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DIZIONARIO

STORICO-GEOGRAFICO

DELL' AMERICA

MERIDIONALE

DI

GIANDOMENICO COLETI

DELLA COMPAGNIA DI GESU.

TOMO PRIMO

A-L

IN VENEZIA MDCCLXX I.
NELLA STAMPERIA COLETI.

CON LICENZA DE SUPERIORI.

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EL PADRE JUAN DOMINGO COLETI Y SU DICCIONARIO HISTORICO-GEOGRAFICO DE LA AMERICA MERIDIONAL

Por GABRIEL GIRALDO JARAMILLO

En el nacimiento y desarrollo de la cultura europea en América, la influencia de la Iglesia Católica representa el aporte más trascendental y definitivo. Aún considerada desde un punto de vista exclusivamente laico, la acción civilizadora de la Iglesia adquiere caracteres eminentes y sorprende por su variedad, su profundidad y su eficacia.

Es cierto que entre los conquistadores se cuentan hombres de letras como Cortés, Valdivia y Cieza de León, poetas de tan subida inspiración como Alonso de Ercilla y aún humanistas como nuestro don Gonzalo Jiménez de Quesada, historiador, crítico, estudioso de las letras clásicas y de la poesía tradicional, quien según el ático testimonio de Castellanos "no fue ayuno del poético gusto y ejercicio".

Pero la auténtica obra de civilización, la tarea de cultura, la labor científica fueron adelantadas en el más impropicio de los ambientes por el clero secular y regular que, si en ocasiones se desvió de su sagrado ministerio, fue elemento de control de los desmanes de la soldadesca y de los abusos de las autoridades; defendió al indio, estudió la tierra, cultivó las lenguas aborígenes, plantó en todas partes con la semilla de la nueva religión, la base de la nueva cultura y llegó aún a la increíble audacia de censurar directamente la política oficial y de negar el derecho de conquista en actitud eminentemente subversiva que pondera su independencia espiritual y la integridad de su carácter.

Bastaría citar a un Bartolomé de Las Casas aliado incondicional del indio americano y a un Francisco de Vitoria que entre sus títulos innumerables ostenta las Relecciones de Indios, do

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cumento el más inspirado, el más justo, el más altivo que se haya escrito en pueblo alguno en defensa de las minorías y de los países coloniales.

Corresponde a la Compañía de Jesús uno de los aportes más considerables, si no el más considerable entre todos, en la obra de organización espiritual y cultural del nuevo mundo. Aunque no fueron los jesuítas, los primeros en llegar a América y sí los primeros en abandonarla temporalmente, en virtud de uno de los actos de más funestas consecuencias en la historia de las colonias americanas, su labor que se extendió desde el Canadá hasta la Tierra del Fuego, tuvo excepcionales repercusiones en la vida espiritual y material del nuevo mundo.

Limitándose exclusivamente a las disciplinas históricas y geográficas bastaría mencionar los estudios de los jesuítas expulsos, como Clavijero (1), Muriel (2), Molina (3), Julián (4), Velasco (5), entre muchos otros; y las de nuestros misioneros de los Llanos, como Gumilla (6), Rivero (7), Cassani (8), Gilij (9), que no contentos con haber trabajado con fe y ardor ejemplares en el Orinoco, de regreso a Europa adelantaron obra científica de calidad eminente y de rara originalidad que vino en cierta manera a continuar la interrumpida tradición de los primeros cronistas e historiadores de Indias, contribuyendo eficazmente al conocimiento del mundo americano.

Pero no se trata de ensayar aquí un estudio general sobre la obra científica y la influencia ideológica de la Compañía de Jesús, sino de esbozar brevemente la vida y la obra de uno de sus miembros más desconocidos y, sin embargo, de una positiva significación en la historia de la geografía colonial americana: el Padre Juan Domingo Coleti.

No deja de extrañar que con las ligeras excepciones que en adelante se señalarán, el Padre Coleti haya sido ignorado hasta el presente por todos los historiadores y geógrafos colombianos y que sólo don José Toribio Medina, entre los hispanoamericanos, le haya dedicado unas pocas líneas. Débese en buena parte este desconocimiento al hecho de que su obra fundamental se ha convertido en una curiosidad bibliográfica, como lo es también la del Padre Gilij, de tanto prestigio en el siglo XIX y completamente ignorada entre nosotros hasta hace pocos años (10).

Pero debe aclararse que la personalidad del Padre Coleti no ha pasado inadvertida para ciertos investigadores europeos

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