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descubrimientos en el mar del Sur, y hacer depender de la corona de Castilla la China y las islas de la Especería, realizando así el primer intento de Colon: estos eran los grandes objetos de la ambicion de Cortés. Su engrandecimiento y fortuna particular habian de ser la consecuencia de estos intentos. Basta leer sus muchas cartas á Cárlos V y examinar despreocupadamente todas sus operaciones para convencerse de ello. Para conseguir estas grandes miras no hubo dificultad que le detuviese, ni obstáculo que le embarazase. Si la escuadra impedia la marcha al interior, y presentando al soldado una esperanza de volver á su pais, le dejaba otro camino de seguridad que la victoria, la escuadra era sumergida en el fondo del mar. Si despues una escuadra era necesaria para hacerse dueño de las lagunas megicanas, se veian flotar en ellas trece bergantines, conducidos por hombres desde los pinares de Tlaxcala, que mas parecian ser efecto de aquellas creaciones que la mitologia nos presenta, que resultado de esfuerzos humanos. Contando solo consigo mismo, supo hacerse aliados donde no podia esperar mas que enemigos; aprovechó con habilidad las creencias y preocupaciones establecidas en el pueblo que se habia propuesto sujetar, y firme en su intento en todas las vicisitudes de la suerte, se creyó tan dueño de Mégico cuando echado de la ciudad tuvo que acojerse al favor de los tlaxcaltecas, como cuando vino á ponerle sitio al frente de ciento y cincuenta mil hombres. Cauto y detenido para emprender, no confió á la fortuna nada

de lo que podia prevenir la prudencia; en ejecutar resuelto é intrépido, no economizó su sangre y su persona cuando fué menester exponerse á todos los peligros, mereciendo así el elogio que un orador romano hizo de otro héroe español, diciendo que no se distinguia de sus soldados sino por el sufrimiento en los trabajos y por la valentía en que á todos se aventajaba. (1) Admirable conquista! dice Solis al acabar su obra, ¡y muchas veces ilustre capitan! de aquellos que producen tarde los siglos y tienen raros egemplos en la historia." Estas palabras de aquel célebre escritor han sido confirmadas por toda la posteridad.

Pueden imputársele á Cortés algunas faltas, sea porque realmente lo fueron, ó porque el mal éxito de 6 los sucesos las ha hecho calificar por tales. Es la primera, haber dejado mandando en Mégico á Pedro de Alvarado cuando salió á batir á Narvaez: Alvarado le era conocido por su rapacidad de que habia tenido que reprenderle anteriormente, y esta mala propension le ponia en riesgo de cometer excesos tales como la atroz matanza que hizo de los nobles megicanos, que fué el motivo del levantamiento general contra los españoles; pero si Alvarado tenia este grave defecto, se distinguia por su intrepidez, y aunque esta no fuese calidad extraordinaria entre los for

que

(1) Hæc tibi apud hostes veneratio. Quid apud milites? Quam admirationem, quemadmodum comparas. ti? Quum tecum inediam, tecum

ferrent sitim: nihil á cæteris, nisi robore ac præstantia differens. Pli. nio. Panegírico de Trajano. XIII.

maban aquel pequeño egército, todos jóvenes resueltos á arrostrar todos los peligros, acaso el sobresalir tanto en ella, fué el motivo de la eleccion de Cortés, cuando se trataba de dejarle con un corto número de españoles en una ciudad populosa, expuesto á tantos riesgos. La salida de Mégico por la noche es otro de los errores que se atribuyen á Cortés, y parece en efecto que habria podido verificarla con menor peligro de dia, puesto que en los anteriores habia recorrido una gran parte de la poblacion con menos dificultades que las que era natural temer en la obscuridad: muy dificil es juzgar del acierto de un movimiento militar expuesto á tantos accidentes como es una retirada, sin tener á la vista todas las circunstancias del momento, que no pueden apreciarse bastante despues de tanto tiempo, y en este caso parece que Cortés se confió en el descuido de los megicanos, prometiéndose poder salir de la ciudad ántes que percibiesen su marcha, lo que no habria podido ser de dia; y el revés que se experimentó, procedió principalmente de no haberse podido levantar el puente que se echó en la primera cortadura de la calzada, con el que Cortés contaba para el paso de las otras. La expedicion á las Hibueras por la costa seria una temeridad sin duda inexcusable, si en aquel tiempo se hubiesen tenido todos los conocimientos que hoy poseemos de aquellos terrenos, y si en la época de la conquista no se hubiesen hecho cosas que hoy nos parecen increibles. Sin embargo, hubiera sido mas acertado hacer el viage por Guate

mala como lo aconsejaba Bernal Diaz, ya que estaba resuelto á emprender aquella expedicion, la que mas bien se presenta como un acto de venganza de amor propio irritado, que como castigo de una ofensa contra la autoridad, y que en las circunstancias en que la Nueva-España quedaba, mal segura todavía la conquista, no puede eximirse de la nota de importuna é imprudente. Esta expedicion por otra parte dió á conocer de todo lo que era capaz el genio de Cortés: en ella no solo desempeñó las funciones de capitan y de soldado, sino que tambien hizo de piloto, dirigiéndose por entre los bosques inaccesibles con la brújula y una imperfecta carta, y de ingeniero, construyendo puentes de grande extension para pasar rios caudalosos, y estos puentes fueron de tal solidez, que habiendo permanecido muchos años despues, excitaban la atencion de los viageros y conservaron el nombre de los puentes de Cortés, segun la expresion de Bernal Diaz, como si se dijese Las columnas de Hércules.

Por desgracia las grandes acciones de los guerreros son por lo general otras tantas calamidades para la especie humana, y la historia de las conquistas, de las revoluciones, de las guerras en que tanto renombre han adquirido los grandes capitanes, son la historia de la destruccion y de la ruina de las naciones que las han sufrido. En medio de estas escenas de desolacion y de muerte, solo puede calificarse la mayor 6 menor humanidad de los actores, por los límites que pusieron á los males que era preciso causar para lle

gar á su objeto, pues que este objeto no podia obtenerse sin aquellos, y el objeto mismo solo puede estimarse por las opiniones recibidas en el siglo en que los sucesos acontecieron. Examinando pues, por estos principios la conducta de Cortés en la conquista de Mégico, es menester reconocer que en una empresa, que segun las opiniones de su siglo, era tal que con ella se creia defender la causa del cielo, no manifestó una inclinacion á hacer males innecesarios. Calculándolo todo segun lo exigia su posicion, cuando creyó preciso hacer en Cholula un escarmiento que inspirase el terror de su nombre en todo el pais, hizo correr sangre porque así lo exigia su intento; mas cuando tomada la capital no habia ya objeto para una crueldad inútil, contuvo el furor de sus aliados á quienes excitaban contra los vencidos antiguas venganzas y el horrible interes del canibalismo. Despues de la conquista, los castigos que hizo en los pueblos que se sublevaron, considerándolos como rebeldes al soberano que habian reconocido, fueron tambien sangrientos, pero á diferencia de los demas conquistadores de América, protegió á los naturales del pais preservándolos de la esclavitud y de los males que en otras partes resintieron, lo que fué el motivo de que le amasen y considerasen como su protector y padre. Pudiera comprenderse en pocas palabras el sistema seguido por Cortés: hacer la conquista como cosa debida á su religion y á su soberano: emplear para ella la guerra con todos los medios que esta autoriza: procurar á los pueblos conquistados todos los bienes

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