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Vista esterior del templo de NS del Pilar tomada del otro lado del Rio Ebro.

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desgracia que no se haya concluido por este estilo como podria haberse efectuado.

El P. Hebrera, en su Relacion citada de las fiestas, da noticias más circunstanciadas (pág. 42). Dice que la longitud exterior del templo es de seiscientos sesenta y cinco palmos, y su latitud trescientos cuarenta y cinco: que todo el templo tendrá doce columnas áticas, proporcionada su robustez al peso gravísimo que han de sustentar que ocho tienen veinte palmos de diámetro y treinta las cuatro, que como Atlantes del cielo de tan sagrada mole, han de sostener la cúpula ó cimborio: que la longitud de la nave principal es de quinientos sesenta y cinco palmos y la latitud ochenta y cinco : que las laterales son de menor latitud (de sesenta palmos), pero de igual longitud, añadiendo á estas dimensiones el fondo de las capillas, que es de cuarenta palmos de diámetro: que la sala capitular es de cincuenta y cinco palmos de longitud y cuarenta de latitud: la sacristía de ochenta y cinco de longitud y cuarenta de latitud, y la sala de oracion de sesenta y ocho y cuarenta. Que el templo por la parte oriental y occidental ha de tener dos espaciosas calles, que den paso desde la plaza al rio, de manera que quede el templo en isla perfecta, sin tener nada agregado á él, sino antes bien sumamente desembarazado, dejándose ver por sus cuatro partes con tal hermosura, que causará admiracion.

La planta de este templo llevaba la idea de colocar dentro de él la Santa Capilla (como se colocó en la sexta nave trasversal), y al hablar Aramburu de la parte posterior de la misma dice que aún se espera que esta fachada con el tiempo sirva de altar mayor para el templo, y áun por eso en el medallon de su centro se ha de colocar (como ya se halla colocado actualmente) el mismo misterio que hay por titular ahora, pues aunque el altar mayor es de alabastro, y de muy buena y no antigua escultura, impide la vista del tabernáculo desde lo más principal de

la iglesia, y como está á poca distancia, le quita el lucimiento, lo cual y la mayor magnificencia con que quedará el presbiterio para las funciones sagradas, se tiene por justa causa para poner en ejecucion este pensamiento.

Seguramente, cuál no sería la grandiosidad de este templo, si se construyesen las cuatro torres en los cuatro ángulos: si en el centro del lienzo de pared del edificio se colocase una magnífica portada, evitando que desde la puerta se vea, como ahora se ve, la efigie de la Virgen! ¡Qué sorpresa no causaria descubrir desde el centro del templo, y áun mejor desde uno de sus extremos, el tabernáculo de nuestra Señora, que ahora parece que se halla ahogado sin que la vista pueda descubrir sus bellezas! Esperemos que con el tiempo se harán estas y otras mejoras. El progreso de que se vanagloría la actual generacion, llegará algun dia hasta las obras destinadas al culto y á la piedad. El hombre no puede engrandecerse sino en el seno de la religion.

CAPÍTULO VIII.

Del altar mayor de la catedral del Pilar.

Muy razonable parece que habiéndose erigido el templo grande con motivo de la devocion de la Virgen hayamos tratado de él, siendo una consecuencia forzosa y natural asimismo que no omitamos hacer mencion de aqueHlas obras que lo hermosean.

En este número contamos el altar mayor que, como dice Ponz, aunque en su disposicion y ornatos de arquitectura es gótico, contiene obras de escultura muy dignas de todo aprecio. Su materia es alabastro en la mayor parte, y se ajustó la obra con el maestro Damian Forment, valen

ciano, el año de 1509. Lo costearon con diferentes cantidades los reyes D. Felipe y Doña Juana, contribuyendo tambien Doña Beatriz de Lanuza y Pimentel, vireina de Sicilia.

Por un manuscrito que dejó D. José Martinez, natural de esta ciudad (1), pintor que fué del Sr. D. Felipe IV y D. Juan de Austria, su hermano, se viene en conocimiento de que Damian Forment hizo sus estudios en Italia, siguiendo el estilo de Donatelo, gran dibujante, historiador y diseñador en figuras de magnífica grandeza, consideradas sus actitudes con terrible resolucion y manejo.

La escultura principal de este retablo está compartida en tres nichos en el de en medio se ve representada la Asuncion, casi de todo relieve, siendo algunas figuras de trece palmos, y otras de más, de mucha expresion cada una de ellas; y es muy particular en esta línea la de Santiago. Las de los lados representan el nacimiento y la presentacion del Niño Dios en el templo, de la misma materia de alabastro. Es indecible lo que hay de labores y figuras en el basamento y en lo demás del retablo.

El expresado Martinez dejó el manuscrito que queda referido á mediados del siglo pasado (el XVII, pues Ponz escribe en 1788) y lo intituló: Discursos del nobilísimo arte de la pintura; y hablando de esta obra, dice que muchas tenia vistas en tal disposicion, pero no otra igual; que se acabó en 1515, y que costó nueve mil escudos de oro, que son diez y ocho mil ducados, y añade, que no se hubiera hecho en su tiempo, aunque se gastára otro tanto.

Forment fué, en concepto de Ponz uno de los mayores escultores que tuvo España en aquella edad de la resurreccion de las bellas artes. Cualquiera que mire con inteligencia y reflexion la obra referida conocerá esta verdad;

(1) Este manuscrito habia desaparecido, y yo tuve la felicidad de enContrarlo y hacerlo imprimir, siendo Secretario de la Academia de Bellas Artes de S. Luis en Zaragoza.

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