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marqués de Aguas-Claras, y D. José de Cintra, dió cuenta de su trabajo, el cual fué leido y aprobado; acordándose certificar con separacion, respecto de la censura del periódico, como en efecto se verificó, y que prévia aprobacion del Excmo. Sr. Presidente gobernador y capitan general, se publique uno y otro documento en la Gaceta Oficial, para general conocimiento; y habiéndose servido S. E. otorgar dicha autorizacion, se insertan de su superior órden los dos referidos atestados, cuyo tenor es como sigue.-Habana y octubre, 2 de 1854. Licenciado, Francisco Flaquer.

El Ayuntamiento de esta siempre Fidelísima ciudad, compuesto de justicia y regimiento, en la forma que mas haya lugar, atesta, certifica y declara : Que el Excmo. Sr. D. Juan de la Pezuela, marqués de este título por nombramiento de S. M., tomó posesion del Gobierno superior de esta ciudad é isla y presidencia del escelentímo Ayuntamiento en 3 de diciembre de 1853, y ejerció estos destinos hasta 21 de este mes, en que entregó el mando por Real órden al Excmo. Sr. D. José Gutierrez de la Concha, su digno sucesor; y durante el gobierno del Excmo. Sr. marqués de la Pezuela, ha habido en esta ciudad y su distrito, la mas completa tranquilidad y sosiego, sin que haya ocurrido la mas pequeña ó momentánea alteracion, ni aun sediciones, motines ó desobediencias de esclavos en las fincas, ni ningun hecho que amenazara trascendencia en la tranquilidad pública.

Tampoco han ocurrido ni se ha oido hablar de hechos de infidencia positivos ni sospechados, ni se ha formado ninguna causa sobre descubrir tramas ó conspiraciones contra el órden establecido, ó la tranquilidad pública.

Ni se ha observado que se aumentaran los delitos comunes y ordinarios.

S. E. atendia con celo y eficacia á todos los ramos del gobierno, y al buen desempeño de sus funciones superiores, sosteniendo el imperio de las leyes, y procurando el mejor servicio de S. M. y bien del país.

Ni para esto impuso ni mandó exigir ninguna contribucion, arbitrio ó derrama nueva sobre el vecindario.

Fiel á las leyes, dejó S. E. á los capitulares en libre uso de su derecho en las elecciones de empleos concejiles que ocurrieron en su tiempo, sin designar directa ni indirectamente ninguna persona, y dejó tambien á esta corporacion la justa libertad de discusion y votacion en todos los acuerdos que pertenecen á sus atribuciones.

S. E. no pudo desconocer la importancia del establecimiento del telégrafo electro-magnético que suprime las distancias, y hace comunicar las palabras con la rapidez del pensamiento, y dió impulsos á esta institucion, estendiendo y aumentando las líneas todo lo posible.

La poblacion de la ciudad requiere un cementerio mejor que el existente, y de S. E. salió el pensamiento de formar otro correspondiente á la grandeza de la Habana, é igual ó mejor que algunos de las principales capitales de Europa, y encargó el desenvolvimiento de esta idea á una comision de personas escogidas que se ocupa de su ejecucion.

No pudo desconocer la perspicacia de S. E., que la grandeza del ilustre descubridor del Nuevo-Mundo, requiere un monumento digno de su memoria: coincide este pensamiento con la mocion que habia hecho antes el Sr. Regidor D. Ramon de Montalvo, y S. E. inventó el medio de llevarlo á efecto, proyectando un gran monumento, y una suscricion universal; todo lo que fué aprobado por S. M.

Tambien quiso S. E. hacer cuanto estuviera de su parte para que la riqueza é industria nacional ostentara sus progresos en la esposicion de Paris, y creó al intento una comision que se ocupa de ese objeto.

Habia muchos años que la Habana, además de tener la zona militar adecuada á sus actuales muros, sufria la calamidad de que hubiese otras dos zonas de servidumbre de no construir, correspondientes no á fortificaciones existentes ó empezadas, sino á dos líneas proyectadas, y de las cuales la eleccion de una escluia la otra ; y estas líneas dudosas causaban el efecto positivo y real de impedir las construcciones en las zonas que á cada una de ellas se atribuía; de modo que las líneas eran hipotéticas, pero las zonas reales y efectivas, con perjuicio de los propietarios y de la estension de la ciudad y aumento de sus edificios, sobre lo que varias veces en distintas épocas, y con aprobacion de los Sres. Gobernadores habia representado este ayuntamiento; y S. E. terminó en lo posible estos inconvenientes, fijando una sola línea, y señalando una zona interior y esterior, y alzando la prohibicion en lo que está fuera de ella; por lo que al poco tiempo empezó á ensancharse la poblacion, y se han propuesto varios planos de repartimiento de terreno, algunos de los cuales ya están aprobados. Con esta medida proporcionó, S. E. un inmenso beneficio, que redunda necesariamente en pro del Real servicio y bien del país.

La guerra declarada entre cuatro de las potencias europeas, y otras vicisitudes mercantiles, produjeron estraordinaria escasez de capitales y fondos en esta plaza; neutralizadas las operaciones mercantiles, se temia que decayera la agricultura, y que hubiese un grande atraso en la riqueza pública: muy pronto conoció S. E. la situacion, y la hizo menos difícil, estableciendo un Banco público de préstamo con pequeño interés, pronto socorro que disminuyó males de tarta consideracion, que restableció el equilibrio en las transacciones agrícolas y mercantiles con grande utilidad del país.

Cuando la magnanimidad de nuestra Augusta Reina (Q. D. G.) se sirvió pronunciar sublimes palabras de consuelo y amor, cubriendo los pasados errores con el generoso manto de la amnistía, la ciudad entera volvió los ojos al Gobernador capitan general, á cuyo juicio y discrecion habia confiado S. M. aplicar los efectos de su Real concesion, y la ciudad entera prorumpió en voces de aplausos y alegría, quedando todos sorprendidos con la noble disposicion del Gobernador y capitan general, que sin pedir consultas, sin someter á discusion la inspiracion de su espíritu, declaró que á todos, sin escepcion alguna, correspondia la amnistía, y que no habia un solo equivocado que fuere indigno de ella, ni peligroso en el país; y esta declaracion será un eterno testimonio de la elevacion de sentimientos, de la valentía de espíritu, y de la nobleza de alma de D. Juan de la Pezuela.

Entonces las madres enjugaron las lágrimas, las esposas abrieron los brazos, los hermanos, los amigos, los convecinos manifestaron su alegría, y se prepararon á recibir los objetos de su cariño. El marqués de la Pezuela venció todos los obstáculos, dispuso suscriciones, empezándolas con su propio dinero, facilitó los medios pecuniarios; y con esta medida, no solo humanitaria, sino eminentemente cristiana y evangélica, la isla y las madres recobraron sus hijos, las esposas sus consortes, y los hijos vieron á sus padres, y las voces de los recien llegados se unieron á las de todos los habitantes para bendecir á Dios, á la Reina y al marqués de la Pezuela.

El Ayuntamiento no podia ser indiferente al regocijo, ni á una medida tan séria y oportuna, aunque se prescindiera de todo sentimiento de humanidad, y se atendiera friamente á sus efectos políticos, y al mismo tiempo que acordó manifestar á S. M. su reconocimiento, dió un voto de gracias al Gobernador Capitan general.

Si faltaron fondos para el sostenimiento de la escuela de maquinaria, de este plantel de mecánicos españoles, que liberta á los hacendados y

empresarios del país del monopolio estranjero, S. E. cedió mas de seis mil pesos de su peculio para continuar y mejorar tan útil institucion.

Y al terminar este su honroso encargo, no solo declara el Ayuntamiento el alto concepto en que lo tiene, sino que le repite la espresion sincera de su gratitud, y por acuerdo del Excmo. Ayuntamiento celebrado en cabildo ordinario de 22 del actual, damos la presente que firmamos, refrendada por el infrascrito escribano teniente de cabildo, en la siempre Fidelísima ciudad de la Habana, á 28 de setiembre de 1854, José Ignacio Echavarría. - José Manuel Espelius.- Simon de Cárdenas. El Conde O-Reilly. José Antonio de Galarraga. — Joaquin Fernandez de Velasco. El Marqués de Aguas-Claras. Montalvo y Calvo. - Ignacio Crespo y Ponce de Leon. — Miguel de Hano y Vega. Matías de Velasco. —Joaquin Muñoz Izaguirre. - José Pedroso. Francisco Javier de la Cruz. Miguel Estorch. Licenciado, Francisco Flaquer, escribano teniente de cabildo.

Francisco José Calderon y Kessel.

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Ramon de

José Cintra.

NÚM. 33.

Gacela estraordinaria de la Habana. -Mártes 15 de agosto de 1854.-Habitantes de Cuba: Noticias alarmantes circuladas entre nosotros con la mentira ó la exageracion acostumbrada por los enemigos de la ventura de este país envidiado, han llegado á perturbaros y á haceros temer por la suerte de los objetos siempre tan caros al corazon de los buenos. Sosegad, pues, vuestros ánimos. Si algunos españoles (los ménos y los peores) pudieron haber concebido un pensamiento irrealizable en el país clásico de la lealtad monárquica, pronto aun ellos mismos se espantaron de su propósito. Tengo las mas evidentes pruebas de que el Trono de la Reina ha sido como siempre la inmóvil roca á cuyo firme pié han ido á estrellarse las olas de las revoluciones, y del cual partirá tambien como siempre la benéfica luz de la regeneracion social y política del Estado. Sea cual fuere pues el poder constituido á estas horas bajo el nombre de Isabel II, ahí teneis la legítima representacion de la patria, y esa es la España que todos adoramos, y á cuyo grito santo responden y responderán eternamente unidas nuestras almas.

Ese grito representa en estos apartados países la religion y las leyes de nuestros padres, la salvacion de todos los intereses públicos y privados, la union, la fuerza, la paz y el vencimiento, si necesario fue

re, de todos nuestros enemigos. Ese grito debe ser la respuesta á los agitadores estraños, y á esas aves de mal agüero, parásitos vergonzantes de los sitios públicos, que gozan de lo que enredan, y viven de lo que maldicen y empozoñan.

Habitantes de Cuba, tranquilizaos: vuestro destino no depende de las agitaciones que las pasiones políticas puedan engendrar en nuestra España. Ese beneficio inmenso disfrutais entre otros sobre las demás provincias de la madre patria, atormentada tantos años por el vértigo perturbador de unos derechos escritos, que casi nunca la han asegu– rado esta paz y esta ámplia y verdadera libertad civil de que gozais vosotros á la sombra pacífica del honor castellano.

Cualquiera que fuere el gobierno de nuestra Reina, su conducta será idéntica respecto de vosotros. La direccion política trazada en este suelo, es el producto de la reflexion de muchos hombres de Estado, y no el capricho de un solo gabinete: es la voz de la justicia, de la conveniencia, de la necesidad; y esa voz será siempre la de cuantos se sucedan en el poder supremo. El perdon y la clemencia con los estraviados, como habeis visto recientemente; la tolerancia suave— mente templada por la justicia; la proteccion á los hombres de bien, y la persecucion á los malos, sin distinciones injustas y odiosas; la fortaleza prudentemente sostenida contra el estranjero desmandado; la lealtad en el cumplimiento de los tratados con los aliados antiguos; y la defensa á toda costa de la nacionalidad española y de los intereses creados en la isla, sin reaccion de ningun género, son y serán la base de esa direccion, llámese de un modo ú otro el destinado á ejercerla entre vosotros.

Entregaos, pues, satisfechos á vuestras provechosas y pacíficas ocupaciones; y libres de los azares que á vuestros compatriotas agitan en la Península, ricos, prósperos y felices, rogad solo á la Providencia que vele como en todas ocasiones por el Trono de San Fernando, puerto siempre de salvacion segura en los naufragios políticos de nuestra patria. Habana, 15 de agosto de 1854.-El Gobernador capitan general, Juan de la Pezuela.

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