que fallecido Alfonso VII en 1158, tomó de aquí pretexto el Conde-Rey, para dar por caducada esta estipulacion, y no aviniéndose á ello Alfonso VIII que, por muerte del sucesor del Emperador, Sancho III apenas rey un año, ocupaba à la sazon el trono de Castilla, celebraron ambos varias entrevistas en Noxama donde se estipuló que este no tendria castillo ni lugar alguno en la comarca de Aragon, pero quedando obligados asi aquel como sus sucesores, à la prestacion de homenaje por los territorios causa de la controversia, y á acudir á las cortes de Castilla, siempre que fueren llamados.

Nuevas guerras surgieron posteriormente entre aragoneses y castellanos, en las que padeció mucho la comarca de Calatayud, talada en 1181 por estos, hasta que saliéndoles al encuentro Alfonso II logró rechazarles, y aun persiguiéndoles, causarles no poco descalabro.

Sabemos cual fuera el doble objeto de el Batallador al fortificar la ciudad y al erigirla en cabeza de Comunidad, y si bien hasta ahora no hemos visto muy satisfactoriamente cumplido el primero, vamos a ver como llenó el segundo.

Reinaba en Aragon D. Jaime I desde 1213, cuando inquieta y malcontenta la nobleza, aprovechó en 1225 la oportunidad que la muerte dada á Pedro de Ahones por el grave desacato que cometiera respecto al rey, le ofrecia, alzóse en armas,

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T. 1.

conquistadores de Toledo. fueron vencidos de Covadonga, y que pronto el estandarte cristiano ondeó triunfante en Asturias, Navarra y Cataluña.

Lo que acontecio à la peninsula en general, tuvo lugar particularmente en Bilbilis; sorprendida al pronto, rehecha despues, sintió la necesidad ardiente de combatir contra los nuevos conquistadores, y sin reparar en lo desigual de la lucha, sin atender à mas que à su valor y patriotismo, aliandose con otras ciudades de Cataluña, animadas del mismo espíritu y contando con el auxilio de cuantos en las gargantas del Pirineo habian tomado asilo, se precipitan sobre los infieles, y arrollandolo todo en el primer empuje, llegan triunfantes hasta Zaragoza.

Rebechos los ar..bes, son vencedores á su vez; el caudillo Hub'd marcha sobre Bilbilis, y el heroismo de sus moradores acarrea la destruccion completa de la ciudad.

Poco duro semejante situ cion siete años mas tarde, en 720, Ayub, wali de Sevilla, se encargó de reedicarla aunque un poco mas lejos; el castillo que junto à ella hizo construir varió tambien su nombre, y Bilbilis Augusta se denominó en adelante Caluat Ayub (castillo de Ayub) de cuya corrupcion viene el nombre con que en el dia se la conoce.

Los habitantes de la poblacion antigua hallaron un asilo en la nueva, llevando á ella sus no perdidas creencias, que propagándose y reanimandose en breve, les hacian suspirar anhelantes por ver tremolar en las almenas de la fortaleza, la gloriosa enseña del cristianismo, á la noticia de cuyas victorias se llenaban de alegría, y cuyos descalabros llorab in afligidos.

No obstante estos deseos, no obstante los fervientes votos que por salir del poder del árabe hacian diariamente, lo fuerte del castillo que defendia la poblacion, privó sin duda mas de una vez á sus moradores de ver aquellos realizados, y mas de cuatro siglos hubieron de transcurrir primero que el valiente monarca aragonés Alfonso, conocido con el sobrenombre de Batallador, lograra apoder ndose del primero, penetrar en la segunda y arrojar de ambos la aborrecida media luna.

Desde este suceso memorable. que acacció en el dia de la fest vidad de san Juan Bautista del año 1120, los hechos hasta aquí tan escasos, se multiplican prodigiosamente, y tanto su nimero como la importancia de algunos de ellos, nos mueven a dedicarles párrafo á parte.

XIII.

Terminacion de la historia de Calatayud.

Con la conquista de Calatayud por Alfonso el Batallador acrece segun ya hemos dicho la importancia de la ciudad.

Deseoso este Monarca de poner sus fronteras al abrigo de las incursiones de toda clase de enemigos, aumentó sus fortificaciones y atrajo á ella gente de guerra; y queiendo igualmente granjoarse servidores fieles que pudiesen acorrerle en el peligro y con los que pudiera contar para poner coto á la nobleza, la instituyó en cabeza de

Comunidad, especie de confederacion à la par militar y política de pueblos, que gozaban de propia autoridad y gobierno propio, en la cual ninguna inauencia tenian los barones, y cuyos notables privilegios consistian: en la exclusiva admision de los pecheros á los cargos de la comunidad con pena de muerte para los hidalgos, caballeros y escuderos que en ellos quisieran tener parte, y en el auxilio mutuo que para comprar cuantos terrenos y heredades poseyeran en el distrito los nobles y los privilegiados extranjeros, debian entre si prestarse los miembros de aquella. Sus deberes consistian únicamente en defender el territorio de los ataques exteriores, y al monarca, de los que por parte de los señores, feudales pudieran dirig.rsele, dandole uvilo igualmente contra ellos, cuantas veces lo necesitara y reclam.se. Tuvo lugar esta institucion de Calatayud en comunidad, à la que siguieron las de Daroca y Teruel, a los diez años лу de su incorporacion à la monarquía aragonesa, esto es en 1130.

Muerto el Batallador cuatro años despues y proclamado sucesor Ramiro 11 el Monje, el estado anárquico del reino y la rebelion de los navarros, movieron à Alfonso VII de Castilla á intentar hacer valer por medio de las armas los derechos que a la corona aragonesa creia tener, y penetrando con gran golpe de tropas en el territorio, se apoderó de varias ciudades, y entre ellas, no sin trabajo, de Calat yud.

Cinco años permaneció en su poder, pues aunque antes celebraronse paces entre él y el aragonés por intervencion del conde de Barcelona, fue una de las ciud..des que Alfonso se reservó y solo en 1140 la devolvió con cuantas habia retenido, a Ramon Berenguer IV de Barcelona, que por su matrimonio con la hija de Ramiro II, D. Petronila, habia reunido a la condal corona la diadema real del Aragon; á esta devolucion solo impuso, la condicion, el castellano, de que los territorios objeto de ella, se consideraran como feudo suyo.

Así continuaron las cosas hasta que fallecido Alfonso VII en 1158, tomó de aquí pretexto el Conde-Rey, para dar por caducada esta estipulacion, y no aviniéndose á ello Alfonso VIII que, por muerte del sucesor del Emperador, Sancho III apenas rey un año, ocupaba à la sazon el trono de Castilla, celebraron ambos varias entrevistas en Noxama donde se estipuló que este no tendria castillo ni lugar alguno en la comarca de Aragon, pero quedando obligados así aquel como sus sucesores, à la prestacion de homenaje por los territorios causa de la controversia, y á acudir á las cortes de Castilla, siempre que fueren llamados.

Nuevas guerras surgieron posteriormente entre aragoneses y castellanos, en las que padeció mucho la comarca de Calatayud, talada en 1181 por estos, hasta que saliéndoles al encuentro Alfonso II logró rechazarles, y aun persiguiéndoles, causarles no poco descalabro.

Sabemos cual fuera el doble objeto de el Batallador al fortificar la ciudad y al erigirla en cabeza de Comunidad, y si bien hasta ahora no hemos visto muy satisfactoriamente cumplido el primero, vamos a ver como llenó el segundo.

Reinaba en Aragon D. Jaime I desde 1213, cuando inquieta y malcontenta la nobleza, aprovechó en 1225 la oportunidad que la muerte dada á Pedro de Ahones por el grave desacato que cometiera respecto al rey, le ofrecia, alzóse en armas,

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