Imágenes de páginas
PDF
EPUB

cuyos trabajos constituyen las fuentes biográficas de este ensayo, aunque hasta donde alcanzan nuestras informaciones, no se ha hecho un análisis detenido de su vida ni de su obra.

No poseemos en realidad datos numerosos y pormenorizados sobre el Padre Coleti, pero sí los suficientes para conocer los hechos esenciales de su vida, y, por otra parte, su obra fundamental el Diccionario Histórico-Geográfico de la América Meridional es por sí sola el mejor documento sobre la labor científica del ilustre jesuíta.

La primera noticia biográfica y crítica del Padre Coleti se encuentra en la Historia de la Literatura Veneciana del siglo XVIII, publicada en 1807-08 por el académico Juan Antonio Moschini (11).

Al parecer esta obra no fue conocida por el Abate Guillon a quien debemos un segundo boceto biográfico, plagado de errores, que figura en la primera edición de la Biographie Universelle de Michaud (12). Guillon supo, sin embargo, apreciar la obra del Padre Coleti, aunque sus informaciones son en extremo deficientes.

Basado en Guillon el Dictionnaire Historique, Critique et Bibliographique publicado por Ménard y Desenne en 1821 (13), incurre en los mismos errores, aunque señala la importancia de la obra del jesuíta.

Corresponde dar un nuevo paso al compilador Emilio de Tipaldo que nos suministra algunas informaciones en el tomo IV de su obra sobre los italianos ilustres, publicada en Venecia entre 1834 y 1845 (14).

Esta biografía, aunque incompleta, ha servido de base a algunas enciclopedias como la Espasa (15).

Nuevos datos y algunas opiniones de interés general sobre la personalidad del geógrafo italiano se encuentran en el Diccionario Biográfico que dirigió Felipe Scifoni y que apareció en Florencia en 1842 como traducción de la Biographie Universelle (16); la breve biografía que inserta dista mucho de ser completa, pero corrige los errores del original francés y considera algunos aspectos de la personalidad del jesuíta.

Pero es en la segunda edición de la Biographie Universelle de Michaud, publicada a partir de 1854, en donde Dezos de la Roquette debería trazar una síntesis biográfica algo más afor

tunada, basada en parte en datos suministrados por el Abate Andrea Colletti quien a pesar de la diferencia ortográfica de su apellido bien pudo pertenecer a la misma familia (17).

Por último en la gigantesca obra de los Padres Backer-Sommervogel sobre los escritores de la Compañía de Jesús, se encuentra también una sucinta información biográfica y la bibliografía completa del Padre Coleti, aunque sin comentarios críticos de ninguna naturaleza como corresponde a la índole de ese trabajo (18).

Las noticias de los Padres Backer-Sommervogel fueron utilizadas por don José Toribio Medina en las notas que inserta en su obra sobre los jesuítas expulsos de América (19).

Se ocupó también del Padre Coleti su compañero de comunidad el Padre Pablo Beorchia (1795-1859) en su estudio inédito Bibliotheca Scriptorum Societatis Jesu conservado en el Colegio Romano y que fue utilizado por los Padres Backer-Sommervogel.

Una de las pocas obras colombianas en que hemos encontrado citado al Padre Coleti es la clásica de don José María Vergara y Vergara, quien al referirse al Padre Julián y no contento con aceptar sin ningún espíritu crítico las afirmaciones del autor de la Perla de la América, nos habla de "las disparatadas obras de Chiasole, La Martiniere, Coleti y II Gazzetiere Americano". Si nuestro ilustre costumbrista hubiera conocido el trabajo del jesuíta italiano no lo hubiera tildado tan apresuradamente de "disparatado" y no hubiera añadido que en esa y otras obras se encuentran "enormes barbarismos de geografía” (20). Pero como se verá adelante el Padre Julián era lo suficientemente hábil para inducir en error al señor Vergara y Vergara.

Más justa es la referencia del sabio Caldas, quien en su Estado de la Geografía en el Virreinato de Santafé de Bogotá, escribe aludiendo a los misioneros que con la luz del Evangelio llevan la civilización a los pueblos indígenas: "Imitadores celosos de los padres Fritz, Coleti, Magnio y Gumilla, nos dejarían monumentos preciosos de su actividad e ilustración" (21).

Como puede verse la bibliografía de nuestro jesuíta es bastante numerosa, aunque de naturaleza tal que explica en cierta forma la completa oscuridad en que su vida y su obra han permanecido hasta nuestros días.

La familia Coleti ocupa lugar prominente en la historia cultural de Venecia, particularmente en el curso del siglo XVIII.

8

Figuran en ella un tío de Juan Domingo, Nicolás Coleti (16811765), fundador del famoso establecimiento tipográfico veneciano que llevara el nombre de la familia, historiador, erudito y anticuario que realiza una vasta labor editorial pues cuenta entre sus obras una nueva edición corregida de Italia Sacra de Ferdinando Ughelli (Venecia, 1717-22); escribe varias historias particulares de las ciudades italianas y publica Monumenta ecclesiae Venetae S. Moysis; Jaime, hermano de Juan Domingo y como él jesuíta (1734-1827), profesor de retórica en Padua, orador sagrado y erudito investigador, autor de varias obras sobre arqueología, historia eclesiástica italiana, pedagogía y teología; Juan Antonio Coleti, latinista, helenista y hebraísta, traductor de San Gregorio Nacianceno, bibliógrafo e impresor que continuó la tradición humanista de la familia, a quien se debe una de las mejores ediciones de La Ilíada, según el manuscrito conservado en San Marcos.

Juan Domingo Coleti nació en Venecia el 27 de septiembre de 1727. Inicia su educación en el colegio Barbarini de Ravena y tiene como maestro al ilustre jesuíta Camilo Berardi. En Venecia continúa sus estudios hasta doctorarse en derecho civil y canónico y recibir las sagradas órdenes; dueño ya de una seria preparación científica y titular de dos grados académicos decide ingresar a la Compañía de Jesús y entra al Noviciado de los Jesuítas el 26 de julio de 1753. Cuatro años más tarde es destinado a las misiones en América y se dirige a Quito.

Profesa en Tacunga el 15 de agosto de 1766 y es nombrado bibliotecario y profesor de teología moral en el Colegio Máximo de San Ignacio en Quito. Poco sabemos de sus actividades en la misión quiteña pero las obras escritas en América nos están indicando que al lado de su noble tarea misionera y de la investigación de la geografía e historia americanas, cultivó también las ciencias eclesiásticas y adelantó numerosas empresas intelectuales relacionadas con sus labores misionales.

Diez años permaneció el Padre Coleti en la misión quiteña hasta que la orden de expulsión de la Compañía lo hizo regresar a su patria. En efecto, el Real Decreto que Carlos III firmara en el Pardo el 27 de febrero de 1767 y que fue notificado a los Padres que se encontraban en el Colegio Máximo de San Ignacio en Quito, el 20 de agosto, por don José Diguja presidente de la Real Audiencia, ordenaba el extrañamiento "de todos mis dominios de España e Indias, islas Filipinas y demás adyacentes a

los regulares de la Compañía, así sacerdotes como coadjutores o legos, que hayan hecho la primera profesión, y a los novicios que quisieren seguirlos..." (22).

Se interrumpió así una labor dos veces secular de civilización y de cultura cuyos beneficios fueron incalculables para las colonias españolas de América. Numerosos jesuítas que habían consagrado su vida con devoción ejemplar a la tarea evangelizadora, a la educación del pueblo, a labores científicas de valor eminente, fueron sacados de sus misiones, de sus colegios, de sus cátedras y tuvieron que buscar un refugio en tierras europeas. Italia en primer lugar y Rusia en donde imperaba el ilustrado despotismo de la Gran Catalina, ofrecieron un asilo a los desterrados.

En unión de sus compañeros de las misiones ecuatorianas, abandona el Padre Coleti las tierras de América en donde había trabajado durante dos lustros y se dirige a su patria. Los jesuítas que residían en el territorio de la Presidencia de Quito fueron congregados inicialmente en el puerto de Guayaquil y embarcados en dirección a Panamá; después de varias semanas de navegación y habiendo tocado en Cartagena y en La Habana, llegaron a Cádiz en la polacra "San Ciro" o "Amable María” el 18 de abril de 1768.

De España el Padre Coleti se dirige a Italia y se establece en Bagnacavallo, pequeña población de la baja Romagna, a pocas leguas de Ravena, en cuyo colegio regenta la cátedra de Teología Moral y termina los trabajos históricos iniciados en América.

Pero la persecución no había terminado y una nueva prueba, más dura aún que la expulsión de los dominios españoles, por venir de la suprema autoridad eclesiástica, esperaba a la Compañía de Jesús: Clemente XIV por medio del Breve "Dominus ac Redemptor" de 27 de julio de 1773, suprime la orden en toda la cristiandad.

Destruída, pues, la Compañía, secularizados sus miembros, confiscados sus bienes, saqueadas sus iglesias, sus casas, sus colegios, buscaron una vez más los ex-jesuítas refugio en algunas comunidades o en países a los que no había llegado la furia demoledora de sus enemigos tradicionales.

Juan Domingo Coleti abandona, pues, el colegio de Bagnacavallo en donde trabajó durante seis años y regresa a su ciudad natal, a su casa paterna consagrándose a trabajos científicos y

literarios. Pero pronto debería ser llamado por prelados eminentes que solicitaron sus servicios y su colaboración. Primero fue Giovanni, Obispo de Foligno, a quien sirvió como secretario; luego el patricio veneciano Felipe Nanni y, después de un viaje a Roma donde fue acogido paternalmente por Pío VI, pasa a Sperzenigo, en la diócesis de Treviso, en donde es nombrado Arcipreste gracias a la intervención de uno de sus amigos y admiradores, Vinciguerra de Collalto, abate de Narvesa.

En los últimos años de su vida regresa a la ciudad de los Duces en donde muere el 28 de diciembre de 1798.

Desde su regreso de América hasta el momento de su muerte consagrose el Padre Coleti a una intensa y múltiple labor intelectual que comprendió los aspectos más variados del pensamiento y de la cultura. Estudios geográficos, ensayos de carácter histórico y biográfico, investigaciones arqueológicas, obras de carácter religioso y una vasta e inspirada obra poética compuesta en latín y en italiano.

Aunque su obra ha quedado poco menos que olvidada y su nombre no ha sido recordado con el respeto y la gratitud que merece, gozó el Padre Coleti de mucho prestigio entre sus contemporáneos; el ya mencionado Felipe Scifoni nos dice que "todos los más ilustres italianos de su tiempo lo estimaron y admiraron. Era elocuente en el discurso, elegante en la poesía latina e italiana, peritísimo en la lengua española en la que dejó varios escritos y dibujaba a pluma con mucha gracia". Dezos de la Roquette escribe en su noticia biográfica: "De un genio vasto, fértil y lleno de vivacidad, cultivó con éxito la arquitectura y las bellas letras y fue al mismo tiempo buen poeta latino y toscano. Se consagró también al estudio de las inscripciones y de las piedras antiguas, en lo que hizo grandes progresos y se hizo estimar de los literatos no sólo por sus investigaciones, sino por sus escritos, cuyos manuscritos se conservan en la familia”.

Fue el Padre Coleti un representante ilustre de su tiempo y de la comunidad religiosa a la que consagró fervorosamente los mejores años de su vida; nada de lo que lo rodeaba le fue ajeno y su preocupación y curiosidad intelectual transitaron los más variados caminos del pensamiento y de la sensibilidad; enamorado de las tradiciones de su patria y de la historia de su ciudad, supo ilustrarlas en obras de severo rigor científico; hombre de sensibilidad, orientado desde su infancia hacia las letras clásicas supo traducir sus inquietudes en un lenguaje poético que le me

« AnteriorContinuar »