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jestuoso Ayuntamiento; con que ya anochecido, llegó la imágen á su casa, donde en un novenario se ponderaron sus grandezas. Hubo tambien toros en la plazuela que llaman de Lavapiés. El interés del giro (en que se corrieron los toros), que fué copioso, destinó Madrid, por ser suyo, para la fábrica de la capilla. Los cofrades y otra gente particular corrieron cañas en seis cuadrillas de diferentes colores. >>

El P. Palacios, al hablar de este suceso, dice que nuestra tradicion movió á Zaragoza y á Madrid, y pretende que NUESTRA SEÑORA DEL PILAR recompensó estos obsequios haciendo que el año siguiente se rindiese Barcelona el dia 12 de Octubre de 1652 (dia de la festividad del PILAR), despues de un asedio de catorce meses mandado por el infante D. Juan de Austria (segundo de este nombre).

En 9 de Febrero de 1675 ordenó Clemente X que en memoria de la aparicion se hiciese procesion general, de igual solemnidad á la del dia del Corpus, en el dia 12 de Octubre (1), y estableció la union de las dos iglesias en el mismo año en la forma que diremos.

D. Juan de Austria II favoreció mucho al PILAR, y habiendo muerto en 17 de Setiembre de 1679, mandó que su corazon se depositase en la capilla de nuestra Señora, por disposicion especial de su testamento.

A instancia de Doña María de Austria, tutora de su hijo Cárlos II, y despues á instancia de este, dió Clemente X la bula en que estableció un solo Capítulo con residencia alternativa entre las dos iglesias, etc.

Habiendo sacado la armada de Cádiz el 22 de Diciem bre de 1678 el general Marqués de Villafiel, fué tal el viento que el 24 llegó al cabo de San Vicente, y parte de

(1) P. ZARAGOZA, pág. 194, que cita el archivo de la Sco, legajo II, núm. 15, est. 8.

los buques dió vista á Vigo, cuyo puerto no pudo tomar: viendo desarbolada la Capitana, invocó la proteccion de MARÍA SANTÍSIMA DEL PILAR, y llegó á salvamento en Oporto, sin que se perdiese ningun buque. El Marqués y la tripulacion cumplieron el voto, y enterado el rey D. Cárlos II, escribió al Cabildo de Zaragoza para que en hacimiento de gracias cantase un Te Deum, y en Madrid, el 24 de Abril de 1679, se ejecutó una procesion llevando á la VÍRGEN DEL PILAR del hospital de Aragoneses, en el que el año anterior, 1678, se habia celebrado la dedicacion á nuestra Señora de Monserrate.

En 9 de Junio de 1680 concedió Inocencio XI indulgencia plenaria á los que asistiesen á la fiesta de la VIRGEN DEL PILAR.

En las Córtes del Reino de Aragon de 1680 se resolvió se pretendiese de Roma oficio propio de la VIRGen del PiLAR con la historia de esta aparicion, lo que se ejecutó con súplicas del Rey, Arzobispo y Cabildo (1).

El dia de Santiago de 1681 se colocó, por mano del señor arzobispo D. Diego Castrillo, la primera piedra en el nuevo templo del PILAR, comprendida en él la Santa Capilla.

SIGLO XVIII.

En este siglo principió Felipe V su reinado renovando la gracia de la encomienda de Alcañiz á favor de la fábrica, gracia que concediera Cárlos II y que espiraba entónces.

En 1704 Felipe V, varios arzobispos, obispos y universidades, como tambien en los años 16 y 19 de este siglo repitieron las súplicas para la concesion de rezo, que se otorgó para la fiesta de la dedicacion de dichas iglesias en 7 de Agosto de 1723.

(1) El archivo de la Seo.

La Universidad de Zaragoza, como que habia promovido esta gracia, acordó varios festejos que fueron objeto de un libro que escribió el P. F. Tomás Magdalena, con el título gongorino de Aliento fervoroso, respiracion festiva, voz sonora y culto circunstanciado. Entre ellos se menciona un certámen literario, del que se copian varias composiciones, de las cuales trasladariamos algunas si no hubiesen de abultar mucho nuestra obra.

En 1717 se concluyó el templo nuevo, y con este motivo y la traslacion del Santísimo, se celebraron fiestas. El cronista de ellas fué el P. Hebresa.

Publicada la parte VI de la Historia de España por D. Juan Ferreras en 13 de Marzo de 1720, Felipe V mandó suprimir tres hojas, en las cuales se intentaba presentar como incierta la historia de NUESTRA SEÑORA DEL PILAR, Y concedió decreto para instituir una fraternidad con el título de Esclavos de la venida de María Santísima sobre el Pilar de Zaragoza, en la que se inscribió S. M. la Reina y el Príncipe de Asturias, imitándoles toda la nobleza de Madrid (4).

En este mismo año de 1720 apareció el escrito titulado Exámen de la tradicion del Pilar, que el P. Palacios dice fué sugerido por un alto personaje muy erudito, y más preciado de parecerlo que de serlo, y añade que era de los críticos más rigorosos de esta edad y más cebado de lo que convenia en las apologías de Ejea, Arruego, Aguas y otros, que á mitad del siglo XVII escribieron contra otros empeños de la iglesia del PILAR, como tambien versado en autores extranjeros poco afectos á las glorias de España. Esta produccion, esparcida por Madrid, era de cuatro pliegos y medio; se publicó, como dice el P. Palacios, bajo un binomio fingido.

En 17 de Agosto de 1720 el Inquisidor general mandó

{1-Ukotiola, pag. 108.

recoger este papel, prohibiendo su lectura bajo pena de excomunion y doscientos ducados de multa, permitiendo esforzar tan pia y venerable tradicion.

En 1730 el papa Clemente XII concedió oficio propio para la fiesta de la conmemoracion de MARIA SANTISIMA Del PILAR, y echó el último sello á la verdad de su aparicion, segun el P. Zaragoza, tomo III, pág. 197.

En 4 de los idus de Marzo del propio año estableció el mismo Papa la union de las mensas de entrambas iglesias de la Seo y del PILAR.

SIGLO XIX.

En este siglo, los sitios de Zaragoza y las inolvidables hazañas que en ellos se ejecutaron, prueban la constante fe en la tradicion inmemorial de la venida de la Virgen en carne mortal.

Nos resta manifestar que tanto Su Santidad como el Gobierno han reconocido tácitamente la tradicion del PILAR, toda vez que en el artículo 17 del Concordato de 16 de Marzo de 1851, se establecen veintiocho beneficiados en la iglesia de Zaragoza, ó sean seis más que en Sevilla y cuatro que en Toledo.

CAPÍTULO XI.

Observaciones crítico-filosóficas sobre la falta de documentos claros y esplicitos en los primeros siglos acerca de nuestra tradicion.

En el exámen que hemos hecho, siglo por siglo, de los antecedentes que comprueban la fe aragonesa en los primeros de nuestra era, echarán de menos algunos hombres

demasiado escrupulosos justificaciones evidentes. Si existiesen, replicarémos, ¿para qué se necesitaba la tradicion? Si un juez tuviese una prueba acabada y perfecta de que uno habia hundido el puñal en el seno de su semejante, poca habilidad exigiria el arte de juzgar y de administrar justicia: seria inútil cuanto se ha escrito sobre indicios y pruebas. En el mundo, por desgracia, la verdad no se encuentra comunmente rodeada de un esplendor deslumbrante: los frutos tienen tambien su cáscara y es preciso romperla: la fe es, como dice el Apóstol, rationabile obsequium. Para creer es preciso tambien discurrir y valerse del entendimiento, y muchas veces atravesando la oscuridad que se presenta al principio, se llega á la region de la luz. Por medio del telescopio, algunos astrólogos modernos han descubierto estrellas donde solo parece que habia nieblas.

El crítico piadoso tambien encontrará motivos para que falten datos luminosos históricos acerca de nuestra tradicion en los primeros siglos, y no los echará de menos, si considera que, como antes hemos manifestado, antiguamente se escribia poco, y menos sobre lo que se creia imperecedero en la memoria de los hombres.

¿Apuntamos nosotros los nombres de nuestros padres, los de nuestros hijos? ¿Estampamos en nuestra cartera, ó libro de recuerdos, otras cosas que las que no hieren profundamente nuestra imaginacion? Si pues esto es así, el estupendo milagro de haber venido en carne mortal María Santísima á Zaragoza no era necesario que se escribiese.

Pero áun cuando se nos contestase que este milagro debia por su magnitud haber llamado la atencion y trascendido á todos los escritos, volveríamos á replicar que la situacion de los primeros cristianos no era para escribir mucho. Si su persona necesitaba ocultarse, tambien sus escritos, que como cuerpo de delito podian emplearse en su perdicion.

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