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La Arabia. Sa clima.-Vida, costumbres, religion de los primitivos drabes.-Nacimiento, educacion y predicacion de Mahoma.-El Koran.-La Meca; Medina; la Hegira.- Contrariedades y progresos del islamismo.-Muerte de Mahoma.-Sus discípulos y sucesores.-Abubekr.-Conquistas de los musulmanes.-La Siria, la Persia, el Egipto, el Africa. Guerras con los berberiscos: son estos vencidos y se hacen mahometanos.-Muza, gobernador de Africa.-Pasan los árabes y moros á España.-Sucesos que siguieron á la batalla de Guadalete.-Venida de Muza.-Desavenencias entre Muza y Tarik.-Se apoderan de toda la peninsula.-Teodomiro y Abdelaziz.-Capitulacion de Orihuela. -Muza y Tarik son llamados por el califa á Damasco.-Castigo de Muza.-Conducta de los primeros conquistadores y carácter de la conquista.

¿De dónde procedian estos nuevos conquistadores que invadieron nuestra España, y por qué encadenamiento de sucesos han venido esas gentes á plantar los pendones de una nueva religion en las cúpulas de los templos cristianos españoles? ¿Qué causa los movió á dejar los campos del Yemen, y

quién fué ese hombre ó ese genio prodigioso á quien invocan por profeta?

Hay allá en el Asia una vasta península que circundan el mar Rojo y el Océano Índico, entre la Persia, la Etiopía, la Siria y el Egipto: pais en que se reunen, mas aun que en España, todos los climas; donde hay comarcas en que la lluvia del cielo está empapando los campos seis meses del año seguidos, y otras en que por años enteros suple á la falta de lluvia un ligerisimo rocio: heladas eminencias, y planicies abrasadas por un sol de fuego: vastisimos desiertos é inmensos arenales sin agua y sin vegetacion, donde se tiene por dichoso el viajero que al cabo de algunas jornadas encuentra una palma á cuya sombra se guarece de los ardientes rayos de aquel sol esterilizador; si antes no ha perecido ahogado en un remolino de arena, ó caido en manos de alguna tribu de beduinos, únicos que de aquellos inmensurables yermos han podido hacer una patria movible; y tambien risueñas campiñas, fertilisimos valles, frondosos y amenos bosques, verdes y abundosos prados, regados por mil arroyos de cristalinas aguas, donde estuvo, dicen, el Eden, el paraiso terrenal criado por Dios para cuna del primer hombre. Este pais tan diversamente variado es la Arabia, que Tolomeo y los antiguos geógrafos dividieron en Desierta, Petréa y Feliz.

Preciábanse los árabes de descender de la tribu de Jectan, cuarto nieto de Sem, hijo de Noé, y tambien de Ismael, hijo de Abraham y de Agar, y de aquí los nombres de Agarenos y de Ismaelitas. Los habitantes del Yemen ó Arabia Feliz, y de una parte del desierto, ó labraban sus campos, ó comerciaban con las Indias Orientales, la Persia, la Siria y la Abisinia. Pero los más hacian una vida nómada, vagando en grupos de familias con sus rebaños y plantando sus movibles tiendas allí donde encontraban agua y pastos para sus ganados. Teniendo que ser á un tiempo pastores y guerreros, ejercitábanse y se adiestraban desde jóvenes en el manejo de las armas y del caballo para defender su riqueza pecuaria. Especie de campeones rústicos, los fuertes hacian profesion de defender á los débiles, y montados en caballos ligeros como el viento protegian las familias y sostenían su agreste libertad y ruda independencia contra toda clase de enemigos. Asi resistieron á los mas poderosos reyes de Babilonia y de Asiria, del Egipto y de la Persia. Vencidos una vez por Alejandro, pronto bajo sus sucesores recobraron su independencia antigua. Aunque los romanos extendieron sus dominios hasta las regiones septentrionales de la Arabia, nunca fué ésta una provincia de Roma. Defendida la Arabia Feliz por los abrasados arenales de la Desierta, cuando ejércitos estrangeros amenazaban su libertad como en tiempo de Augusto, aquellas tribus errantes aparejaban sus camellos, recogian sus tiendas, cegaban los pozos se internaban en el desierto, y los invasores, halland

dose sin agua y sin víveres, tenian que retroceder si no habian de sucumbir abogados entre nubes de menuda y ardiente arena y sofocados por la sed, sin poder dar alcance á aquellos ligeros y fugitivos hijos del desierto.

Asi se defendió por miles de años esta nacion belicosa, protegida por los desiertos y los mares, y como aislada del resto del mundo. Pero divididas entre sí sus mismas tribus, no se libertaron de sostener sangrientas guerras intestinas, de que fué principal teatro la Arabia Central, y cuyas hazañas suministraron materia á multitud de poesías y cantos nacionales, á que tanto se presta el genio de Oriente.

En los tiempos de su ignorancia, como ellos los llamaban después, aquellas tribus acampadas en las llanuras adoraban los astros que les servian de guia en el desierto. Cada tribu daba culto á una constelacion, y cada estrella y cada planeta era objeto de una veneracion particular. Mas desde los primeros tiempos del cristianismo la religion cristiana habia tambien hecho prosélitos en la Arabia. Cuando los hereges fueron desterrados del imperio de Oriente, refugiáronse muchos en aquella península, especialmente monophisitas y nestorianos. Acogiéronse alli igualmente despues de la destruccion de Jerusalen muchos judíos, y el último rey de la raza homeirita se habia convertido al judaismo, lo cual le costó perder la corona y la vida en una batalla. Con esto y con distinguirse los árabes, en árabes primitivos, árabes de la pura raza de Jectan, y árabes mixtos ó descendientes de la posteridad de Ismael, hallábase el pais dividido en una confusa multitud de sectas y de cultos, cuando nació Mahoma en la Meca, ciudad de un canton de la Arabia Feliz, hacia el año 670 de Jesucristo.

Pertenecia la Meca á la tribu de los Coraixitas, que se suponian descendientes en línea recta de Ismael, hijo de Abraham. Gobernábanse por una especie de magistrados nombrados por ellos mismos, que eran al propio tiempo los sacerdotes y guardianes del templo de la Caabah, que decian construido por el mismo Abraham. A los dos años de su nacimiento quedó Mahoma huérfano de su padre Abdallah, el hombre mas virtuoso de su tribu. A poco tiempo le siguió al sepulcro su esposa Amina, que dejó á Mahoma por toda herencia cinco camellos y una esclava etiopia. El huérfano fué confiado á una nodriza, hasta que le recogió su tio Abutaleb, que hizo con él veces de padre, y le dedicó al comercio, llevándole consigo á todos los mercados. Púsole despues en clase de mancebo en casa de Cádija, viuda de un opulento mercader, que prendada del ingenio, de la gracia, de la elocuencia y del noble continente del jóven, le ofreció su fortuna y su mano. Tenia entonces Mahoma 25 años, y la que se hizo su esposa 40, y á pesar de la diferencia de edad no quiso Mahoma, dicen los árabes, en todo el tiempo que

vivió con ella usar de la ley que le permitia tener otras mugeres. Dueño ya de una inmensa fortuna, prosiguió algunos años dedicado á la vida mercantil, corriendo las ferias de Bostra, de Damasco, y de otros pueblos aun mas lejanos, al frente de sus criados y sus camellos.

No era esta, sin embargo, la ocupacion á que Mahoma se sentia llamado. Otros y mas elevados eran sus pensamientos. Por espacio de quince años, al regreso de cada viage, y despues de reposar en los brazos de Cádija, retirábase á una gruta del monte Ara á entregarse á sus silenciosas meditaciones. Alli fué donde se le apareció (al decir suyo) una noche el ángel Gabriel con un libro en la mano: «Mahoma, le dijo, tú eres el apóstol de Dios, y yo soy Gabriel.» Su libro estaba hecho: Mahoma comenzal a su mision: de alli salió proclamándose el Profeta, el Enviado de Dios. «No hay mas Dios que Dios, decia, y Mahoma es su Profeta.» Hé aqui su gran principio. Daba á su nueva religion el nombre de islamismo, consagracion á Dios. Proponíase acabar con la anarquía religiosa quo reinaba en la Arabia, y principalmente con la idolatría, que habia llegado al mayor grado de desconcierto. En solo el templo do la Caabah se adoraba á mas de trescientos ídolos, representados muchos de ellos en ridículas figuras de tigres, de perros, de culebras, de lagartos y de otros animales inmundos, á los cuales se sacrificaban hombres y niños, y bajo este concepto la religion de Mahoma que predicaba la unidad de Dios era un verdadero progreso.

Escaso fué no obstante el número de prosélitos que en los primeros años logró hacer Mahoma. Fueron estos su muger Cádija, Alí, á quien dió en matrimonio Fátima su hija, Abubekr, con cuya hija se casó él cuando murió Cádija, Omar, Zaid y algunos otros. Cuando ya contó con adeptos entusiastas que le ayudaran en la obra de su mision, comenzó á hacer lectura pública de su libro, Koran, ó Al-Koran, que significa la lectura. Mas aunque tenia ya su libro acabado, ni le leia ni le revelaba todo de una vez, sino por páginas sueltas y gradualmente segun las escribia y entregaba el ángel Gabriel, recitando en las plazas públicas con aire y voz de hombre inspirado los versos mas maravillosos de su Coran, los mas á propósito para herir las ardientes imaginaciones orientales, aquellos en que prometia á los buenos y justos la posesion de un paraiso de delicias, de una mansion de deleites, embalsamada de suavísimos aromas y perfumes, donde descansarian en los purísimos sc nos de hermosísimas huries que los embriagarian de placer. Pero al paso quo con tan seductora doctrina halagaba la sensualidad de aquellas gentes y ganaba secuaces, escitaba mas los celos de los Coraixitas, sacerdotes del templo de la Meca, que no podian consentir una predicacion que daba al traste con su influjo y sus riquezas. Conjuráronse contra tan peligroso innovador y pu

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