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dad, que el marqués de la Pezuela, sin figurar entre los progresistas, miraba la esclavitud, propiamente dicha, con el horror que inspira á todo buen cristiano, y que para llenar en esta parte las miras y los deberes del Gobierno, acaso no tenia mas que seguir los impulsos de su noble y humano corazon.

Fué pues á la isla de Cuba resuelto á reprimir el infame tráfico de carne humana; pero sin que ni siquiera pasase por su mente atacar la propiedad existente al contrario, creyó que un proceder leal y enérgico en esta parte, podria servir para consolidar lo presente y asegurar el porvenir de la Grande Antilla, y la esperiencia: demostró que no se habia equivocado, pues el gobierno inglés desistió de ciertas gestiones, al tocar que se proeuraba el cumplimiento de los tratados. El general Pezuela, sin dejar de ser cristiano y caballero, no ha profesado nunca doctrinas abolicionistas, porque no se eseapan á su clara inteligencia los inconvenientes de una. repentina emancipacion, así respecto de los amos como de los esclavos. Los metalizados negreros tuvieron sin embargo gran empeño en persuadir lo contrario, y en propalar voces que tendian á confundir los sentimientos que alberga todo corazon noble, con las peligrosas miras de los abolicionistas.

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No era posible que gustase á los empleados de Real Hacienda el nombramiento de superintendente, que habia recaido en el marqués de la Pezuela: á los unos por espíritu de cuerpo, á los otros porque previeron que no podrian continuar en los ágios, atendida la severidad de

principios del nuevo superintendente, y la eficacia con que suele llenar los cargos que se le confian.

Tampoco tomaron á bien los marinos tener por jefe superior á un general de otra arma, por muchas que fuesen sus prendas, y acaso sentian perder el esclusivismo con que hasta entonces habian procedido (1).

Apenas se supo el nombramiento del general Pezuela, se le hizo una guerra sorda en la misma corte. El teniente general D. José de la Concha habia ofrecido volver á la isla de Cuba (2), y para lograrlo, convenia hacer una guerra de emboscadas á los generales que obtuviesen aquel mando. Así es que El Diario Español que se consideraba subpeditado por los Conchas, no osando atacar directamente al general Pezuela, empezó á difundir ideas contra algunos de los que debian acompañarle, al propio tiempo que se escribian á la Habana cartas para ir preparando los ánimos contra la autoridad que debia regirlos. Llegó la villanía hasta el estremo de suponer que el conde San Luis tenia acordada con el gobierno inglés la abolicion de la esclavitud, mediante algunos millones que pensaba apròpiarse, y que el marqués de la Pezuela, por sus filantrópicos sentimientos, era el instrumento elegido para realizar el plan.

Con tales antecedentes, que desgraciadamente son muy positivos, es fácil comprender cómo estaban los

(1) El general Bustillos hizo dimision de la Comandancia general del Apostadero de la Habana el mismo dia que tomó posesion del mando de la isla el general Pezuela, y al través de los encomios á este, se veia lo poco que habia gustado á los marinos la innovacion.

(2) Diario de las sesiones, pág. 2337.

ánimos á la llegada del general Pezuela á la isla de Cuba (1). Sin embargo, si no fué recibido con entusiasmo ni festejos, tampoco se observó una notable frialdad. Sus finos modales, su agradable trato y su clara inteligencia le valieron pronto las simpatías de los que le trataron en los primeros dias; pero estos no fuéron tantos como hubiera sido de desear.

Era costumbre que los capitanes generales saliente y entrante dirigiesen una alocucion al pueblo y otra al ejército; pero el marqués de la Pezuela no lo hizo, sin duda porque no le gusta anticipar conceptos, y ménos ofrecer lo que no sabe que podrá cumplir. Siempre caballeroso, no quiso influir en la suerte de nadie, ni llevar esa retahila de jefes y empleados con que han ido otros, y se limitó á los puramente indispensables, los secretarios, los ayudantes de campo y el brigadier D. Ramon Conti. Por la misma razon no separó á nadie de su destino por sospechas anteriores, sino que quiso cerciorarse por sí mismo de los que eran malos servidores de S. M. Esto hizo que estuviese en observacion en los primeros dias de su mando, y que apénas tomase medida alguna, sin embargo que no descansaba un momento para ponerse al corriente de la multitud de heterogéneos negocios que debia dirigir.

Lo primero de que se ocupó fué del arreglo de la Hacienda. Se decia que eran escandalosos los ágios que se habian cometido en épocas anteriores, que el contra

(1) Téngase presente que fué nombrado el 23 de setiembre y que tomó el mando el 3 de diciembre, lo que dió lugar á preparar los ánimos.

bando habia enriquecido á muchos comerciantes de mala fe, en perjuicio del Erario y de los de buena fe, y á no pocos empleados, algunos de los cuales hacian alarde de sus robos, pues gastaban públicamente el triple del sueldo que gozaban. Separó á todos aquellos cuya conducta no dejaba dudar de su falta de probidad, y puso en su lugar á hombres que reunian á la capacidad, el deseo de corresponder á la confianza que se les habia dispensado. El estado comparativo núm. 1.° es el mejor comprobante de lo acertado que anduvo en esta parte.

Al arreglo de la Real Hacienda siguió el de los Emancipados. Los abusos cometidos habian llamado la atencion del gobierno inglés, y era preciso un pronto y eficaz remedio para evitar conflictos. Nuestro amor patrio se resiste á entrar en detalles que por otra parte indignarian á nuestros lectores; pero es preciso decir algo, para que se comprenda cuán patrióticos y humanitarios eran los sentimientos que guiaban al general Pezuela. Una parte de los emancipados, ignoraban que no fuesen esclavos, y se les trataba como tales por muchos patronos. Su número no llegaba á la mitad de los que habian sido aprehendidos, y no pasaban. de cuarenta los que aparecian nacidos de las emancipadas en el espacio de veinte años, cuando era natural que ascendiesen á muchos centenares: Publicóse la orde-la

nanza núm. 2, y se dictaron medidas muy sérias para presentacion de los emancipados, y sin embargo de la falta de datos acerca del número, época de la entrega, nombres de los patronos y lugar de su domicilio, se lo

gró que se presentasen 2,090, y formar en pocos meses un fondo de 79,772 pesos 5 rs., segun consta de la certificacion núm. 3. En la Gaceta de la Habana de 27 de julio de 1855 (núm. 4), aparece que una gran parte de esta cantidad fué invertida en cosas ajenas de lo prevenido en el artículo 19 de la ordenanza (1), lo que podrá dar lugar á justos reclamos. Además se estendieron contratas por duplicado, conforme al modelo de dicha ordenanza, y se tomaron todas las medidas que dictaba la prudencia para evitar plágios en lo sucesivo, y para que los patronos no se tomasen mas facultades que las concedidas por la ordenanza y la razon. Estas medidas, por justas y necesarias que fuesen, disgustaron á muchos de los que poseian emancipados, los que ayudaron luego a difundir ideas que tendian á persuadir que el general Pezuela era abolicionista.

En la circular de 25 de diciembre de 1853, habia recordado para su observancia las leyes que amparan el dominio privado de las fincas rurales» ; de lo que dedujeron los negreros que toleraria la trata ; que no indagaria el paradero de los bozales que se introdujesen en la isla; que una vez en las fincas, estarian á cubierto de toda investigacion, porque lo contrario era, segun ellos, atacar la propiedad que se ofrecia respetar. Se esperaban varias espediciones de Africa, armadas durante el mando del general Cañedo; los armadores interpreta

(1) El artículo 19 de la ordenanza que habia sido aprobada por S. M., establecia que estos fondos debian invertirse en obsequio de los emancipados.

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