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sucumbir á su mismo remordimiento, ó tal fuera su arrepentimiento, que mañana podria volver sin peligro alguno al mundo que de su seno le arrojara, como un miembro podrido. Porque deben Vds. tener en cuenta que las ejecuciones ni castigan, ni corrigen ni aterrorizan. Porque la vida considerada por el criminal como cosa de poco valor, puesto que él la quita á veces por una leve causa, la expone del mismo modo y perderla en el patíbulo ó perderla en una quimera con otro de su estofa, le da lo mismo. Para él no significa otra cosa que un negocio que le ha salido mal; para la mayoría de los que acuden á su ejecucion, un espectáculo con mas o menos emociones, y para los demás criminales, una ocasion en que ejercer sus latrocinios en medio de la concurrencia y acusar de tonto al que se encuentra en poder del verdugo porque no supo evi

tar este caso.

-Cierto, ciertísimo.

-Resultado, que al proponerse la sociedad por este medio evitar mayores males, los aumenta; que ni corrige, ni evita, ni enseña; que á pesar de reconocer todas las ventajas del sistema celular en las prisiones, á pesar de conocer los males que existen en el régimen interior de las cárceles, à pesar de saber que las ejecuciones públicas, que la pena de muerte es impotente para castigar, continúan las cárceles en el mismo estado, el régimen ó la organizacion es la misma, y el verdugo continúa ejerciendo sus terribles funciones y la criminalidad aumentando.

Ninguno de los cuatro jóvenes pudo contestar una palabra á las que acababa de pronunciar D. Cleto.

Todos hondamente preocupados salieron de la cárcel, comprendiendo, la desconsoladora verdad que encerraba lo que el buen anciano acababa de decirles.

XLII.

Casa de Expósitos. - Hospital de Nuestra Señora de Gracia.

-¿Nos falta todavía algo que ver en Zaragoza?-preguntaba Castro á sus compañeros al dia siguiente del en que visitaron la cárcel.

-Usted mismo podrá decirlo si recuerda bien lo que ya ha visto y lo que debe tener una capital como esta.

- Si no lo recordara, reveláramelo el dietario que llevamos de todo lo que vamos viendo.

Y al par que esto decia Castro, púsose á revisar los apuntes que tomaba diariamente, diciendo despues.

- Supongo que aquí habrá tambien Inclusa y Hospital.

-Desde luego y muy buenos ambos establecimientos-contestó Azara.

-Pues eso no lo hemos visto.

-Buen remedio; vamos hoy á recorrerlos.

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Y en consecuencia de tan unánime acuerdo no pasó mucho tiempo sin que los cinco compañeros estuvieran en la calle y en direccion á la plaza de Toros junto á la cual se halla el asilo de niños Expósitos.

Digno de visitarse es el establecimiento en cuestion.

Todas sus dependencias disfrutan de la ventilacion y comodidad tan necesarias en semejantes asilos.

Una limpieza extraordinaria se advierte tanto en los dormitorios, cuanto en los demás departamentos.

El número de asilados es considerable, elevándose en algunas ocasiones hasta mil. Varias nodrizas, tanto dentro como fuera del establecimiento, ocúpanse de su lactancia, y terminada esta, las Hermanas de la Caridad se hacen cargo de los pequeñuelos, hasta que están en disposicion de pasar á la Casa de Misericordia donde aprenden algun oficio que puede mas tarde serles de utilidad.

La Junta provincial de Beneficencia con un celo que la honra, atiende á todas las necesidades del mencionado establecimiento.

Tras de la visita de la Inclusa, dirigiéronse nuestros amigos hácia la calle del Hospital, donde se halla situado el de Nuestra Señora de Gracia.

Su fundacion data del año 1435.

Algunas piadosas personas se reunieron para dotar á la poblacion de tan benéfico establecimiento, y proyectaron la construccion de un edificio á propósito para semejante objeto.

Tomáronle bajo su proteccion los Jurados de la ciudad, y el rey Alfonso V nombró la Junta de gobierno y protegióle con donativos de gran consideracion.

Situado á la parte izquierda del paseo de Santa Engracia, los proyectiles franceses no le respetaron en los desastrosos sitios que sufrió la poblacion durante la guerra de la Independencia, y quedó completamente arruinado.

Entonces y á consecuencia de esto, tuvieron que trasladarse los enfermos al sitio en que hoy se hallan, donde se hicieron grandes obras, pudiendo competir actualmente con los mejores hospitales de España.

Las distintas salas destinadas á los enfermos, son grandes y ventiladas; la cocina económica construida de nueva planta, merece verse; y el comedor, oratorios y demás dependencias, reunen todas las condiciones apetecibles.

La Junta de Beneficencia de quien ya hemos tenido ocasion de hablar al recorrer la Inclusa, con sus esfuerzos y con su incansable celo y actividad, ha logrado poner el hospital á una gran altura, siendo digno de elogio su infatigable afan.

Seis médicos-cirujanos de número, un agregado, un farmacéutico, un practicante

y siete cirujanos, constituyen el personal facultativo del benéfico asilo.

Además existen los enfermeros, hermanas y demás dependientes que exigen las atenciones del Hospital.

La asistencia es bastante esmerada procurando por todos los medios que la sublime caridad sugiere, endulzar las dolorosas horas de los dolientes que en aquel establecimiento se albergan.

Delante de la fachada del Hospital extiéndese una verja de hierro, y sobre la puerta de entrada hay una inscripcion que dice Urbis et Orbis, que significa que acogen á todos los enfermos, tanto de la poblacion como ajenos á ella.

Hoy sujetándose al reglamento vigente solo tienen admision los de la provincia. Comunicándose con el Hospital se halla la famosa Casa de locos, que tanta celebridad tiene en España y que efectivamente reune condiciones á propósito para el triste objeto á que está destinada.

XLIII.

Casa llamada de la Infanta.

-Hoy voy á llevar á Vds. á ver una joya artística de que por lo visto D. Cleto se ha olvidado y mi hijo tambien.

Asi decia el Sr. de Azara á sus huéspedes al dia siguiente.

-¿Y qué joya es esa?-preguntó el anciano.

-Hombre, la casa de la Infanta.

-Es verdad, tiene V. razon, y por cierto que era en mí un olvido imperdonable, puesto que he pasado muchas horas contemplando los delicados trabajos de Berruguete.

―Vamos padre, me alegro de que haya V. venido á corregir nuestra falta, porque efectivamente yo no me acordaba de ella, y sin duda debe ser porque la casualidad habrá hecho que no hayamos pasado por la calle de San Jorge.

- Es muy posible.

-Vamos pues, una vez que está corregida la falta, apresurémonos á admirar esos trabajos de tanto mérito.

-¿Acaso se conserva bien?

-Calle V. D. Cleto ¿qué se ha de conservar? ¿Está V. muy acostumbrado á que en España se atienda con interés á la conservacion de esos preciados monumentos? - Tiene V. razon.

-Mire V., yo entiendo poco de eso, pero sé decirle que cada vez que la casualidad me lleva á esa casa, me da lástima el ver que poco á poco va destruyéndose un trabajo que los mismos extranjeros vienen á admirar.

¿Y por qué se llama casa de la Infanta?

-Porque en ella habitó D.a María Teresa Ballabriga, esposa del infante D. Luis de Borbon á quien desterró á Zaragoza su mismo hermano Cárlos III á consecuencia de su desigual enlace. Tambien se llama casa de Zaporta, y actualmente pertenece al baron de Torre fiel.

Conforme habian ido hablando nuestros amigos, salieron á la calle y salvaron el espacio que del palacio en cuestion les separaba.

La calle de San Jorge tanto como tiene de irregular, lo posee de extension y mucho mas, de antiguos y severos edificios.

Entre ellos destacase poderosamente el que nos ocupa.

Su construccion data de 1556.

Todo el portentoso genio del famoso Berruguete está impreso en el riquísimo patio que para mengua de nuestro tiempo va- lentamente destruyéndose.

Todo el palacio ha sufrido dolorosas mutilaciones y grandes y nada felices variaciones se han introducido en él, perjudicándole de una manera notable.

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Ocho columnas istriadas en su parte inferior y constituidas desde el anillo arriba por tres figuras agrupadas, sostienen el capitel y forman el cuadro perfecto de su magnífico patio.

Sobre el capitel, y á manera de imposta, descansan mascarones de hombres, mujeres y animales, sosteniendo el friso que es un delicado trabajo de follajes, mónstruos y medallones

Dentellada cornisa sirve de arranque á la galería superior, ofreciendo á la admirada vista del curioso, seis arcadas por cada lado con una riqueza extraordinaria de relieves por doquiera.

Un mascaron esculpido, lleva cada uno de los pedestales de las abalaustradas columnas.

Medallones con bustos de grandes dimensiones representando figuras cubiertas con armadura ó con trajes del siglo XVI y con la espada desembainada, sirven de adorno á los antepechos.

Rico es el artesonado del arquivolto de los redondos arcos y las enjutas, vénse cubiertas por pequeños y primorosos grupos de figuras y animales, así como la cornisa

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T. I.

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que sobre ellas se desliza, está sostenida por ménsulas labradas con una prolijidad extraordinaria.

De deplorar es que dos lados de esta preciosa galería se hallan tapiados, así como tambien las mutilaciones que por todas partes se advierten.

Todavía puede admirarse á pesar del deterioro que ha sufrido, el suntuoso pasamanos de la escalera principal, en el cual vénse reproducidos los bustos de los antepechos de la galería.

Razon habia tenido el anciano Azara en calificar de joya artística el magnífico patio que nos ocupa.

D. Cleto deleitábase describiendo á sus amigos todas las bellezas que encierra, y lamentándose al mismo tiempo del abandono en que yace.

En esta casa y en el año de 1793 exhaló su postrer aliento, esa otra gloria de Zaragoza el ilustre D. Ramon Pignatelli, de quien ya hemos tenido ocasion de hablar.

Posteriormente estuvo en ella el Liceo artístico y literario de Zaragoza, y por cierto que nada mas á propósito para un edificio como este, que una sociedad como aquella. Mas el Liceo disolvióse en 1846, y desde entonces se ha destinado el monumental edificio para habitaciones particulares, ocupando las principales de ellas un acreditado colegio, una imprenta en el piso bajo, y el resto, un establecimiento de coches de alquiler.

Y si á pesar de esta falta de cuidado todavía los restos que se conservan, llaman poderosamente la atencion de propios y extraños y son visitados con interés, ¿cuánto mas no llamarian si se hubiesen reparado concienzudamente las injurias del tiempo y se hubiese atendido cual debia, la conservacion de una joya artística de tan reconocido mérito?

-Ya ven Vds.-decia el anciano Azara-como no les habia engañado.

-Es cierto —repuso Sacanell — y le aseguro que hemos pasado un rato delicioso. -Pues ahora, dijo D. Cleto-para terminar ya nuestra visita artística por Zaragoza, vamos á tocar en la famosa Torre Nueva.

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-Hombre sí, -exclamó Pravia - tengo ya deseos de conocer ese monumento de tan caprichosa arquitectura.

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Y abandonando, despues de arrojarle una última mirada, el patio de la casa de la Infanta, tomaron la direccion que hácia la Torre Nueva habia de conducirles.

XLIV.

La Torre Nueva.

-Hé aquí la famosa torre inclinada de Zaragoza — dijo D. Cleto al dar vista á la plazuela de San Felipe en cuyo centro se halla aquella.

-Yesa inclinacion que tiene ¿se debe acaso al capricho del artista ó á movimiento hecho por la misma fábrica?

-Mas debe ser lo primero que lo segundo, puesto que de los dos reconocimientos

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