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sus impetuosos instintos en cantos poéticos de fogosa y vehemente espresion. Pero la fiebre le iba consumiendo; y al fin un jueves, cuatro dias por andar de la luna dylhagia del año 206 de la hegira (25 de mayo de 822) murió el cruel Ommiada, arrepentido de su crueldad, dicen sus crónicas, despues de un reinado de veinte y seis años.

Alfonso de Asturias, que desde su advenimiento al trono habia mostrado á los árabes que el cetro cristiano se hallaba en manos harto mas hábiles 'y fuertes que las de sus cuatro antecesores; Alfonso, que desde la victoria de Lutos habia paseado dos veces el pendon de la fé hasta los muros de Lisboa (1); Alfonso, que desde las montañas de Galicia habia sabido hacer frente y frustrar todos los esfuerzos del imperio musulman; que habia con su denuedo y su constancia desesperado á Alhakem, al jóven é intrépido Abderrahman, á sus mejores caudillos Abdallah y Abdelkerim; Alfonso II que como guerrero habia hecho revivir los tiempos de Pelayo y del primer Alfonso, y pactado ya con el emir de Córdoba como de poder å poder, dedicábase en los periodos de paz á fomentar la religion como príncipe cristiano, y á regularizar y mejorar el gobierno de su estado como rey. Oviedo se embellecia y agrandaba con nuevos edificios públicos, casas, palacios, baños, acueductos, ya de sólida y regular arquitectura. La iglesia del Salvador, fundada por su padre Fruela, se reedificaba y convertia en grandiosa basilica episcopal, con doce altares dedicados á los doce apóstoles. Asistian á su solemne consagracion todos los obispos que el peligro y la fé tenian refugiados en Asturias, y un noble godo, Adulfo, fué el primer prelado que tuvo la honra de ser designado y puesto por el piadoso monarca para regir la primera catedral de la restauracion, á la cual dotó el magnánimo rey con nuevas rentas, hizo y confirmó donaciones, y otorgó y ratificó privilegios (2).

(1) En 797 y 808.

(2) Interesantes son las dos actas ó escrituras de fundacion y donacion expedidas por Alfonso el Casto, ambas en 812, que originales se conservan en el archivo de la catedral de Oviedo, y su libro de Testamentos, y cuya copia ins erta el P. Risco en el tomo 37 de la España Sagrada. La primera em pieza: Fons vitæ: oh lux, autor luminis, etc. La segunda. In nomine santo el individuæ Trinitatis per infinita sæculorum sæcula regnantis. Ego Rex Aldephonsus, indigne cognominatus Castus, etc. En la primera, despues de dar á la iglesia el átrio, acueducto, casas, y otros edificios construidos

en su circuito, y muchas alhajas para el culto y ornato del templo, le ofrece los llamados mancipios ó clérigos sacricantores, á saber: «Nonnello, presbitero, Pedro Diácono, que adquirimos de Corbello y de Fafila, Secundino clérigo, Juan clérigo, Vicente clérigo, hijo de Crescente, Teodulfo y Nonnito clérigos, hijos de Rodrigo, Enneco clérigo, que compramos de Lauro Baca, etc.» Firman cste testamento el rey, tres obispos, y varios abades y testigos. En la segunda, despues de confirmar el testamento y donaciones de su padre Frucla, le ofrece toda la ciudad de Oviedo que él habia circundado de muro: offero igitur, Domine..... omnem Oveli ur

El pequeño templo dedicado á San Miguel, enclavado entonces en el palacio como capilla doméstica, y que hoy subsiste con el nombre de Cámara Santa, donde se custodian las reliquias de la catedral; el monasterio de San Pelayo, las iglesias de San Tirso, de San Julian, de Santa María del rey Casto, son monumentos que viven todavía en la capital de Asturias y recuerdan la piedad del ilustre hijo de Fruela.

Deseoso el rey de adornar la basilica del Salvador con una rica ofrenda, habia reunido grande cantidad de oro y joyas con intento de hacer labrar una preciosa cruz. Inquieto y apesadumbrado andaba por no hallar en sus estados artista bastante hábil para poder ejecutar tan piadosa obra, cuando repentinamente al salir un dia de misa (dicen las crónicas y las leyendas), se le aparecieron dos desconocidos en trage de peregrinos que le habian adivinado su pensamiento y se ofrecieron á realizarlo. Al instante los llevó Alfonso á un aposento retirado de su palacio. A poco tiempo, habiendo ido algunos palaciegos á examinar el estado en que los artifices llevaban su trabajo, sorprendiéronlos dos prodigios á un tiempo. Los peregrinos habian desaparecido: una cruz maravillosamente elaborada, suspendida en el aire, despedia vivos resplandores. Aquellos peregrinos eran dos ángeles, dijo el pueblo cristiano, y asi se lo persuadió su fé; y la preciosa cruz de Alfonso el Casto, revestida de planchas de oro y piedras preciosas, que hoy se venera todavia en la basílica de Oviedo, sigue llamándose la Cruz de los Angeles (1).

Otro prodigio, que como milagroso refieren tambien los devotes cronistas de la edad media, señaló el reinado del segundo Alfonso. Cerca de ocho siglos hacía, dicen, que el cuerpo del apóstol Santiago habia sido traido de la Palestina por sus discípulos, y depositado en un lugar cerca de Iria Flavia en Galicia. Pero las continuas guerras y trastornos de aquel pais habian hecho olvidar el sitio en que el sagrado depósito se guardaba, hasta que se descubrió en tiempo de Alfonso el Casto. Cuentan las crónicas haber acaecido del modo siguiente. Varios sugetos de autoridad comunicaron á Teodo

bem, quam muro circumdatam, te auxiliante, peregimus...... montes, tierras, prados, aguas y molinos fuera de la ciudad, con muchos ornamentos de oro, plata y otros metales, telas de seda y lino para uso de los altares, etc. Confirman con el rey esta escritura cinco obispos varios testigos.

¿Qué podian ser, pregunta un moderno historiador, esos sacerdotes, diáconos y clérigos que se compraban? No podian ser otra cosa, se responde à si mismo, siguiendo la conjetura plausible de otro crítico espa

ñol, que hijos ó nietos de esclavos mabometanos convertidos, que el rey manumitia y dedicaba al servicio de la iglesia. Las historias no lo declaran y no estamos lejos de pensar como estos autores.

Tardó la catedral de Oviedo treinta años en concluirse.

(1) El primero que mencionó como milagrosa la obra de esta cruz fué el Monge de Silos, á quien siguieron despues Pelayo de Oviedo y otros cronistas.

miro, obispo de Iria, haber visto diferentes noches en un bosque no distante de aquella ciudad resplandores estraños y luminarias maravillosas. Acudió en su virtud el piadoso obispo al lugar designado, y haciendo desbrozar el terreno y escabar en él, hallóse una pequeña capilla que contenia un sarcófago de mármol. No se dudó ya que era el sepulcro del santo Apóstol. Puso el prelado el feliz descubrimiento en noticia del rey Alfonso que se hallaba en Oviedo, é inmediatamente el monarca se trasladó al sagrado lugar con los nobles de su palacio, y mandó edificar un templo en el Campo del Apóstol (que desde entonces, acaso de Campus Apostoli, se denominó Compostela), y le asignó para su sostenimiento el territorio de tres millas en circunferencia. Posteriormente le hizo merced de una preciosa cruz de oro, copia, aunque en pequeño, de la de los Angeles de Oviedo, y empleando la buena amistad en que estaba con Cárlo-Magno, le rogó impetrase del papa Leon III. el permiso para trasferir la sede episcopal de Iria á la nueva iglesia de Compostela. Hizolo asi el pontifice, que con este motivo escribió una carta á los españoles. Pronto se difundió por las naciones cristianas la noticia de la invencion del santo sepulcro y de los milagros del Apóstol, y multitud de peregrinos acudian ya á mediados del siglo IX. á visitar el santuario de Compostela (1).

Atento el monarca, no solo á los asuntos de interés religioso, sino tambien á los civiles y políticos de su reino, adicto á las costumbres y gobierno de los godos, que vivian en su memoria, restableció el órden gótico en su palacio, que organizó bajo el pie en que estaba el de Toledo antes de la conquista: promovió el estudio de los libros góticos, restauró y puso en observancia muchas de sus leyes, y llevó á la iglesia su antigua disciplina canónica (2): que fué un gran paso hacia la reorganizacion social del reino y pueblo cristiano.

Ni amenguaron por eso las dotes de guerrero que desde el principio habia desplegado. En las espediciones que Abderrahman II., sucesor de su padre Alhakem en el imperio musulman, hizo por si ó por sus caudillos á las fronteras de Galicia, encontráronle siempre los infieles apercibido y pronto á rechazarlos con vigor. Hácia los últimos años de su reinado un caudillo árabe, Mohammed ben Abdelgebir, que en Mérida se habia insurreccionado contra

(1) Chron. Iriens.-Samp. Chron. Esp. Sagr. tom. 19. Apend.-Privi'. de donac. de la catedral de Santiago.-Hist. Compostel.Baluz Coleccion de cartas de los papas.Son muy varias las opiniones acerca del año de la invencion del sagrado cuerpo. Morales y el marqués de Mondéjar suponen fuc

se en agosto de 835: Ferreras pretende haber acontecido en 808. Por la fecha del di • ploma del rey Casto, y mas aun por la circunstancia de haber intervenido Carlo-Magno en este asunto, debió de todos modos suceder antes de 814.

(2) Chron. Albeld. n. 58.

el gobierno central de Córdoba, acosado por las victoriosas armas del emir, hubo de buscar un asilo en Galicia, que el rey Alfonso le otorgó con generosidad dándole un territorio cerca de Lugo, donde pudiesen vivir él y los suyos sin ser inquietados (833). Correspondió mas adelante el pérfido musulman con negra ingratitud á la generosa hospitalidad que habia debido á Alfonso, y tan desleal al rey cristiano como ántes lo habia sido á su propio emir, alzóse con sus numerosos parciales y apoderóse por sorpresa del castillo de Santa Cristina, dos leguas distante de aquella ciudad (838). Voló el anciano Alfonso con la rapidez de un jóven á castigar á sus ingratos huéspedes, y despues de haber recobrado el castillo que les servia de refugio, los obligó á aceptar una batalla en que pereció el traidor Mohammed con casi todos sus secuaces (1). Alfonso regresó victorioso á Oviedo por última vez.

Este fué el postrer hecho de armas del rey Casto, sin que ocurrieran otros sucesos notables hasta su muerte, acaecida en 842, á los cincuenta y dos años de reinado, y los ochenta y dos de su edad. Sus restos mortales fueron depositados en el panteon de su iglesia de Santa María. Aun se conserva intacto el humilde sepulcro que encierra las cenizas de tan glorioso principe. Los monges de los monasterios de San Vicente y San Pelayo iban diariamente en comunidad á orar sobre los restos del rey Casto, y aun conserva el cabildo catedral la costumbre de consagrarle anualmente un solemne aniversario. Su memoria vive en Asturias como la de uno de los mas celosos restauradores de su nacionalidad.

(4) Id. ibid.-El cronista de Salamanca, subir el de este combate à 50,000. Chron. tan propenso á exagerar el número de ene- n. 22.

migos que morian en cada encuentro, hace

CAPITULO IX.

LA ESPAÑA CRISTIANA EN EL FRIMER SIGLO DE LA RECONQUISTA.

Do 718 843.

Marcha y desarrollo del reino cristiano de Asturias.-Cómo contribuyó á él cada monarca.-Bases sobre que se organizó el estado.-Tradicionos góticas.-Orden de sucesion al trono. Navarra.—Conducta de los navarros con los musulmanes y con los francos.— Dos ejemplos de odio á la dominacion estrangera en Navarra y en Asturias.-Marca Hispana. Origen y carácter de la organizacion de este estado.

Ha pasado mas de un siglo de lucha entre el pueblo invasor y el pueblo invadido. Reposemos un momento para contemplar cómo vivió en este tiempo cada una de las dos poblaciones.

¿Cuál era la vida social de ese pobre pueblo cristiano, que ó se salvó de la inundacion, ó pugnaba por recobrar su existencia? ¿Cuál era su organizacion, sus leyes, sus instituciones, sus artes, sus ejércitos? Ejércitos, artes, instituciones, leyes, todo habia perecido ahogado por las desbordadas aguas del torrente. Al abrigo de una roca, que era como el Ararat del nuevo diluvio, y entre riscos y breñas moraba un puñado de hombres, pobres náufragos, sin riquezas, sin ciudades, sin gobierno regularizado, que poseían por todo tesoro un corazon ardiente, los símbolos de su fé, y los recuerdos de una sociedad que habia desaparecido. Unidos con el doble lazo de la religion y del infortunio, estrechados con el lenguage elocuente y fraternizador de la fé y de la desgracia, la necesidad los obliga á cobijarse en una cueva. Decretado estaba que de aquella gruta habia de salir un poder que dominára mundos que entonces no se conocian. Tambien el cristianismo nació en una gruta de Belen para desde alli derramarse con el tiempo por toda la tierra, lentamente y á fuerza de siglos y contrariedades como la mo

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