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ra estuviese distante y agena de su intencion. Tales eran los españoles de los primeros tiempos de la reconquista.

Mas afortunados los franco-aquitanios en el Oriente que en el Norte de España, acostumbrados como estaban de antiguos tiempos los españoles de aquella parte á mirar como compatricios, como súbditos de un mismo trono á sus vecinos de la Septimania Gótica, trajeronles mas fácilmente á su alianza, y con su concurso expulsaron de alli á los árabes, y estendieron su dominacion desde los Pirineos hasta el Ebro, aunque sujeta á los vaivenes y oscilaciones de la guerra. Fundan asi la Marca Hispana, la Marca de Gothia, en que entraban la parte española y el Rosellon, el condado de Barcelona, que habia de concentrar en sí los condados subalternos que ya existian, porque cuando Luis el Benigno dejó establecido por primer conde de Barcelona á Bera, éste lo era ya de Manresa y de Ausona. Naturalmente los que con mayores fuerzas y mas poder concurrian á lanzar de aquella parte del suelo español y á libertar sus poblaciones del dominio musulman, habian de imprimir al nuevo estado franco-hispano el sello de sus costumbres, de sus leyes, de su organizacion y de su nomenclatura. Los Preceptos de Cárlo-Magno y de Luis el Pío, si bien generosos y protectores de los españoles, comunicaban á aquella Marca ó Estado todo el tinte galo-franco de su origen. De aqui aquella fisonomía particular que habia de seguir distinguiendo á los habitantes de aquella region, denominada despues Cataluña, de la de las otras provincias de España, en carácter, en inclinaciones, en costumbres, en instituciones, y hasta en dialecto.

¿Pero se conformaban de buen grado los catalanes, sufrian de buena voluntad el gobierno y la superior dominacion de los galo-francos de Aquitania? La historia nos dirá cuán prontɔ aquellos españoles, celosos de su independencia como todos, aprovecharon la primera ocasion que se les deparó para convertir la Marca Franco-hispana en estado español y en condado independiente, sin dejar por eso de conservar su legislacion originaria,

Asi bajo distintas bases y elementos nacian y se desarrollaban los tres primeros estados cristianos que del primero al segundo siglo de la invasion sarracena se formaron en la península española, con la suficiente independencia y aislamiento entre sí, para seguir por largo tiempo viviendo cada cual su vida propia, que es uno de los caractéres que constituyen el fondo y la fisonomia histórica de nuestra nacion.

Томо п.

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CAPITULO X.

LA ESPAÑA MUSULMANA EN EL PRIMER SIGLO DE SU DOMINACION.

1.-En qué consistia la religion de los musulmanes.-Exámen del CORAN: en lo dogmático, en lo político, en lo civil y en lo militar.-Nótanse sus principales preceptos y disposiciones.-Juicio crítico de este libro.-II.-Conducta de los árabes con los cristiano de España.-Situacion en que quedaron los mozárabes.-Comportamiento de los diferentes emires.-Iglesias, obispos y monges en Córdoba.-Cómo se condujeron los conquistadores entre sí mismos en sus guerras civiles.-Inextinguibles odios de tribu. crueldades horrorosas: venganzas horribles.-Esplícase el contraste de tan opuesta conducta. Carácter de los árabes.-III. Gobierno de los árabes en España en este primer periodo.-Administracion de justicia.-Idem económica.-Empleos militares.Sistema de sucesion al trono.-IV. Varias costumbres de los árabes.

Conozcamos al pueblo que nos dominó, y con quien se ha emprendido una lucha que durará siglos. ¿Cuál era su religion, cuál su gobierno, cuáles sus costumbres, su conducta, sus relaciones con el pueblo conquistado?

I. ¿Qué religion traian esos hombres que tenian la presuncion de llamarse á sí mismos los creyentes por excelencia, y de dar el nombre de infieles á los que no creian lo que ellos? ¿Qué doctrina es esa que tan rápidamente desde un ignorado rincon del desierto se ha difundido por las inmensas y dilatadas regiones de Asia y África, y aspira á extinguir el cristianismo en Eu ropa, y á prevalecer sola en el mundo?

Todo el dogma, todos los preceptos de la religion mahometana están en cerrados en un libro, que es para los musulmanes el libro de Dios, el libro precioso, que es no solo su Biblia, sino tambien su código civil, político y militar. Este libro es el Coran, que fué sacado del gran libro de los decretos divinos, y cayó del cielo hoja á hoja. Dios le dictó, dicen ellos, el ángel Ga briel le escribió, Mahoma le recibió y le comunicó á los hombres. El Coraz está dividido en capítulos ó suras, que en todos suman ciento catorce, y to slos, á escepcion del noveno, van encabezados con la fórmula que los mu

sulmanes ponen á la cabeza de todos sus escritos: En el nombre del Señor clemente y misericordioso. El noveno comienza de este modo: Este libro se halla distribuido con un órden juicioso, siendo obra del que posee la sabiduría y la ciencia. La asercion no puede ser mas falsa, y todo el libro la está desmintiendo. Respecto al órden, nada mas comun que encontrar al fin del Coran lo que evidentemente corresponde al principio, y los dos primeros versículos que Mahoma recibió de mano del ángel Gabriel son ahora el noventa y seis y el setenta y cuatro. Sin órden fueron publicados, y el celoso musulman que despues de Mahoma se dedicó á recoger las hojas sueltas del Coran y á recopilar en un libro lo que los discípulos del Profeta habian ido escribiendo en hojas de palmera, en piedras blancas, en pedazos de tela y de cuero, y hasta en huesos de animales, lo hizo sin órden de tiempo ni de materia. Y en cuanto á la sabiduría y la ciencia del autor, no la acreditan mucho la incoherencia de materias en un mismo capítulo, la vaguedad y confusion en las disposiciones legislativas y en los preceptos religiosos, las repeticiones, y hasta las contradicciones.

Como obra literaria, está muy lejos de corresponder su mérito al que han querido darle los devotos musulmanes y muchos de sus comentadores. Es cierto que se hallan en él algunos pasages sublimes, otros tambien poéticos y bellos, y algunas descripciones magestuosas: mas para encontrarlas es menester á veces devorar largos y enojosos capítulos. Parécenos semejarse al pais en que se escribió; que para hallar los vergeles del Yemen es necesario atravesar los abrasados arenales del Desierto. Necesitase perseverancia para leer todo el Coran. Si hay capítulos que parece revelar habilidad en el legislador para cautivar la admiracion de las clases ignorantes y crédulas, no comprendemos cómo las gentes ilustradas podian admitir los absurdos milagros del viage de Mahoma á Jerusalen, de su ascension nocturna al cielo en la famosa yegua Borak, de la luna que se hendia á su voz, de la tela de araña que cubrió la boca de la caverna en que se escondió en su huida de la Meca á Medina, y otros de este género. ¿Y qué diremos de las revelaciones celestes para cohonestar las faltas del Profeta á su misma ley, sus vicios y sus crimenes, los escándalos de su incontinencia, sus adulterios y divorcios, las liviandades y torpezas que se hallan sancionadas por Dios en este libro divino? ¿Cómo no conocian que en vez de un legislador que se acercase á la divinidad, tenien un legislador que hacía á la divinidad descender á autorizar su desenfrenada lujuria y sus obscenos placeres?

Pero érale necesario al lascivo apóstol encubrir sus flaquezas de hombre halagando por el mismo lado las imaginaciones ardientes y voluptuosas de los orientales, é inventó un paraiso en que los servidores de Dios labrian

de hallar todo género de delicias y materiales placeres, y nada mas propio para esto y mas seductor que jardines esmaltados de arroyos, fuentes puras y cristalinas, sombrías alamedas, frutas deliciosas, manjares exquisitos, blandos lechos, aromas suaves, virgenes hermosas y tiernas, adornadas de perlas y esmeraldas, inmarchitables huries de ojos negros, siempre encantadoras y siempre enamoradas de los que tenian la dicha de morir por la fé del Profeta, de las cuales el mas humilde de los creyentes habia de tener para sus placeres por lo menos setenta y dos, cuya virginidad se estaria perpetuamente renovando. De modo que vino á hacer de la morada celeste un inmenso lupanar en que entraba todo lo que habia podido inventar una imaginacion lúbrica.

De esta suerte para los mahometanos los premios espirituales del cristianismo deberian ser ofertas áridas, sin aliciente, y en cierto modo incomprensibles. Mahoma, pues, discurrió una religion mas acomodada por entonces á la grosería del mundo oriental. Asi su código religioso, al través de sus incoherencias, contradicciones y absurdos, era un objeto de profunda veneracion para los árabes, y al cual rendian un homenage ciego. Prestábase juramento en los tribunales sobre el Coran. Nadie le tocaba sin hallarse legalmente purificado, sin besarle ó llevarle á la frente con mucho respeto y devocion. Miraban como un deber estudiarle de memoria y recitar versos y capítulos enteros. Muchos califas, sultanes, príncipes y grandes señores hacian vanidad de saberle de punta á cabo y le recitaban cada cuarenta dias. Otros poseian muchos ejemplares adornados y enriquecidos con oro y pedrería; y algunos mostraban su celo religioso copiándole muchas veces en la vida, y vendiendo los ejemplares à beneficio de los pobres. En su supersticiosa veneracion hubo quien se tomara la tarea de contar las voces y letras que entraban en él, resultando setenta y siete mil seiscientas treinta y nueve de las primeras, y trescientas veinte y tres mil quince de las segundas. Se sabe hasta las veces que cada letra está repetida: propia paciencia de quienes la tuvieron para contar las tejas que cubrian la gran mezquita de Córdoba. Siendo, pues, el Coran el libro santo, el código de las leyes religiosas, políticas y civiles de los conquistadores de España, la bandera que se enarboló en contra del cristianismo y á cuya sombra pelearon sus sectarios en nuestro suelo por espacio de ocho siglos, daremos una breve idea de sus principales dogmas y disposiciones.

El dogma fundamental del Coran es la unidad de Dios y la mision del Profeta. No hay Dios sino Dios, y Mahoma es su Profeta. Su idea dominante fué la abolicion de la idolatría que prevalecia entre los árabes, y para lo cual habia sido él elegido por Dios, el encargado de purgar la tierra de los

falsos idolos y de restituir la religion á su primitiva pureza. Bajo este punto de vista y del reconocimiento de la gran verdad religiosa, la unidad de Dios, que forma tambien la base del cristianismo, y que acaso él aprendió de la comunicacion con los cristianos y judíos, Mahoma dió un gran paso hácia la civilizacion en Oriente, puesto que era una especie de transaccion y de término medio entre la idolatría y el cristianismo, y al cual probablemente se hubiera ya acercado si no hubiese prohibido absolutamente toda discusion sobre su doctrina. Mahoma admitió tambien ángeles buenos y malos, y genios á imitacion de los persas. Estos genios son creados de fuego como los ángeles, pero de organizacion mas grosera, puesto que comen, beben, propagan su especie, y están sujetos á la muerte. Consignase en el Coran el principio de la inmortalidad del alma, el de la resurreccion, y el de los premios y castigos en el paraiso y en el infierno. El paraiso hemos visto ya cómo lo describia: el infierno era igualmente material. «Los que no creen serán vestidos de fuego: se echará agua hirviendo sobre sus cabezas, con ella se disolverán su piel y sus entrañas, y serán ademas apaleados con mazas de hierro.» El juicio final será anunciado por la trompeta de Israfil. Entre otras señales terribles el sol saldrá por el Occidente como al principio del mundo: el Antecristo derrocará reinos, y Cristo volviendo al mundo abrazará el islamismo. Despues de contar las escenas horribles y espantosas que precederán al juicio final, dice que aparecerá Dios para hacer justicia á todos. Abraham, Noé y Jesucristo habrán declinado su oficio de intercesores, y reemplazará á todos Mahoma. Los hombres darán entonces cuenta de su vida en este mundo, y el ángel Gabriel sostendrá la balanza en que se han de pesar las acciones buenas y malas, balanza cuyos platos serán bastante grandes para contener el cielo y la tierra y estar suspendidos el uno en el paraiso y el otro en el infierno.

Veneraban los musulmanes, ademas del Coran, la Sunna ó tradicion, que correspondia á la Mischna de los judíos. Eran doctrinas trasmitidas de viva voz por el Profeta y recogidas despues por sus discípulos. No faltaban sectas, cismas ni heregias entre los mahometanos, así sobre la Sunna con.o sobre el Coran mismo, á que daba ancho campo la oscuridad de muchos lugares de su código religioso y sus mismas contradicciones. No podemos nosotros detenernos á enumerar ni esplicar sus divergencias religiosas. Baste decir que sus cuestiones sobre el dogma y las diversas escuelas que se crearon produjeron escisiones profundas entre ellos, y los envolvieron mas de una vez en sangrientas guerras civiles.

Cuéntase que un dia se apareció á Mahoma el ángel Gabriel en forma de un beduino y le preguntó: ¿En qué consiste el islamismo? A que Mahoma con

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