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de los memorables sucesos ocurridos en los LIV. años que duró el glorioso reynado de D. Alonso el Bueno y el Noble, VIII. del nombre entre los de Castilla.

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Algunos tal vez estrañarán el que entre aquellas antiguas Crónicas escritas en los mismos tiempos en que florecian los Príncipes, cuyas hazañas se celebran, ó en los inmediatos, se coloque el trabajo de un escritor que vivia aun á principios de este siglo pero ademas de que en materias de historia (aunque se debe tener mucha veneracion á los escritores coetaneos, porque se supone que estarian mas bien informados de las cosas de sus tiempos, especialmente si tuvieron en ellas parte ó proporcion y motivo de averiguarlas libres de pasiones) solo se busca como principal objeto la verdad con que está escrita; la del Marqués es propriamente una copia fiel de lo que nos dexó D. Rodrigo Ximenez de Rada, Arzobispo de Toledo y Cronista de nuestro Rey, á cuyo lado anduvo siempre, desde que obtuvo la Sede primada de las Españas. A que añadió para mayor adorno lo que halló perteneciente á su asunto en Autores proprios que disfrutaron nuestros precio sos archivos, y en los estraños, que escribieron las cosas de aquellos tiempos, ó publicaron las que llegaron á su noticia, como se verá en el progreso de estas Memorias, lo que las hace muy

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recomendables. Y no es menos de apreciar el juicio del Autor en todas partes, y el discernimiento con que sabe desvanecer las ridículas fábulas con que otros escritores, que le precedieron, mancharon la historia de este Rey con sumo desdoro de sus admirables virtudes. Por estos motivos nos ha parecido digna esta Crónica de acompañar á las antiguas, y de que pusiesemos la diligencia que nos ha sido posible en enriquecerla con Notas y Apendices.

poca

La lástima es que el exemplar que nos franqueó Mayáns no era el original del Autor: y asi estaba lleno de equivocaciones en nombres y fechas, de claúsulas unas imperfectas, y otras repetidas, de parágrafos dislocados, y de otros descuidos de este jaez, que deben atribuirse á la exactitud del copiante: por lo que los hemos emendado cuidadosamente; aunque tal vez algunos se habrán escapado á nuestra diligencia, pues no es regular que estos lunares se hallasen en el original, ó los hubiera dexado pasar el Autor á haberlos advertido. Bien que yo sospecho, que como esta obra se escribió quando el Marqués estaba ya en una edad muy avanzada, como que la fecha de la dedicatoria es del año III. de este siglo, LXXIII. de su edad, y V. antes de su muerte, no tuvo lugar de darle la ultima mano: y de aqui nace el desaliño del estilo, que aunque en Mondexar siem

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pre es grande, en estas Memorias lo es en sumo grado.

Pero lo que mayor molestia nos ha acarreado , para poner la obra en disposicion que pudiese ser leida con provecho, ha sido la necesidad de puntualizar las citas que absolutamente faltaban en nuestro exemplar (defecto que tambien se cometió en el de las Memorias para la historia del Rey D. Alonso el Sabio); y como sin esta diligencia se echaba menos un socorro tan conocido para los lectores, emprehendimos el ímprobo trabajo de señalar, al paso que se iba imprimiendo la obra, los lugares de los Autores ó documentos citados en el texto que siendo tantos y tan diversos, se da bien á entender quanto tiempo se requeria para esto. Y sin duda no hubieramos podido desempeñar debidamente la empresa, á no haber tenido el recurso á la Real Biblioteca, en donde se conservan los libros mismos que disfrutó el Marqués, la mayor parte notados de su mano.

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Aunque Mondexar en todas sus obras que han salido á la luz pública se muestra muy comedido, no suele exceder los límites de la urbanidad y cortesia en las impugnaciones que hace de los escri tores que siguen opiniones contrarias á la suya, ó han cometido algun error grosero (como lo vemos especialmente practicado en la censura que hizo de la Historia del sabio P. Juan de Mariana baxo el tí

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tulo modestisimo de Advertencias) sin embargo en esta obra trata con una increible severidad y acrimónia á D. Alonso Nuñez de Castro, al P. Josef Moret y á D. Antonio de Lupian Zapata, de quienes hablaremos brevemente.

El primero despues de haberse dado á conocer en la República literaria por algunas producciones de su ingenio no despreciables, se dedicó á formar la Crónica de los Señores Reyes de Castilla D. Sancho el Deseado, D. Alonso el VIII. y D. Enrique el I. en que se refiere todo lo sucedido en los Reynos de España desde el año de M. C. XXXVI. hasta el de M. CC. XVII. comprobado con los historiadores de mayor credito, y con diferentes instrumentos de privilegios, escrituras, donaciones y otras memorias antiguas, sacadas con toda diligencia y cuidado de los mejores archivos. Esta obra se imprimió en Madrid el año de M. DC. LXV. en un tomo en fol. El principal obgeto de Nuñez fue ilustrar los hechos de D. Alonso el Noble; y solo añadió la vida de su padre D. Sancho para que sirviese de introduccion, y la de D. Enrique su hijo de apendiz, segun se explica en la prefacion al lector. No puede negarse á este escritor que se esforzó á desempeñar lo que prometia á la frente de su obra: pues la narracion de los sucesos de los tres Príncipes se halla comprobada con instrumentos producidos por hombres versados en su lectura, y acredi

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tados por la buena fe que observaron en su manejo, como fueron Fr. Angel Manrique, D. Antonio Suarez de Alarcon, el P. Sota y otros; y con el testimonio de los historiadores mas recomendables, quales son Juan de Mariana, Esteban de Garibay, y la Crónica general, en donde está exenta de las consejas, que en el siglo poco crítico en que se escribió, andaban en boca del vulgo.

El principal defecto que hállo yo en Nuñez es su estilo hinchado, difuso, inculto y pedantesco, en que no le hace muchas ventajas el Marqués; pero esta es una parte accesoria en materia histórica, en que se busca la verdad de los hechos, la exactitud en referirlos á su debido tiempo, la crítica en separar lo falso de lo cierto, el buen orden para que no se confundan las cosas, y otras virtudes que son proprias del historiador. Si á éstas se allega un modo de decir puro, agradable y correspondiente á la calidad de los asuntos que se traten, no habrá mas que desear para la perfeccion; si por el contrario el historiador se halla falto de eloquencia, no por eso, aunque sea reprehensible, deberá ser excluido de su clase: como pudiera comprobarlo con el exemplo de muchos historiadores antiguos y modernos, que á pesar de la rusticidad de su diccion son leidos y apreciados.

No quiero con esto decir que la Crónica de Nuñez sea excelente en su genero, ó preferible á la

del

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