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el gobernador de Lorca, y aunque acudió contra él el regente, no le fué posible reducirle á la obediencia. El regente murió á los tres años, y Mohammed comenzó de diez y siete á regir por sí mismo el reino (1044), y á ejemplo de Abed el de Sevilla que habia tomado el nombre de Al Motadhi, este tomó el de Al Motacim, con que es conocido en la historia.

La corta edad de este príncipe tentó á sus vecinos á hacerse señores de las plazas situadas á alguna distancia de la capital, y como en realidad Al Motacim no se distinguiera por lo belicoso, lográronlo aquellos sin dificultad grande hasta reducirle al recinto de la ciudad y de la comarca que la circunda, y aun asi no carecia de importancia, porque la sola ciudad equivalia á un reino. Todos los escritores árabes ponderan su grandeza en aquella época. Contábanse en ella, dicen, cuatro mil telares de las mas preciosas telas, habia multitud de fábricas de utensilios de hierro, de cobre y de cristal, era el puerto mas concurrido de España, buques de Siria, de Egipto, de Génova y Pisa se surtian en él de todo género de mercancías, y contenia cerca de mil hospederías y casas de baños.

Mas si Al Motacim no era ni gran capitan ni profundo político (dice el autor de quien tomamos estas noticias); si el historiador no puede consagrarle páginas brillantes, la justicia obliga á poner en su cabeza la bella corona debida á un príncipe que merecia ser llamado el bien hechor de sus súbditos. No envidiaba á los que poseian mas vastos dominios que los suyos; contentabase con lo que tenia: enemigo de verter sangre, cuando la necesidad le forzaba á rechazar los ataques de sus ambiciosos vecinos, hacia la guerra contra su voluntad: honraba la religion y los sacerdotes, y ciertos dias de la semana reunia en una sala de su palacio los faquíes y cortesanos, los cuales conferenciaban alli y discutian sobre los comentarios del Coran y sobre las tradiciones relativas al Profeta. Era justo, bondadoso, y se complacia en perdonar las injurias (1). Ciertamente, prosigue este autor, si un principe tan noble,

(1) Cuéntase de él la siguiente curiosa anécdota. Despues de baber colmado de favores al famoso poeta de Bad joz Abul Wa, lid al-Nibli, éste desde Sevilla cometió la ingratitud de insertar en un ditirambo compuesto en honor de aquel rey, el siguiente verso: Eln Abed ha destruido los berberiscos; Ebn Man (que era el de Almería), ha esterminado los pollos de las aldeas. Pasado algun tiempo volvió el poeta á Almería, olvidado ya de la amarga sátira que habia escrito contra Al Motacim. Convidóle esto principe un dia á comer, y no le presentó

otra cosa que pollos de distintas maneras aderezados. «Pero, señor, esclamó admirado el poeta, no hay en Almería otros manjares que pollos?-Otros tenemos, respondió Al Motacim, pero he querido haceros ver que os engañásteis cuando dijisteis que Ebn Man habia esterminado los pollos de las aldeas.» Quiso el poeta, abochornado, disculparse, pero el príncipe: «Tranquilizaos, le dijo; un hombre de vuestra profesion no gara su vida, sino obrando como vos: el solo que merece mi cólera es el que os oyó recitar este verso, y sufrió que ultrajȧseis á uD

tan generoso, tan justo, tan amante de la paz, hubiera reinado en otra época y en un pais mas estenso, su nombre hubiera sido inscrito entre los de los reyes que no deben su gloria á los arroyos de sangre vertida por ensanchar algunas leguas los límites de su reino, sino á los beneficios que han derramado sobre sus súbditos y á su amor por la justicia. El carácter de Al Motacim era bien diferente del de los demás príncipes que gobernaban entonces la España, y su proteccion á las letras atrajo á Almería un considerable número de los mas distinguidos ingenios de la época. Consagrado á hacer la felicidad pacífica de sus gobernados, ningun acontecimiento politico de importancia caracterizó su largo reinado, que duró hasta junio de 1091.

Habiendo muerto en 1061 Abdelaziz el de Valencia, sucedióle su hijo Abdelmelik Almudhaffar bajo la tutela de su pariente Al Mamun el de Toledo, que habia sucedido á Ismail Dilnûm, el cual nombró su representante en Valencia á Abu Abdallah Ebn Abdelaziz, perteneciente á una familia plebeya de Córdoba y cuyo hijo habia de sentarse en el trono de Valencia. Cuando en 1064 fué esta ciudad sitiada y atacada por Fernando de Castilla, segun en su lugar diremos, Abdelmelik pudo salvarse por la fuga. Al Mamun el de Toledo dejó apresuradamente su capital y pasó á Cuenca para estar mas cerca de Abdelmelik. Pero fuese que no quisiera fiar la defensa de aquella ciudad á un principe tan débil como Abdelmelik contra un monarca tan valeroso y diestro como el cristiano, ó fuese solo ambicion, Al Mamun despojó á su deudo del trono y le tomó para sí (1065). Alzado el sitio de Valencia por los cristianos, volvióse Al Mamun á Toledo dejando encomendado el gobierno de aquella ciudad á Abu Bekr, hijo de Ebn Abdelaziz que habia muerto. Este Abu Bekr se proclamó mas adelante soberano independiente de Valencia, y era el que poseia aquel reino cuando Alfonso VI. se puso sobre aquella ciudad (1).

A Mohammed ben Afthas el de Badajoz, llamado Almudhaffar, sucedió en 1068 su hijo Yahia, nombrado Almanzor como su abuelo; que este honroso sobrenombre se hizo comun entre los emires ó reyes de estos pequeños estados, y aplicábansele con frecuencia desde que le llevó con tanta gloria el gran ministro y regente del califa Hixem. Mas como hubiese quedado de gobernador de Evora su hermano Omar Al Motawakil, estallaron pronto desavenen

igual suyo. Para mas tranquilizarle le hizo el príncipe nuevas dádivas, pero el poeta que no conocia bien toda la bondad de su carácter, no se atrevió á permanecer en Almería, y dirigió á Al Motacim otros versos llenos de arrepentimiento: el príncipe pro

siguió dispensándole mercedes.

(1) Esta es la relacion que bace Dozy en sus Investigaciones (t. I. p. 808 y sig.) enteramente diversa de la de Conde (part. III. c. 5.)

cias entre los dos hermanos, de que nos tocará hablar en la historia de la Es paña cristiana, viniendo por último á reinar en Badajoz Al Motawakil, el postrero de la dinastía Afthasida (1081).

Continuaba Al Motadhi el de Sevilla engrandeciendo sus estados à costa de Jos de Málaga y Granada y de los señores de otras pequeñas comarcas vecinas. A yudábale en sus expediciones de conquista su hijo Mohammed, aquel sobre quien habia recaido el horóscopo fatal, y como ya entonces comenzára á sonar la fama de los Almoravides de Africa, no dudaba Al Motadhi que aqueHas gentes serian las que habian de eclipsar la estrella de su dinastía segun el pronóstico de los astrólogos, lo cual no dejaba de llenar su corazon de amargura y zozobra en medio de sus triunfos. Nuevas revoluciones estallaron en Málaga, y el viejo rey Edris ben Yahia fué fácilmente desposeido por su sobrino Mohammed ben Alcasim el de Algeciras, que continuó la guerra contra los Beni-Abed de Sevilla. Murió Habus el de Granada, y su hijo Badis ben Habus, enérgico, noble y brioso como su padre, guerreó tambien valerosamente contra el sevillano, y supo mantener la integridad de su territorio. Llególe tambien su hora al terrible y ambicioso Abed Al Motadhi de Sevilla (1069). Aquel hombre codicioso, falso, disipado y cruel, que por tan pérfidos medios se habia apoderado de Córdoba, tenia el sentimiento de la familia, y le mató la pesadumbre de haber perdido á su hija querida Thairah, jóven de maravillosa y singular hermosura. Empeñóse en que el cortejo fúnebre habia de pasar por delante de su palacio, y aunque la fiebre le tenia postrado en cama, no pudo contenerse y se levantó y asomó á una ventana para presenciar la ceremonia funeral: causóle el espectáculo sensacion tan viva y profunda que hubo que retirarle casi exánime, y á los dos dias siguió á su hija á la tumba.

Sucedióle su hijo Abul Casim, el del horóscopo fatídico, que entre otros titulos tomó el de Al Motamid Billah (el fortalecido ante Dios). Valeroso, magnífico y liberal, dulce y humano en la victoria, literato y protector de los hombres de letras, en lo cual rivalizaba con Al Motacim el de Almería, pero ambicioso tambien, político y astuto, supo el nuevo monarca ganarse el afecto de sus súbditos, y restituyó á sus hogares á todos los que la crueldad de su padre tenia desterrados. Criticábanle, no obstante, como á aquél, porque tambien bebia vino y lo permitia beber á sus tropas para animarlas á los combates, y ademas gustaba de la sociedad de los judíos y de los cristianos. Veremos mas adelante las relaciones que con estos últimos sostuvo, y la intervencion que en ellas le tocó ejercer á su hija Zaida. Habíale recomendado su padre en el lecho de muerte que se guardára mucho de los Lamtunas ó Almorabitinos, (los que despues conoceremos bajo el nombre de Almoravides), y que cuidára

de asegurar bien y guardar las llaves de España, Gibraltar y Algeciras, y sobre todo que trabajára por reunir y concentrar en su sola mano el fraccionado imperio de España, que le pertenecia como señor de la imperial Córdoba (1).

Tal era en general la situacion de los pequeños estados musulmanes formados sobre los escombros del desmoronado imperio de los Ommiadas. Im portábanos conocer las principales divisiones en que quedó partida la España musulmana, las familias y dinastías que en cada region prevalecieron, las escisiones y guerras que tuvieron entre sí, y el poder de cada uno de aquellos principes, no solo por lo que respecta á la historia muslimico-española, sino para comprender lo mejor posible la de la España cristiana en este oscuro y complicadísimo período.

4) Conde, part. III. c. 5.

CAPITULO XXII.

FERNANDO 1. DE CASTILLA Y DE LEON,

De 1037 & 1065.

Cómo se captó Fernando el afecto de los leoneses.-En qué empleó los primeros años de su reinado.-Medidas de gobierno interior.-Concilio de Coyanza en 1050.—Sus princtpales cánones.-Confirmacion de los fueros de Castilla y Leon.-Guerra con su bermano García de Navarra.-Batalla de Atapuerca, en que muere García.-Noble conducta de Fernando antes y despues de esta guerra.-Primeras campañas de Fernando contra los sarracenos.-Conquistas de Viseo, Lamego y Coimbra.-Sus campañas en el cen tro de la Península.-Sitió de Alcalá de Henares.-Humilde súplica del rey musulman de Toledo.-Campaña contra el rey mahometano de Sevilla.-Humillacion de Ebn Abed.-Historia de la traslacion del cuerpo de San Isidoro de Sevilla á Leon.-Testamento de Fernando. Distribucion de reinos.-Campaña y sitio de Valencia.-Sorpresa de Paterna.-Enfermedad de Fernando.-Se retira á Leon.-Religiosa y ejemplar muerte de este gran monarca.

Dejamos en el capitulo XX. á Fernando, primero de este nombre, hijo de Sancho el Grande de Navarra, posesionado de las dos coronas de Castilla y de Leon, heredada esta última por su esposa la princesa doña Sancha, por haberse extinguido en Bermudo III., su hermano, la línea masculina de Alfonso el Católico, y adquirida la primera por extincion tambien de la linea varonil de los condes de Castilla y por herencia de otra princesa castellana, esposa de su padre Sancho, viniendo á ser de este modo dos hembras el lazo que unió las familias de Navarra, Castilla y Leon, la base y principio de la unidad de la monarquía española, cuyo complemento, no obstante, habrá de diferirse todavía siglos enteros.

Quedaba con esto don Fernando el mas poderoso de los reyes cristianos de España. Y si bien al principio le miraban muchos leoneses con alguna des

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