Imágenes de páginas
PDF
EPUB

paciencia para leer las disertaciones inconmensurables que contienen algunas sobre puntos que es indiferente saber o no; esas cuestiones prolijas sobre cosas nada importantes, que prueban la sencilla y candorosa fe de los antiguos, representada en algunos escritores, al paso que la falta de critica de otros, ya que no su poca discrecion, y la inoportunidad de acumular un fárrago indigesto de erudicion profana y sagrada, cuando no era necesaria.

Lo peor de todo es que pocas de estas obras tienen lo que debian tener, al paso que abundan en superfluidades y amplificaciones, hijas de un celo exagerado y de una religiosidad

nimia.

Así es que muchos y sobre todo los extranjeros, habituados á la investigacion en todos los países que recorren, vienen llenos de curiosidad á visitar el templo de NUESTRA SEÑORA, á inquirir sus antiguedades y á reconocer y examinar los fundamentos de nuestra creencia; y desgraciadamente no hallan medios de satisfacer, á lo menos prontamente, sus deseos, de suerte que vuelven á su país con ideas generales y vagas, ó con nociones equivocadas. Y todo por falta de una historia que diga lo que debe decir, que no omita lo que sea digno de mencion, que sirva de manual al viajero, de materia de estudio al hombre reflexivo y de pasto agradable al devoto.

Hasta ahora no he encontrado obra alguna que pueda servir para el objeto. El libro de Luis Lopez, intitulado Pilar de Zaragoza era, segun suponia yo, el que podia servir de manual; pero lo lei y quedó desvanecida mi ilusion: vi solo un comen-tario de la historia que se atribuye al obispo Tayon.

La historia de D. Antonio Fuertes y Viota, á lo que recuerdo, viene á ser como las otras, y además se halla con dificultad; y aunque menos rara la que dió á luz el P. Murillo, titulada Fundacion milagrosa de la Capilla Angelica del Pilar, sin embargo de lo bien escrita que está, por su extension y otras razones no conduce al propósito, como tampoco la relacion en

verso ó traduccion de la atribuida á Tayon, que publicó en 1593 en Zaragoza D. Miguel Diez de Aux.

¿Quién puede tomar en sus manos el libro llamado Compendio de los milagros de nuestra Señora del Pilar, recopilados por el Dr. D. Félix Amada, canónigo de la Metropolitana del Pilar, publicado en 1680, sin que se vea obligado á reconocer que tampoco llena el objeto apetecido?

No me detendré á examinar otras obras, contentándome con manifestar que la historia más adaptada á la época actual, y de la que he tomado cuanto he creido conveniente, es la que estampó D. Manuel Vicente Aramburu y Lacruz al frente de la relacion de las fiestas, que se hicieron en 1766 con motivo de la ereccion y descubrimiento del nuevo tabernáculo. Se apellida Historia cronológica de la Santa, Angélica y Apostólica Capilla de nuestra Señora del Pilar de la ciudad de Zaragoza, y de los progresos de sus reedificaciones, y relacion panegirica de las fiestas que celebró esta ciudad con el motivo indicado anteriormente. Este libro comprende 445 páginas en 4.o, y 240 se refieren á las fiestas, de suerte que solo 175 son las que se consagran á la historia. Seguramente que no hubiera estado mal su reimpresion, y áun estuve, por atender á la urgente necesidad de vulgarizar ciertas noticias, por excitar á algun impresor á que la hiciese; pero despues me pareció mejor escribir una historia nueva, porque la que acabo de reseñar no es completa, toda vez que el objeto del escritor fué principalmente dar noticia de la capilla antigua y moderna, refiriendo la historia de una manera incidental y sucinta.

Si el P. Murillo hubiese vivido en nuestros dias, hubiera escrito con más laconismo, se hubiese desentendido de ciertos argumentos, que en nuestra época no se necesita sino indicar, y hubiera llenado completamente la idea. De todos modos su Historia de la fundacion milagrosa de la Capilla Angélica del Pilar es un tesoro preciosísimo, una mina riquísima de la que he extraido materiales de suma utilidad para la formacion de

mi trabajo. Por los trozos que copio, se verá que el estilo de este religioso era elegante, claro y muy propio de un historiador.

No se crea que al hacer esta breve enumeracion de las historias del Pilar, y manifestar mi concepto acerca de su insuficiencia en la actualidad, procedo con ligereza. Con satisfaccion he visto que mi opinion se halla confirmada con un voto respetable. Mi paisano y compañero el Sr. D. Vicente de Lafuente (1) echa de menos una apología documentada acerca de la tradicion de la venida de la Virgen á Zaragoza, y no la echaria de menos si considerára que hubiese una historia bien hecha (2).

Era, pues, en mi concepto indispensable escribir una historia nueva, adoptando un método que uniese á la brevedad la dilucidacion de varios puntos que no pueden omitirse en las circunstancias en que vivimos. Este método debia consistir en referir con sencillez los hechos sin usar de un lenguaje apasionado y panegirico, del que adolecen por lo comun casi todas las historias, recargadas, más que la del P. Murillo, de textos, interpretaciones sutiles, y atrevidas aunque piadosas suposiciones.

Los hechos era necesario fundarlos, y para esto era preciso valerse de erudicion, pero con sobriedad y sin pedantería, y evitando ese misticismo y piedad exagerada y falsa que, pretendiendo sacudir como un freno ignominioso la razon, previene desfavorablemente contra una causa justa, cual es una tradicion, el ánimo de algunos lectores. Yo, pues, con la razon, con la lógica, con una crítica justa, voy á examinar los hechos y á trazar la historia de NUESTRA SEÑORA DEL PILAR, presentando

(1) Historia Eclesiástica de España, tomo I, pág. 37.

(2) Esto no impide que tributemos el elogio que con justicia merecen las disertaciones que se hallan en las págs. 559 y siguientes del tomo I de la Historia Eclesiástica de Henrion, publicada por D. Epifanio Diaz Iglesias Castañeda.

franca y confiadamente mis raciocinios: raciocinios que aceptará la buena fe, y que si los rechaza la incredulidad, es porque la incredulidad lo desecha todo, cuando no conviene á sus fines y tendencias.

No abrigo la vana presuncion de haber ejecutado el concienzudo trabajo que exigia el ilustrado D. Vicente de Lafuente; pero viendo que el tiempo corre, que los libros antiguos desaparecen, que la memoria de ciertos hechos se borra, que por hacer una cosa muy buena no se lleva á cabo una útil; que no todos tendrán la proporcion ni la paciencia que yo de haber registrado tantas obras sobre esta materia, ya por mi natural aficion á las investigaciones penosas, ya por la circunstancia de haber defendido en varias ocasiones el patrimonio de la Virgen, aunque quizás no sea la persona más apta entre las muchas ilustradas y notables que contiene Zaragoza, he emprendido este trabajo, que tiene tres objetos: 4.°, el de proporcionar pábulo á la piedad confirmando á los creyentes en la devocion de NUESTRA SEÑORA, y producirla quizás en los que no la tienen: 2.o, ilustrar este punto histórico con la mayor copia de noticias que me sea dable allegar: 3.°, el de reunir datos que van desapareciendo, y que pasado algun tiempo sería difícil y algunos imposible reunir (1).

Un principio de patriotismo ha enardecido asimismo mi corazon. Zaragoza, la inmortal Zaragoza, mi patria, va creciendo en esplendor y en riqueza. Al lado de los ferrocarriles y de las mejoras materiales, quiero enaltecer una de sus riquezas morales, una gloria santa, que será sin duda contemplada con más detenimiento por los hombres pensadores á proporcion que

(1) Otro objeto me proponia tambien. En tiempos de agitacion la tendencia de las ideas predominantes y la facilidad del recurso impelen á echar mano de los bienes de la Iglesia, y de todo cuanto con ella tiene alguna relacion; pero no dejan de establecerse excepciones, que siempre han comprendido al PILAR. Por eso un libro de esta especie es una historia para los fieles, un documento precioso para defensa, y el suplemento de escrituras y papeles.

consideren la necesidad de elevar el espíritu cuanto más se da importancia á la materia. Junto al alcázar de la Aljafería y en el recinto del Arrabal se verán las estaciones de los ferrocarriles, que conducen los cuerpos á todas las partes del globo; pero en las márgenes del Ebro verán tambien ese santuario magnífico, donde las almas se elevan en dulce contemplacion al cielo. Zaragoza va á ser una ciudad opulenta, sin dejar de ser piadosa. Tenga, pues, la historia de su regeneracion espiritual, de la primacia que debió á la Virgen, de su adopcion por la Madre de Cristo.

No han contribuido poco á mantenerme en este propósito y á no desmayar en este rudo trabajo los singulares favores que he debido á Dios en la conservacion de mi salud y la de mi familia: el ver la ferviente devocion de nuestra bondadosa Reina y de su augusto Esposo, que á impulsos de esa devocion han dado á una de las Infantas el dulce nombre de PILAR. Cuando los Reyes creen, es preciso patentizar los motivos de su creencia y ensalzar el ejemplo.

A un mismo tiempo pongo en las aras de la Religion mi trabajo, y lo pongo como una ofrenda á los pies del trono de nuestros Reyes: lo envio como una prenda de amor á mi patria, y como un testimonio de consideracion al Excmo. é Ilmo. Sr. Arzobispo é Ilmo. Cabildo, que me significaron su satisfaccion al saber que iba á constituirme en historiador de NUESTRA SEÑOR A DEL PILAR.

Volviendo ahora á hablar del método que adopté, creo del caso manifestar que dudé largo tiempo si deberia escribir una obra enteramente crítica, en que se debatiese la tradicion, se analizasen sus motivos y se discutiesen con una minuciosa proligidad, ó si me limitaria á narrar y compendiar cuanto se ha dicho; pero despues de un maduro exámen me ha parecido lo mejor seguir un sistema misto, como he manifestado al principio, á saber: narrar los hechos, fundarlos, aprovecharme de cuanto se ha dicho, modernizarlo, hacerme cargo de las dificul

« AnteriorContinuar »