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el consignatario en la Habana, solo pedia que se le perdonase la multa (1)! Esto en el concepto de que no sea cierto lo que dijo el presidente Pierce en su último mensaje, que á serlo, hemos perdido algo más de 53,000 duros : hemos perdido el prestigio y la honra. por si no bastaba el nacimiento de los dos negocios, y la satisfaccion del buen acuerdo, agregó el Sr. Luzuriaga otra consideracion para que se suspendiese el exámen público de los documentos. Dijo: «que iba á someterse la conducta de los empleados públicos de la Habana al Tribunal Supremo, y que no era regular que el peso del Parlamento y de la discusion se lanzase á un juicio que debia formarse á particulares». Es, á mi entender, hacer poco favor á la ilustracion y rectitud de los magistrados que forman el primer tribunal de la Nacion, que hoy preside el Sr. Luzuriaga, suponer que puede influir en sus ánimos, de un modo ilegal, el peso del Parlamento y de la discusion. Esta, cuando mas, podrá contribuir á ilustrar la cuestion, y léjos de ser perjudicial, no seria sino útil al Supremo Tribunal.

Los peticionarios, por no dejar de ser patriotas, y en obsequio del nacimiento de los nuevos hijos de la mala fe norte-americana y del buen acuerdo, retiraron·la proposicion, aunque el Sr. Ordax no habia entendido las esplicaciones del ministro de Estado (2).

(1) No comprendemos en qué pudo fundarse el gobierno de la Union para pedir mas que los interesados. Si hubo ultraje al pabellon estrellado, no debió el gobierno de los Estados-Unidos conformase con la indemnizacion de abultados perjuicios.

(2) Véase el Diario de las Sesiones, pág. 2938, col. 1.a y 2.a

Once meses transcurrieron sin que el Congreso volviese á ocuparse del ruidoso, desgraciado, nacional é importantísimo asunto del Black Warrior (1), hasta que movió la curiosidad del Sr. Mariátegui el mensaje del presidente de los Estados-Unidos, de enero último, en que se decia « que la España no se habia contentado con haber indemnizado completamente (2) á los dueños del Black Warrior, sino que habia desaprobado y condenado la conducta de los funcionarios de la isla de Cuba que habian intervenido en aquel negocio». Con este motivo recordó las promesas anteriores de presentar los antecedentes, esperando que se cumplirian.

El Sr. Zabala, que habia sucedido al Sr. Luzuriaga, se limitó á referir el hecho, adulterándolo de un modo tal, que no lo hicieran mejor los interesados en la indemnizacion. Cedió luego la palabra á su antecesor, y este reiteró los conceptos, esplanándolos un poco mas, pero con no ménos inexactitud y con una lógica sui generis, sin que la discusion diera el resultado que se propusiera el que la suscitó.

Han pasado cuatro meses mas, y á pesar de las reiteradas promesas de los ministros de Estado y de cuanto han clamado los periódicos, no se se han presentado los antecedentes, ni se presentarán. ¿Qué inferir de aquí? No es menester hilarse los sesos, ni ser muy malicioso

(1) Aunque en las sesiones del 26 de enero último el Sr. Mariátegui hizo una pregunta al general Zabala, solo dijo que para contestarle necesitaba estudiar los antecedentes.

(2) Quiso decir pródigamente, porque se indemnizó mas del cuádruplo de lo que montaban los perjuicios, que solo eran imputables al capitan.

para comprender que la tenaz resistencia á informar al Congreso y al público del espediente del Black Warrior, no proviene de los puntos de contacto que se dijo tener con el Dorado y con Thomson, ni de la influencia que pudiera ejercer en el ánimo de los magistrados que componen la Sala de Indias, el peso el parlamento y de la discusion, sino de otras causas que es fácil atinar. Estamos firmemente persuadidos que se cerrarán las Córtes Constituyentes sin que se presenten los documentos en que se apoyó la indemnizacion, que en nuestro concepto no pudo acordarse sin la intervencion del Congreso, á ménos que se admita el principio de que los ministros pueden disponer de las cajas de Ultramar, sin el consentimiento, ni aun conocimiento, de los representantes de la Nacion. En este concepto, que quisiéramos saliese falso, entramos en la refutacion de las esplicaciones con que se ha querido evitar la presentacion del espediente, y con las que, al parecer, quedó satisfecha la mayoría de nuestros diputados.

A cinco pueden reducirse las razones que se han emitido en el Congreso por los ministros de Estado para cohonestar la indemnizacion.

1.a Que la devolucion del buque y la carga, y la condonacion de la multa, revelan lo injusto de la detencion y demás medidas.

2. Que el Black Warrior era vapor correo, puesto que no hacia mas que tomar y dejar pasajeros y correspondencia.

3. Que existia un convenio entre el comisionado del

Black Warrior, y las autoridades de la Habana para que no se manifestasen los efectos de tránsito y se hiciese el manifiesto en lastre.

4.a. Que el capitan del Black Warrior no pudo tener · intencion de defraudar, por consistir el cargamento en pacas de algodon que no tienen uso alguno en la isla de Cuba, y de consiguiente que no hubo delito.

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5. Que no habian trascurrido, cuando se efectuó el embargo, las doce horas que concede el Reglamento de Aduanas para adicionar los manifiestos.

Presentaré primero lo que se ha dicho en las Córtes sobre cada uno de estos puntos, y luego haré las observaciones que crea oportunas.

Sobre la primera.

Ya en la sesion de 2 de abril de 1855 (1), se asomó la idea que ha venido despues á ser el Aquiles del señor Luzuriaga. Dijo entónces: «Que era un hecho público, que el buque, con toda su carga, habia sido devuelto á los interesados por el mismo Gobernador, de quien S. S. (el Sr. Feijóo) ha dicho con razon, que es un celosísimo observante de las leyes; que lo principal estaba hecho. » En esta sesion no hizo mas que sentar la premisa, de la que se proponia sacar grandes consecuencias, como lo hizo en la del 3 de mayo (2). Despues de convenir muy esplicitamente en que el Reglamento de Aduanas, «habia sido indudablemente infrin

(1) Véase el Diario de las Sesiones, pág. .2342, col 2.a

(2) Iden, pág. 2937.

gido por el capitan del Black Warrior, y que habia guiado á las nuevas autoridades de la Habana el justo espíritu del cumplimiento de sus obligaciones », agregó: « Yo les hago la justicia de creer que por entonces desconocieron que dicho Reglamento, por comun consentimiento, estaba en desuso, y así es que debieron apercibirse de ello, puesto que despues de hecha la descarga y despues de incoado, y aun concluido el procedimiento, mandaron por sí mismas devolver el barco y la carga, y aun levantar la multa que se habia impuesto. » El Sr. Luzuriaga habia dicho poco ántes que examinaria la cuestion con imparcialidad, no como abogado que busca argumentos y aguza el ingenio para apoyar una resolucion preconcebida, sino para encontrar lo justo; y sin embargo, no solo buscó argumentos falsos, y aguzó su ingenio para darles un viso de verdaderos, sino que empleó, un lenguaje poco honroso para las autoridades á que se referia. No hubiera hecho mas Soulé, cuya energía, fuerzas intelectuales y perseverancia ponderó en otra sesion (1); ni se habia atrevido á tanto el consignatario del Black Warrior. ¿En dónde consta que el Reglamento, que indudablemente habia infringido el capitan Bullock, estaba en desuso? Y caso de haberse tolerado su infraccion en los viajes anteriores por malos servidores de S. M., & era una razon suficiente para que las nuevas autoridades respetasen el abuso? El Sr. Ministro de Estado infirió un agravio tan enorme como gratuito á las autoridades que habian precedido al ge(1) Diario de las Sesiones, pág. 7483.

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