Imágenes de páginas
PDF
EPUB

cibido por el pueblo musulman con tan unánime y universal aplauso. Cuando un imperio cuenta en la familia de sus principes hombres de la prevision y tacto exquisito de un Abdallah, de las aventajadas prendas de un Abderrahman, y de la generosidad y prudencia de un Almudhaffar, aquel pueblo está en el camino seguro del engrandecimiento. Tal aconteció al imperio árabehispano.

Sin unidad y sin tranquilidad interior es imposible que prospere un pue blo, y Abderrahman y Almudhaffar se dedican á acabar con las añejas y envejecidas rebeliones que le traian desgarrado. Ambos rivalizan en energia: en el Mediodía el uno, en el Oriente el otro, á la presencia del prudente y sim→ pático Abderrahman, al brillo de la espada del intrépido y fogoso Almudhassar tiemblan y huyen los insurrectos, las fortalezas enarbolan el pabellon del legítimo califa, y ni en los riscos de la Alpujarra ni en las crestas del Pirineo logran hallar abrigo seguro los rebeldes. Zaragoza, de tanto tiempo en poder de los sediciosos; Toledo, segregada del imperio mas de medio siglo hacía; Toledo con sus altos muros tenidos por inexpugnables, todas abren sus puertas al emir Almumenim, y el imperio árabe-español recobra la unidad rota hacía cerca de doscientos años.

Mayor gloria para los cristianos, mayor lauro para Ramiro y Fernan Gonzalez que han sabido humillar en mas de una lid los estandartes muslimicos conducidos por guerreros como Abderrahman y Almudhaffar en el apogeo de su poder. Y de estar en el punto culminante de su poder daban testimonio los alminbares de las aljamas de Almagreb que resonaban con el nombre de Abderrahman Alnasir Ledin Allah, gefe de los creyentes del imperio africano: dábanle las embajadas de los emperadores de Bizancio y Alemania, de multitud de soberanos de Europa; dábanle las escuadras del califa que cruzaban los mares de Levante, y dábale el soldan de Egipto que experimentó bien á su costa el poderío y pujanza del soberano cordobés.

Si el sobrenombre de Magnánimo con que los cristianos mismos apellidaban al tercer Abderrahman no indicára bastante cuál habia sido su conducta con ellos despues de hecha la paz, publicáralo la hospitalidad generosa otorgada á Sancho el Craso, y su reposicion, si acaso no del todo desinteresada, por lo menos con todas las apariencias de tál, en el trono leonés. ¿Hubiera sido imposible que Abderrahman se enseñoreara en todo ó en parte del reino de Leon, si tal entonces hubiera intentado, à vueltas de las discordias que en aquella sazon ardian entre castellanos y leoneses? Pero fuese política, ó compasion al infortunio, ó simpatía personal, ó cumplimiento fiel de algun pacto hecho con su favorecido, ú otra causa que la historia no ha querido revelarnos todavía, concedámosle el mérito y á los cristianos la suerte de haberse conТомо и.

19

tentado con el título honroso de protector, sin pretensiones ni reclamaciones de indemnizacion material.

Unia Abderrahman á la magnanimidad la pasion à la magnificencia. Consignada la dejó en aquella maravilla de los monumentos árabes, en el palacio esplendoroso de Zahara, prodigioso conjunto de grandiosidad y de belleza, morada de delicias y de encantos, que mas que otra alguna parece representar los que una imaginacion fantástica acertó á reunir en las Mil y una noches: con la diferencia que si estos fueron inventados para dar recreo y deleite con su lectura, los de Medina Zahara fueron una realidad segun los testimonios históricos certifican. Los mármoles y jaspes, los artesonados y jardines de Zahara podrian ser obra de una loca prodigalidad; imposible asociar á ella la idea de la barbarie, con que nuestros cronistas solian regalar en cada página á sus autores.

Cuando la Providencia quiere permitir el engrandeciento de un imperio, alarga prodigiosamente los reinados de los monarcas mas ilustres. Mas de cincuenta años duró el de Abderrahman III.

El de Alhakem II. su hijo fué el reinado de las letras y de la civilizacion, como el de su padre habia sido el de la grandeza y la explendidez. Nombre de bellos recuerdos debió ser para los árabes este de Alhakem II. ¿Y dejaremos nosotros mismos de recordar con admiracion las eminentes dotes de este esclarecido Ommíada porque fuese musulman y no cristiano? Esto equivaldria á pretender negar el mérito de los Augustos, de los Trajanos, de los Adrianos y de los Marco-Aurelios, porque estos ilustres emperadores no hubiesen sido cristianos y sí gentiles. A la paz de Octavio en la España romana sustituyó la paz de Alhakem en la España árabe, pero no sin que Alhakem, como Octavio César, diera antes pruebas de que si deseaba la paz no era porque no supiese guerrear y vencer, sino porque amaba mas las musas que las lides, los libros que los alfanges, los verdes laureles de las academias que los laureles ensangrentados de las batallas, y nadie con mas gusto que Alhakem II. hubiera mandado cerrar el templo de Jano, si los hijos de Mahoma hubieran conocido las divinidades y las costumbres romanas.

Vióse, pues, al cabo de mil años reproducido en España bajo nueva forma el siglo de Augusto: con la diferencia que si en el de Augusto los talentos habian tenido ademas un Mecenas, en el de Alhakem cada wali y cada jeque aspiraba á ser un Mecenas protector de los sábios y amparador de los buenos ingenios. A los Sénecas, los Lucanos y los Marciales reemplazaron los Abu Walid, los Ahmmed ben Ferag y los Yahia ben Hudheil, y las églogas y las odas reaparecian con el nombre de cásidas, como las célebres tituladas de las Flores y de los Huertos. La córte habíase convertido en una vasta aca

demia; era Córdoba como la Atenas del siglo X., y la liberalidad, largueza y munificencia con que se premiaba las obras del ingenio era tal, que para creerla necesitamos verla por tantos y tan contestes testimonios confirmada. Pero compréndese bien à costa de cuántos sacrificios, de cuánta solicitud y de cuántos dispendios hubo de adquirirse aquella asombrosa coleccion de 400 ó 600 mil volúmenes manuscritos que constituian la biblioteca del palacio de Meruan.

Hay que advertir, no obstante, que ni este riquísimo depósito de las producciones de la inteligencia, ni la civilizacion que en aquel tiempo llegaron á alcanzar los árabes, fué obra de solo Alhakem II. ní de solo su reinado. La preparacion venia de atrás, y era una semilla que habia ido desarrollándose y creciendo. Desde que Abderrahman I. fundó el califato español, propúsose la dinastía de los Beni-Omeyas aventajar asi en civilizacion como en material grandeza el imperio de sus implacables enemigos los Abassidas de Damasco y de Bagdad. El primer Abderrahman habia buscado ya las mayores celebridades literarias para encomendarles la educacion de sus hijos, los cuales asistian á los certámenes académicos, á las audiencias de los cadies y á las sesiones del divan. El fundador del imperio muslímico de Occidente erigió ya multitud de madrisas ó escuelas, premiaba los doctos, y hasta nosotros han llegado los elegantes versos que él mismo escribió con su pluma. Su hijo Hixem siguió las huellas de su padre y fomentó y propagó la enseñanza. Alhakem I., aunque sanguinario y cruel, era docto y le dieron el sobrenombre de el Sabio. Abderrahman II. oia y examinaba las producciones literarias de sus hijos Ibam y Othman. Del III. hemos visto cómo llevaba á su córte los sábios de todas las partes del mundo y los colocaba en los cargos y puestos mas eminentes del estado, cómo iba siempre rodeado de un séquito numeroso de astrónomos, médicos, filósofos y poetas distinguidos, y debiale Alhakem II. su esmerada educacion literaria. Este califa, ilustradísimo ya y aficionado á las letras, alcanzó un período dichoso de paz; y como el gérmen de la civilizacion existia, desarrollóse al amparo de su proteccion, al modo que las plantas crecen con lozania cuando despues de mucho cultivo y de copiosas lluvias aparece un sol claro, radiante y vivificador.

Una observacion nos suministra la lectura de las historias arábigas. Ni un solo literato, ni un solo erudito deja de ser mencionado por sus historiadores. No se verá que omitan jamás los nombres de los doctos que florecieron en cada reinado, con sus respectivas biografias y la correspondiente reseña de sus obras. Citase con frecuencia el fallecimiento de un profesor distinguido como el acontecimiento mas notable de un año lunar. La narracion de un comhate empeñado entre dos ejércitos se interrumpe en lo mas interesante

para dar cuenta de que alli se encontraba, ó de que llegó á la sazón, ó de que murió á tal tiempo en cualquier punto que fuese tal poeta ilustre ó tal astrónomo afamado. Conócese que estaba como encarnada en aquellas gentes la apreciacion del mérito literario, y asi correspondia á un pueblo en que los califas eran eruditos, en que los príncipes eran bibliotecarios, y en que los guerreros soltaban el alfange con que habian combatido para empuñar la pluma y transcribir con ella las escenas mismas en que acababan de ser actores en los campos de batalla.

Anticiparemos, sin embargo, aunque mas adelante tendremos ocasion de hacerlo observar, que era esta una ilustracion mas brillante que positiva, mas superficial que sólida y mas poética que filosófica, con cuya prevencion ya no nos maravillaremos tanto cuando la veamos desaparecer.

Tal era el estado de los dos pueblos, musulman y cristiano, cuando murió el ilustre Alhakem Almostansir Billah. Uno y otro van á sufrir grandes mudanzas y alteraciones en su situacion fisica v moral.

CAPITULO XVIII.

ALMANZOR EN CORDOBA:

DE RAMIRO III. A ALFONSO V. EN LEON.

De 976 a 1002..

Situacion de los tres reinos cristianos al advenimiento del califa Hixem II.-Menoria de Ramiro III. de Leon.-Pónesele bajo la tutela de dos religiosas.-Imprudencias y desórdenes del monarca en su mayor edad.-Irrita á los nobles y proclaman á Bermudo II. el Gotoso.-ALMANZOR primer ministro y regente del califato.-Imbecilidad del tierno califa.-Obra Almanzor como soberano del imperio.-Su nacimiento: sus altas prendas: su conducta.-Jura eterna guerra á los cristianos.-Sus dobles campañas anuales.-Sus triunfos.-Fuga de Bermudo II. á Asturias.-Toma Almanzor á Leon y la destruye.—. Sus victorias en Africa. Conquista á Barcelona.-Recóbrala el conde Borrell II.-Des cripcion de las fiestas nupciales del hijo de Almanzor.-Los Siete Infantes de Lara.Vence Almanzor y bace prisionero al conde García Fernandez de Castilla: su muerte.Destruye el gran templo de Santiago de Galicia.-Triunfos de los musulmanes españoles en Africa.-Muerte de Bermudo II. de Leon.-Alfonso V.-Calamitosa situacion de la España cristiana.—Alianza de los soberanos de Leon, Castilla y Navarra para resistir á Almanzor.-Refuerzos que éste recibe de Africa. -Famosa batalla de Calatañazor.-Glorioso triunfo de los cristianos.-Almanzor es derrotado despues de veinte y cinco años de victorias, y de cincuenta batallas felices.-Muere en Medinaceli.-Epitafios de su sepulcro.

Podemos anunciar que llegamos á uno de los períodos mas importantes. de la dominacion sarracena en España. El nombre del personage que va á la cabeza de este capítulo lo dice tambien bastante al que no sea del todo peregrino en nuestra historia de la edad media. En el hecho mismo de ponerle al frente, no siendo Almanzor califa, damos ya en entender suficientemente

« AnteriorContinuar »