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binete real, está recientemente blanqueado y pintada su carpintería, lo cual se ejecutó con motivo de la visita, que se supone haria S. M. D. Isabel II á este alcázar en 1844, y que por fin yerificó la tarde del 27 de julio de 1845.

«No podemos al hacer esta relacion dejar de copiar las elocuentes palabras, que al hablar de las bellezas artísticas de este monumento, se leen en una publicacion estimable.

<«Del salon de Santa Isabel por ejemplo, de este magnifico resto de la grandeza del antiguo reino de Aragon; de esta joya arqueológica, que la heróica Zaragoza ha conservado en medio de las ruinas de sus modernos edificios, ¿qué podrémos decir que no hayamos ya escrito al describir otros muchos monumentos de la misma época de los Reyes católicos, esto es, del siglo XV?

«Verdad es que el tal salon recuerda la grandeza característica de la monarqia española, que lleva impreso el sello de la elevacion ostentosa, que es cási proverbial en la Península, y que como en todos los edificios de su tiempo parece que da testimonio de la robustez moral que el trono iba adquiriendo, merced á sus continuos triunfos y á expensas del poder de una aristocracia, mas turbulenta acaso en Aragon que en otro ninguno de los Estados españoles; pero las reflexiones que nos sugiere el considerar el edificio bajo ese punto de vista, prescindiendo de que no son para tratadas ligera é incidentalmente, salen por otra parte de la artística esfera en que debemos encerrarnos.

«Indicar, pues, la belleza del artesonado, que es uno de los mejores de aquel buen tiempo para las artes españolas; llamar la atencion sobre la graciosa galería, que circuye el tercio superior de él; señalar la elegancia, y por último decir que aun en medio del abandono y desnudez actual del salon de Santa Isabel, transpira, por decirlo así, como en un varon eminente que sucumbe á los rigores de la fortuna, cierto aire de grandeza y majestad, que la miseria no acierta á desconocer, y que el alma generosa contempla respetuosamente; es todo lo que en resúmen creemos oportuno en la ocasion presente. Es asimismo muy digno de notarse, perteneciente por su estilo á lo mejor del renacimiento de las artes, cuando en el resto de España no habia en su tiempo sino muy pocos edificios de aquel género. Saliendo de este magnífico salon, que debia ser el del trono ó de embajadores, se encuentra á la izquierda el gabinete ó sala de Santa Isabel con una alcoba, en cuya estancia se dice que nació esta Reina ; tiene un balcon que cae perpendicular sobre la ant. mezquita ú oratorio árabe que he mos descrito anteriormente. Tiene esta sala por techo un artesonado de poco relieve; pero de mucho gusto y complicacion. Se compone de casetones, cuya figura general es un cuadrado, pero trazados y enlazados de modo que forman dieziseiságonos separados entre sí por los cuadrados que resultan de su enlace. En el centro se echa de menos el escudo de las armas reales que debia existir anteriormente en los cuatro que corresponden á sus lados se ven dos yugos y entre ambos la inscripcion de tanto monta: » en los restantes tan solo un yugo.

«La antesala que comunica al salon con el gabinete de Santa Isabel, no tiene digno de atencion sino el techo que tambien es de casetones, en figura de rombo con su piña en el centro y molduras tambien doradas. Esta sala tiene asimismo un balcon. que da sobre el patio de la iglesia.

«A seguida caminando á la derecha hay otra sala cuyo techo está adornado por el mismo estilo que los anteriores, en cuyo medio hay un escudo de armas circundado de un caseton diezseiságono, desde el cual se extienden las molduras formando pentágonos irregulares, pero iguales y semejantes, alternando con cuadros que forman el conjunto de los casetones. Desde allí se pasa á otras estancias espaciosas con su gran chimenea, que conservan un enmaderado particular, como lo observará cualquiera que las visite. En el friso del artesonado de las tres salas de afuera que acabamos de describir, se halla repetido el letrero latino que antes hemos trasladado literalmente.»>

A las dos descripciones que anteceden debemos añadir que posteriormente á la fecha en que se escribieron se han hecho algunas obras en el histórico edificio que su destino de cuartel exige, que si bien algunas habitaciones se han respetado, en cambio otras han desaparecido por efecto de todas estas modificaciones y que finalmente esta obra tan antigua como llena de venerandos recuerdos, tan importante en el modo de ser del antiguo reino de Aragon que mas que un monumento histórico, es el respetable panteon de las memorias de la monarquía aragonesa, háse convertido en un edificio militar donde se albergan algunos centenares de soldados que mas tarde ó mas temprano acabarán por destruir lo que resta de aquel interesante edificio.

De deplorar es que fuese necesaria la iniciativa de un capitan general para la conservacion de este monumento, pues segun tenemos entendido el Sr. D. Fernando de Norzagaray fue quien se dirigió á la reina D.' Isabel II por conducto del marqués de Miraflores, pidiéndola que para la reparacion de él se dignara conceder el producto de las fincas del patrimonio en aquel punto.

¿Acaso no habia corporacion civil que hubiese podido hacerlo?

¿Tanta importancia como punto extratégico ha tenido la Aljafería que no ha sido posible sustituirla con cualquier otro edificio que sirviera para el mismo objeto?

Mejor destino cupiérale al antiguo edificio mansion un dia de los emires zaragozanos y posteriormente de los reyes de Aragon, transformarse en un museo de antigüedades de la provincia, que no en una fortaleza de la que como dice muy oportunamente un escritor al ocuparse de él, «no puede llamarse ciudadela ni por su posicion ni por sus fortificaciones. >>

Amantes como somos de los monumentos del pasado, páginas de la historia de remotos tiempos, no podemos menos de elogiar el buen deseo de la autoridad militar que tomó la iniciativa para su restauracion, deplorando que no hubiera una corporacion, esencialmente civil que tratara de arrancar aquel edificio del destino que hoy tiene para restaurarlo y conservarlo como un recuerdo vivo de épocas que dificilmente pueden borrarse de la historia de Aragon.

Antes de concluir este párrafo referente á la Aljafería debemos decir que en ella se conserva la parroquia de San Martin que tiene pila bautismal, y de la cual se habla en lo que anteriormente hemos transcrito.

Durante muchos años poseyó esta iglesia el cáliz de piedra en que Jesucristo consagró la noche de la Cena, precioso presente que el rey D. Martin obtuvo por medio de San Lorenzo.

En el año de 1437 el rey D. Juan gobernador á la sazon del reino de Aragon hizo donacion de él á la iglesia de Valencia.

Convertida hoy en parroquia castrense, hállase confiado el servicio á un cura de esta categoría.

Nuestros viajeros permanecieron mucho tiempo visitando la histórica mansion.

La autoridad militar que ejerce el mando superior en la fortaleza mostróse deferente y obsequiosa con los jóvenes facilitándoles el acceso, tanto hasta las cuadras ocupadas por los soldados, cuanto á las demás dependencias.

D. Cleto no pudo menos de emitir varias consideraciones sobre su actual destino, con las cuales hallábanse muy conformes sus compañeros.

XXIV.

Iglesia Metropolitana de Nuestra Señora del Pilar.-Sus primitivos tiempos.

-Ahora vais á ver el templo de nuestra patrona, de nuestra joya, el objeto del mas acendrado cariño de todo corazon zaragozano, — dijo Azara á sus amigos al penetrar en la plaza del Pilar.

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-Verdaderamente que la Virgen del Pilar es objeto de gran veneracion, no solamente en Zaragoza sino en todo Aragon y aun en el resto de España,-repuso Pravia. -Es tambien deben Vds. tener en cuenta - dijo á su vez D. Cleto que entre que las tradiciones que tiene la iglesia no pertenecientes al dogma, ninguna hay mas uniformemente admitida que la referente á Nuestra Señora del Pilar.

-¿De veras?

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-Si señores. Mas de quinientos autores así nacionales como extranjeros se hallan contestes en ella sin que hasta ahora hayan podido incurrir en la nota de apócrifas las obras en que de este hecho se ocupan. Corrobóranle además las bulas pontificias y porcion de diplomas régios, y sobre todo esa inmensa devocion, esa creencia inquebrantable, esa profunda fe que por espacio de tantos siglos se tiene en la piadosa tradicion.

-Pero ¿en qué se funda la tradicion?

-En la venida de la Virgen á Zaragoza,-dijo con acento de profunda conviccion Azara.

-¿Que la Virgen vino á esta poblacion? - exclamó con acento ligeramente burJon Castro.

-Sí, aquí vino y no discutamos sobre eso porque estoy cierto de que así fue. -Dueño eres de creer lo que quieras.

-Diré á V. Castro repuso D. Cleto terciando en la cuestion. Esa venida está probada por ese sin número de autores de que antes hablé. Y cuando en tantos siglos no se ha encontrado quien con pruebas suficientes lo contradiga, ¿por qué no creer? En este siglo de materialismo y de incredulidad, cuando el helado cierzo de un exage

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rado racionalismo va secando poco a poco todas las creencias, cuando solo decepciones y amarguras encuentra uno en la vida, no se burle V. si acaso todavía encuentra encerrada en lo mas recóndito del corazon una santa creencia, una fe sencilla y buena respecto á una tradicion religiosa, que sobre estar afirmada por varones muy eminentes, no ha tenido quien la contradiga.

-No seré yo quien ridiculice ni quien dude de semejantes creencias. Buenas ó malas, todas las respeto que á respetarlas obligado vengo para vivir en sociedad, y mucho menos cuando como estas, no están basadas sobre el absurdo. Mostré mi asombro al escuchar á Azara, y si alguna duda pudo ocurrirme, desvaneciéronmela sus palabras que respeto como se merecen.

- Pero mientras tanto ignoramos la tradicion-dijo Pravia.

-Aquí, el Sr. Azara podrá indicárnosla-añadió Sacanell, señalando al padre de su amigo.

-¡Otra! —dijo el anciano con esa entonacion peculiar á los aragoneses — ¿pues no está aquí el amigo D. Cleto que lo hace á las mil maravillas?

-Sin embargo, V., hijo del país, mas empapado todavía que yo en estos santos y venerandos recuerdos, seguro estoy que lo haria mucho mejor.

-Eso si que no. Quiero á la Pilarica (1) como el primero, pero en cuanto á saber su historia de la manera que V. y conocer todas esas tradiciones, confieso mi pecado, no podria describirlas como estos señores necesitan.

-Vamos, amigo Azara, esa modestia es un poco exagerada.

-Le digo á V. que no; si yo me creyese capaz de hacerlo lo haria, pero á mí me gusta como buen aragonés la verdad limpia. No sirvo para el caso. Iria por Zaragoza á ojos cerrados, sé las generalidades de todos los muchísimos recuerdos que esta ciudad posee, mas explicarlos con los datos y del modo que V. lo hace, me seria imposible porque no he hecho estudios de ninguna clase sobre ellos. Por lo tanto no demore V. el satisfacer la curiosidad de estos señores antes de que entremos en el templo. D. Cleto no tuvo mas remedio que acceder.

-Pues la tradicion señores -dijo-consiste en que por el año 40 de Cristo, y bajo el imperio de Cayo Caligula, el apóstol Santiago el Mayor, hallábase predicando el santo Evangelio en esta ciudad. Orando se hallaba en la noche del 2 de enero, en compañía de algunos de sus discípulos, cuando la Virgen se le apareció en carne mortal acompañada de un coro de ángeles que conducian su sagrada imágen y una columna de jaspe, recordándole el encargo que le hiciera al salir de Jerusalen, de que levantase un templo donde se rindiera culto á su divino Hijo. Prometióle proteccion especial no solamente para Zaragoza sino para toda España, y desapareció dejando en su poder la riquísima joya que dentro de poco vamos á admirar.

-Y el Apóstol se dedicaria inmediatamente á cumplir el celestial encargo.

-Si señor, en el mismo sitio donde tuvo lugar la divina aparicion, erigióse una modestísima capilla de diez y seis piés de longitud por ocho de latitud, primitivo fun

(1) Diminutivo afectuoso y familiar con que los aragoneses suelen designar a la Virgen del Pilar; igualmente hay algunos que la llaman la Pajarica, etc.

damento de tantos templos, donde andando el tiempo, habia de rendirse culto bajo la advocacion de la Vírgen.

-¿Tuvo ya desde entonces la misma denominacion?- preguntó Castro.

-No señor. Llamósela Santa María la Mayor, y despues cambió su título por el actual. Aquí en este mismo sitio subsistió humilde la capilla que tan rico tesoro poseia, sin que ni las persecuciones de los emperadores romanos, ni la dominacion agarena, fuesen suficientes para hacerla desaparecer.

-Grande seria la devocion de aquellos primitivos cristianos hacia un templo de tan preciados recuerdos.

-Tanta, que dejó raíces tan hondas que ya ven Vds. á pesar de los siglos, á pesar del indiferentismo ó del descreimiento de nuestra época, consérvase tan viva y ferviente entre estos naturales en particular y en toda España en general, que en nada va en zaga á la de los primitivos discípulos del apóstol Santiago.

Desde la paz de Constantino comenzó ya á tener tanta nombradía como riqueza y durante la dominacion sarracena no solamente subsistió el culto, sino que en muchas ocasiones tuvo prelado.

-Y sin duda en proporcion que fuera adquiriendo importancia, recibiria tambien ensanche y hermosura.

-Desde luego. Presumible es que desde la época de Constantino sufriese ya alguna modificacion, que se hiciera mucho mas sensible despues de arrebatada la ciudad á los árabes, y en fin ya consta de una manera mas positiva que el obispo D. Pedro de Librana de acuerdo con D. Gaston, vizconde del Bearne á quien habia tocado toda esta parroquia ocupada á la sazon por los mozárabes, se ocupó de su restauracion.

Pero la obra actual?...

-A ella vamos á parar. No debieron ser muy suficientes los trabajos hechos hasta entonces, ni muy radicales las reformas, toda vez que á fines del siglo XIII cuatro prelados sucesivamente, procuraron por medio de limosnas obtenidas de los fieles impedir la ruina que al edificio amenazaba, suponiéndose que merced á esto pudo construirse el nuevo templo.

-Que es el actual.

-No señores. Aquel subsistió hasta fines del siglo XVII, 'formando una sola

nave.

En esa época se elevó esta iglesia à Metropolitana tambien como La Seo, y desde entonces germinó la idea de su reedificacion.

-Que se llevaria á cabo.

-En la forma que Vds. ven.

- Y con esto,—dijo el anciano Azara,

me parece que queda terminado todo

cuanto á los primitivos tiempos de esta iglesia pueda referirse ¿no es así?

-Justamente-repuso D. Cleto, pues aun cuando algo queda todavía, de ello

nos harémos cargo al ocuparnos del templo actual.

-En su consecuencia creo que ya podemos penetrar en él, que graduo tendrán deseos de verle estos señores.

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T. I.

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