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CAPITULO XII.

ALMONDHIR Y ABDALLAH EN CÓRDOBA: ALFONSO II.

EN ASTURIAS.

De 886 á 912.

Proclamacion de Alfonso III., el Magno,-Breve usurpacion del conde Fruela. Su castigo. Primeros triunfos de Alfonso sobre los árabes.-Casa con una hija de Garcia de Navarra. Consecuencias de este enlace para los navarros.-Conjuracion de los cuatro hermanos de Alfonso.-Brillantes victorias de éste sobre los árabes: en Lusitania; en Zamora.-Calamidades en el imperio musulman.-El rebelde Hafsûn y su bijo.-Batalla de Aybar, en que percce García de Navarra.-Condes de Castilla y Alava.-Fundacion de Burgos-Tratado de paz entre Mohammed de Córdoba y Alfonso de Asturias.→→ Conspiraciones en Asturias descubiertas y castigadas.-Misteriosa muerte de Mohammed.-Breve reinado de Almondhir.-Famosa rebelion de Ben Hafsûn. -Emirato de Abdallah.-Complicacion de guerras y sediciones.-Campañas felices de Abdallah.— Renueva la paz con Alfonso de Asturias.-Sus consecuencias para uno y otro monarca. -Conjúranse contra Alfonso la reina y todos sus hijos.—Magnánima abdicacion de Alfonso.-Reparticion de su reino.-Primer rey de Leon.-Origen y principio del reino de Navarra.-Origen y principio del condado independiente de Barcelona.

Catorce años solamente tenia Alfonso, el hijo de Ordoño, cuando su padre le asoció ya al gobierno del reino. Diez y`ocho años cumplia cuando en mayo de 866 entró á reinar solo bajo el nombre de Alfonso III., confirmando los prelados y próceres la voluntad de su padre (1). Parecia haberse contami

(1) Mariana, en su empeño de hacer desde el principio bereditaria la corona de Asturias, contra todos los datos históricos, no podia dejar de decir que pertenecia de derecho á Alfonso, por ser el mayor de los hermanos. El trono de la restauracion no era mas hereditario que el de los godos: lo

que hacian los monarcas era asociarse en vida aquel de sus hijos que querian les sucediese, para allanar asi el camino á la eleccion, y el clero y la nobleza solian condescender con la voluntad del padre cuando no habia un motivo poderoso para excluir al hijo. Asi tácitamente y por consentimien

nado el reino de Asturias con el ejemplo del de los árabes, pues nunca faltaLa ya ó algun magnate ó algun pariente del rey electo que le disputára la posesion del trono. Esto hizo con el tercer Alfonso el conde Fruela de Galicia, que puesto á la cabeza de un ejército marchó atrevidamente sobre Asturias, y hallando desapercibidos á los nobles y al rey, penetró en Oviedo y se apoderó del palacio y de la corona, teniendo el jóven Alfonso que huir á los confines de Castilla y de Alava, como en otro tiempo y por igual motivo habia tenido que hacerlo Alfonso II. De brevisima duracion fué su ausencia, porque volviendo pronto en si los nobles asturianos, irritados contra el usurpador, asesinaron una noche á Fruela en su palacio, llamaron á Alfonso, y volvió el jóven príncipe á tomar posesion del trono que le pertenecia con gran contentamiento del reino.

Si en esto se asemejó el principio de su reinado al de su abuelo Ramiro, parecióse al de su padre Ordoño en haber tenido que hacer el primer ensayo de sus armas en reprimir una insurreccion de los alaveses, siempre inquietos y mal avenidos con la dominacion de los reyes de Asturias. La presencia y resolucion del jóven monarca, que voló á apagar aquel incendio, desconcertó á los sublevados, que asustados ó arrepentidos, le prometieron obediencia y fidelidad, y el autor de la sedicion, el conde Eilon, prisionero y cargado de cadenas, fue llevado por Alfonso á Oviedo y encerrado alli en un calabozo, donde acabo sus dias (1). El gobierno de Alava fué confiado al Conde Vigila ó Vela Jimenez (867).

to se fué haciendo el trono hereditario, como lo iremos viendo.-En cuanto a las variantes que se notan en la cronología del tercer Alfonso entre las crónicas de Albelda, de Sampiro y del Silense, parécemos que las concierta cumplidamente el erudito Risco en la España Sagrada, tom. 37, capitulo. 25, á quien seguimos.

(1) Sampiro, Chron. p. 838.-La tradicion vascongada supone que apenas regresó Alfonso á Oviedo los babitantes de Vizcaya, província entonces comprendida en Alava, se rebelaron contra Alfonso, y congregados so el árbol de Guernica nombraron por su señor ó jaona á uno de sus compatriotas llamado Zuria: que Alfonso despachó Odoario á sofocar esta nueva insurreccion, y que babiendo encontrado á los sediciosos en la aldea de Padura, no muy lejos del sitio donde mas adelante se edificó Bilbao, se empeñó un sangriento combate, en que

las tropas reales quedaron completamente derrotadas y muerto su gefe: que en memoria de tan señalado suceso el lugar de Padura tomó el nombre de Arrigorriaga, que en la lengua del pais significa piedras bermejas, aludiendo á la mucha sangre de que quedó teñido: que Alfonso ocupado en otras guerras no pudo ó no cuidó de vengar esta derrota, y que de aqui data la independencia del señorío de Vizcaya, suponiendo á los señores de la tierra descendientes y sucesores de Zuria. Mas como todas estas relaciones no se apoyan en documento alguno bistórico de que tengamos noticia, nos contentamos con indicarlas sin admitirlas.Sobre esto y sobre los demas precedentes en que pretenden los vizcainos apoyar la antiguedad de su señorío, trató de propósito el erudito Llorente, Noticia de las Provincias Vascongadas, tom. 1, cap. 9.-Todo esto acogió con su acostumbrada sinceridad

Aunque de pocos años Alfonso, y teniendo por rival á un principe tan avezado á los combates, tan valeroso y resuelto como Mohammed de Córdoba, estaba destinado á dar un gran impulso á la restauracion española y á merecer el renombre de Magno que se le aplicó y con que le conoce la posteridad. Una escuadra musulmana á las órdenes de Walid ben Abdelhamid se habia dirigido á Galicia. Al abordar á la desembocadura del Miño desencadenóse una borrasca, de cuyas resultas se perdieron ó estrellaron casi todos los buques, pudiendo apenas el almirante Walid regresar por tierra á Córdoba, no sin riesgo de caer en manos de los cristianos. Alentado el rey de Oviedo con este desastre, atrevióse á pasar el Duero y tomó á Salamanca y Coria. Verdad es que no pudo conservarlas, porque los walies de la frontera se entraron á su vez por el territorio cristiano; pero en cambio, habiéndose internado mas de lo que la prudencia aconsejára, se vieron de improviso acometidos y envueltos en terreno donde no podia maniobrar la caballería, y una terrible matanza fué el castigo de su temeridad. Los árabes no disimularon su consternacion (868), y Alfonso se retiró tranquilo y triunfante á su capital.

Fueron los árabes, capitaneados por el principe Almondhir, á probar mejor fortuna por la parte de Afranc y montes Albaskenses. Tampoco fueron felices en esta expedicion. Almondhir intentó, pero no pudo tomar á Pamplona, defendida por García, hijo del otro García el yerno de Muza. Levantó, pues, el sitio, y dirigió sus huestes sobre Zaragoza, resuelto á castigar al viejo Muza que aun se mantenia alli. Prolongóse el sitio por todo el año, hasta que habiendo ocurrido la muerte de Muza, no sin sospechas de haber sido ahogado en su misma cama, se rindió la ciudad (870). Pero el espíritu de rebelion estaba como encarnado ya en el corazon de los musulmanes españoles, y á pesar de la muerte trágica de Muza, y de la rendicion de Zaragoza, otra sublevacion estalló en la siempre inquieta Toledo. Dirigiala Abdallah, nieto del mismo Muza, é hijo de aquel Lupo que habia vívido en Asturias en compañía del rey Ordoño. Era hombre de ánimo y de experiencia, y los cristianos fomentaban aquella rebelion. Acudió Mohammed en persona como en tiempo de Lupo, y limitóse como entonces à sitiar la ciudad. Cuando Abdallah conoció que no podia resistir á las numerosas tropas del emir, salió con pretesto de reconocer el campo enemigo, y despachó luego comisionados aconsejando á los toledanos que se sometiesen á Mohammed. Poco faltó para que la pleble indignada despedazase á los enviados de Abdallah; con dificultad pudieron contenerla los hombres mas pru

el P. Mariana, y ademas supone un señor de Vizcaya nombrado Zenon, descendiente de

Eudon, duque de Aquitania, de que no nos babla escritor alguno de aquellos tiempos.

dentes y de mas influjo; al fin, aunque de mala gana, vinieron å la capitula◄ cion y se estipuló la entrega de ia ciudad á condicion de que se echaria un velo sobre lo pasado. Muchos generales aconsejaban al emir que hiciese demoler las murallas y torres de un pueblo en que se abrigaba gente tan indómita y díscola, y que sería un perpétuo foco de revolucion; pero los hijos de Mohammed fueron de contrario parecer y prevaleció su dictámen (1).

Realizóse en este tiempo un suceso que habia de ejercer grande influjo en la posicion respectiva de los cristianos entre sí y en sus relaciones con los musulmanes. Los vascones navarros que desde la derrota del ejército de Luis el Benigno en 824 en Roncesvalles habian sacudido la tutela forzosa en que querian tenerlos los monarcas francos, se habian sostenido en una situa→ cion no bien definible, ni enteramente sujetos á los reyes de Asturias, ni del todo independientes, aliándose á las veces con los sarracenos para libertarse del dominio, ya de los cristianos de Aquitania, ya de los de Asturias, y gobernábanse por caudillos propios, condes ó príncipes, que ejercian entre ellos una especie de autoridad real. Los monarcas asturianos solian domeñarlos de tiempo en tiempo, pero manteniase siempre viva una rivalidad funesta para los dos pueblos, y funesta tambien para la causa del cristianismo. Ejercia esta especie de soberanía en aquel tiempo aquel García gobernador de Pamplona y de Navarra, hijo del otro García Iñigo, acaso el conocido con el sobrenombre de Arista. Viendo Alfonso III. la dificultad de someter á García, y deseoso de robustecer el poderío de los cristianos, hizo con él una alianza política, que quiso afianzar con los lazos de familia, y pidió y obtuvo como prenda de seguridad la mano de su hija Jimena. De este modo esperaba reunir todas las fuerzas cristianas de España contra el comun enemigo. De cuyo principio nace que los caudillos, condes ó soberanos del Pirineo, comenzáran á obrar como reyes, considerando como separados de la corona de Asturias los territórias de Pamplona y Navarra, que hasta entonces se hab an mirado como anexos, agregados ó dependientes (2).

Hácia esta época se refiere la conjuracion que al decir del cronista Sampiro tramaron contra el trono y la vida de Alfonso sus cuatro hermanos ó parientes, Fruela, Nuño, Veremundo y Odoario; conjuracion que castigó el monarca haciendo sacar á todos cuatro los ojos, horrible pena que las bárbaras leyes de aquel tiempo autorizaban; añadiendo el obispo cronista la circunstancia dificilmente creible, de que Veremundo ó Bermudo, ciego como estaba, lo

(4) Conde, cap. 54.

(2) Sampiro, Chron. c. 1.-Rózase esto con el oscuro y cuestionado origen del reino Томо п.

de Navarra, de que volveremos á hablar luego.

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gró fugarse de la prision de Oviedo, y refugiándose en Astorga se mantuvo independiente en esta ciudad por espacio de siete años, aliado con los sarracenos (1).

Si fueron estas disensiones domésticas las que animaron al príncipe Almondhir á penetrar en los estados de Alfonso, engañáronle sus esperanzas, pues prontó las márgenes del pequeño rio Cea que riega los campos de Sahagun quedaron enrojecidas con la sangre de los mas bravos caballeros muslimes de Córdoba y de Sevil a, de Mérida y de Toledo (873). Limitáronse con esto los árabes por algunos años á guardar sus fronteras, si bien no pasaba dia, dicen sus crónicas, en que no hubiese vivas escaramuzas entre los guerreros de uno y otro pueblo. Y hubiérales sido muy ventajoso mantenerse en aquel estado de defensiva, puesto que habiendo tenido Almondhir la temeridad de penetrar mas adelante en Galicia, pais (dice su historiador biógrafo) el mas salvage y el mas aguerrido de los pueblos cristianos, no solo le rechazó Alfonso hasta sus dominios, sino que invadiéndolos á su vez, tomó el castillo de Deza y la ciudad de Atienza, arrojó á los musulmanes de Coimbra, de Porto, de Auca, de Viséo y de Lamego, empujándolos hasta los limites meridionales de la Lusitania, y poblando de cristianos aquellas ciudades (876). En una de estas espediciones fué hecho prisionero el ilustre Abuhalid, primer ministro de Mohammed, que rescató su libertad á precio de mil sueldos de oro, teniendo que dejar en rehenes hasta su pago á un hijo, dos hermanos y un sobrino (2). Tampoco fué mas dichoso Almondhir en el ataque de Zamora. Alfonso habia fortificado y agrandado esta pequeña ciudad del Duero. La importancia que con esto habia tomado movió al principe musulman á ponerle sitio en 879. Apurada tenia ya la ciudad cuando supo que el rey de Asturias venia en su socorro con numeroso ejército. Y como durante el sitio se hubiera eclipsado una noche totalmente la luna, tomáronlo los supersticiosos musulmanes por mal agüero, y cuando salieron al encuentro de Alfonso, y Almondhir los ordenó en batalla para la pelea, negábanse todos á combatir, y costó gran trabajo y esfuerzo al príncipe ommiada y á sus caudillos hacer entrar en órden á los atemorizados muslimes.

Vinieron por último á las manos los dos ejércitos en los campos de Polvararia, orillas del Orbigo, no lejos de Zamora. Tambien aquellos campos como los de Sahagun quedaron tintos de sangre agarena: quince mil mahometanos degollaron alli los soldados de Alfonso, y á excitacion y por con

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