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A esto se hallan reducidos los hechos de la tradicion : esto es lo que se ha creido en Zaragoza, en Aragon, en España, en muchas partes de Europa y en otras regiones del universo, no solo por personas ignorantes y de poco talento ó cultura, sino por sujetos instruidos, por sábios eminentes, por críticos respetables. En este capítulo nos limitamos meramente á exponer la creencia; en otros haremos mérito de sus fundamentos, pero con sobriedad y concision, porque no vamos á escribir una difusa crítica, sino á exponer, todo lo sucintamente que nos sea dable, los motivos de una fe tan arraigada y que, pasando de generacion en generacion, ha llegado hasta nuestros dias incólume y rodeada de la auréola de la gloria y de la perpetuidad.

El hecho cual se cree y cual se refiere, tiene una grandeza y una sublimidad admirables. La Madre de Dios abandona su morada para ir á confortar á uno de los propagadores de la religion de su Hijo, á confirmarle en el santo propósito de su mision, á infundir en su corazon aquella seguridad que podia darle la Madre de Dios. Apoyado Santiago en el muro de la Ciudad Augusta, fuera de su recinto, en un paraje solitario sobre las riberas del Ebro, en las altas horas de la noche, meditaba sin duda en lo gigantesco de su empresa; se hallaba angustiado con la dificultad que ofrecia en una ciudad gentílica y que Augusto hiciera suya arraigando las preocupaciones y el culto de los dioses: quizás volviendo los ojos al cielo pidiera auxilios al Salvador, y Dios en vez de enviarle un ángel, le envió á su misma Madre, para que con milagro tan estupendo continuase su predicacion lleno de fe y de confianza. Un español osado y valiente quemó las naves en que arribára á las costas de Méjico, para que sus tropas, viendo imposible la vuelta, se entregasen con ardor á la conquista. La Madre de Dios se presenta á Santiago, le lleva su imágen, ordena la fundacion de un templo, y con

la entrega de una prenda tan preciosa, planta el estandarte de la fe católica en medio de una region, que para ella debia conquistarse; establece una fortaleza mística que no sería ya dable abandonar; en una palabra, toma posesion solemnemente para Cristo, de una tierra que antes era el patrimonio de la supersticion. Nada de irregular ni de absurdo vemos en tan milagroso acontecimiento; por el contrario, hallamos en él adoptado un medio poderoso para la propagacion de la fe; un milagro que tenia un objeto santo, útil, quizás necesario, que si lo hallamos conforme á las reglas de la economía y prudencia humana, no podemos suponerlo ajeno de las grandiosas miras de Dios para continuar la regeneracion del universo.

El célebre Augusto Nicolás, que escribió los Estudios filosóficos del Cristianismo, los continuó, ó por mejor decir los completó, escribiendo tambien sobre la Vírgen: de él hemos copiado esas palabras elocuentes, en las que dice que no quedó en vano sobre la tierra despues de la ascension de su Hijo, y que tenia que hacer una obra capital, la de la fe cristiana. Presentándonos á María como testigo fundamental de esta fe, se eleva á consideraciones sublimes, y citando á un autor piadoso, exclama que la voz de Maria es la del Espíritu Santo, y que en todo cuanto necesitaba de suplemento ó confirmacion recibieron aclaracion los Apóstoles, aclaracion de la santa boca de la Vírgen, como fiel intérprete del Espíritu de verdad (1).

La venida en carne mortal á Zaragoza ¿ofrecerá dificultades á los ojos del que reflexione sobre la mision de la Vírgen en la tierra? ¿Se extrañará que la que con justicia ha recibido el dictado de co-redentora, apelase á ejecutar un milagro para extender los frutos de la redencion sobre un pueblo? El que haya leido las consideraciones de Au

(1) AUGUSTO NICOLÁS: La Virgen Maria segun el Evangelio, pagina 168.

gusto Nicolás se hallará más dispuesto á creer, porque verá en la Vírgen no solo un testigo, sino un apóstol.

CAPÍTULO III.

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Observaciones sobre la naturaleza del hecho de la tradicion de la venida de la Vírgen en carne mortal á Zaragoza, que disponen á prestarle crédito.

No puede menos de reconocerse que ni se opone á la fe católica, ni á las buenas costumbres, ni á la razon, ni á la historia esta piadosa creencia. Siendo esto así, podrémos exclamar con un autor juicioso, ¿qué consiguen los críticos con turbar la piadosa fe de los fieles? Y nosotros podrémos añadir ¿qué provecho resulta de destruir esta creencia tan inveterada? ¿Se mejorará por ello la sociedad? ¿ resultará algun beneficio de que los zaragozanos no tengan este consuelo? Nosotros no encontramos ventaja ninguna en que se destruya este concepto universal y se combata á título de preocupacion; por el contrario, echar á tierra esta creencia introduciria ese pirronismo fatal, esa duda maléfica, que es el cáncer de la sociedad moderna.

Además ¿cuál es el fundamento de la duda? Presunciones, conjeturas, juicios más ó ménos arbitrarios, argumentos más ó ménos sutiles. La tradicion aragonesa tiene á su favor tambien los mismos elementos y además hechos: una efigie, una columna, una capilla suntuosa, un templo magnífico; el testimonio de varias generaciones; las bulas de varios pontifices; las preces y los breviarios; las fundaciones; escritores numerosos. A lo ménos tales. elementos producirán una duda; concedámoslo si se quiere, pero áun entonces la fe tendrá una ventaja, y es la de la posesion. Sabido es el principio de derecho que establece que en la duda es mejor la condicion del que posee; y

la tradicion de la fe aragonesa posee, está viva y no muerta, y se halla unida á objetos materiales y visibles.

¿Qué verdades históricas tendrán tantos apoyos como la de NUESTRA SEÑORA DEL PILAR ¿A esto se agrega la doctrina del gran padre de la Iglesia S. Agustin, el cual atendiendo á las particulares tradiciones de varios lugares, pone como regla general, como regla salubérrima, que si no son contra las buenas costumbres, ni expresamente contra la fe católica, se les deje en su buena fe y no se les perturbe, mayormente cuando contribuyan á santificar la moralidad, á emprender una vida mejor (1). A esta clase pertenece la tradicion del PILAR; cabalmente con ella se excita el fervor de los fieles para adherirse con más empeño á la observancia de la virtud.

CAPÍTULO IV.

Motivos especiales para que la Vírgen visitase á Santiago.

Nos figuramos que no faltarán algunos que dirán en su interior: ¿qué razon habia para que la Virgen visitase á Santiago y le diese una prueba tan insigne de predileccion? Si era porque se ocupaba en el sagrado ministerio de predicar el Evangelio, igual deferencia merecian los demás Apóstoles que se consagraban á la misma obra. Semejante objecion nos presta mérito para desenvolver las excelencias del apóstol Santiago el Mayor, que era uno de los discípulos más queridos de Jesucristo.

Santiago era deudo del Salvador; S. Pedro, S. Juan

(1) Copiaremos las palabras citadas. S. AGUSTIN, lib. 1. Inquis. Januarii, cap. 8. In his, quæ varie per diversa loca servantur una hæc saluberrima regula tenenda est, ut scilicet quæ non sunt contra fidem, neque contra bonos mores et habent aliquid ad exhortationem vitæ melioris, ubicumque institui videmus, vel instituta cognoscimus, non solum non improbemus, sed etiam laudando et imitando sectemur.

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