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- Desde luego que las apariencias predisponen en su favor.

-Pues entremos, si Vds. gustan.

Y Federico, guiando á sus amigos, penetró en la Casa de Misericordia.
Efectivamente, el edificio que nos ocupa, digno es de causar admiracion.
Compónese de tres cuerpos que cada uno tiene treinta palmos de elevacion.

El primero es el destinado para los talleres y escuelas, y en los dos restantes se encuentran los dormitorios y guardaropas, y en los sótanos los almacenes y tor

nos.

Los oficios que se enseñan á los asilados son, los de zapatero, sastre, albañil, alpargatero, tejidos de lienzo, carpintero y tundidor.

Además hay hornos de yeso y de pan.

Con los productos que estos talleres, que reunen todas las condiciones apetecibles, rinden, se atiende á las necesidades de la casa, viéndose favorecida con diversos encargos de particulares que les confian bien algunas labores de bordados, bien de teji dos, etc.

La cocina económica que el establecimiento posee, es bastante buena, así como la iglesia que es de moderna construccion.

Nuestros viajeros estuvieron visitándole detenidamente admirando tanto las buenas condiciones higiénicas de los distintos departamentos, cuanto los elementos con que el asilo cuenta para dar á los desgraciados que en su seno se albergan, los medios de proporcionarse mañana la subsistencia, siendo útiles á la sociedad.

-Aquí tienen Vds.-dijo Federico á sus compañeros cuando salieron del establecimiento, una de las obras de Pignatelli.

-Razon han tenido Vds. en elevarle una estatua, pues el que tan beneficiosos establecimientos forma, vale algo mas que los que adquieren celebridad á costa de sangre derramada, ó por medio de la violencia y de la opresion.

-¿Y fue el buen canónigo aragonés quien la fundó?—preguntó Pravia.

-No señor. La creacion de este santo asilo data de 1666 en que le fundaron los Пermanos de la escuela de Cristo, con el objeto de recoger á los pobres que pululaban por calles y plazuelas. Felipe V dispuso que hubiese una Junta de gobierno para la administracion de la Casa, confiando el cargo de presidente, con título hereditario, al marqués de Cailús que era el capitan general de Aragon.

-Mas natural parecia que semejante cargo se hubiera conferido á cualquier otro personaje del órden civil ó bien á venerables eclesiásticos.

-Así sucedió en 1724. Los prelados de la diócesis asumieron el cargo de presidentes. Ocupando la silla arzobispal el Ilmo. D. Agustin Lezo y Palomeque, movido por las repetidas gestiones del canónigo Pignatelli, se dió comienzo á los trabajos para la construccion de este gran edificio. El canónigo necesitaba un reỷ como Carlos III, y este un genio como aquel, así fue que ambos se comprendieron, y de esta feliz combinacion nació el edificio que acaban Vds. de visitar, así como el canal, á donde he de acompañarles tambien, si me dan su permiso.

-Nos hará demasiado favor.

- Gracias, señores. Pues como iba diciendo. Confiósele á nuestro canónigo la direccion de las obras, y ya han visto Vds. lo que son.

-Es cierto, no cabe mejoría en edificios destinados para este objeto.

-¿Y continua todavía bajo la presidencia de los prelados ?-preguntó Sacanell. -No, señor. Hoy, como todos los establecimientos de su índole, corre á cargo de la Diputacion provincial.

-Se emplearia mucho tiempo en su construccion, porque me parece que hay obras mas posteriores que otras.

- La terminacion completa no la ha tenido hasta el reinado de D.' Isabel II, debiendo hacer especial mencion de los infatigables esfuerzos del Gobernador civil que habia entonces, que lo era D. Ignacio Mendez Vigo, y que tuvo al fin la satisfaccion de que quedase terminada en su tiempo.

XXXIX.

Plazuela del Justicia.- Un recuerdo sobre esta institucion.

Hablando de este modo fuéron nuestros amigos durante un buen espacio, disfrutando de las explicaciones de D. Cleto y de las dé Federico, que era uno de los jóvenes mas instruidos de Zaragoza.

De pronto, Castro, fijándose en el rótulo de una plaza, dijo:

-¡Calle! Plazuela del Justicia! ¿Acaso estuvo por aquí la casa de alguno de esos superiores magistrados?

-Sí, señor-repuso Federico.-Aquí, hácia esta parte, donde hoy ven Vds. esta gran casa que pertenece a los condes de Sobradiel, estuvo el palacio de los Lanuzas, mandado demoler por órden de Felipe II cuando con la vida del último Justicia rasgó por completo los fueros de Aragon.

-¡Gran institucion era la de aquel cargo!-dijo Sacanell.

-Y lo mas grande que tiene, es en la época en que se creó-repuso Federico.— Hoy, en las condiciones actuales de nuestra sociedad, en el modo de ser de nuestro sistema político, ni cabe, ni apenas se concibe.

Naturalmente repuso D. Cleto,-la creacion del Justicia fue una necesidad legitima de su tiempo, que Aragon mas enérgico, mas pensador quizás que otros reinos, tuvo constancia y valor bastante para realizarlo, però que dada ya la unidad monárquica era incompatible con el absoluto poder de los monarcas que sucedieron á los Reyes católicos (1).

(1) Hé aquí por orden cronológico los nombres de los que desempeñaron el cargo de Justicias de Aragon con el año de su muerte.

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- Es cierto. Esa autoridad de una provincia igual al rey, y superior en muchos cas, era un poder, que mas tarde ó mas temprano debian los mismos monarcas destruir. -Pero parece imposible que pudiera sostenerse tanto tiempo.

-Desde principios del siglo XII hasta fines del siglo XVI, pues aun cuando toda via subsistió despues de la muerte de D. Juan de Lanuza, ya no fue mas que una sombra de aquel poder, hasta que Felipe V lo abolió por completo.

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«Abolidos por este mismo año de 1707 los fueros de Aragon por la extranjera mano de Felipe V, el augus'o y sagrado ministerio del Gran Justicia, voló al templo inviolable de la historia, en cuyo recinto el poder humano jamás podrá impedir que asombre a los extranjeros y enorguilezca á los naturales, dichosos con poder mostrar á las naciones tanta majestad y virtud reunidas bajo un cetro mas bien popular que aristocrático.» Tomeo y Benedicto. Las calles de Zaragoza,

1660

1687

1700

1703

1706

1707

- Era el antemural colocado entre el pueblo y el rey; el que contenia las demasías del uno y reprimia al otro. Era, por decirlo así, el espíritu de independencia de aquel puñado de aragoneses, que desde las asperezas de Uruel habia llegado á constituir un gran pueblo, y que flotaba á través de las edades que les sucedieron, sintetizado por la figura del gran Justicia.

-Dice V. bien, Sr. D. Cleto-repuso Federico,-y prueba de lo que V. dice, que en mas de una ocasion el Justicia habíase hallado frente à frente del trono, representando los derechos del pueblo, y fué el trono quien tuvo que sucumbir.

-Por cuya razon, ni podia perdonarle ni podia consentir su existencia, por lo tanto la completa abolicion de este cargo, no fue la obra de un hombre, fue la consecuencia lógica de un nuevo órden de cosas, de una nueva política iniciada desde el momento en que las distintas partes de la península hispana, llegaron á formar un todo.

Los jóvenes escuchaban con profunda atencion estas palabras, y segun confesaron despues, habian pasado un rato muy agradable escuchando á los dos caballeros.

XL.

La Universidad de Zaragoza.

-Pues, señor, la verdad es que se nos van pasando los dias en Zaragoza, que es una bendicion de Dios.

Así decia Castro á sus amigos al dia siguiente de la anterior escursion.

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-Diré á Vds.-repuso D. Cleto, para el viajero superficial, es decir, para el que ve sin saber lo que está viendo, en muy pocos dias está despachado, mas para nosotros que de otro modo viajamos, por fuerza nos hemos de detener mucho mas.

-Castro lo dice porque está ya impaciente por ir á Guadalajara, aprovechando los dias que permanezcamos aquí, despues de nuestra escursion por los sitios que nos quedan por recorrer en la provincia.

-Ya lo entiendo.

-Con que diga V., D. Cleto - dijo el andaluz tratando de cortar la conversacion.¿Qué vamos á visitar hoy?

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El edificio elegido aquel dia por nuestros amigos, bien merece una cumplida des

cripcion, pues su historia se remonta á antiquísimos tiempos.

Del Anuario de la Universidad de Zaragoza, que vió la luz pública en 1856, tomamos los siguientes párrafos, referentes al pasado de tan notable monumento.

«En el año 727 de Roma, fundó el emperador Augusto un gimnasio literario en Zaragoza; en el año 185 de la era cristiana, el clero tenia establecido un colegio de letras humanas y filosofia, que produjo á Aurelio Prudencio, san Lorenzo y san Vicente; en el siglo IV, consta que fue reparado el edificio, á la sazon situado junto al templo del Pilar.

«En el siglo XII, reconquistada Zaragoza por Alfonso I, tomaron mayor impulso los estudios, no abandonados sin embargo, durante la dominacion árabe, y entonces fue cuando se trasladaron al edificio en que hoy se dispensa la enseñanza universitaria.

«En 1339 se instituyó el magisterio mayor, y en aquel mismo siglo se dieron nuevas constituciones á la escuela; en 1467 ya existia la facultad de teología.

«Pero la verdadera fundacion de la Universidad se refiere al año 1474 en que expidió el pontifice Sixto IV una bula que aprobó D. Juan II en 1477, formalizándose entonces los nuevos estatutos, con asistencia de Pedro de Arbués.

«Desde entonces poco sucedió de notable hasta 1542, si se exceptúa la bula plúmbea de 1516, expedida por Leon X, y reducidos á que los seculares no pudieran estudiar las artes sino en la Universidad, y á que los jesuitas se inhibieran de la enseñanza de seculares.

«En 1542 publicó Carlos I en las Cortes de Monzon el privilegio que elevó á la Universidad de Zaragoza, tanto como ya lo estaban las de Salamanca y Lérida, y este privilegio recibió su confirmacion en 1554 por la santidad de Julio III.

«Hácia los años 1580 y siguientes, la Diputacion consignó 51,000 libras jaquesas, para la ampliacion y reconstruccion del edificio, y fue declarado protector el rey de España y canciller el arzobispo, sin perjuicio del patronato antiguo que la ciudad conservaba, y en fe de lo cual consignó por entonces hasta 2,100 sueldos anuales para ayuda de salarios.

«En 1583 tomó el título de patrono, y todavía se le concede por algunos el de fundador, el famoso D. Pedro Cerbuna, prior del cabildo de La Seo, y mas tarde obispo de Tarazona, entregó 50,000 libras para la construccion del nuevo edificio, cuya primera piedra se puso en 1587; formó nuevos estatutos; estableció las matrículas; nombró catedráticos de mucha nota, entre los cuales basta citar á Simon Abril, Juan Costa, Andrés Escote, Malon de Caide, y el cardenal Xavierre, y creó un claustro respetable de doctores.

«Todo esto enceló á la universidad de Huesca, que presumia tener privilegio exclusivo de sostener en Aragon la única universidad, y que llevó sus greuges, segun usanza antigua, á las cortes de Monzon y Tarazona, cruzándose en competencias el canciller de Cataluña, el Justicia de Aragon y la Audiencia de Zaragoza, y debatién– dose en la prensa tan ruidoso pleito por Martino Monter y Gaspar Ortigas entre otros varios escritores.

«Esta y la controversia suscitada por los jesuitas en cuanto á la enseñanza de latinidad, á la cual se opuso con todo empeño la ciudad, fueron las dos luchas mas formales en los siglos XVI y XVII.

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