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nocimientos tan especiales y profundos en tan diversos ramos del saber humano, como la jurisprudencia y la astronomía, la teología y la química, la poesía y la historia; el hombre que estaba en continua campaña contra los moros y cantaba en armoniosos versos loores á la Virgen; que traducía la Biblia en romance, y dirigía el trabajo de las Tablas Astronómicas; que escribía la historia general de su pueblo y hacía leyes nuevas para él; que estudiaba en los astros y gobernaba los hombres; que poetizaba en dialecto gallego y enriquecía y perfeccionaba el habla casteİlana; este hombre poseía un talento privilegiado, era un genio, era un prodigio para el siglo en que le tocó vivir.

Cierto que no escribió por sí mismo todas las obras que llevan su nombre, y que algunas no hizo sino dirigirlas ú ordenarlas como las Ta blas Astronómicas ó Alfonsinas, obra que todavía se admira á pesar de los grandes adelantamientos de la ciencia, para cuya formación reunió el rey en Toledo más de cincuenta astrónomos nacionales y extranjeros que trabajaron bajo su presidencia y dirección por espacio de cuatro años; las Partidas y demás códigos de que hemos hablado. Exclusivamente suyas fueron las obras poéticas: las Cántigas en loor de la Virgen (1), de que existen hasta cuatrocientas y una, escritas en variedad de metros, y las Querellas, de que es lástima se hayan conservado, ó por lo menos se conozcan dos estrofas solamente. Atribúyesele comunmente el libro Del Tesoro, que trata de la trasmutación de los metales, y de la piedra filosofal; si bien algunas leyes de sus Partidas demuestran que no debía ser hombre que creyese en los misterios de la alquimia, ni en los milagros de los alquimistas (2).

Pero la obra literaria que inmortalizó á Alfonso, al modo que entre las legislativas eternizó su nombre la de las Siete Partidas, fué la Crónica general de España, que en vano algunos escritores españoles han pretendido negar que fuese producto del entendimiento y de la pluma del monarca mismo, á pesar de lo que en el prólogo tuvo cuidado de estampar: <E por ende, nos don Alfonso, por la gracia de Dios rey de Castiella, e de

(1) Discurre el señor Ticknor, en su Historia de la literatura española, sobre la especial circunstancia de haber escrito el monarca castellano estas Cántigas en dialecto gallego: y después de exponer que el gallego fué en su origen una lengua importante de la Península y el primero que se desarrolló en el ángulo NO. de España, concluye diciendo: «Qué razones tuvo para escoger este dialecto particular, y formular en él sus poesías, cuando conocía tan perfectamente el castellano; qué le movió á dejar mandado en su testamento que estas Cantigas se cantasen sobre su sepulcro en Murcia, país donde nunca se ha conocido el dialecto gallego, son cuestiones que hoy día es imposible dilucidar.» T. I, cap. III.

(2) Entre otras obras que además se atribuyen ó á mandamiento, ó á su dirección ó á su pluma, lo son, la Vida de San Fernando, el Libro de las Armellas ó Tratado de la Esfera, el Cuadripartito de Tolomeo, y varias traducciones del árabe.

De lo de no creer en la alquimia dan testimonio la ley 13, tít. V de la Partida II, la 4.a del tít. IV, Part. VI y la 9.a del libro VIII, Part. VII. En esta última dice, hablando del que face moneda falsa: «ó que ficiesen alquimia, engañando los homes, en facerles creer lo que non puede ser, segunt natura...» De que se deduce, ó que Alfonso se desengañó si alguna vez llegó á creer en la alquimia, ó que no fué suyo el libro Del Tesoro.

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Copia de la primera página del LIBRO DE LOS JUEGOS, mandado hacer

por Don Alfonso el Sabio

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