siente en provecho suyo vivir como desterrado en el mundo..... ¿Quién no conoce á nuestra Señora del Bosque, ó sea á la que tiene su mansion en el hueco de un añoso espi ó habita en la mohosa capillita de la fuente? Esta imágen es muy venerada en la aldea á causa de sus milagros. Muchas matronas os dirán que se han menguado sus dolores de parto al invocar el patrocinio de la bondadosa María del Bosque. Las jóvenes que perdieron sus prometidos esposos, reconocieron sus almas en este lugar solitario, y se figuraron oir los sonidos de su voz en el murmullo de la fuente. Nada más natural que esta Santa del Bosque hiciese milagros tan dulces como los musgos entre que habita, y tan encantadores como las aguas que la cubren.»> ¿No podrémos aplicar estas reflexiones á la devocion de NUESTRA SEÑORA DEL PILAR? ¿Cuántos padres y madres afligidos no encuentran consuelo al pie de su columna? ¿Cuántos jóvenes no se purifican en ese templo, y salen con brios para renunciar á los vicios y emprender el camino de la virtud y no desmayar en su ejercicio? La VÍRGen del PILAR es, pues, una fuente de bienes morales. Los aragoneses, y con especialidad los zaragozanos, tienen en ese templo un remedio perenne para sus pesares, una esperanza viva y contínua; y para decirlo de una vez, un venero de felicidad ó á lo menos de consuelo. Si su creencia fuere errada en cuanto á la historia, no lo sería en cuanto al culto que tributan á la Madre de Dios representada por una imágen veneranda. CAPÍTULO II. En qué consiste el hecho que se cree por tradicion sobre la venida en carne mortal de nuestra Señora á Zaragoza.— Grandeza de este hecho. Antes que entremos á presentar las pruebas de esta tradicion, de esta creencia universal que atraviesa los siglos sin menoscabarse, y que pasa entera y vigorosa de una á otra generacion como un depósito precioso, es preciso que fijemos los hechos: que veamos qué es lo que se cree y lo que se tiene por cierto. No podré reducir á menos palabras este punto que á lo que lo redujo nuestro ilustrado compatriota Aramburu en la obra citada en el prólogo. «Es constantísima tradicion, recibida y contestada no solo en esta ciudad, sino tambien en toda la Europa y áun fuera de ella, que en el año 40 de Cristo, nuestro Redentor, dominando el Imperio Romano y á esta dichosa ciudad de Zaragoza, entonces su colonia, Cayo Calígula, y estando predicando el Evangelio en esta misma Ciudad Augusta el apóstol Santiago el Mayor, á tiempo que oraba con sus discípulos á las orillas del Ebro á media noche del dia 2 de Enero (1) (segun piadosa opinion), se le apareció llena de majestad y acompañada de muchos ángeles, que le cantaban diversos motetes de alabanza, en carne mortal, María Santísima, Madre de Dios, reina del cielo y amparo de los pecadores, trayendo algunos de los espíritus angélicos á su sagrada imágen, que hoy con tanta felicidad veneramos, y á una columna de jaspe: y que le mandó al Apóstol que en aquel lugar dedicase á Dios una capilla á honor suyo, y colocase (1) La Venerable Madre Maria de Jesús de Agreda: part. III, libro 7, cap. 27, núm. 358. en ella aquella devota efigie sobre la columna, prometiéndole su proteccion para esta ciudad, para este reino y para toda España, y duracion de aquel propiamente su prototipo (por ser su primer ejemplar), y del PILAR y la fe católica en esta afortunada poblacion; y al momento el santo Apóstol, ayudado de sus discípulos, erigió una pequeña capilla de ocho pasos de ancho y diez y seis de largo, en la que colocó el sacrosanto simulacro sobre la columna. >> El P. Dr. D. Joaquin Navarro, de la Compañía de Jesús, ex-catedrático de Prima de la Universidad de Alcalá, en una obra que imprimió en Madrid en 1762, y que tituló La Hermosura sin lunar, cual es la del alma y cuerpo de María Santísima, significada en su vida, escrita en estancias segun la reveló la Señora á su sierva la M. María de Jesús de Agreda, describió la aparicion en versos regulares para la época, y á continuacion los copiamos. En el repartimiento Del mundo, tocó España á Santiago, Era parto de luz al firmamento: Del Ebro en las orillas hizo asiento, Y la gran Zaragoza De tanto Apóstol goza, Preparando ya el cielo en sus orillas Teatro para eternas maravillas. En la otra estancia habla del llanto de los hebreos, y luego sigue: Este profundo llanto Desagravia à las márgenes del Ebro Las celestes esferas Ve que se alegran, y con ansia fina En palmas llevan la Sion divina. Envanecen el viento Tropas de ángeles bellos, y á porfia En nube de bellezas tomó asiento Y peregrina humana, En cuerpo y alma vino la Señora, Si la tropa dormia De discipulos, Diego, que velaba, Ave Maria, Ave: Y que ella respondia en dulce canto: Resuena en los oidos De los que antes dormian, y despiertos De lo que sienten quedan sin sentidos: A su Maestro claman, Y entre las que derraman Lágrimas del trofeo por despojos, La estrella, luna y sol les dió en los ojos. Miran la refulgente Nube, que à la gran Reina, trono forma, Hablándole Maria? ¡Qué fortuna, qué dicha, qué alborozo! ¡Cómo no mueres ya de tanto gozo! «Mi Hijo, Dios y Hombre, Quiere que en el lugar, que aquí señala, Por que novedad tanta no te asombre, Ha de ser la coluna, Que mis ángeles traen: en este suelo >> Cualquiera que me implore Que en la celeste esfera Se ha fabricado, y en la que aseguro Y sobre ella la imágen de María, Si allá el grande Jacob, fijando una Título, y reverente Anunció templo à Dios; Jacobo ahora Alli mística escala, Aquí se ve la escala verdadera, Que habla á nuestro Jacobo; y placentera, Lugar para su templo le señala: Alli puerta del cielo, que no iguala A la puerta divina, Que aquí con ansia fina Afianza en un hecho sin segundo, La fe y la gloria hasta la fin del mundo. Isaac de bendiciones Llenó á Jacob, diciendo, que el rocio Del cielo le dé Dios, y sin desvío La tierra su grosura y perfecciones: Más alta bendicion, y más blasones De mano de Dios goza; Pues en la tierra virgen, Madre pura, El rocío y sus frutos asegura. Celebren el trofeo De el Ebro, el Tajo con arenas de oro, |