Imágenes de páginas
PDF
EPUB

§. IV

Es confirmado Obispo de Zamora. Ejecuta su oficio y otras acciones memorables.

E

L pontífice Sixto IV en el año de 1478 concedió á los señores Reyes Católicos y á sus sucesores el presentar á la Santa Sede Apostólica para los obispados de estos reinos y señoríos españoles personas que cumplan con el oficio pastoral, en que son nombrados por aquella Santa Silla. Y estando muy bien instruído el serenísimo Príncipe por su Maestro en aquellas cosas que lo constituyeron perfecto, vacó la obispal mitra de la ciudad y obispado de Zamora, y para ella fué propuesto el P. Mtro. Fr. Diego Deza, como dice Gil González. Y habiendo confirmado la santidad del papa Alejandro VI, año de 1495, la propuesta concediéndole las bulas, como refiere el P. Mtro. Fontana, se consagró y tomó posesión con universal regocijo de aquella ciudad y de la de Toro, su patria, que pertenece á aquella diócesis.

Puso todo cuidado en el cumplimiento de su obligación, guiando aquel rebaño con santos consejos y exhortaciones; no olvidó el estado religioso que había profesado; y como de éste había pasado á el perfecto de obispo sin dejar la túnica de lana y el jergón de paja y dos mantas en que tomaba un breve sueño, tomando de las rentas lo necesario para sí y para su familia, distribuía lo restante con liberal mano entre los pobres: pasó á su ciudad de Toro á celebrar confirmaciones y demás actos de visita, y saliendo el Santo Sacramento á un enfermo de la iglesia parroquial de San Sebastián, donde recibió el bautismo, lo fué acompañando, y á la vuelta el Párroco publicó las gracias

concedidas por los Sumos Pontífices á los que le habían acompañado, y pidió limosna para cera, añadiendo, como refiere el cronista Gil González, que para la fábrica de aquella iglesia el señor Obispo acudiera con larga mano; así lo hizo, reparándola, ampliándola y hermoseándola en la forma que hoy persevera.

En el convento de San Ildefonso, donde vistió el sagrado hábito de Predicadores, edificó, como escriben Gil González y el Obispo de Monópoli, las bóvedas del claustro, el refectorio, la sala de profundis, tres dormitorios, el capí tulo nuevo y la capilla de Santa Catalina; dióle diferentes alhajas de valor y ocho mil maravedís de renta anual, con obligación de cuatro misas rezadas cada semana por las almas de sus padres, que están allí sepultados, y la suya. Y como verdadero hijo le solicitó tanta autoridad, que es uno de los principales conventos de la santa Provincia de Castilla.

§. V

Es promovido á el Obispado de Salamanca, donde le visita el Príncipe su discipulo, y muere.

H

ABIENDO vacado el obispado de Salamanca, propu

sieron para él los Reyes Católicos á el Sr. D. Fray Diego Deza, y dando las bulas el pontífice Alejandro VI, como afirma el Theatro Dominicano, tomó la posesión al principio del año de 1497 y se entregó á la ejecución de su pastoral oficio. Tenía grande afición á la ciudad por haber habitado en ella, y por el grande ejercicio de letras que allí había, y reconociendo el honor que debía á aquella insigne Universidad, asistía á los actos literarios que en ella se celebraban; y allí, si sus resoluciones antes eran

respetadas como de catedrático docto, ahora eran veneradas como de prelado sabio y prudente. Socorría á los estudiantes pobres y hacía grande aprecio de los catedráticos: á el convento de San Esteban dió algunas limosnas y labró un salon grande para los novicios; y á haber estado más tiempo en Salamanca, hubiera manifestado más con aquel gravísimo convento su liberalidad y gratitud.

En este mismo año se desposó el príncipe primogénito D. Juan con D.a Margarita, hermana del Archiduque Conde de Flandes, en cuyas capitulaciones fué testigo su maestro el Sr. D. Fr. Diego de Deza, como testifica Gil González, y por el mes de Setiembre pasó S. A. á Salamanca á consultar con su Maestro las nuevas obligaciones en que se hallaba. Aposentóse en el palacio obispal, y los días que gozó salud ejecutó, como refiere Gonzalo Fernández de Oviedo, estas acciones: luégo que el Príncipe se acababa de vestir, entraba en su retrete el Obispo su Maestro, y entre tanto que el altar se aderezaba, rezaban los dos juntos; luégo oía misa el Príncipe, después estaba hablando una hora con su Maestro, y luego almorzaba. Consultas para morir parece fueron estas visitas, pues enfermando el discípulo, se agravó la enfermedad hasta quitarle la vida el día 4 de Octubre de este año. Y desde que cayó enfermo hasta que espiró no se apartó de su cabecera su Maestro. Y ya muerto, le vistió el hábito del sagrado orden de Predicadores por sus propias manos, como testifica el mismo Gonzalo Fernández de Oviedo.

El sentimiento de los Reyes, sus padres, de su esposa y de los reinos españoles y extranjeros fué el mayor que refieren las historias haberse hecho en fallecimiento de príncipe heredero; pues además de ser hijo único varón de Reyes tan poderosos y amados, era en todo parecido á ellos. Mozo de diez y nueve años, y de cuantas habilidades puede adquirir un soberano para gobernar su reino y ser reverenciado de sus vasallos: fué sepultado en la Santa Iglesia

Catedral de Salamanca, en donde después de celebrar las exequias no volvió á entrar el Obispo su Maestro, como dice Gil González, por el notable sentimiento que le causaba la memoria del fallecimiento de tal discípulo.

S. VI

Pasa á consolar á los Reyes Católicos, los cuales lo eligen por su Confesor y lo promueven á el obispado de Faén y y explican el singular aprecio que hacen de su persona.

IN haber enjugado sus lágrimas el Sr. D. Fr. Diego,

[ocr errors]

pasó á consolar á los Católicos Monarcas, los cuales, estimando la visita y lo que había obrado con el Príncipe, lo eligieron por su Confesor por haberse excusado en continuar. este ejercicio el Rmo. P. Mtro. Fr. Tomás de Torquemada, religioso del orden de Predicadores y primer Inquisidor General en los reinos de Castilla y León, que juntamente lo fué de Aragón, Valencia y Cataluña. Hallándose anciano y enfermo, y aceptando el nuevo honor, confirió con sus Majestades la traslación del difunto cuerpo de el Príncipe su hijo á el santo convento y Universidad de Santo Tomás de Aquino, del sagrado orden de Predicadores, que los mismos Reyes habían fundado en la ciudad de Ávila, y enviaron á Salamanca SS. MM. la carta del tenor siguiente:

«Venerable Deán y Cabildo de la Iglesia de Salamanca: Nos embiamos á Juan Velazquez, para que traiga el cuerpo del ilustrísimo Príncipe D. Juan Nuestro hijo, que Santa Gloria aya, encargamos Vos, que se lo entregueis luego, y dedes fée, y creencia, á todo lo que el dicho Juan Velazquez os dirá de nuestra parte, y á lo que os escriviere el

Obispo de Salamanca Nuestro Confesor, como si Nos vos lo escriviessemos. De Abila dos de Nobiembre de noventa y siete años.

YO EL REY

YO LA REYNA

Por mandado del Rey y de la Reyna

Miguel Perez de Almazan.»

Trasladó esta carta el cronista Gil González, y por ella consta el aprecio grande que de el Sr. D. Fr. Diego hicieron aquellos grandes Monarcas, queriendo que á sus cartas se les diese la fe y crédito que se debía á SS. MM.; y vacando por este mismo tiempo el obispado de Jaén, lo presentaron para él, como refieren Ximena y Fontana; y habiéndole concedido sus bulas el papa Alejandro VI, tomó la posesión el Sr. D. Fr. Diego de Deza el referido año de 1497, y acudió á dar las providencias necesarias por la dilatada ausencia de su predecesor, y larga sede

vacante.

S. VII

Concurre á la reformación de la Claustra, y es creado Inquisidor General de España.

I

INTRODÚJOSE en las sagradas religiones de Europa

una relajación de la observancia de sus reglas y consti. tuciones, que llaman Claustra, y aunque no faltaron en todas ellas varones muy observantes y muy doctos, no tenían entre los seglares las mismas religiones el aprecio cabal que se les debía en España. Y así, los señores Reyes Católicos, como dicen Lucio Marineo y Alvar Gómez, solicitaron con el papa Alejandro la reforma, y Su Santidad envió los breves apostólicos al Sr. D. Fr. Diego Deza y al señor

« AnteriorContinuar »