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mayor facilidad ser inducidos á usarlas malamente, porque las pasiones son más vehementes y en todo caso tienen <me-nos intereses que perder», discurso de las Armas digno de nuestro Manco y lleno de prudencia.

Divídese el territorio de Andorra en seis <parroquias», habiéndose tomado esta denominación eclesiástica para la división política y administrativa. «Parroquia› significa también Ayuntamiento. Cada parroquia se divide en «cuarte» (cuartos ó agregados), cuyo número no es igual para cada parroquia, sino que depende del número de pueblecitos que la forman. La fuerza armada está mandada en cada parroquia por un vecino caracterizado que se llama «Capitán», y cada <cuart› por otro que se llama ‹dener› ó ‹desener», como reminiscencia de lo que se decía en Roma.

Cuando ocurre algún hecho criminoso que haga necesaria la acción de la fuerza armada, el Cónsul de parroquia» (Alcalde) ó el <Baile» ordenan al <dener» que llame á los hombres con armas que se crean necesarios, y que se ponen á sus órdenes. Estas autoridades los utilizan para la captura, y, en su caso, custodia del autor del delito y sus cómplices habidos.

Cuando el acusado ó presunto reo sufre prisión preventiva, todos los Caps de casa» se turnan en la guardia de la cárcel, bajo la designación del «Dener del cuart», y si la prisión se prolonga van entrando de guardia los Caps de casa de los otros cuarts», por orden del Capitán.

Los superiores de todos los Capitanes de las seis parroquias son los dos Vegueres, con iguales atribuciones y autoridad. Son los mariscales de este diminuto ejército, que se parece mucho á un Somatén.

VII. - Algunos comentarios.

Creemos haber leído en Messedaglia — quizá en otro autorque la cuenta de la civilización, como todas, tiene partida doble.

Posee sus estupendas ventajas, pero también sus miserias,

sus peligros, sus enfermedades especiales y su criminalidad característica, patrimonio más que de nadie, de los reincidentes, que aumentan de modo alarmante.

Bien: Pero ¿á qué llamamos civilización? Topinardacertando-dice que su concepto varía con la historia. Obsérvese lo que sería para un negro, para un señor medioeval, para un industrial de hoy... Gide habla de civilización como aumento de necesidades. Marx y Listz considéranla como la miseria del proletariado. Fouillée se fija en el aumento de ocasiones y contactos, de placeres y de vicios. Spencer, finalmente, habla del altruismo como opuesto a la actual moralidad mercantil...

En resumen, todas esas civilizaciones son madres de crimen. Psicólogos y psiquiatras, á coro, afirman que la moderna civilización acelera la actividad humana, aumenta las necesidades, acentúa la lucha por la vida, crea nocivos excitantes, determina la máxima tensión de espíritu, engendra, la neurastenia... Todo ello suficiente, según los antropólogos, para crear degenerados y criminales. De 1874 à 1907, se triplicaron los locos en Italia. Aumentan los reincidentes, delinquen los niños, las mujeres... He aquí un cuadro desolador. Claro que ayer se delinquió no desapareciendo nunca la capacidad criminal. Pero hoy se delinque mucho más.

Ahora bien-con perdón de los andorranos-Andorra no está civilizada en el sentido moderno (1). Sus habitantes'

(1) Esto, así en absoluto, no es cierto. Nos consta― y hacemos constar-que por los caminos de Andorra circulan algunos auto móviles, que hay alumbrado eléctrico, si bien escaso... Por consiguiente, en cuanto á civilización <materials Andorra no tiene menos nivel que cualquier pueblo catalán, de los rurales.

Pero por lo que toca al factor moral ó sentido ético, Andorra no sólo posee el «mínimum» exigible de que hablaba Manzini, sino mucho sobrante normal, por encima de ese mínimum. Que remos decir que de su comunicación con Francia y con España ha sacado bastantes ventajas materiales pero quedando libre de los vicios, de la depresión moral y aguda capacidad penal de nuestra «civilización». Aquel es un pueblo sencillo, sin complicaciones espirituales, aislado en este sentido. Así debe entenderse nuestra afirmación, de la que damos esta interpretación auténtica gratis et amores, para no ser injustos con los andorranos.

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hacen los viajes caballeros en una mula, pasan las veladas á la luz de los candiles, van á misa «todavía» y son buenos cris. tianos, es imposible que mueran arrollados por un ferrocarril... permanecen en cierto aislamiento espiritual y en un siglo! no habido más que tres delitos graves. Alli no hay neurasténicos-mal fin de siècle, para Max Nordau-. Trabajan resignados en el valle, suben á las altas cimas donde respiran el aire puro á pulmón abierto, son fuertes, vigorosos, tienen respeto innato al honor, à la honra y devoción al trabajo. Al revés de la civilización» marchan ellos lentamente, con sus mulos... Pero no delinquen. Son honrados. Son buenos.

De lo cual podemos deducir que nuestra civilización», en el sentido moral, ha fracasado, mejor dicho, ha quebrado fraudulentamente... Jamás renunciaríamos á nuestros adelantos, y. por afición y por edad sentimos respeto y cariño para lo <moderno». Pero nuestro Derecho penal queda maltrecho en el camino... Habrá que ver cómo es posible que nuestros pue. blos civilizados amen de nuevo la ley, la ética, y el recto sentido moral. Porque la acusación está en un hecho: Andorra <aislada, en situación de un primitivismo rousseauniano, casi no tiene delincuentes. ¡Y nuestras estadísticas se avergüenzan!

Será, en efecto, vergonzoso confesar que la causa principal de que en Andorra haya pocos» delincuentes, es que hay <poca civilización moderna. Y no será porque haya ‹poca> gente. Entre 5.000 habitantes que tienen capacidad criminal no se han dado más que tres delitos graves en cien años. La proporción es elocuente.

Otra observación. Los delitos graves á que nos referimos han sido de robo y asesinato. Esqs son los delitos viejos de Lombroso, por medio de la fuerza de que habla Nicéforo. Pero los delitos fraudulentos, por medio de astucia, no se dan. ¡Para qué van á estafar grandes cantidades si viven ellos muy tranquilos en su casa con poco dinero! Están, pues, sólo en la puerta del Derecho penal.

Se nos dice también que en Andorra la gente es religiosa. De otro modo no se explicaría la original pena para los hurtos de <menor cuantía», ya referida, y que sólo producirá efectos suponiendo que la gente vaya á misa. Pues bien; he aquí otro factor que á cualquier persona sensata le explicará por qué la criminalidad es diminuta.

Y, por fin, ya que hemos llamado á los andorranos <no civilizados y por muchos años-, rompamos alguna lanza en su favor. Así nos perdonarán...

Cree la gente que los andorranos son contrabandistas... Efectivamente, la situación geográfica convida y lo son, pero en mucha menor escala de lo que se cree. Ya lo dijimos en otra parte.

Igualmente dicese que Andorra es un refugio de desertores y delincuentes... Algún caso se habrá dado y quizá hoy mismo se dé, pero la afirmación, «en globo», es falsa. Desde los convenios celebrados entre España y Andorra, en 22 de Diciembre de 1834 y 17 de Junio de 1841, no ha habido reclamación alguna en este sentido. Y téngase presente que aquellos convenios fueron motivados por el estado político de España, y tenían por objeto evitar que en Andorra se refugiasen los politicos perseguidos por el partido contrario. Así el art. 2.o dice que ninguna persona podrá hospedar en su casa á hombre ó mujer sin que tenga pasaporte de la policía de Seo de Urgel ó Puigcerdá ó de sus autoridades militares; y el individuo que tomase las armas contra el Gobierno de la Reina de España (Q. D. G.) ó se ocupase en favorecer á los carlistas, perdía, por este solo hecho, los derechos de andorrano. » En efecto, el Consejo general accedió á que las tropas liberales y luego cualesquiera españolas, para perseguir sobre la frontera à malhechores, conspiradores y perturbadores del orden y sosiego público, puedan entrar en territorio de Andorra.

Lo cual, aparte de ser en su origen una coacción, se parece á una extradición a posteriori.

Acusación final que suele hacerse. En Andorra se casan los

los que tienen impedimentos en España. Esto ya es un poco más cierto... Suele pasar que algún joven español sujeto á quintas, que en España no podría casarse por prohibirlo la ley, se casa en Andorra. Y muchas veces en Francia. Por lo demás, los matrimonios se celebran con todos los requisitos canónicos, ya que el Ilmo. Sr. Obispo de Urgel no toleraría otra cosa.

Verbum finis.

Son esas todas las noticias que hemos podido adquirir, con certeza, sobre el régimen penal y procedimientos judiciales en Andorra. Otras conocemos, nebulosamente, pero hemos querido escribir afirmaciones y no hipótesis. Por eso restringimos algo los datos y los comentarios, pues en materias tan concretas no sería lícito divagar.

Conocer el derecho adjetivo de Andorra no es cosa «transcendental, ciertamente. Sin embargo, para un español es inexcusable ignorar lo que tan cerca de casa tenemos. Así este intento nuestro-que no pasa de intento-debe servir de aviso para lo futuro para estudiar Andorra en todos sus aspectos, para conocerla... y para atraerla hacia nosotros, ya que indudablemente podríamos usar sobre este pedazo de Cataluña nuestra cacción reivindicatoria» sin escándalo de ningún derecho. Si no hacemos bien esas pequeñas cosas-la «reconquista de Andorra, por ejemplo, por medio de la aproxima. ción espiritual-, ¿cómo vamos á triunfar en las grandes»? Aquella gente de hecho es española, y hay que procurar que lo sea de derecho.

Con estas líneas creemos evitar que, á la postre, sin ningún estudio de ningún español, cualquier alemán nos tenga que <descubrir>-como en otros casos-el régimen pènal de los Valles de Andorra,

JOSÉ MARÍA FARRÉ MOREGÓ.

Barcelona-I-V-1918.

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