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Pero lo mas encantador que tiene Daroca es su rica campiña.

Acequias y canales para el riego, fertilidad y vegetacion admirables, puentes rústicos, paseos sombreados por robustos chopos, y frondosos sauces, fuentes, bosques de árboles frutales, todo en fin, cuanto puede constituir una vega espléndida y lozana.

LXV.

Un episodio de la vida de D. Jaime el Conquistador.

A corta distancia de Daroca se encuentra Burbáguena, poblacion de escasa importancia en el dia.

Sin embargo, en ella dió principio en 1225 el sangriento drama que de tan elocuente manera ha pintado el rey D. Jaime en su historia, y que costó la vida á uno de los mas bravos caballeros aragoneses á D. Pedro Ahones, cuyo cadáver quedó sepultado en la iglesia colegiata de Daroca.

Era el año de 1225.

D. Jaime el Conquistador, el rey niño todavía, pero que á pesar de su niñez habia pasado por tales pruebas que su corazon y su cabeza eran superiores á su edad, tornaba de Valencia asaz mohino y cavizbajo.

Con valeroso esfuerzo habia penetrado por las tierras de los infieles ansioso en ornar de laureles la corona que ceñia y que tantos ambicionaban.

Confiaba en la ayuda que habian de prestarle sus caballeros á quienes dió órden de ir á reunirse con él al frente de sus respectivas mesnadas.

Pero todos le faltaron.

El leon se vió solo, cercado de enemigos y no tuvo otro remedio que retroceder.

Su hueste habia sufrido mucho y tornaba asaz reducida y maltrecha.

De pronto ve relucir á lo léjos acerados cascos y brillantes petos.
Lucido escuadron se adelanta en opuesta direccion á la que él lleva.

-Sancho Martinez, -dice el Rey dirigiéndose à uno de sus caballeros, ved á quien pertenecen esas lanzas.

Sancho Martinez de Luna adelantóse un buen trecho y á poco volvió diciendo: -Pertenecen al noble D. Pedro Ahones.

el mal vasallo que

-¡Ira de Dios! - exclamó con vibrante acento el niño Rey tan reácio anduvo en venir á la nuestra demanda, discurre armado de tal guisa por los nuestros reinos. Tornad Sancho y ved dónde se dirige D. Pedro con tan lucida hueste (1).

(1) Hé aquí como la crónica escrita por el mismo rey D. Jaime refiere este suceso:

«E en axó no ni ¡bach pus paraulas. E ell le vás en peus é aquells que hi eran ab nos desampararen nos é ell é anaren sen sus al cap de la casa, é meteren mans als coltells, lurs mantells abrassats é los perpunts vestits e lexaren nos sol ab ell. E ell era gran cavaller e fort e bó de armas, evolch metre mans à la espasa, e nos tengam la espasa en la má que no la poch treura. E los cavallers de D. P. Ahones no eran descavalcats, e eran defora; e quant ohiren lo brogit que 's feya en la casa descavalcaren trenta ó quaranta á colp; é mentras quels cavallers seus venian, ell vol metre má al coltell, e nos embargamlo é no 'l poch treurc. E en aço foren entrats los seus, e

De nuevo el caballero se dirigió al encuentro de los que á su vez se habian detenido y enviaban dos de sus guerreros á reconocer á los de la comitiva del Monarca.

Reunido con ellos Sancho de Luna, presto supo que el orgulloso magnate iba á emprender por su cuenta la empresa, para la cual no quiso prestar su ayuda al rey don Jaime.

Profunda indignacion causóle á este semejante nueva.

Sin que fueran bastantes á detenerle los ruegos de sus caballeros que temian la audacia y el poder de D. Pedro, clavó los acicates en los flancos del cansado corcel y bien pronto hallóse al lado de D. Pedro, que al reconocerle habíase tambien adelantado algunos pasos.

—¡Vive Dios! D. Pedro-exclamó el Monarca-que agradecido debo estaros al buen servicio que me prestásteis. ¿Qué causas tuvísteis para no acudir al nuestro llamamiento?

-Con lealtad os serví siempre-repuso con acento acre y un tanto altanero el magnate-y no merecedor soy á que de tal modo me trateis.

-¿Dónde vais con tan lucida y bien aderezada hueste?
-A hacer una entrada por las tierras agarenas.

-¡Por mi nombre ! que no ví jamás audacia como la vuestra D. Pedro. Veisme tornar de Valencia con el baldon de haber tenido que firmar treguas obligado por el vuestro abandono, y tratais de emprender por vuestra cuenta la empresa en que no me dísteis ayuda, quebrantando lo que por vos tuve que firmar. Volved grupas D. Pedro y venid con nos, que hablar habemos del deservicio que me hicisteis.

Gran trabajo costó al Monarca decidir al altivo caballero á retroceder, dirigiéndose con él á Burbáguena.

Cuando llegaron al lugar, D. Jaime que a pesar de sus años, pues solo tendria á la sazon unos diez y siete, poseia unos brios muy superiores á semejante edad, penetró en el castillo de los caballeros del Temple, llevando tras sí á D. Pedro que á su pesar iba subyugando por la firmeza del Monarca.

-Ved lo que haceis D. Pedro le dijo este-la tregua que yo he pactado, respetada ha de ser por vos.

els nostros eran per las posadas, e tolguerenlons de las mans per força, que ell no havia poder de sí que 's partis de nos, si que los nostros qui eran en casa, nons ajudaren, ans miravan la Jugta que haviam ab ell. E nos dixem á un cavaller d' Alagó per nom Miquel d' Aguas qui havia un cavall á la porta que 'l nos liurás; e sempre cavalcam en ell ab nostre perpunt vestit; é portarennos nostras armas, e anam detrás ell... E vehem D. Pere Ahones ab XX cavallers qui nos partian de ell pujants per una costa á má esquerra, que volia estorcre á un castell del bisbe de Zaragossa per nom Cotanda... E mentre que açó feya gitaven pedras grans e poquas als de jus perço que no pujassen... E al venir que nos fem cridam Aragó, Aragó; e nos e nostra companya ensemps pujam al puig, é desampararen á D. P. Ahones tots los cavallers qui 'l guardavan.. E en tant vench D. Sanxo Martinez de Luna germá major de Martí Lopis, é feri 'l per la part dreta de la llansa, e mes la hi per lo costat destre mitx peu per la ubertura del perpunt de jus lo bras. E ell que anava devant nos, que nul hom no anava devant entre nos, e ell sentis ferit e aturás e abrassá lo coll del cavall; e nos fom sempre ab ell e leixás caure à la part esquerra del cavall. E nos tantost quant ell se comensa de desrocar, avallán é posan los brassos sobre ell e dixli: D. Pere Ahones, en mal punt fos nat. E ell no 'ns poch dir res, si no que 'ns aguarda en la cara. E nos están açi vench D. Blasco d' Alagó e dix; Señor, prech vos que nos lexeu aquet leó que veijar nos hem de çó que us ha feyt. E nos dixemli: Blasco Deu vos confona perque dieu aytals paraulas, é jo us dich que si á D. P. Ahones ferits que á mí haureu á ferir privar e vedarvos hem. E cavalcamlo en una bestia, e un escuder que li sofferia son cors: e moris en la carrera ans que fos á Burbaguena. E nos anannos á Daroca, e llevam D. P. Abones en un tabut de Daroca, e metemlo en Sta. Maria de Daroca.>>

-No obligado por ella me encuentro, que presente no estaba cuando la hicísteis. -El vasallo respetar debe los compromisos que su señor contraiga, y yo os mando D. Pedro que desistais de vuestra empresa.

-Complaceros no hé, que al poner en pié de guerra la mi mesnada, no lo hice para permanecer ocioso.

-Tened entendido D. Pedro que es el vuestro rey quien os lo manda.

-Y yo he manifestado ya al Rey lo que resuelto me hallo á cumplir.

-¡Por mi santo patron! que andais sobradamente audaz, y pues que de tal guisa tratais de imponeros á mi voluntad, yo obraré como quien soy.

-No os comprendo.

-¿Desistís de vuestro empeño?

-D. Pedro Ahones no retrocede un solo paso jamás.

-Pues yo sabré impediros que lo deis. ¡Hola!-gritó el Monarca con voz fuerte. Inmediatamente aparecieron en la estancia varios caballeros tanto del Rey como de los que acompañaban al de Ahones.

-Daos á prision D. Pedro - dijo el Rey.

—¡Ira de Dios!—gritó iracundo el caballero. ¿Quién es el atrevido que trate de cumplir vuestro mandato?

Y D. Pedro fué á echar mano á la espada, pero D. Jaime mas rápido que él, cogióle con tal fuerza la mano, que á pesar de la robustez y fuerza del caballero, no pudo hacer movimiento alguno.

Entonces los caballeros de Ahones echaron mano á sus espadas y sacaron á D. Pedro del poder del Rey, mientras los de este permanecian inactivos, presenciando la contienda, que tan en poco tenian á su Soberano.

Pero este ardiendo en ira salió tras de D. Pedro, y cabalgando sobre un caballo que le prestó un caballero llamado Miguel de Aguas, lanzóse en seguimiento de D. Pedro que con veinte de los suyos habia escapado de Burbáguena.

Algunos amigos de D. Jaime corrieron entonces en su ayuda.

D. Pedro Ahones al verse perseguido, atrincheróse en la cima de un collado, desde donde los suyos comenzaron á arrojar piedras sobre D. Jaime y los de su comitiva.

El jóven Monarca ardiendo de ira adelantóse á los que le seguian y subió por un atajo la colina gritando: «¡ Aragon! ¡Aragon!»>

Al ver cerca de sí al Rey, pusiéronse en fuga los favorecedores de D. Pedro, exhortándole á que tambien se alejase, pero el orgulloso magnate esperó á pié firme á sus perseguidores.

Entonces Sancho Martinez de Luna que por otro lado habia subido la montaña, lanzóse lanza en ristre sobre D. Pedro v le atravesó con ella.

D. Jaime llegó á tiempo de sostenerle en sus brazos cuando iba á caer en tierra. -«En mal hora nacísteis D. Pedro » -díjole el Monarca con dolorido acento, pues desde aquel instante desaparecieron todos sus rencores.

El caballero no pudo contestar ya. Solo dirigió una triste mirada á su señor y cayó desvanecido, falleciendo á los pocos instantes.

D. Blasco de Alagon y otros caballeros que trataron de acometer al caballero cuando ya estaba herido fueron contenidos por el Monarca, quien fué acompañando el cadáver hasta Daroca, llorando amargamente la pérdida de tan esforzado guerrero. Su cadáver como ya hemos dicho, fue sepultado en la iglesia colegiata de Santa María.

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Un cuarto de legua escasa separa á Baguena de Burbáguena.

Lugar de escasa importancia hoy, merece sin embargo especial mencion por el famoso castillo que inmortaliza el heróico hecho de Miguel Bernabé, que de simple aldeano alcanzó la inmarcesible corona del héroe en 1362.

A la aproximacion del ejército castellano, á cuyo frente venia D. Pedro I de Castilla apellidado el Cruel, encerróse el valiente Miguel en el castillo decidido á hacer una tenaz resistencia á la invasora hueste.

Menospreció el castellano el valiente alarde de Miguel, y sin embargo ante aquellos débiles muros y ante aquella colosal figura, fué à estrellarse todo el poder del rey de Castilla.

-¿Qué harás,-preguntábanle sus escasos soldados ante la innumerable hueste que nos rodea?

-Morir, antes que entregar las llaves de la fortaleza;-contestaba el resuelto aragonés.

Y así fue ni las amenazas, ni las promesas, que grandes y halagadoras fueron, bastaron á doblegar la inflexible decision de Bernabé, que solo, abandonado de todos, dentro de aquellos muros inaccesibles á los sitiadores, desafiaba todo su poder.

D. Pedro de Castilla, irritado por semejante obstinacion hace prender fuego al castillo, y Bernabé impávido contemplaba las llamas que con espantosa rapidez iban envolviéndole, sin demandar gracia, sin que la mas leve sombra de temor empañara su rostro varonil (1).

(1) En el nobiliario en verso de Gracia-Dey citado por Wstarroz hace mencion de este hecho, en los siguientes términos:

108

En esta entrada se vido

La gran fe de Bernabé;
Que bien que fue combatido;
Mas nunca escuitó partido,
Hasta que cremado fue,
Y ni aun por esas rendido
Cá en sus manos abrasadas
Las claves fueron trobadas
Del castillo que tenia;
Porque fue su nombradia
Mas que las mas estimadas;
Y lo es hoy su fidalguía,

Pues son sus fembras compradas.

T. I.

Únicamente de sus manos carbonizadas pudieron arrancar las llaves que con tan

heróica tenacidad defendia.

El Monarca aragonés no pudo mostrarse desagradecido con quien tan leal se le mostrara, y la hidalguía que concedió á los descendientes de Bernabé, proporcionóles á estos tales y tan ventajosos enlaces, que en muy poco tiempo, viéronse la mayor parte de los nobles de aquellos contornos enlazados con los sucesores del noble defensor de Baguena.

Fuera de este hecho, nada mas de particular podemos mencionar referente al lugar indicado.

Su poblacion que se eleva á doscientos cincuenta vecinos, dedicada exclusivamente á las faenas agrícolas, cuida mas de atender á las necesidades que aquellas les exigen, que al embellecimiento de su localidad.

Consérvanse algunas antiguas casas aunque en escaso número, no exentas de algunas bellezas artísticas, hallándose tambien en este caso la iglesia parroquial de Santa María, y un convento de monjas.

LXVII.

De Daroca á Tarazona.- Un recuerdo del Monasterio de Piedra.

-He cometido una omision, que no puedo disculparme mas que por la prisa de hacer el viaje directamente desde Calatayud á Zaragoza, y por no haber ninguna estacion que pudiera recordármelo.

Así dijo D. Cleto á sus amigos despues de haber andado gran trecho desde su salida de Daroca.

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--- Estando en Calatayud debíamos haber visitado el monasterio de Piedra. ¡Caramba! es verdad, -exclamó Azara. - Tampoco yo caí en ello.

-¿Y qué es eso? ¿Algun monumento tal vez?

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-Por el contrario; ha tenido la suerte de encontrar un propietario que ha sabido apreciar la joya que la suerte le deparaba.

-¿Y le conserva?

-Para admiracion de los que le visitan y para satisfaccion propia.

-Si que siento que no le hayamos visitado.

-Todavía podemos ir desde aquí.

-Sin embargo amigo Azara, ya no podemos cambiar nuestro itinerario, y únicamente lo que puedo hacer es describirselo á estos señores segun yo lo recuerdo, si se satisfacen con ello.

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