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Vista del palacio antique de les vireyes de Megice que fue quemado en el motin de 8 de Junio de 1692

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OCTAVA DISERTACION.

FORMACION DE LA CIUDAD DE MEGICO.

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SEGUN Se ha dicho en otro lugar de esta obra, la antigua Mégico se componia de dos ciudades, Tenochtitlan, y Tlaltelolco, que en su principio fueron dos monarquías separadas, sometida la segunda á la primera: con el transcurso del tiempo y el aumento sucesivo de ambas poblaciones, vinieron á quedar reunidas y confundidas en una sola, que fué casi enteramente arruinada en el sitio que le puso Cortés. Este se retiró á Cuyoacán despues de la toma de la capital y prision del emperador Cuauhtemotzin, y dudando si convendria reedificar la antigua ciudad ó fundar una nueva en otra parte, consultó con sus capitanes y se resolvió por lo primero, siendo los motivos de su determinacion el conservar el nombre de Mégico y el influjo que ejercia sobre todo el pais, y aprovechar las ventajas que la situacion en medio de la laguna proporcionaba, para la defensa y fácil conduccion de-todo género de comestibles y efectos. Mas adelante, la consolidacion del dominio español redujo á la nulidad algunas de estas ventajas, que en las circunstancias del momento se habian considerado tan importantes, y entonces, cuando el remedio era ya muy dificil

TOM. II.-26

y

costoso, se echaron de ver los inconvenientes de esta posicion, pues ocupando la ciudad el centro de un valle ó cavidad circular, rodeada por una cadena de montañas de cosa de setenta leguas de circunferencia, todas las vertientes se dirijen á la poblacion, sujeta por esto á frecuentes inundaciones, que hicieron necesario para precaverla de ellas emprender grandes y costosas obras.

Para proceder con regularidad en la forma y distribucion de la nueva ciudad, se formó un plano, ó como en el libro de cabildo se le llama una traza, que aunque no se ha conservado, por los datos que hoy podemos recojer, era un cuadro que abrazaba todo el espacio que limitan al Oriente la calle de la Santísima y las que siguen en su misma direccion; al Sur la de San Gerónimo ó de San Miguel; al Norte la espalda de Santo Domingo, y al Poniente la calle de Santa Isabel (1). En algunas de estas calles que servian de límite á la traza, se formaron acequias, de las que se conserva la memoria por los nombres de los puentes que sobre ellas estaban construidos. Otras muchas de las que en la ciudad antigua corrian por diversas calles, quedaron cegadas con los escombros de los edificios que se arruinaron en el sitio, y solo se dejaron las que eran necesarias para la comodidad

(1) En esta demarcacion hago uso solamente del nombre de la calle mas conocida en cada rumbo, debiéndose entender que el límite de la traza seguia por las que continúan en la misma direccion, hasta cortarse

unas con otras formando el cuadro Esta inexactitud en la explicacion es uno de los inconvenientes que resultan de haber dado diverso nombre á cada cuadra.

del tráfico y conduccion de víveres: las calles por donde las acequias pasaban, se llamaron con generalidad calles del agua. Todo lo que excedia de estos linderos se señaló por barrios para habitacion de los indios; pero extendiéndose entónces las lagunas casi hasta tocar con la traza por diversos puntos, estos suburvios tuvieron su mayor amplitud hácia el Norte, en Santiago, que era el antiguo Tlaltelolco, y al Poniente por San José, que fué la parroquia y cabecera de todos. La distribucion regular de manzanas no se hizo extensiva á estos barrios, y aunque despues la poblacion ha salido de sus antiguos límites, en especial por el lado de San José, que ahora se conoce con el nombre del Nuevo-Mégico, se ha ido fabricando con poco órden, de manera que en Mégico, todo lo antiguo está construido con regularidad y todo lo nuevo sin ella, al contrario de lo que sucede en las ciudades de Europa. Tengo entendido que el conde de Revillagigedo, á quien tanto debe la capital de la república, previendo este aumento de la poblacion, hizo formar la delineacion de las calles que debian fabricarse, pero no ha sido seguida esta planta.

Se estableció por base de la reparticion del terreno de la traza, que á cada individuo que quisiese ser vecino de la ciudad se le daria un solar, y dos á los que hubiesen sido conquistadores de ella; pero cuáles fuesen las dimensiones de estos solares, ni constan en el libro de cabildo que habla de esto como de cosa conocida, ni hay hoy datos bastantes para fijarlas.

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