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-Siendo poblacion tan agrícola, la industria predominante será esta ¿no es así? -Hay todavía y han tenido gran fama los tejidos de estambre que en esta poblacion se hacen. Anascotes, fajas, ceñidores, medias, bayetas, mantas, etc., han sido de lo mejor que en su género se hacia. Hoy todo eso ha decaido, pero en fin queda algo aun.

-Y el terreno ¿es bueno?

-Muy regular, tiene monte y aun cuando la principal produccion es la del trigo, recógese algunos años gran cosecha de vino y aceite. El ganado lanar abunda mucho y tiene buenos pastos; encuéntrase además buena caza y solamente le hace falta á Belchite, lo mismo que á la mayoría de las poblaciones de España, proteccion y ser mas atendida por los Gobiernos.

-¡Oh! en cuanto á eso creo que es hablar de la mar, como se dice vulgarmente. -Dentro de la villa hay algunas tiendas bastante regulares, tanto de quincallería como de otros géneros, y en general las calles son menos malas que en otras poblaciones que ya hemos visitado.

-Vamos, D. Cleto, parece que ha estado V. en Belchite hace poco tiempo, segun lo bien que lo ha descrito en tan pocas palabras.

-Pues mire V., amigo Azara, hace ya algunos años; lo que tiene es que conservo relaciones en muchos de los puntos que he visitado, y de vez en cuando, por medio de ellas, rectifico los apuntes que tomé en mis viajes.

De esta manera bien hablando sobre lo que habian visto ya, bien emitiendo consideraciones que á cada paso les surgian los mismos terrenos que recorrian y que tan susceptibles eran de mejoras, con alguna atencion que en ello se pusiese, fueron sal vando la distancia que de Daroca les separaba.

Entre los episodios que D. Cleto refirió á sus compañeros, ocurridos en Belchite, el único que merece especial mencion es la derrota que allí sufrieron los españoles al mando de Blake en junio de 1809.

El general francés Suchet que venia picándoles la retaguardia, al verles posesionados ya de la poblacion y perfectamente situados, detúvose breves instantes, ordenó sus tropas y dió la órden de atacar.

Al principio respondieron bien los españoles á los fuegos contrarios, pero bien pronto la izquierda de estos se replegó en desórden hacia el centro, este á su vez comenzó á descomponerse por haberse incendiado algunas granadas, y el enemigo cargando con extraordinaria violencia, acabó de sembrar la confusion.

Presto la fuga siguió á la anterior confusion, y en breves momentos habian caido en poder de los franceses los pocos cañones que pudieron salvar los españoles en la batalla dada tres dias antes y en que tambien llevaron la peor parte, gran número de armas y bastantes prisioneros.

¡ Hombre ! — exclamó Pravia al dar vista á Daroca-gran poblacion debe ser esta. -Desde luego,-observó Sacanell, -sus muros y torreones lo demuestran perfectamente.

-Pues estais en un error.

-¿Qué quieres decir?- preguntaron á la vez los dos jóvenes contemplando con

sorpresa á su amigo.

-Yo se les explicaré con una graciosa pregunta, hecha segun dicen por un gran rey. Cuentan y tengan Vds. presente que lo refiero tal como lo oí, que cuando Cárlos III vino á España á ceñir la rica corona de esta nacion, en su viaje á Madrid, pasó por Daroca. Lo mismo que á Vds. le sorprendieron esas murallas, esos torreones que flanquean su entrada, y cuando hubo pasado las ricas puertas que Vds. verán, y se encontró al poco tiempo en el otro extremo de la poblacion, dirigiendo sus miradas á todas partes, preguntó con malicioso acento:-Señores, ¿dónde está la ciudad de esas puertas?

-Ignoraba el cuento-dijo Azara - pero necesario es convenir que «si non è vero è ben trobatto,» pues la exigüidad de la poblacion, relativamente al perímetro que abraza la muralla, presta gran fuerza á esa tradicion.

-Ciento catorce torreones contaba la muralla de Daroca que se extiende sobre media legua de circunferencia, y aun cuando hoy la ven Vds. derruida por unos sitios y remendada por otros, sin embargo contuvo á ejércitos muy aguerridos y numerosos. -Así es la verdad, añadió Azara ya tendré el gusto de llevaros á casa de un tio mio que reside aquí, y ya escucharéis de sus labios cosas peregrinas referentes á esta ciudad.

-Cuanto me alegro-exclamó D. Cleto;-pues segun eso tendré quien me releve de mi destino en Daroca.

-No lo crea V., mi tio conoce la historia general de la ciudad, pero estoy seguro que V. nos ha de dar detalles tan interesantes, que han de dejar á mi buen pariente sorprendido, pues es posible que él mismo los ignore.

-Está visto D. Cleto, no tiene V. escape, velis nolis, ha de ser nuestro maestro, nuestro guia, hasta que tornemos á los patrios lares, de vuelta de nuestra gran expedicion.

-Nada amigos mios, supongan Vds. que no he dicho nada y vamos hacia dentro, contestó jovialmente el anciano para quien la fatiga del viaje que acaban de hacer por terrenos quebradísimos y caminos fatales, no parecia hacerle mella alguna.

LX.

Daroca.

Dos puertas magníficas, bellísimas como obras de arte y robustas cual convenia á la fortísima muralla que como sabemos se extiende sobre media legua de circunferencia, elevándose caprichosamente sobre los dos cerros que encierran á la poblacion, dan ingreso á ella.

La una está por la parte que mira á Zaragoza, y la otra por la de Castilla. Fondonera llaman á esta, y nada mas delicado que el precioso arco rebajado que entre las dos almenadas torres se encuentra, facilitando entrada á la poblacion.

Del siglo XIV data la bóveda de crucería y un precioso alero sostenido por animales, sirve de apoyo á un tejadillo de azulejos.

Antes, y á cortísima distancia de la puerta indicada, hállase una magnífica fuente de veinte caños, por los que brota un caudal de agua de gran consideracion.

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Franqueada aquella, hállase la poblacion extendida entre la bifurcacion de los cerros. El caserío en lo general es bueno, dadas las condiciones actuales de Daroca reducida á una ciudad eminentemente agrícola.

Todavía en algunas casas de la prolongada calle Mayor la mejor y mas desahogada de ella, conserva escudos de armas y algunos detalles en muchos edificios que demuestran la nobleza de los que las habitaron, y la elegante arquitectura de su tiempo.

Alguna plateresca ventana, algun alero primorosamente trabajado revelan que por allí existieron las casas solariegas de los Diez de Aux, de los Terrer, Morenos, Ponces, Garcés, Lunas y de «tanto guerrero y de tanto supremo magistrado.>>

Las elevadas cimas del Moncayo sirven de límite á la mirada por una parte, mientras que los caprichosos giros del Jiloca que se extienden por la fértil vega, van lamien

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do cariñosamente los piés de aquellos cerros, los cimientos de aquellos edificios y su benéfico caudal derrama la fertilidad en aquella vega encantadora.

Tres grandes plazas, varias plazuelas y bastantes calles, regularmente empedradas, constituyen la ciudad, cuyo número de almas se eleva próximamente á tres mil, poblacion insignificante para el vasto radio que ocupan sus muros y para la profusion de templos que en pasados tiempos se alzaron dentro de ellos, de los cuales subsisten la mayor parte.

Sorprendido queda el viajero al contemplar tan colosal armadura para tan reducido cuerpo, mas á poco que se fije en la historia, queda desvanecida su sor-. presa.

La antigua Agiria de los romanos pasó al poder de los infieles grande é importante ya, y cuando D. Alfonso el Batallador en 1121 se la arrebató á estos, era sobradamente fuerte todavía.

Poblósc entonces de caballeros cristianos, y cuando el conde Berenguer, algunos años despues la hizo ya plaza fronteriza, aumentó considerablemente la poblacion, pues vino á encerrar todos los pueblos y aldeas de la llanura.

De esa época datan sus diez parroquias, de esa época tambien datan los extendidos muros que cual los brazos de un gigante, abriéronse para cobijar no solamente á los habitantes, sí que tambien á los grandes rebaños en el momento en que amenazados se veian por las algaradas de los infieles.

Mas desde el momento en que la media luna no conservó un solo baluarte en Aragon, salieron de Daroca los vecinos que habian buscado refugio tras sus graníticos muros, yéndose á reedificar sus destruidas viviendas constituyendo sus antiguos lugares, y solo quedó en Daroca su fortísima y extendida muralla y una poblacion infinitamente mermada.

Baluarte firmísimo de fidelidad hácia sus reyes, fue siempre la ciudad que nos ocupa, y del mismo modo que habia servido de dique á los esfuerzos del agareno, sirvióle tambien despues contra el poder del feudalismo.

Cabeza de Comunidad, donde quiera que iban sus estandartes bajo los cuales peleaban todos los hijos de la comarca, coronáronse generalmente de gloria, mas durante los períodos de paz, las rencillas y las envidias de los pueblos circunvecinos respecto á la ciudad, produjeron mas de una desagradable y sangrienta colision.

Los monarcas á su vez pagaron la lealtad de Daroca con fueros y distinciones que esta supo agradecer, y durante la famosa época de la Union, los fuertes muros del siglo XII fueron el apoyo de Pedro IV, á la sombra de los cuales levantóse el abatido espíritu de los pueblos, y se preparó, por decirlo así, la famosa jornada de Epila.

En las posteriores guerras sostenidas por espacio de diez años entre Aragon y Castilla, no se atrevieron á aproximarse á ella las huestes de Pedro el Cruel, y por su decidida actitud durante tan calamitosos tiempos, mereció ser elevada á la dignidad de ciudad.

Pero no por esto aumentóse la poblacion ni reportó mayores beneficios.

Siguió atravesando una existencia regular y tranquila, hasta que durante la guerra de sucesion, las tropas de Felipe V la saquearon horriblemente, dejándola en un grado de postracion que solo para reponerse, hubiera necesitado el poderoso apoyo de los Gobiernos, mas careciendo de él, no es posible que haga mas de lo que hace.

LXI.

Monumentos de Daroca.

Como el único, como el principal monumento, como la joya de mas estima que tiene Daroca, está la colegiata de Santa María, antigua mezquita de los árabes, restaurada en la reconquista y posteriormente en 1587 ampliada y restaurada de nuevo bajo la forma que hoy conserva.

La antigua restauracion dió comienzo en la época de D. Jaime el Conquistador, y la longitud que tenia era lo que hoy constituye su latitud.

Sosteníase el cimborio cuya clave es la pila del agua bendita en la actualidad, por cuatro gruesas columnas, y la capilla mayor, riquísima en detalles era la'que hoy, por efecto de la ampliacion, ha quedado en uno de los lados.

La puerta llamada del Perdon que entonces era la principal, conserva en toda su frescura y elegancia la arquitectura del siglo XIII.

Cuatro arcos disminuyendo gradualmente y ligeramente apuntados, la forman, estando revestido el del interior con una guirnalda perfectamente trabajada, y sirviendo de remate al exterior un floron, que se destaca poderosamente del lienzo ornado con relieves góticos.

A la altura del arranque están cortados los arcos por un corrido capitel constituido por una faja esculpida de monstruos y fieras, y el dintel de la puerta se forma por un arco rebajado, al que sostienen otros capiteles de mucho gusto y de trabajo no menos recomendable, viéndose en el tímpano, la alegoría del Juicio final.

Hemos dicho ya que en el primitivo templo el altar mayor estaba ocupado por el de los Santos Corporales que en la actualidad y por efecto de la modificacion posterior, ha pasado á ser una capilla solamente..

Y si en este lugar tanto brilla la riquísima obra de arte ¿qué no brillaria en el fondo de aquel templo, de cuya primitiva arquitectura, tan bellos, aunque escasos detalles, se conservan?

La forma de este retablo diferencíase de una manera notable de todas las generales en esta clase de trabajos.

Tres arcos de ojiva guarnecidos de hojarasca, uniéndoles y cubriéndoles en parte una especie de gasa primorosamente calada, llena de relieves y orlada de crestería, afectando la forma de una portada, es lo primero que sorprende al viajero, que no 'sabe que admirar mas si la delicadeza del trabajo, ó lo gracioso de la concepcion.

Las estatuas de los profetas interrumpen, por decirlo así, la série de pilastras de rica filigrana, cobijadas bajo encantadores doseletes, mientras que otros de estos, mas

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