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De piedra trabajada con esmero es el basamento y las columnas tienen figuritas en los pedestales, pero las estatuas y relieves son mas inferiores á las de que ya hicimos mérito en aquel.

Los relieves representan la muerte de san Dominguito de Val y de san Pedro Ar- . · bués.

Este está representado precisamente en el mismo lugar en que tuvo efecto su martirio. En una de las columnas inmediatas estuvieron colgadas las homicidas armas, y en el presbiterio hay una losa con que los Reyes Católicos trataron de conmemorar el sitio donde cayó herido por los asesinos (1).

Los viajeros despues de haber estado contemplando un buen espacio tanta belleza, dieron comienzo á recorrer las capillas que esmaltan los cuatro lienzos de la iglesia.

Alendiendo mas á la ostentacion que al buen gusto la mayor parte de ellas, con sus portadas prolijas en trabajo, pero faltas de pureza y rigor de estilo, conservan cada una, sin embargo, alguna obra, algun recuerdo de su primitiva fábrica que merece verse.

En las capillas de Santiago y San Vicente deben pasarse por alto las portadas para fijarse tan solo en los tres cuadros de Rabiella que hay en la una y en la estatua de san Vicente, obra debida al cincel de D. Cárlos Salas.

Contraste notable con las portadas de estas capillas, fórmanle las de las santas Justa y Rufina y del Nacimiento.

Esta conserva todavía su primitiva bóveda y las pinturas en tabla que posee, son notables por lo minucioso de su trabajo y su colorido, mientras que en aquella mérecen verse las del retablo y los frescos de la cúpula y de sus muros.

Teatro de sangrienta lucha fue en 16 de noviembre de 1570, la capilla de San Már

(1) En el libro de Actos Comunes, se encuentra la siguiente notabilisima carta dirigida por los diputados al Rey á los doce dias de aquel acontecimiento:

a Miércoles que se contava à quatorce dias del presente, á ora de Maytines aconteció que algunas personas diabólicas, é infieles dieron dos cuchilladas al Rev. Mtre. Pedro de Arbués alias de Epila, inquisidor, la una en el cuello la otra en el brazo, y esto dentro de la Seu, e haun el stando agenollado é faziendo oracion, de las cuales es muerto. Fué cosa tan nueva y tan grave, tanto iniqua y scandalosa quanto Vra. Alteza puede considerar é dio tan grande alteracion en esta ciudat, que á la mesma hora repicadas campanas se armaron infinitas gentes, e con la oppinion e fantasía que este caso havian fecho fazer los conversos á quienes se fazia la inquisicion toda aquella gente que stava armada e plegada senyalaba é fablava de matar é robar dbas. gentes, e mesclada Juderia e Moreria; y es cierto si el robo se hoviera escomenzado á fazer, segunt á la gente popular agrada el robar, se huvviera stendido á todas las casas que pudieran fallar ropa. Plugo à la bondat e misericordia divina turbar e evitar el dbo. scandalo, de lo cual fué principal causa el Yltre. e Reverend.o Senyor Arzobispo e ayudaronle mucho los nobles D. Lop. Ximenez, D. Felip. de Castro e D. Blasco de Alagon ensembles con el Gobernador, é muchos que à causa de ellos se hubieron bien en el dho. negocio. Y asi la ciudat se reposó y quedamos todos con intencion de facer accérrima e diligent investigacion para saber quien ha cometido é cupido en tan gran maleza y fealdat é castigar el dho. caso para execucion del cual el dho. Yltre. Lugar teniente e la cort dieron poder al Gobernador, Justicia de · Aragon é Calmedina que des libertadament pudiessen proceyr e proveyr acerqua todo el dho. negocio con acio de cort, copia del qual con la presente enviamos á V. M., e asi lo fazen que de continuo investigan y entienden en él e á otra part la ciudat, hizo facer cridas é offrecimientos de cincientos florines á quien lo descobriese e los dhos. tres judges scriven à diversas partes, de fuera de este reino todo á fin de investigar y descobrir este fecho, y es universal intencion y voluntat de todos perseguir e castigarlo cruedelisimament, si res cruel se puede pensar contra tales delinquientes no perdonando el regno ni la ciudat á espensas ni á trebajos. Los Diputados muy excellent senyor, bavemos tardado algun dia de facer la presente sperando si se sentiria algo mas que pudiésemos significar á V. M., et con consideracion que el dho. Yltre. Sr. Arzobispo e la ciudat luego seguido el caso lo intimaron á V. A. Plega á la Magestad Divina de traer en luz este caso, porque para ejemplo e castigo de otros se faga en él tal exsecucion que ella sea servida e vuestra real serenidad en alguna manera satisfecha, à la cual humilmente suplicamos buelva todavia los ojos á este reyno que está asaz fatigado y en camino e via de perdicion si V. A. no lo remedia, la cual Ntro. Sr. Dios prospere por luengos tiempos segunt desea e á nosotros mande lo que su servicio sea. De Caragola á XXVI de setiembre anyo MCCCCLXXXV. Los diputados del reino de Aragon.

cos, siendo condenados por el cabildo los caballeros de Osera y de Maella que promovieron la contienda á hacer una muceta de brocado para el sacerdote que administrase los santos Sacramentos.

El retablo de alabastro con medallones y figuras que existe en la de San Bernardo se debe al arzobispo D. Fernando de Aragon, cuyo es el plateresco sepulcro que encierra aquella en su recinto.

Ideado y realizado por Morlanes, llama la atencion por el buen gusto y el primor de la ejecucion.

En esta misma capilla está tambien el sepulcro de la madre del prelado, D. Ana de Gurrea, notable tambien por el trabajo y la efigie de la ilustre dama que en su interior reposa.

Cuatro bustos de góticos angelitos sostienen todavía el arranque de los arcos en la capilla de San Benito; de plateresco y barroco participa la de Santa Elena, mas la de San Gabriel puede considerarse con justicia como un verdadero modelo del estilo pla

teresco.

La bronceada reja y la marmórea portada abundan en menudas y delicadas labores, mientras que el techo conserva la elegante crucería, y el altar rivaliza con los adornos de la portada.

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Fundóla para reposar en ella con el eterno sueño de la tumba D. Gabriel Zaporta. La capilla de San Dominguito de Val, encierra los restos mortales del tierno infante víctima de la saña judaica en 1250.

La del canónigo san Pedro Arbués tiene aislado el tabernáculo, hallándose enterrado el santo, bajo el altar, en una urna con verja de bronce, obra de Gimenez de Tar

ragona.

Entre nubes y sobre el altar, hállase la estatua del mártir, á la que prestan luz en las grandes solemnidades, cinco preciosas lámparas de plata pendientes de la embocadura de la capilla.

Magnífica es tambien la sacristía donde debe admirarse el cuadro del Samaritano, obra segun se cree de Guercino, así como otros varios de gran mérito y en la antigua sala capitular, algunos de Rivera el Espagnoleto.

Fácilmente debemos comprender que despues de haber estado tan detenidamente visitando el templo, no saldrian de él nuestros amigos sin ver la capilla de San Miguel Arcángel, que sirve de parroquia, y donde se encuentra el sepulcro de su fundador D. Lope de Luna, y las alhajas que posee la iglesia de La Seo.

Con el correspondiente permiso, pusiéronse á examinar aquel rico tesoro, llamando su atencion la cruz de oro sobre que prestaban el juramento de los Fueros, los antiguos reyes de Aragon; la magnífica custodia de tres cuerpos que se muestra al público en la procesion del Corpus; los altares de plata labrada que se colocan sobre el ara en las grandes fiestas de la iglesia y otras que seria prolijo enumerar.

XIX.

Recuerdos históricos de La Seo.

Dificilmente habrá un templo que como el de La Seo, haya sido testigo de tantas y tan diversas escenas, de tan dramáticos incidentes, y de tan régias pompas.

Coronaciones de monarcas, solemnes bautizos, velaciones de armas, reuniones de cortes, conspiraciones, procesiones y rogativas, de todo ha habido en este templo tan digno de admiracion como obra de arte, cual de respeto por su histórico pasado.

En aquellas sombrías bóvedas donde habia tambien resonado la voz de D. Jaime el 'Conquistador, alzóse tambien la potente voz de aquel terrible monarca coetáneo de D. Pedro I de Castilla denostando á su hermano el infante D. Jaime que se habia puesto al frente de la Union, dominando con su audacia á aquella nobleza turbulenta y orgullosa y á aquel pueblo que la ayudaba.

Hé aquí las palabras del Rey segun él mismo las refiere en su crónica:

«E axis' feu que nos estant un dia en les dites corts legent mols capitols desrahonables, y entre los altres ni havia un molt desrahonable e desconvinent qui era gran destrucció de tot lo poble de nostre regne, oynt aquel nos vos levam e altament nos diguem al infant en Jaume: E com, infant? nous basta que vos siats cap de la Unió, éncare us fets concitador del nostra poble, e 'ns avolotan ab aquell? nos vos diem que axó fets á volment e falsa e com á gran traydor que vos sots e axó us entenem a combatre cors per cors guarnit ó menys de guarniment ó que en gonella vos ho combatrem ab coltells, y que us farem per la vostra boca mateixa dir que axó que havets fet havets fet desordenadament, y renunciarem á la dignitat real que haveme á la primogenitura, e us absolem de la dignitat qué 'ns sots tengut. E com axó haguem dit, callam; pero nos ordenam que Pero Ximenez de Pomar y en Gonçalvo de Castellví estiguessen als peus del dit infant, per xó que si ell se movia desordenadament vers nos que aquets lo matasen. E lo dit infant en Jaume levas é dix: Senyor, yo á vos no dich res, mes tot altra hom, exceptat vos, que diga axó, ment per la barba. E dites aquestas paraulas, ell sc girá ver lo poble qui era allí per las corts, é dix aytals paraulas: O poble benastruch, vejats com vos vá que com á mi diu aytals paraulas qui som son frase e son lochtinent quant mes dirá á vosaltres. E dites aquestas paraules, ell se assech, e mossenyer Joan Ximenez de Urrea levas e vol parlar e nos qui 'l vehem levar diguemle: en Joan Ximenez assiets vos e nous es ops que parlets, que vos ne altri nous devets metre entre nos el' infant en Jaume, e posats vos é ops queus es. Y ell qui ens oy així parlar descolorit tot, que ell era da si ja blanch, assechse. Y en aquella hora en Guillem Casirera qui era cambrer major del dit infant levás é dix altament: ¡Oh Deu! e no hi ha nengú qui gos respóndre per lo infant qui es reptat de trayció? Cridá á manera de avalot; Viafore! viafore! é anassen á obrir les portes. E axí cridant: ell isqué de fora é entraren murmurant. E nos e tots aquells qui eren ab nos y les gents de peus nostres e aximateix tots aquells qui eren tornats á la nostra part

dels cuals haviem ya pres sagrament homenatje e seguretat que nos serien bons e leals, estrenguem nos ab los coltells en la ma. E axí levamnos, e isquem de fora, e anamnos al Aljaferia y segons que en apres sabem com nos en fom tornats digueren aquells de la Unió: Be apxar que gran liga hic es feta com lo senyor rey ha dites aytals paraulas (1).» .

De igual manera en aquel sagrado templo mas de una vez salieron á relucir las espadas, escuchándose en su recinto los mas formidables juramentos.

En él los Reyes católicos asistieron á la representacion de uno de aquellos famosos episodios del cristianismo, primeros albores del arte dramático, el cual segun las descripciones hechas, fue superior á cuanto hasta entonces se viera.

Tambien en el augusto templo alzóse muchas veces el solio real para cobijar á los monarcas que iban á recibir su corona de manos de los prelados zaragozanos.

Y al hablar de estas coronaciones, acontecimientos importantísimos de la vida de los pueblos, y de las fiestas inherentes á ellas, que entrañaban las costumbres de la época, no podemos resistir á la tentacion de dar á conocer una de estas escenas, magistralmente descrita por el famoso historiador de Aragon D. Jerónimo Blancas, extractada concienzudamente por D. Joaquin Tomeo y Benedicto, con cuya amistad nos honramos durante su vida y cuya prematura muerte hemos deplorado amargamente por la gran pérdida que con ella han tenido las letras españolas.

Trátase de la coronacion de Alfonso IV el Benigno y las fiestas con que este acto se solemnizó, son tan características, por decirlo así, que creemos, à la par que rendir un tributo de respeto al ilustrado cronista de Aragon sucesor de Zurita, complacer á nuestros lectores.

Dice así:

«Divulgada la coronacion que iba á tener lugar en Zaragoza, concurrieron á ella diversos señores de Gascuña, de la Provenza, de Francia y otros reinos y provincias: y señaladamente vinieron embajadores de los reyes de Castilla, Navarra, Bohemia y de los reyes moros de Granada y Tremecen, sus aliados. Sin estos tambien vinieron diversos prelados, ricos-hombres, caballeros y síndicos de las ciudades de Valencia y Cataluña, en tan copioso número, que se juzgaban serian pasados de treinta mil de á caballo. Vinieron de Cerdeña el juez, y arzobispo de Arborca con dos sobrinos suyos, y el almirante y gobernador de Cerdeña, que todos desembarcaron en Barcelona con tres galeras, y de alli vinieron con grande acompañamiento; señaladamente el juez de Arborea trajo consigo mucha gente, porque era tan gran señor en Cerdeña, que cási la mitad de la isla era suya. Los embajadores de los reyes moros tambien entraron muy acompañados, y traian muy grandes joyas y presentes. El infante D. Juan, arzobispo de Toledo, hermano del rey, trajo consigo mucha gente que posó en el monasterio de San Francisco; el infante D. Pedro, hermano del Rey, entró con mas de ochocientos de á caballo; el infante D. Ramon Berenguer, tambien hermano del Rey, con quinientos; el noble D. Jaime de Exerica, con otros tantos, y su hermano D. Pedro de Exerica, entró con doscientos; el vizconde de Cardona, D. Ramon Jolih, trajo (1) Crónica de Pedro IV, lib. IV, cap. III.

gran muchedumbre de caballeros, y el conde de Pallás, ni mas ni menos. Luna, Castelnou, Moncada, Anglesola, Cardona, Cerbellon, Cornel, Ximenez de Urrea, Castro, Ribellas, Eril, Villamur, Caramany, Cruillas, Fernandez de Izar, Fernandez de Vergua, Castellot, Almenara, Tramacet, Ibies, Perez de Arenos, Duerta de Arenos, Ricaberti, Cabrisa, el maestre de Calatrava, el maestre de Montesa, el comendador de Montalvan, D. Fr. Sancho de Aragon, Castellan de Amposta, cada uno de estos entró con mucha gente de á caballo. Señaladamente los ricos-hombres, que como en aquellos tiempos tenian muchas caballerías y las daban á caballeros que por esta razon se decian sus vasallos, de ordinario solian llevar mucha gente de á caballo consigo. De los eclesiásticos, á mas de los dos arzobispos de Toledo y Arborea, concurrieron el arzobispo de Zaragoza, D. Pedro Lopez de Luna, los obispos de Valencia, Lérida, Huesca y Tarazona, y otros obispos, abades y priores de diversas partes; concurrieron tambien los síndicos de las ciudades y villas de Aragon, Valencia, Cataluña, que fueron muchos y todos vinieron muy acompañados con tropas, atabales y menestriles; de suerte, que se puede bien creer seria el mas copioso ajuntamiento que se hubiese visto jamás en esta ciudad para una fiesta, y que pudo muy bien ser que pasasen de treinta mil de á caballo.

«Todos estos entraron en Zaragoza despues del Rey, que entró la semana de Ra→ mos, con solo los oficiales de su casa y corte, que eran muchos; y entraban todos de luto por la muerte del rey D. Jaime II. Y así lo estuvieron los dias que hubo de aquella semana hasta el Viernes Santo, á la tarde que el Rey mandó que al dia siguiente Sábado santo, dicha el alleluya, se lo quitasen y se aparejasen muy de propósito para la fiesta.

«El Sábado santo, dicho el alleluya y repicadas las campanas, comenzaron a salir las galas de los caballeros y cortesanos que alli habia, que fueron muchas y costosas libreas de seda y brocado que en aquellos tiempos llamaban paño de oro; desto y de Peñas Veras ó armiños, iban vestidos los mas principales. Y los primeros que dieron principio á la fiesta fueron los seis síndicos que estaban por la ciudad de Valencia, porque partiendo de mañana de su posada, que la tenian cabe la iglesia de La Seo, y llevando delante de sí sus trompetas y atabales y los juegos de dulzainas y ministriles que habian traido, yendo todos, muy ricamente vestidos, de dos en dos en caballos enjaezados, y sus escuderos delante, de la misma manera, fuéron á la Aljafería atravesando a lo largo toda la ciudad, por la calle Mayor al Mercado y por la calle de San Pablo al Portillo, y de allí á la Aljafería. De esta suerte el mismo dia por la mañana, acudieron todos los demás al mismo palacio, yendo cada uno de los señores principales por sí y con su acompañamiento particular lo mas en órden que podia y con grande estruendo de música y atabales. Llegados á la Aljaferia comieron todos allí. Despues, volviéndose á sus posadas con el mismo órden y acompañamiento que habian venido, tañidas vísperas, ordenaron de encender los blandones y hachas de cera que cada uno tenia. Y ya en las paredes de las calles por donde el Rey habia de venir desde la Aljafería á la iglesia Mayor, estaba escrito y señalado á cada uno el puesto y lugar donde debian de arder los suyos. Porque habian de estar fijos, sin mu

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