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HISTORIA,

DE LOS REYES CATÓLICOS

D. FERNANDO Y DOÑA ISABEL,

ESCRITA POR

EL BACHILLER ANDRÉS BERNALDEZ,

=

Cura que fué de la villa de los Palacios, y Capellan
de D. Diego Deza, Arzobispo de Sevilla.

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DP 161.8

.B52 1870

V.2

HISTORIA

DE LOS REYES CATÓLICOS.

CAPÍLULO CXIX.

DE LA SEGUNDA ARMADA DE LAS INDIAS.

Segunda sa

mirante D.

lida del AlChristóbal Cádiz, á 22 bre con 1200

Colon, desde

de Septiem

hombres.

Partió con la gracia de Dios el Almirante D. Año de 1493. Christóbal, Colon, por mandado del Rey D. Fernando, y de la Reina Doña Isabel, con la flota que Sus Altezas enviaron de su España para las Indias, desde Cádiz á 22 de Septiembre del dicho año de 1493, con diez y siete navios bien aderezados, y con mi é doscientos hombres de pelea en ellos, ó pocos menos, con viento y tiempo convenible al viaje, y duróles aquel tiempo dos dias, en los cuales andubieron poco, y luego les hizo buen tiempo, de manera que en otros dos dias llegaron á la gran Canaria, donde tomaron puerto, lo cual les fué necesario por reparar un navio que hacia mucha agua, é estuvieron allí todo aquel dia, y luego otro dia partieron, y hízoles algunas calmas, de manera que estuvieron en llegar á la Gomera cuatro ó cinco dias, y allí fuese necesario estar algunos dias, donde hicieron provisiones de carne, é leña, é agua para su grande jornada, así que en

aquellos tiempos y puertos, y un dia que les hizo calma, desde la Gomera tardaron de llegar á la isla del Yerro veinte dias; desde allí por la bondad de Dios les tornó el mejor tiempo, que nunca flota llevó tan buen viaje, tal que dentro de veinte dias estuvieron á vista de tierra, y oviéranla en catorce ó quince dias si la Nao Capitana fuera tan buena velera como los otros navios; y en todo este tiempo nunca ovieron fortuna, salvo la víspera de San Simon y Judas, que ovieron fortuna que les duró, que los puso en harto estrecho; y el primer domingo después de todos Santos, cerca del alva, dijo un piloto de la Nao Capitana, albricias que tenemos tierra, de lo cual muchos ovieron mucho placer. Contaron aquel dia los pilotos del Armada desde la isla del Yerro de Canarias hasta la primera tierra que vieron, unos ochocientas leguas; otros ochocientas menos veinte, de manera que la diferencia no era mucha; é trescientas que ponen desde la isla del Yerro hasta Cádiz, que son por todas desde los fines de España, que son Cádiz y los puertos de esta Andalucía, hasta los primeros puertos de las indias, mil y cien leguas. Vieron el domingo de mañana por proa una isla, y luego á mano derecha pareció otra primera tierra alta de sierras, por aquella parte que vieron la otra, era tierra llena de árboles muy espesos, é luego que descubrir di- fué mas de dia comenzaron á parecer de una parte, y de otra árboles é islas, de manera que aquel dia vieron seis islas, por diferentes partes, y las mas harto grandes, y fueron enderezados hácia la que primero vieron, y llegaron por la costa andando

Empiezan á

ferentes islas.

H

mas de veinte leguas, buscando otro puerto para seguir, el cual todo aquel espacio jamás se pudo hallar. Era todo aquello que parecia de esta isla montaña muy hermosa y muy verde hasta el agua que era alegria de mirarla, porque en España á tal tiempo apenas hay cosa verde.

Toman puerto y posesion

de la isla por

los Reyes.

Después que allí no hallaron puerto, acordó el Almirante de volver á la otra isla que parecia á la mano derecha, que estaba de esta otra cuatro ó cinco leguas, y quedó por estonce un navio en esta isla primera buscando puerto aquel dia para cuando fuese necesario venir á ella, el cual halló buen puerto, y vido las casas y gentes, y luego se partió aquella noche para á donde estaba la flota que habia ya tomado puerto en otra isla donde descindió el Almirante en tierra, y mucha gente con él con la bandera real en las manos, á donde tomó posesion por sus Altezas el Rey D. Fernando y Doña Isabel su muger, Reyes de España en forma de derecho. En esta isla habia tanta espesura de árboles que era maravilla, é tanta diferencia de árboles no conocidos de nadie, que era para espantar de los frutos, de ellos con color, y de ellos verdes, ansí que todos los árboles eran verdes; allí hallaron un árbol, cuya hoja tenia el mas fino olor de clavos que ser podia, y era como laurel, salvo que no era ansi de grande. Allí habia frutas salva- cular. ginas de diferentes maneras, é algunos no muy sábios probaron de ellas, de los cuales ovo algunos que del gusto solamente, tocándoles con la lengua se inchaban las caras, é les venia tan grande ardor, é dolor que parecian que rabiaban, los cuales

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