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NÚM. 34.

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ALCANCE A LA PRENSA DE LA HABANA DEL 21 DE SETIEMBRE de 1854.¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA LA REINA! ¡VIVA EL ILUSTRE GENERAL D. JOSÉ DE LA CONCHA!

Con dificultad podemos escribir hay dias en la vida de los pueblos de los que no puede darse ni una ligera idea; hay cuadros que no pueden pintarse; hay sucesos que no pueden comprenderse por quien no haya sido en ellos á la vez actor y espectador!

La loca alegría que en este momento embriaga á la Habana entera, nos ha contagiado: difícilmente podemos estar sentados y escribiendo : solamente el deseo de satisfacer la ansiedad del público nos puede tener aquí este momento en el cumplimiento de nuestra obligacion para con aquel, que es hoy tambien un imperioso deseo de nuestro corazon!

¡Hé aquí el gran dia que nosotros habíamos pronosticado al mismo ilustre General que hoy es objeto de esa ovacion interminable, cuando aun se hallaba en Madrid, hace dos años! ¡Hé ahí la esplosion de la Habana en masa, estallando de alegría (1), despues de tan largo tiempo de contenerse, de reprimir sus sentimientos! ¡Hé ahí lo que son los pueblos españoles para aquellos á quienes aman de corazon! ¿Se puede pedir mas?

¡VIVA ESPAÑA!

¡VIVA LA REINA!

¡VIVA EL GENERAL CONCHA!

La Habana, la isla entera, respiran al fin nos parece un sueño lo que acabamos de presenciar, lo mismo que aun está pasando ante nuestros ojos! El corazon quiere salirse del pecho de alegría; es una esplosion, verdadera esplosion de júbilo; el estallido de todo un pueblo loco de placer.-La plancha de plomo que nos ahogaba ha desaparecido; á lo que todos aborrecian viene á suceder lo que todos aman. -¡Nunca como en este gran dia se ha revelado todo lo que es el pueblo de la Habana de sensato y de benigno, aun en los momentos embriagadores de su esplosion! ¡Le hemos visto todos ya, y aun nos parece á todos increible que el general Concha se halle, con efecto, de nuevo entre nosotros!!

(1) Lo escrito con letra bastardilla es lo que se suprimió en la segunda edicion.

TOMA DE POSESION.

A las doce y media de la mañana de hoy juéves 21 entró el tan deseado vapor de guerra D. Francisco de Asís, y desde ántes que llegara al Morro ya la multitud distinguió los palos, y desde los muelles, desde la cortina de Valdés, desde ventanas, balcones, azoteas, botes y embarcaciones menores comenzaron á salir estruendosos ¡vivas! repetidos mil y mil veces por millares de voces.

¡¡¡EL GENERAL CONCHA ESTA YA EN LA HABANA!!!

Desde el Morrro al centro de la bahía, donde fondeó el vapor, una nube de guadañas, de lanchones, de barquichuelos de todas clases precedia, rodeaba y seguia al vapor, victoreando sin cesar al general Concha, enarbolando banderas y gallardetes, tocando varias músicas, y gritando sin cesar, estentóreamente, por medio de enormes bocinas.

Fondeó el vapor, y sin haber puesto la escalera, ya estaba rodeado de falúas, con autoridades, faluchos, lanchas, guadañas, y un momento despues atracaron los dos vapores de Regla, atestados completamente de gente que gritaba entusiasmada, al compás de la música que llevaba á su bordo,

El general Concha, el popular general Concha, saludaba desde el vapor á aquella multitud loca de entusiasmo al victorearle.

Por fin, se pudo subir al vapor, y subieron miles de almas, autoridades, oficiales generales, corporaciones, comisiones, particulares opulentos, gentes del pueblo, todos confundidos, todos con la misma alegría, todos participando del mismo entusiasmo. El General fué visto, abrazado y aclamado, estrechada su mano por los que mas le han amado siempre, saludada su señora esposa, sus niñas, el señor general Manzano y varios otros jefes que en el mismo vapor llegaban, todo con una efusion, con un entusiasmo, con un placer conmovedor.

Aquello fué una inundacion : se dudaba lo mismo que se veia: era mucha dicha para creerla, y esa dicha no es sino cierta. El general Concha ha vuelto á la Habana para el bien, para la felicidad de la isla, para arrancarnos á todos de la desgraciada situacion de hierro que pesaba sobre nosotros.

Nadie esperaba que tomara posesion el jefe querido hasta mañana viernes, como estaba en el órden, pero no fué así: se resolvió en la Habana que tomara el mando á las tres de la tarde, á pe

sar de lo intempestivo de la hora, de la lluvia que amagaba, de la consideracion de que debia estar fatigado el Sr. general CONCHA, de tantas emociones.....

A las tres ha tomado el mando; á las cuatro ha prestado juramento ante la Real Audiencia: ahora se halla en el palacio de la Capitanía general de la Habana el mas popular de los jefes que la isla de Cuba ha tenido.

A las tres estaban formadas las tropas desde el muelle de Caballería hasta el palacio, y desde palacio hasta la casa de la Audiencia. Minutos despues de las tres llegó, por la calle de O-Reilly, al muelle el Capitan general saliente con un numeroso Estado Mayor, y presidiendo el Ayuntamiento; y poco despues llegó la falúa al muelle, conduciendo al Excmo. Sr. D. José Gutierrez de la Concha, Capitan general de la isla de Cuba, nombrado por el Gobierno de la Nacion, y con tan viva impaciencia esperado entre nosotros.

El Sr. general Concha vestia magnífico uniforme de teniente general, cruzándole el pecho la banda de Cárlos III, ciñendo la soberbia espada con que la Habana le demostró su amor, cuando ya no era para ella mas que un recuerdo, y sosteniendo en su mano derecha el magnífico baston de oro y brillantes, que tambien es un recuerdo valioso de lo que le amó y le ama esta gran ciudad.

El Capitan general saliente no dió el abrazo de costumbre al Capitan general entrante, al poner este el pié en tierra, cuando desembarcó de la falúa...

Los dos generales se hablaron algunas palabras, y la brillante comitiva se puso en marcha, entre los gritos sin fin de ¡Viva CONCHA! de la multitud, rodeándolo en todo el tránsito por todas partes cortinas, banderas, gallardetes, los colores nacionales dominándolo todo, dando mas alegría al corazon.

Al desembarcar en la Plaza de Armas, pasó el querido general bajo el arco de triunfo preparado al efecto con grandes franjas de seda de los colores nacionales, viéndose en la parte superior del arco un retrato al óleo de S. M. LA REINA, y mas abajo otro retrato al óleo del invicto general ESPARTERO, y á ambos lados los retratos de los Sres. generales D. JOSE DE LA CONCHA Y D. LEOPOLDO O'DONNELL, Coronando el todo del arco tres graciosas estátuas de mármol blanco imitado, dos apoyándose en una lira, y la del centro sosteniendo en las manos una guirnalda de rosas, y una corona tambien de rosas en la cabeza, en actitud de presentar la guirnalda al general querido. Al paso del general Concha llovian flores y versos impresos en

papel de colores, y los vivas, las esclamaciones, los gritos de júbilo atronaban y se repetian por todas partes.

El general tomó el mando en la Sala Capitular, y momentos despues salió para ir á jurar á la Audiencia, donde era esperado por todos los señores y los dependientes del Tribunal, llegando con un ayudante en el hermoso coche tirado por cuatro caballos, dos de estos empenachados con plumas blancas y punzó, siendo tambien punzó y blancas las libreas de los coches y lacayos.

En la Audiencia, ante el Real Sello, prestó el juramento de costumbre el Sr. general Concha, estando presentes el Sr. regente Olañeta, todos los señores oidores y los señores alcaldes; despues volvió el capitan general á palacio, seguido su coche por la multitud, que le victoreaba sin cesar, y que sigue victoreándole.

¡El general Concha se halla entre nosotros! ¡Gracias á Dios! como oimos esclamar sencillamente por todas partes, y ¡cuánto dice ese gracias a Dios de todos!

La mañana no podia estar mas hemosa al entrar el vapor Don FRANCISCO DE ASIS: el sol habia salido á los cielos y permaneció en ellos hasta dos horas despues de haber fondeado el vapor. Los muelles hervian de gente.-¡Ha sido una lástima que la lluvia de por la tarde haya hecho algun mal á tan hermoso dia!

Esto es un tiroteo incesante: algunos hacen disparos con fusil y hasta con pequeños cañones, en señal de regocijo.-Los disparos deben cesar, pues pueden causar desgracias imprevistas.

La iluminacion es general, todas las casas están adornadas de cortinas.-El estrépito es en todas las calles.

Medítese en el cuadro que en estos momentos ofrece la Habana. Esa alegría, ese júbilo, esa locura general, franca, espontánea, de todas las clases, de todas las condiciones ¿no revela cómo es amado el general CONCHA en Cuba? ¿No dice con elocuencia indescribible todo lo que el país espera de él, toda la confianza que le inspira, toda la conviccion que existe en todos de que bajo su mando volverá á levantarse de la postracion en que hace tanto tiempo existe, que desaparecerá esa inquietud general, ese clamoreo incesante, esa exasperacion en que todos se hallaban? Ese entusiasmo frenético de todo un pueblo no se impone, no; sale de todos los corazones, sin poderse reprimir; esos gritos, esas aclamaciones, esa alegría intensa, son consagradas tan solo á lo que se ama: cuando no se ama no se hace eso; se calla al ver pasar á quien no se tiene afecto. Esos cuadros de todo un pueblo entusiasmado no pueden mandarse: son improvisados por mi

llares de almas al ver de nuevo entre sí al jefe tan deseado, tan querido. ¿Podrian otras pasiones que el cariño, el verdadero cariño poner en los labios de esa multitud frenética de alegría ese entusiasta grito mil veces repetido en estos momentos de VIVA CONCHA?

Núm. 35.

En este momento, que son las nueve de la mañana, acabo de leer con sorpresa el alcance de la Prensa del dia de hoy, que V. se sirve remitirme, preguntándome si yo lo habia censurado. Ese Alcance se lo devuelvo marcado con el número 1, y con el número 2 el que se me acaba de remitir por dicho periódico, y que, como V. verá, difieren en mucho. Sin embargo, el del número 2 no está conforme á las correcciones que le hice al censurarlo; pues que taché y me negué á permitir la publicacion de todo aquello que pudiera ceder en mengua y desdoro de las medidas adoptadas por el Gobierno de S. M. la Reina, ó fuera despreciativo á la persona y gobierno del Excmo. Sr. Teniente General D. Juan de la Pezuela.-Partiendo de estas dos fuentes, puedo asegurar

á V. que nada de cuanto en contrario de ello aparezca en los alcances de

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la Prensa, ha sido consentido ni autorizado por mí. Es cuanto creo debo informar á V. en virtud á la pregunta verbal que se ha servido hacerme, y cuyos informes no habia dado con mas anticipacion, porque hasta este momento no se me habia remitido el Alcance número 2, y cuando ya circulaban por la Habana algunos ejemplares del marcado con el número 1. Dios guarde á V. muchos años. Habana y setiembre 22 de 1854.

NÚM. 36.

Excmo. Sr. Tengo el honor de dirigir á V. E. la adjunta comunicacion que acaba de pasarme el auxiliar interino de la censura, denunciando el Alcance del periódico titulado La Prensa, que circula con profusion por esta ciudad.-Dejo á la consideracion de V. E. el désastroso efecto de publicaciones de esta naturaleza en que tan inconsideradamente se censuran las disposiciones del Gobierno Supremo de la Nacion, y se insulta al Capitan general saliente, á quien S. M. la Reina dice en el decreto de separacion de este mando, que queda altamente satisfecha de sus méritos y servicios, etc.-V. E. conoce muy bien el espíritu de las leyes que sobre imprenta siguen en

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