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tinuadas por sus sucesores hasta agora en hacer diversion de armas tal por tierra contra España, que la imposibilita de acudir á la de mar y esencial en hacer la guerra en casa ajena que asegura la suya.

Como España ha ido perdiendo la vista de las primeras causas de las paces y ligas que S. M. Cárlos V asentó con el hereje Enrico, los enemigos han ido mejorando su partido segundando con otros mayores contra España y reducido á esta monarquía, que ha sido la mayor, que nunca ha habido de poderosos reinos ejemplar en letras divinas y humanas, y dotado de riquezas de oro y plata y comercio, á la baja en que está sin hombres, sin agricultura, sin comercio ni manufactura, y sobre todo, sin crédito ni reputacion, con intento de no parar hasta ocupar ambas Indias, que conseguido, lo que Dios no quiera, dejo juzgar que harán con aquellas riquezas los que sin ellas han hecho tanto.

Y para el acierto del remedio de los males, aunque los mas dellos han procedido de tiempos atrás no remediados, quedará V. E. cargado de la culpa que va calando, de suerte que si no se ataja á trueco de ver mudanzas, sus mayores hechuras serán sus mayores émulos, y no se me puede negar, que si V. E. continuara obrando como al principio del gobierno, sus acciones fueran inmortales, y aun cayendo en la cuenta del remedio, podrá remediarlo. Presupuesta esta verdad, es de conside

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rar cual está mejor á España, la paz ó la guerra. Si la paz, está probado como por la pasada crecieron los enemigos mas que pudieran por la guerra; y si continuada la guerra como → hasta aquí, se ha visto el gasto inútil imposible de subsistir, argumento manifiesto de haber España errado el medio de su remedio desde el principio; que si España desde el principio de la guerra de Flandes, gastara la centésima parte por mar, que se ha gastado por tierra, y esto por via de diversion y no conquistas que no las ha menester, sino conservar los reinos que Dios le ha dado, conservando sus confederados, diera España leyes al universo; pues no son armadas ni tesoros los que conservan la monarquía, sino amigos, y es mal trueco fiar mas de enemigos de Dios que de amigos católicos.

Y porque no faltará quien diga, que por falta de hacienda para continuar tanta guerra, necesita la España la paz; á que digo, que para que sean firmes, han de ser acompañados con las armas, que son las que quitan y ponen leyes, y nunca son mas menester que en tiempos de tratados dellas; pues príncipe que muestra flaqueza en tratados dellas, peligran sus estados; y para satisfacer la falta de hacienda que la voz comun es que no la hay, sin considerar que las raices de las riquezas de España y Indias están en pié, que conservadas y gastadas á tiempo, serán multiplicadas; y no hay riqueza que iguale á libertar esta corona del yugo

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en que los enemigos de Dios la tienen, que no perdonan hacienda ni sangre para derribarla; que proveyendo este año lo necesario de Flándes y Italia con la mira si se pierde Bolduque, como se puede temer, respeto de las inexpug nables fortificaciones de guerra para el sitio, y solo una helada de invierno conservada hasta entonces, da esperanzas de libertarla, siendo el ahorro verdadero para adelante hacer la guerra á los enemigos por el medio dicho; pues será obrar mas á ménos costa de tiempo sin comparacion, con amigos fieles católicos, cuyas causas son unas con esperanza que hasta aquí, y esto mas cerrando, como se puede, la puerta á la guerra de Italia, y que mucha parte del gasto de la armada del mar Occéano se emplée en la mar contra los enemi gos y sus comercios setentrionales, donde obrarán mas veinte navíos de guerra ofendiendo, que doscientos defendiendo; pues no falta donde tomarles por las espaldas, y á este fin aunque Ingalaterra haya sido original movedor de los males de España, los rebeldes de Flandes le sirven de instrumento para sus intentos por mar y tierra en el Setentrion, y Venecia en Levante, que como enemigos que son las repúblicas de monarquías, echan el resto contra España, que enfrenados como se puede restaurar la reputacion perdida, á que el tiempo presente de las armas imperiales nos convida.

Y suplico á V. E. sea servido de considerar lo que se puede decir en razon desto; pues

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rey que posée tantos reinos, que cualquiera dellos puesto al lado de Inglaterra será igual en fuerzas á ella, cuanto y mas todos juntos son mayores, y sujetarse S. M. al inferior pudiéndolo remediar, es duro caso; pues es cierto que resolviéndose S. M. con firmeza, su poder y de confederados son bastantes á castigar á él de quien recibe castigo; pues todo lo demás será pensando ganar, perder; pues cada plaza que gana, como tambien se pierde en Flandes, ha costado y costará mas oro y plata y hombres españoles sin comparacion de lo que vale, y al cabo vendrán nuestros gastos á parar en motiu y rebelion general, que por diez y ocho motines que ha habido en mi tiempo, se pueden temer los venideros, á que los enemigos tienen la mira, porque en la mengua de la monarquía española, todo el universo que como confines con sus enemigos, hallarán á donde estenderse sin encontrarse entre sí á que la paz les abre la puerta.

Y para asegurar esta monarquía, se me ofrecen cuatro puntos esenciales. Uno, disponer bien propia casa; pues cosa que ha de mover á otra ella misma, ha de estar firme, que en la buena dispusicion intrínseca de España en razon de la hacienda ayudada del premio y castigo, del desvío de fines particulares y buen uso del comercio, consiste el movimiento extrinseco della, que todo está tan fuera de su quicio, que para atajar que no se diga que peligra en tiempo de V. E. lo que en tiempos atrás ha sido TOMO LV.

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parte, el reparo ha de ser de su mano, y se consigue en detener que no pase adelante; pues es cosa cierta que detenido, las mismas fuerzas que la detienen, la podrán levantar.

Otro, unirse mas y mas España con el Imperio; pues Nuestro Señor por la Sagrada Escritura de la Santísima Trinidad nos tiene enseñado, del beneficio que es la union. Y nos sirve de ejemplo que estando el Imperio en su mayor baja, las armas españolas en el Palatinato y batalla de Praga, puso el hombro en ayuda del Imperio, con que se levantaron las armas imperiales á tanta grandeza, que estando agora España en tanto aprieto de guerra y gastos por mar y tierra, que nunca el Imperio tiene puesto el hombro ayudando á España en Flandes y Italia tan poderosamente, que proseguido, como se puede, España y el Imperio no solo serán señores absolutos por tierra en la Europa, sino, mediante Dios, valiéndose de Escocia, lo serán de la mar y sus comercios; y no obrando á un mismo tiempo España y el Imperio, ambos y los católicos que dependen dellos, perecerán; pues, como he dicho, no son los ejércitos, armadas ni tesoros la defensa del reino, sino los amigos; y trocarlos en fiar de enemigos, es peligrar la fé, fundamento de todo. Tercero, pasar nuestras armas de tierra å mar; pues las fuerzas de mar son las que cubren las de tierra, razon de estado tan considerable, que Ingalaterra para impedir este punto, hace diversion tal por tierra en Flán

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