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eclecticismo poco menos que bajo el régimen absoluto; trabaja come es justo; envidia goces, que nunca alcanza, pero que de contínuo se le presentan en perspectiva, sonriéndole como la misteriosa esperanza de un porvenir venturoso, que vagamente presiente, porque el llanto de hoy y las horribles angustias con sus cuitas y teataciones consiguientes tendrán su recompeзa, así como la han tenido la servidumbre material y los tormentos de los pasados tiempos. El sufrimiento es el aguijon del progreso, y la humanidad permanecería estacionaria, inmóvil en la primitiva crisálida si no hubiera experimentado el dolor y la necesidad de remediarlo. Por eso escribe elocuentemente Pelletan bendiciendo el dolor, orígen del progreso.

El genio sombrío del mal, en la seguridad de su próxima derrota, rebelde á su Dios hasta el último momento de su tenebrosa existencia y dominacion sobre la tierra, ya que no puede prolongar su reinado de terror y de fuerza, cuando la supersticion y el fanatismo huyen desalentados á esconderse en las entrañas de algunos devotos para morir de rabia, se complace en su agonía en burlar los conatos de sus menguados sacerdotes por conservar el poder tradicional, inspirándoles esa tenacidad siniestra que debia producir y produjo y producirá de nuevo la inevitable consecuencia de un gran cataclismo. Porque desencantados los pueblos del entusiasmo con que acogieron las mágicas palabras de libertad; desengañados despues de haber visto defraudada su esperanza y frustrada su confianza en los resultados de la revolucion; fatigados de la crísis económica en que se conmueven las fuerzas sociales, y sin ilusiones ya respecto á la sinceridad con que se invoca la religion santa; hartos de profanaciones, ante la obstinacion del poder en rehusarles justicia apelaron, estimulados por el sufrimiento, á las violentas sacudidas de la fuerza, que cada dia repugnan más, y conforme se van ilustrando, á su conciencia.

Parece que el espíritu de Satán alucina los elementos reaccionarios que influyen en el curso de los sucesos, cual si aquél fuese entidad real. Pues que el mundo se le escapa, si el progreso es fatal, necesario, por lo menos que se realice á costa de lágrimas, á precio de sangre, y de esta suerte que el porvenir permanezca incierto; que la guerra sostenga por algun

tiempo la intranquilidad en los ánimos, y la perturbacion, el desórden en los Estados. Porque no hay remedio, y bien elocuentemente lo dijo Chateaubriand: ó deslizarse suavemente por el plano inclinado ó ser despedazados vivos. No puede esperarse otra solucion, dados los términos de la ecuacion social que el género humano está llamado á resolver, si los representantes de la tradicion persisten en imitar el peligroso juego del niño que opone barreras á la corriente de cualquier manantial, por insignificante que sea: el agua que al principio se detiene mansa, lamiendo y besando el frágil muro, se irrita á medida que se siente detenida más tiempo del que su destino le permite reposar, y rompe al fin ó pasa por encima del soberbio obstáculo.

Ved qué juego tan temerario el de los pseudo-conservadores, moderados ó reaccionarios, pues que indistintamente así se llaman los que pretenden contener el movimiento revolucionario en vez de dirigirlo. Se parecen á los avaros, que por guardar un dia su tesoro, robado á la produccion, pierden los incalculables beneficios que su económico y racional empleo les hubiera producido. Comparad el hecho con el derecho.

En cambio de pequeñas ventajas; .en recompensa de algun adelanto, que nunca llega á la plebe, el vicio y el desórden se estienden desde las clases más elevadas hasta el asilo del pobre, abierto á todas las miserias y cerrado á todas las alegrías. Cada revolucion ó motin cuesta al pueblo enormes sacrificios, mucha sangre y tribulaciones, porque la nueva aristocracia de especulacion y monopolio conculca en su egoismo todos los intereses, desatiende las consideraciones, ridiculiza las virtudes, desgarra los derechos, y atea y proterva, así arranca el árbol de la libertad como invoca una religion en que no cree y que profana con su inmoralidad. Hombres sin moral ni religion, sin virtud ni siquiera patriotismo, no reconocen más Dios que el oro y el poder, ni más ley que el cañon de los fusiles. Esos hombres son los que en todas las épocas guran y se reproducen, instrumentos del mal y de la miseria; ellos, los que han desarraigado las creencias y esperanzas de la sencilla ignorancia del pueblo; ellos, los que eunucos del destino, secretos obreros del progreso, falseando la revolucion desde 1789, inventando el despotismo hipócrita, entorpeciendo el curso de las ideas liberales por el ancho cance TOMO LXXVI.

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del progreso, imprimieron el carácter de la violencia á este período de transicion, que la voluntad de Dios determinó como estancia de espera y preparacion de otro de más perfeccion y conforme en todo con las necesidades y prerogativas de la personalidad humana, torpemente desatendidas en las Constituciones modernas.

"Observese cuál es la marcha de los acontecimientos, escribíamos en 1846 en el Eco del Comercio; lo que representa el Gobierno, y la verdad intrínseca que se descubre en el juego especulativo de la política. Se vilipendia igualmente la magestad viva y eterna de las agrupaciones humanas distribuidas en nacionalidades, y la que se atribuye á los reyes, revistiéndose los ruines ambicioso ya con el carácter de representantes del pueblo, ya con el de ministros de la corona ó del altar, segun que las circunstancias y el cálculo se lo aconsejan. Y la época de transicion sigue rodando anárquica y violenta, arrastrando en su impetuoso torbellino pueblos, reyes, aristocracias, sacerdotes, creencias y preocupaciones. Confúndense en el mismo caos hombres y principios; se agitan y extremecen todos los intereses sociales; se prostituyen todas las nociones del honor y del decoro, y sin embargo de que la opinion pública significa, por conducto de todos sus órganos de expansion, que es urgente la referma de los abusos, se obstinan los poderes en declarar que está cerrado el período constituyente. Quitan al sufrimiento hasta la esperanza de alivio y de término. Ciegos que guian á otros ciegos, como dice la Escritura santa; ignorantes, presuntuosos y ateos los hombres, alma del Gobierno, pretenden en su orgullo regularizar las raquíticas y estrechas formas que inventaron para contener el fuerte movimiento de emancipacion que hoy imprime á la humanidad la mayor cultura de su entendimiento. Y para colmo de torpezas, sectarios del ateismo jesuítico y neocatólico; miserables escépticos que justifican todos los medios para lograr su objeto; idolatras del becerro de oro, esos escépticos consejeros que rodean á los príncipes hacen consistir la ciencia política en la corrupcion de conciencias y en la explotacion de la austera moralidad que simboliza el trabajo y la virtud de las clases obreras. Así ha podido decir muy bien Víctor Considerant en la Destinée Sociale, y repite en coro la regenera

tion contemporánea, que hoy todo se vende, hombres y conciencias: la fe, la probidad, las opiniones, no son sino puro objeto de especulacion, y el dinero, la mayor facilidad de espoliar, el noble fin de los indivíduos alime atados en la doctrina del eclecticismo..

Convengamos a posteriori en que no eran producidos por la exageracion de la pasion política los ayes que se escapaban á un alma honrada, pues que los acontecimientos han justificado sobradamente los conceptos de la severa crítica.

F. JAVIER DE MOYA.

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Supongamos que un dia la ciencia, esta palanca de la múltiple actividad humana, descubre el secreto de la vida; y no es mucho suponer, porque si nuestros abuelos del siglo pasado resucitáran creerian cosas del diablo inventos de los cuales nos servimos sin pizca de asombro; supongamos que, organizando química-física-magnéticamente la materia, se hace un sér humano en un laboratorio, y no así como se quiera, sino criado, crecido, barbado, de la forma, del carácter y del talento que se desee: supongamos que impera la filosofía positivista, esto es, la utilitaria, la que no va más allá de dos más dos igual cuatro, y se suprime la mujer, por inútil, en cuanto á la necesidad de la conservacion de la especie, y por peligrosa y dañina, teniendo en cuenta que desde las Santas Escrituras hasta las coplas populares la llaman la perdicion del hombre: de estas suposiciones viene necesariamente un problema como llamado con campanilla: ¿Qué seria la sociedad suprimida la mujer?-Tenemos la seguridad de que á la enunciacion de este problema responderia un grito unánime masculino:—"¡La mujer no puede suprimirse! ¡Abajo los innovadores peligrosos! ¡Que los ahorquen! ¡Viva el oscurantismo con la mujer! ¡Pues qué puede haber algo para el hombre donde no hay mujeres! Y, sobre todo, ¿el hombre es otrà cosa que el varon y la

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