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América. A estos rudimentos de educacion literaria debe atribuirse el estilo puro y fluido que se nota en sus cartas, que como se ha dicho ya, le han hecho comparar á César; la oportuna é ingeniosa aplicacion que hace de los textos de la escritura, y el acierto y claridad de sus reglamentos administrativos. Componia tambien versos, y gustaba de hacer gala de su poesía, contestando en epígramas á los pasquines que contra él se ponian. Sin duda tambien procede del mismo orígen la demasiada inclinacion á litigar que se le advierte en el último periodo de su vida.

La guerra de Italia y las conquistas en América eran las dos carreras que se presentaban á la juventud española en aquella época: el renombre del gran capitan daba mas brillo á la primera; las segundas presentaban la espectativa de mayor fortuna. El jóven Cortés, bullicioso, altivo y travieso se avenia mal con el órden y regularidad que se guardaba en la casa de sus padres, y resuelto á dejarla para seguir la milicia, vacilaba entre alistarse bajo las banderas del conquistador de Nápoles, ó pasar á buscar fortuna en las regiones nuevamente descubiertas. El nombramiento de D. Nicolas de Ovando, comendador de Lares en la órden de Alcántara, para suceder á Colon en el gobierno de la isla Española decidió su eleccion, pues siendo Ovando amigo.de su padre, esta circunstancia facilitaba sus adelantos en la carrera que iba á abrazar. Un accidente, efecto de la demasiada propension que desde tan temprano manifestaba hácia el bella sexo, impidió por aquella vez este viage. Su

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biendo una noche por una cerca para hablar á una dama, la pared mal cimentada se vino abajo, y al ruido de la caida, un marido celoso que salió de una casa vecina quiso matarle, lo que pudo estorvar la suegra. La curacion del golpe fué larga y se siguió á ella una fiebre intermitente, que le retuvo en su casa mucho tiempo. Los que gustan de atribuir los grandes acontecimientos á pequeñas causas, no dejarán de encontrar en este amorío la de la conquista de la Nueva-España, pues si Cortés hubiera venido á América entonces, cuando los españoles no habian entrado todavía al golfo de Mégico en el curso de sus descubrimientos, se hubiera sin duda embarcado en alguna de las expediciones que se hicieron por aquel tiempo al Darieu y á la costa firme, y su ingenio vasto y su carácter emprendedor, se hubieran empleado en alguna de las empresas desgraciadas que tuvieron por objeto aquellas costas malsanas.

Restablecido Cortés de sus males, resolvió de nucvo pasar á Italia, y segun dice Gómara, emprendió el viage á Valencia, pero sin que se sepa por qué motivo, se volvió á su casa y obtenida la aprobacion de sus padres y el dinero necesario para el camino, se embarcó por fin para la Española en San Lúcar de Barrameda, en el año de 1504, el mismo en que falleció la reina Doña Isabel. Tenia entónces D. Fernando diez y nueve años, y el capitan del buque que le conducia, llamado Alonso Quintero, por la codicia de vender mejor su cargamento llegando ántes que los demas á Santo Domingo, se apartó por dos

veces del convoy, con lo que habiendo perdido su derrota ysufrido dos violentos temporales, estuvo á punto de naufragaró de irá dar á las islas de los Caribes. La falta de víveres y sobre todo de agua, causada por lo largo de la navegacion, tenia á la tripulacion y pasageros en el mayor conflicto, cuando vieron una paloma blanca que vino á pararse en el tope del palo mayor. Este incidente, muy comun en las cercanías de tierra, ha sido atribuido á milagro por algunos escritores españoles, que han creido ver en esta paloma al Espíritu Santo, que quiso guiar la nave que conducia al que habia de ser el instrumento para la propagacion de la religion cristiana en estas regiones.

Llegado el buque á Santo Domingo, Quintero tuvo el sentimiento de hallar que los demas navíos, en cuya compañía salió primero de San Lúcar y despues de Canarias, habian anclado con felicidad mucho tiempo ántes que el suyo, y que sus cargamentos se habian vendido con ventaja, sufriendo su codicia el castigo que merecia. El gobernador Ovando no estaba á la sazon en la ciudad, pero su secretario Medina recibió con agasajo á Cortés, y aconsejándole que se avecindase allí, le ofreció solar para fabricar casa y tierras que labrar; pero el jóven ambicioso, cuyos pensamientos se habian exaltado con ideas de mayor y mas pronta fortuna contestó, que habia venido á buscar oro y no á labrar la tierra. El gobernador á su regreso se manifestó muy complacido con él, y le dió un repartimiento de indios y la escribanía del ayuntamiento de Azúa, villa que se acababa

de fundar. Le hizo tambien teniente de unas provincias que se habian levantado, y á las órdenes de Diego Velazquez hizo sus primeras armas contra los indios de la isla Española. Así permaneció cinco ó seis años en esta alternativa de ocupaciones, sin dejar por ellas su inclinacion á la galantería, que le atrajo diversas pendencias, en las que dió á conocer su esfuerzo y destreza en las armas, saliendo siempre victorioso, aunque en una de ellas sacó una herida debajo del lábio, cuya cicatriz le quedó toda su vida, la que se le dejaba ver algo por entre la barba, que en aquel tiempo se usaba crecida. Pero como este género de vida uniforme y obscura era tan poco adecuado á su carácter, estaba resuelto á embarcarse en la desgraciada expedicion de Diego de Nicuesa para la costa de Veragua, lo que le impidió una apos- . tema que tuvo en la corba del pié derecho, y este nuevo accidente le conservó para mayores empresas.

En el año de 1511, envió el almirante D. Diego Colon, hijo de D. Cristobal, al capitan Diego Velazquez á la conquista de la isla de Cuba, y Cortés le acompañó en aquella expedicion, en calidad de oficial del tesorero Miguel de Pasamonte. Herrera y el P. Casas dicen que fué secretario de Velazquez, quien en todas las ocasiones de mayor empeño hacia uso de él, conociendo su aptitud y actividad. Conquistada la isla se le dió el repartimiento de indios de Manicarao en compañía de Juan Juarez, y por encargo de Velazquez entendió en la fábrica de un hospital y de la casa de fundicion. Establecido

Juarez en Cuba, trasladó allá á su madre María de Marcaida, vizcaina, y á sus tres hermanas, las cuales habian venido á Santo Domingo desde el año de 1509 con Doña María de Toledo, esposa de D. Diego Colon, que llevaba el título de vireina. Cortés arrastrado siempre por sus propensiones amorosas, galanteó á la una de ellas llamada Doña Catalina, y le dió palabra de casamiento que despues resistió cumplir. El gobernador Velazquez, que se interesaba por otra de las hermanas, las cuales llamaban mucho la atencion por su buen parecer y ser pocas las españolas que en la isla habia, se declaró en favor de Doña Catalina, lo cual le indispuso con Cortés, quien con este motivo se unió á los que habian quedado descontentos de Velazquez, porque se creian mal atendidos en los repartimientos de la isla. Reuníanse estos en casa de Cortés, y habiendo dispuesto hacer una representacion contra Velazquez á los monges gobernadores y audiencia de Santo Domingo, eligieron á Cortés para que fuese á presentarla, para la cual tenia que exponerse al riesgo de atravesar en una pequeña lancha sin cubierta, el brazo de mar, de diez y ocho leguas de ancho, que separa las dos islas. Sabido por Velazquez le hizo prender, pero Cortés se dió tal maña que logró quitarse los grillos que le habian puesto, y rompió con ellos la ventana de la pieza en que estaba por la que se descolgó, y tomando el broquel y la espada del alcaide, se puso en salvo en una iglesia inmediata. Velazquez respetó aquel asilo, pero puso gente que espiase

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