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No conocemos bastante para poder apreciarlas debidamente, hi las razones especiales qne moverian á Sancho de Navarra, ni la intencion y el fin que pudo llevar en distribuir de la manera que lo hizo entre sus hijos la rica herencia que les legó, ni los motivos personales que le impulsáran á dejar favorecidos á unos mas que á otros en aquella desigual partija. Infiérese de las escatimadas y oscuras esplicaciones de los escritores de aquel tiempo que influyeron no poco en ella secretos y afecciones nacidas de la vida doméstica de aquel gran monarca. De todos modos, cualquiera que hubiese sido la particion, una vez rota la obra laboriosa de la unidad, una vez distribuido co mo patri monio de familia el grande imperio que Sancho habia sabido concentrar en una sola corona con los esfuerzos de su vigoroso brazo, hubiera sido difícil poner freno á la ambicion, á la codicia y á la envidia que muy pronto se desarrolló entre los hermanos coherederos, y evitar las sangrientas guerras civiles que entre ellos nacieron apenas enfrió el hielo de la muerte el cadáver de su padre.

Ramiro el Bastardo (1), á quien tocó el pequeño reino de Aragon, fué el primero que, descontento de su lote tomó las armas contra su hermano Garcia de Navarra, que de órden y acaso con alguna mision de su padre se hallaba á la sazon en Roma. Mas no contando Ramiro con bastantes fuerzas propias para despojar á su hermano, llamó en su ayuda á los régulos musulmanes de Zaragoza, Huesca y Tudela, con cuyo refuerzo penetró hasta Tafalla y puso sus tiendas alrededor de esta ciudad. Pero García, que con noticia de la muerte de su padre, regresaba á sus estados, informado del movimiento y proyectos de Ramiro, reunió apresuradamente un ejército de pamploneses, y con la celeridad del rayo cayó sobre el campamento de Tafalla, arrolló las desapercibidas huestes, huyeron despavoridos los que quedaron con vida, y el mismo rey de Aragon, que acaso reposaba descuidado, para no caer en manos de García hubo de montar descalzo y casi desnudo en un caballo desjaezado y sin mas bridas que un tosco ronzal al cuello, y asi huyó hasta ganar las montañas de su reino; quedando los navarros dueños de las tiendas y despojos de cristianos y musulmanes. Debe creerse que

ex ancilla quadam nobilissima el pulcherrima, que fuil de Aybari, genuit Ranimirum... ..Deinde accepit uxorem legitimam reginam........filiam comitis Sanzio de Castella. El monge de Silos (Chron. n. 75) dice espresamente que le tuvo de una concubina: «Dedit Ramiro, quem ex concubina

(1) Pretenden algunos hacer Ramiro bijo legítimo. Creemos que se equivoca el señor Cuadrado cuando dice (Recuerdos y Bellezas de España, tomo de Aragon, nota á la pág. 23): «La opinion de que Ramiro era bastardo no tiene apoyo alguno en las crónicas antiguas En el Ordo numerum Regum Pampilonensium se lee: Sanclius rex habuerat.......»

no tardaron en ajustarse paces entre los dos hermanos, pues se vió luego â don Ramiro en posesion tranquila de su reino (1).

Por su parte Bermudo de Leon, tan luego como supo la muerte de Sancho, se preparó á recobrar sus antiguos dominios. Ayudábale el buen espíritu de sus pueblos, y fácilmente se reinstaló en Leon y recuperó las tierras del Oeste del Cea. Como quien ostentaba hallarse otra vez en la plenitud de sus derechos, expidió carta de privilegio para la reedificacion de la ciudad y templo de Palencia, anulando la que habia dado don Sancho, como emanada de un poder ilegítimo. Y como en su propósito de recuperar todo lo que obligado por la fuerza y necesidad habia cedido al nuevo rey de Castilla avanzase sobre las modernas fronteras de los dos reinos, don Fernando, viéndose atacado por fuerzas superiores á las suyas, acudió en demanda de auxilio á su hermano don García el de Navarra. No tardó éste en presentarse con un ejército en Burgos. Reunidas las fuerzas de ambos reyes castellano y navarro, marcharon al encuentro del leonés. Halláronle con su gente en el valle de Tamaron, ribera del rio Carrion, y empeñóse una sangrienta batalla, en que de un lado y otro se peleó con igual arrojo y esfuerzo. El rey don Bermudo se mostró uno de los mas intrépidos y de los primeros en arrostrar los peligros: fiado en su juventud, en su valor, y en la ligereza de su caballo, llamado Pelagiolus, se precipitó lanza en ristre en lo mas cerrado y espeso de las filas enemigas buscando y desafiando á Fernando. Su ciega intrepidez le perdió. Fernando y García resistieron firmemente el choque de su rival; tropezóse Bermudo con las puntas de sus lanzas, y cayó mortalmente herido del caballo. Siete de sus compañeros de armas perecieron á su lado. El combate duró todavía algunos instantes, pero la noticia de la muerte de Bermudo se difundió entre los leoneses, y se pronunciaron en dispersion y retirada hácia Leon (1037).

Asi pereció el jóven rey don Bermudo III. (2), concluyendo en él la línea varonil de los reyes de Leon, pues un solo hijo que habia tenido sobrevivió unos pocos dias no mas á su nacimiento. El monge de Silos al dar cuenta de la muerte de aquel malogrado monarca, se muestra embargado y como agoviado de dolor. Todos los historiadores elogian las virtudes de este principe. Jóven, sin los vicios de la juventud, se ocupó en reformar las costumbres, era el consuelo de los pobres, fué justo y benéfico, y con leyes y castigos oportunos llegó á corregir en gran parte el desenfreno y la licencia que se habian introducido y propagado en el reino.

(1) Rod. Tolet. 1. VI.-Mon. Sil. n. 76.- Sandoval, Historia del rey don Fernando el Luc. Tud. p. 91. Magno.

(2) Mon. Sil. n. 79.-Luc. Tud. ubi sup.

Despues de la batalla de Tamaron, conociendo Fernando lo que le importaba la actividad para consumar su obra, prosiguió con su ejército victorioso hasta los muros de Leon. Cerráronle los leoneses las puertas; pero reflexionando luego sobre la dificultad de resistir al castellano, considerando por otra parte que no habia mas heredero del trono de Leon que doña Sancha su muger, y que no les convenia atraerse la enemistad del que un dia ú otro habia de ser su soberano, acordaron abrirle las puertas, entró don Fernando en Leon con banderas desplegadas y entre las aclamaciones de su ejército y alguna parte, aunque pequeña, del pueblo. Hizose, pues, ungir y coronar rey de Leon en la iglesia catedral de Santa María por su obispo Ser vando á 22 de junio de 1037.

De este modo vinieron á reunirse las coronas de Castilla y de Leon, que ambas habian recaido en hembras, la primera en doña Mayor, hija del conde de Castilla y muger de don Sancho de Navarra, y la segunda en doña Sancha, hermanà del rey de Leon don Bermudo III. y muger de don Fernando: «accidente y cosa (dice el padre Mariana hablando de haber recaido das dos coronas en hembras), que todos suelen aborrecer asaz, pero diverusas veces antes de este tiempo vista y usada en el reino de Leon: si dañosa, <si saludable, no es de este lugar disputallo ni determinallo. A la verdad muchas naciones del mundo fuera de España nunca la recibieron ni aproba❤ eron de todo punto.>>

De esta manera se extinguió la línea masculina de aquella ilustre estirpe de reyes de Asturias y Leon que se remontaba hasta Pelayo y se enlazaba con las dinastías de los antiguos monarcas godos. La reunion de las dos coronas de Leon y de Castilla, si bien costó sangre muy preciosa, encerraba en gérmen la futura unidad de las monarquías cristianas de España. Por desgracia esta obra de la perseverancia española tardará todavía en llevarse á feliz término: sufrirá todavía interrupciones sensibles y contrariedades penosas; pero los cimientos de tan apetecida union quedaron echados.

CAPITULO XXI.

FRACCIONAMIENTO DEL CALIFATO.

GUERRA ENTRE LOS MUSULMANES.

De 1031 & 1080

Causas de la disolucion del imperio ommiada.-Reinos independientes que se formaron Córdoba, Toledo, Badajoz, Zaragoza, Almería, Valencia, Malaga, Granada, Sevilla, etc. -Familias y dinastías.-Alameries, Tadjibitas, Beni-Al Afthas, Edrisitas, Zeiritas, Abeditas, etc.-Sábio y benéfico gobierno de Gehwar en Córdoba. - República aristocrática. -Orden interior.-Armamento de vecinos honrados.-Seguridad pública. -Ambicion del de Sevilla.-Sus guerras con los de Carmona, Málaga, Granada y Toledo.-El rey de Sevilla se apodera por traicion de Córdoba.-Fin del reino cordobés.-Revolucion en Zaragoza.-Extinguese alli la dinastia de los Tadjibi, y la reemplaza la de los Beni-Hud. -Independencia y sucesion de los reyes de Almería.-Justo y pacífico gobierno de AlMotacím -Prendas brillantes de este principe.-Reyes de Valencia. Alzase con este estado el de Toledo.-Los Beni-Al Afthas de Badajoz.-Engrandecimiento de Al-Motadhi el de Sevilla.-Su muerte.-Cualidades de su hijo y sucesor Al-Motamid.-Su rivalidad con el de Almería.-Necesidad de estas noticias para el conocimiento de la bistoria de la España cristiana.

Dos términos puede tener un imperio que se descompone y desquicia combatido por las ambiciones, destrozado por las discordias, devorado por la anarquía, y corroido y gangrenado por la desmoralizacion y por la relaja— cion de todos los vínculos sociales. Este imperio, ó es absorvido por otro, que se aprovecha de su desórden, de su debilidad y flaqueza, ó se fracciona y divide en tantas porciones y estados cuantos son los caudillos que se consideran bastantes fuertes para hacerse señores independientes de un territorio y defenderle de los ataques de sus vecinos. No aconteció lo primero

al imperio de los Ommiadas de España, merced á la falta de acuerdo entre los principes cristianos, los Alfonsos, los Sanchos, los Bermudos y los Borrells, á algunos de los cuales los mahometanos mismos habian enseñado por dos veces el camino de su capital. Malogróse aquella ocasion, y España tuvo que llorarlo por siglos enteros. Sucedió, pues, lo segundo, esto es, el fraccionamiento del imperio musulman en multitud de pequeños reinos independientes, como pedazos arrancados de un manto imperial.

Acostumbrados los walies de las provincias á ver sucederse rápidamente dinastías y soberanos, fuertes por la flaqueza misma del gobierno central, halagados y solicitados por califas débiles que necesitaban de su apoyo para conservar un poder disputado, hechos á recibir por premio de un servicio prerogativas que los hacian semi-soberanos en sus distritos respectivos, de que fué el primero á dar ejemplo el grande Almanzor con sus slavos y alameries (que no comprendemos cómo se escaparon sus funestas consecuen cias al talento de aquel grande hombre), fuéronse emancipando de la autoridad suprema, de forma que á la caida del último califa no tuvieron que hacer sino cambiar los nombres de alcaides y walies en los de emires ó reyes. Eran entre estos los mas poderosos los de Toledo, Zaragoza, Sevilla, Málaga, Granada y Badajoz, y por la parte de Oriente, los de Almeria, Murcia, Valencia, Albarracin, Denia y las Baleares; aparte de otra multitud de pequeños soberanos, de los cuales habíalos que poseian solo un reducido canton, una sola ciudad ó fortaleza. C da cual en su escala tenia su córte, sus vasallos y su ejército, levantaba y cobraba impuestos, muchos acuñaron moneda con su nombre, y alguno tomó el pomposo título de Emir Almumenin.

No es fácil determinar la época precisa en que cada uno de estos reinos comenzó á ser ó á llamarse independiente, pues si bien desde el año 1009 empezaron algunos walíes á negar con diferentes pretestos y escusas su obediencia á los califas ó á rebelarse de hecho contra ellos, ó bien reconocian después á otros que les sucediesen y fueran mas de su partido, ó bien aquellas mismas excusas y pretestos demuestran que aun no se atrevian á emanciparse abiertamente del gobierno central. Otros á quienes los califas dejaban en una dependencia puramente feudal, iban arrogándose poco á poco los demas derechos y constituyéndose en señores absolutos, relevándose del feudo siempre que la debilidad de los califas lo permitia. De modo que desde la muerte del segundo hijo de Almanzor hasta la extincion del califato en el tercer Hixem, puede decirse que fueron fermentando y desarrollándose estas pequeñas soberanías, hasta que al nombramiento de Gehwar en Córdoba en 1031 se vió que era escusado contar ya

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