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EL CONDUCTOR ELECTRICO.

PREMIO DEBIDO AL MERITO,

Cádiz 2 de Abril

El general en gefe del primer ejército Nacional en papel de hoy (que incluyo á V. S. con devolucion) me manda le inscriba en la lista de Voluntarios de Cá diz, y en vista de ello suplico á V. S. lo sea en la primera compañía, cediéndole yo como mas digno, y como primer campeon de la Patria, el título distinguido que V. S. me concedió de primer soldado. Dios guar⚫ de á V. S muchos años. Cádiz de Abril de 1820. Nicolás de Santiago Rotalde.Sr. Gobernador interi no de Cádiz.

S. Fernando 1. de Agosto de 1820. Ciudadano: Considerando que no hay un título mas honroso que el de soldado, cuando este pelea por defender su Patria; espero me inscribais como tal en la Milicia Na cional de Cádiz. El destino, que actualmente desempeño de general en gefe del primer ejército Nacional, no me permite asistir á la fatiga que me corresponda hacer; mas espero que el distinguido cuerpo á que debo pertenecer me considerará siempre como plaza efectiva. El cielo os guarde los años que desea vuestro conciudadano. Quiroga. Al ciudadano coronel Don Nicolás Santiago.

Gobierno militar de Cádiz. Con el mayor gusto me he enterado de lo que dice á V. S. ei general en gefe del primer ejército Nacional el Sr. D. Antonio

Quiroga acerca de que se le inscriba en la lista de la milicia patriótica de esta ciudad, como tambien de lo que V. S. me espresa en su carta de hoy, dando yo á dicho señor el primer lugar entre los alistados, supuesto que V. S. lo cede á este héroe de la Nacion. No hallo espresiones suficientes para demostrar mi gratitud al referido gefe por este nuevo rasgo patriótico, y así me contentaré solo con hacerlo insertar en el Diario, que el público, justo apreciador del mérito, sabrá dar á este su valor. Dios guarde á V. S. muchos años. Cádiz 1. de Abril de 1820 Manuel Francisco de Jauregui Sr. D. Nicolás de Santiago Rotalde.

A las once de la mañana se tuvo en esta ciudad la noticia de que por la tarde entraba el héroe D. Rafael del Riego, gefe de la primera division del ejército Nacional. Aunque el tiempo era corto, se hicieron sin embargo algunos preparativos para recibir á este patriota, que de tanta gloria se ha cubierto, tantas fati gas militares ha sufrido y tantos peligros ha arrostrado por libertar su pátria de la esclavitud. Se le tenia preparado una carretela adornada, segun lo permitió la premura del tiempo, y cuando llegó á S. Josef, el pue blo, que habia salido en excesivo número á esperarlo, no se pudo contener, quitó los caballos, y fue tirando de dicha carretela. A su llegada á la puerta de tierra una banda de música militar, que estaba igualmen te dispuesta, empezó á tocar sonatas marciales, y si guió delante. No puede darse una idea del entusiasmo de que se poseyó este pueblo á vista de la presencia de este héroe: los aplausos y victores fueron des medidos; todos los balcones y rejas estaban engalanados con vistosas colgaduras, y las bellas gaditanas arrojaban flores, y colmaban de aclamaciones al héroe li bertador de la patria. De la puerta de tierra lo con dujeron á las casas capitulares, á cuyo balcon se asoinó, y despues de victoreado por el pueblo, dijo entre otras

cosas: que no tenia voces para esplicar el agradecimien to que tenia al pueblo de Cádiz por el recibimiento que le habia hecho, y que derramaria la última goti de su sangre por defender á tan heróico pueblo y a toda la Nacion. En el momento se iluminaron sus balcones, y en seguida toda la ciudad, con la mayor ra pidez y magnificencia. Del cabildo lo llevaron por las calles de la Pelota, Cobos, Juan de Andas, Guanteros, S. Agustin, S. Francisco, Carne y Verónica á la calle Ancha; allí entró en casa del general Ferraz, y ha biéndose asomado al balcon impuso silencio, y dijo: viva el heróico pueblo de Cádiz; viva la Constitucion de la monarquía española; viva Fernando ViI consti. tucional; viva la Religion católica; viva la libertad. En seguida salió al balcon el Sr. D. Manuel Francisco Jáuregui, y dijo: viva D. Cayetano Valdés, y D. Rafael de Riego. De allí pasó con el general Ferraz a teatro, donde se dió entrada franca al inn.enso acom pañamiento, y apenas se supo su llegada por los es pectadores, prorrumpieron todos en las mayores aclama ciones, ondeando al mismo tiempo vistosamente los pañuelos, no bastando à sosegarlos las demostraciones con que desde el palco de la ciudad correspondia: al pueblo. Poco despues se presentó el Exmo. Sr. D. Cayetano Valdés gefe superior político de esta provincia, y el concurso, dirigido á él, le victoreó y aplaudió con el mismo entusiasmo. El general Ferraz y el héroe Riego pasaron á felicitarle, y juntos oyeron cantar las canciones patrióticas que van á continuacion, por lo que se aumentaron los aplausos, y particularmente al llegar á la estrofa en que se hace mencion de tan ilustre guerrero. ¡ Dichosa la Nacion que tiene en su seno unos hi jos tan patriotas valientes, y dichoso mil veces el pueblo que tiene la gloria de recibirlos en su seno!

(El Constitucional de Madrid número 31).

VARIEDADES.

Entre los muchos y graves puntos que ahora llaman la atencion de nuestro ilustrado gobierno, uno de los mas principales es sin duda el de encontrar un medio justo y honroso para reunir la América á la Euro pa. Ocho años de experiencia nos han demostrado que las medidas de sangre y de rigor solo han servido para exasperar mas y mas los ánimos de los españoles del otro continente. Apreciadores de la libertad y resueltos á conseguirla, ningun sacrificio han perdonado, y cada dia sostienen con mas teson una guerra de exter. minio tan funesta para ellos como para nosotros; y un ódio y una sed de venganza inextinguible preside á las deliberaciones y á las miras de las tropas de ambas partes. Tiempo es ya de que por una y otra se es cuche la voz de la razon y de la justicia; y que dejando a un lado odiosas recriminaciones no nos ocupe. mos sino en el modo de efectuar una sincera reconci liacion entre personas á quienes unen los lazos de un mismo origen, una misma Religion, unas mismas costumbres y un mismo idioma. La continuacion de la lucha es, en nuestro concepto, el peor de los males; el daño que nos acarrea palpable, su resultado muy incierto. Por el contrario, la union de la España americana con la España europea bajo el régimen constitucional, presenta recíprocas' é inapreciables ventajas. Cuanto mas estrecha sea aquella union y confraternidad, tanto ma yor y mas fuerte será la garantía mutua de uno y otro hemisferio; auxiliándose, defendiéndose y trocando el sobrante de sus preciosas producciones: y quién sabe á que grado de prosperidad podria llegar el nuevo mun. do regido por leyes dictadas por la libertad y la sabi. duría? No se diga que son grandes las dificultades que habrá que vencer para conseguir una sincera reconciliacion ya por la distancia, ya por la diversidad de in

tereses y pretensiones; ellas deben empeñarnos en superarlas. Como todo ciudadano debe á su Pátria el tributo de sus luces en materia tan espinosa, nosotros, que desconfiamos mucho de las nuestras, no por eso dejaremos de presentar á los sabios con franqueza nues. tras opiniones. Lo primero que consideramos necesario es una completa cesacion de toda hostilidad entre las partes beligerantes. El estrépito y ruido de las armas; el ódio y encono que producen sus diversos choques, no son de modo alguno á propósito para discurrir con tranquilidad y terminar amistosamente las diferencias entre hermanos. Obteniendo esto podria mandar el gobierno que cada uno de los grandes distritos conocidos antes en América con los nombres de vireinatos ó capitanías generales, eligiese una comision compuesta mitad de naturales y mitad de españoles europeos de arraigo y cou vecindad al menos de diez años, los cuales estén autorizados para exponer á S M. por conducto de los se cretarios del despacho ó del consejo de Estado todo aquello que nuestro gran Rey pueda desde luego hacer en beneficio suyo; asi como tambien deberian disponer materiales para presentarlos á las Córtes de 1821, á fin de que estas hagan de ellos el uso que estimen mas oportuno. De este modo creemos que los males gravi simos y urgentes podrian remediarse con toda celeridad, so perjuicio de quejel Congreso Nacional tome en con s deracion y acuerde las providencias que sucesivamen te hayan de cimentar la felicidad de aquellas vastas y preciosas regiones. Y si á pesar de todo, alguna ó algunas de las provincias de Ultramar se negase á adop tar estas ú otras medidas pacíficas y conciliatorias, estamos persuadidos de que la dignidad española no de be consentir en el seno de sus representantes, perso nas que se nombren sus mandatarios; pues la Consti tucion que habla de las diputaciones supletorias de las provincias ocupadas por el enemigo, no tienen la mas

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