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entendia en el negocio, se le diesen en cuenta de lo que debia corresponderle tres mil ducados para ayuda de pagar sus deudas, y mil y quinientos el primer año para sus alimentos.

D. Fernando, III marques del Valle, casó con Doña Mencía de la Cerda y Bobadilla, dama de honor de la Infanta Doña Isabel, por cuyo enlace se le restituyó la jurisdiccion civil y criminal de sus estados, en los cuales la justicia se administró desde entónces por los subdelegados ó tenientes que nombraba el gobernador, de quienes se ocurria al juez conservador, que era siempre un oidor de la audiencia de Mégico, y de éste al consejo do Indias: pero como este último ocurso, sobre todo en lo criminal, era lento y embarazoso, se estableció despues que las sentencias se ejecutasen con aprobacion de la audiencia. Falleció D. Fernando á principios del año de 1602 y se le erigió un suntuoso sepulcro en Madrid, en la iglesia del convento de mercedarios calzados, de que eran patronos él mismo y su esposa, cuyas estatuas de mármol estaban puestas de rodillas sobre la urna, en un nicho al lado de la Epístola, en la capilla mayor (1). Cuando yo las ví, la iglesia habia sido despojada por las tropas francesas, y estas estátuas estaban mutiladas de manos y cabezas: despues entiendo que la iglesia y convento han sido derribados para construir en su lugar otros edificios.

No dejó sucesion D. Fernando, y habiendo falle

(1) Habla de este sepulcro Ponz [viage de España tomo v. fol. 95] describiendo las iglesias de Madrid.

cido tambien sin ella D. Gerónimo, el marquesado del Valle pasó al tercer hermano, D. Pedro. Este hizo sus estudios en Ocaña, y desempeñaba á la sazon el empleo de fiscal del consejo de órdenes, siendo caballero profeso de la de Santiago, por cuya circunstancia habia hecho los votos que los estatutos de esta requerian; pero obtenida bula de dispensa, con el objeto de asegurar la sucesion del marquesado, contrajo matrimonio con la Señora Doña Ana Pacheco de la Cerda, hermana del conde de Montalvan. La autoridad española estaba de tal manera consolidada en América en el siglo XVII que no tenia ya que temer por ningun influjo personal, con lo que D. Pedro pudo venir á Mégico sin contradiccion á ocuparse de restablecer su casa, que habia sufrido grandes menoscabos, y una de las medidas que para ello tomó, fué dar en enfiteusis todas las tierras que no podia cultivar, que es el origen de muchos de los censos que la casa tiene. En D. Pedro se extinguió la linea masculina de Cortés, pues falleció en está ciudad el 30 de enero de 1629 sin dejar sucesion legítima, aunque tuvo una hija natural, llamada Doña Isabel, que entró religiosa en el convento de Jesus María, en el que profesó con el nombre de la madre Isabel de San Pedro. Algunos años despues, faltándole á esta señora recursos para su mas cómoda subsistencia, ocurrió al virey, marques de Cadereita, pidiéndole se los mandase dar de la casa, pero no habiendo quedado bienes ningunos de su padre, el virey dispuso se le ministrasen seis reales diarios de las rentas del hospital de Je

sus, „para que pueda echar, dice el decreto, una gallina en su puchero."

La falta de sucesion de D. Pedro, hizo pasar el marquesado del Valle á su sobrina Doña Estefanía, casada con D. Diego de Aragon, duque de Terranova, de una de las mas distinguidas familias de Sicilia, cuyo vireinato habian obtenido varias veces sus mayores. La extension de la monarquía española en aquel siglo, en que abrazaba diversas partes de la Europa, hacia que fuesen frecuentes los enlaces entre los súbditos del mismo soberano, aunque de diversas naciones. De aquí proviene el que el marquesado del Valle, cuyos bienes estaban en Mégico, pasase á una familia napolitana, mientras que muchos títulos y estados de aquel reino se trasladaron á casas españolas, como las del Infantado (1), Villafranca, Alcañices y

otras.

Don Diego de Aragon no tuvo tampoco hijos varones, y su ducado de Terranova, y el marquesado del Valle de su esposa, pasaron á la familia Piñateli, habiendo casado su hija Doña Juana con D. Hector, duque de Monteleone, y en ella permanecen aunque en otra línea, segun se vé en la noticia cronológica que sigue. Mientras Nápoles permaneció unido á la corona de España, los duques de Terranova y Monteleone ocuparon los primeros puestos del palacio real: separados aquellos reinos la guerra de sucesion á

por

(1) El rey Joaquin Murat fué fu. silado en el Pizzo, en el reino de Nápoles, en la sala del palacio que allí tiene el duqne del Infantado, como

Señor de aquel lugar. ¡Rara coincidencia! ¡Que un hombre que cometió tantas atrocidades en España, fuese á morir en la casa de un señor español!

principios del siglo XVIII, los duques de Terranova siguieron el partido austriaco, cuyas tropas ocupaban á Nápoles, y los Borbones, que mandaban en España y América, hicieron secuestrar el marquesado del Valle, sobre el cual asignaron una pension de veinticuatro mil pesos anuales en favor del duque de Giovenazzo, príncipe de Chelamare, hasta que el secuestro se levantó cuando se hizo la paz por cédula de 18 de agosto de 1726, por la que se confirmó al duque de Terranova, marques del Valle, en todos sus derechos y privilegios, en cuyo goce continuó hasta que las nuevas vicisitudes de España las causaron tambien

en su casa.

En cuanto á los hijos naturales de D. Fernando Cortés, quedan ménos noticias. De D. Martin, hijo de Doña Marina, consta por el proceso que se le formó cuando fué preso con su hermano el marques, que acompañó á su padre á España en 1540 donde el emperador Cárlos V le dió el hábito de Santiago; que muerto D. Fernando regresó á Mégico con D. Martin, y que hacia una vida retirada y tranquila, pues no gustaba de asistir ni aun á los frecuentes convites que habia en la casa del marques; que era de salud débil y que estuvo casado con Doña Bernardina de Porras, lo cual resulta de un escrito que esta presentó pidiendo se le dejase continuar habitando la casa del marques, no obstante haber sido secuestrada con los demas bienes; que de esta señora tenia una hija y que no contaba con otros medios de subsistencia que lo que le pagaba el marques por la administracion de

su estado. En el curso de esta causa, aunque el fiscal Céspedes de Cárdenas pidió desde 28 de noviembre de 1566, que se le pusiese á rigurosa cuestion de tormento, esto no solo no tuvo efecto por entónces, sino que con motivo de enfermedad y por no poder atender desde la cárcel á la administracion de los bienes del marques, se le amplió la prision permitiéndole salir á su casa con fianzas.

Llegados los nuevos comisarios, procedieron desde luego, no solo á volver á la cárcel á D. Martin, sino á echarle prisiones, de lo que se quejó su muger en el escrito citado, como de cosa indigna de su nacimiento y calidad, y por sentencia que Muñoz y Carrillo dieron en 7 de enero de 1568, le condenaron á cuestion de tormento de agua y cordeles, que se ejecutó el dia siguiente. Torquemada dice que asistieron á este horrible acto, á peticion del mismo D. Martin, por ser del hábito de Santiago, D. Francisco de Velasco, hermano del virey D. Luis, y el obispo D. Antonio de Morales y Molina, pero esta circunstancia no consta en los autos, y no es probable que D. Martin, que consideraba á Velasco como su enemigo y autor de la persecucion que sufria, lo pidiese por testigo de semejante suceso. En este lance se condujo con heróica constancia: puesto en el potro con fuertes ligaduras en los brazos, muslos y piernas y en los pulgares de los piés, sofocándole con el agua dispuesta de manera que le hacia muy penosa la respiracion, y de la que se le echaron hasta seis jarros de á cuartillo, los verdugos no pudieron arrancarle mas TOM. II.-16.

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