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LA LEY PROVIDENCIAL DEL PROGRESO.

(Continuacion.)

ΧΙ

Consecuencias del individualismo (1).

Con raras y consoladoras excepciones la juventud se educa bajo el peraicios influjo de ese individualism grosero, que considera al hombre enemigo de sus semejantes, y todos á porfía se afanan por adquirir reputacion de talento, de virtud, de moralidad y de elocuencia; buscan celebridad, invocan la libertad, declaman amo al pueblo, ó fingen adhesion al trono, ferviente devocion católica para aumentar el valor en venta. La integridad aparente, la inteligencia, la rectitud de juicios y el patriotismo no son otra cosa más que las cualidades venales que hacen subir los artículos en el público mercado del favor.

(1) Escrito este estudio preliminar en 1845 y 1846, estuvo á punto de publicarse en 1866 con la obra de que forma parte, y alguno de sus fragmentos, uno de ellos este capítulo, vió la luz en diferentes épocas, Se refiere, pues, este trabajo, en sus apreciaciones, al período de la dominacion doctrinaria de 1843 á 1854, y lo advertimos para que si se nota en sus juicios alguno que parezca por los conceptos críticos aludir á personas ó sucesos de la época presente, se tenga en cuenta que son las personas y los sucesos los que se asemejan á los censurados.

Los llamados hombres de Gobierno, porque todos los nombres se prostituyen, no atienden al mal, rien en los festines, protejen el monopolio, y sirven admirablemente al interés mercantil y especulador que los elevára al poder, al inagotable manantial de riquezas. ¿Qué les importa, insensatos, que la llaga social adquiera gangrenosas condiciones y que exija el cauterio?

Imbuidos en la moral de semejante escuela los jóvenes que se educaron en el decenio de 1820 á 1830, á quienes casi exclusivamente están encomendados los destinos públicos en las naciones regidas por Constituciones liberales, y contagiados con el ejemplo que les ofrecen en Francia los maestros del doctrinarismo, renegados del partido liberal, no es de extrañar que se haya adoptado por la generalidad de los estadistas el impío principio de los jesuitas, que considera al hombre malo por su naturaleza, y declara que es necesario reprimir sus pasiones; que admite séres privilegiados, que nacen buenos, á quienes en consecuencia pertenece la direccion de sus semejantes, condenados á perpétua tutela y al eterno suplicio de Tántalo, cuya personiticacion son en la tierra. Desdichados los que resistieron á la seduccion de las positivas teorías doctrinarias, de justo medio, de realismo interesado y de hipocresía, porque calificados de demagogos, ilusos y áun anarquistas, han vegetado en la oscuridad, sin carrera ni asiento en el festin, siendo cuando más compadecidos por la extravagancia de sus utopias de progreso y armonía social. ¡Como si el Evangelio no estuviese aún envuelto, como en larba mística, en el estrecho capullo de la utopia! ¿S÷ han realizado, por ventura, para la humanidad, dividida de hecho en castas, la moral austera, la tierna fraternidad, la apacible mansedumbre, la santa igualdad que enseñó con su ejemplo y por medio de sublimes parábolas el divino Verbo, encarnado en el dulcísimo Hijo de María? Preguntádselo á Roma, al Sacro Colegio y á los novecientos obispos del orbe católico, afiliados ó sometidos á la mecánica regla de Loyola.

Bendigamos con todo á la Providencia, que en su bondad infinita, en su inmensa sabiduría, ha querido que los sufrimientos de la humanidad la estimuláran eterna é incesantemente al progreso, y que ha dispuesto que éste se verifique por una série no interrumpida de emancipaciones, para que el sér colectivo

marche con plena conciencia á la realizacion de su destino. Considerando la distancia que nos separa del momento en que Adan (el hombre), llevando á Eva del brazo, salió atribulado del Paraíso, pero con el ardiente deseo de volver á él; reproduciendo en nuestra memoria las fatigas de su jornada, los tormentos que le ha costado cada progreso; que una de sus mayores glorias fu la de rescatar su vida al precio de la libertad; que redimió el oprobio de la esclavitud por la abyeccion de la servidumbre, y que comenzó su regeneracion por el humilde título de asalariado, última etapa de su triste infancia; al contemplar en el pasado y en el presente que todas las verdades se han elaborado en la conciencia universal, primero por misteriosos iniciaciones, y luego por terribles sacudidas contra la preocupacion y el error, triunfando siempre la razon, á pesar de los verdugos, de los soldados y de los inquisidores de todos los tiempos; al ver, en fin, por qué escandaloso conjunto de atentados, errores, abu803 y torpezas ha perdido todo su prestigio en Europa la absurda teoría de los derechos hereditarios, que acataban las masas como una religion, y se halla en la agonía la institucion del poder absoluto y patrimonial, que parecia llena de vida á principios del siglo, nos sentimos de tal manera conmovidos y penetrados de reconocimiento, que solo hallamos en nuestro sér impulsos de esperanza y alegría, reposando un momento para bendecir de nuevo los sufrimientos de nuestra fraza en su dolorosa infancia. Era necesario que la humanidad, víctima de todo género de penalidades, se arrastrase, cual mendigo, despreciada por los altivos señores de su ignorancia, para que, reconcentrándose en la magestad de su tristeza, comprendiera la fuerza de su derecho, único principio de justicia que le ha sido impuesto por la soberana razon de su Criador, único criterio que debe guiarla á utilizar para todos sus miembros los tesoros de saber por su génio acumulados en la peregrinacion de los siglos.

XII

La asociacion.

Para completar la exposicion del pensamiento que nos proponemos desarrollar en el cuerpo de la obra á que sirve de intro

duccion este estudio, réstanos apuntar lo que en concepto nuestro debe ser en el tiempo venidero con relacion á lo que en lenguaje filosófico se llama mónade humana. Como en lugar oportuno procuraremos demostrar, la ley del progreso se cumple en el órden material por la produccion de la riqueza, y en el moral por la cultura y desenvolvimie ito del espíritu, para estrechar el hombre de est modo su alianza con Dios, con la naturaleza, que es su agente, y con la humanidad, que es su obra más perfecta en el planeta, la síntesis magnífica y armónica de todas las vidas cósmicas.

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Claro es y perceptible que la primera base social es la igualdad de derechos, y la condicion de sociabilidad la libre y perseverante prestacion del trabajo; pero no la igualdad absoluta, sino la relativa, la justa y natural que guarda analogía con la necesidad de atender á cada cual, segun sus obras, y sirve de estímulo al indivíduo para concurrir al bienestar general con toda la actividad de sus facultades. La igualdad, que es el límite de la libertad, se halla á su vez limitada por ésta, y por ello una y otra idea se confunden en una sola, absoluta y distinta para la razon, en el término positivo de libertad, resultando del concierto entre ámbas la última fórmula de la ciencia y de la religion, que es la fraternidad entre todos los miembros de la familia humana, y una y múltiple como el pensamiento de su Dios.

Hé aquí por qué no se concibe sociedad ninguna sólidamente constituida sin la garantía de esos tres principios, y por qué no recobrará el asiento que le buscan los forjadores de Constituciones mientras no se reconozca el verdadero fundamento del órden y del progreso humano. Aun cuando fuera espontánea en su orígen, y si se quiere fatal, necesaria, la asociacion de los hombres, como que tuvo su principio en el amor que el primer hombre sintió hácia Eva por el religioso sentimiento de perpetuarse su descendencia, y se propagó á través de los siglos por la necesidad que experimentó su numerosa prole, estendida y errante por los ámbitos de las felices regiones destinadas á su desarrollo, de agruparse en torno del patriarca para hallar en la fuerza colectiva los elementos de comodidad y seguridad individuad; aunque sea cierto por tanto, que no mediara un con

trato, pacto alguno expreso para la primera agrupacion humana, bien se demuestra por los móviles que le sirvieron de cau-a que no tuvo más objeto que el de afianzar el derecho de todos en el comun deber de sacrificar cada cual aquella parte dei suyo que se hallara en contradiccion con el de sus hermanos.

La asociacion, comunista en su nacimiento, mientras el que hombre fué cazador y pastor, luego que aprendió á fecundizar la tierra por medio de la agricultura, sólo Dios sabe á costa de qué rudas iniciaciones, se desarrolló por la consagracion de la igualdad y de la libertad, principio el primero que obliga á todos á trabajar con arreglo á sus facultades en las diferentes es feras de la produccion, y garantía el segundo de que en la distribucion de los beneficios ha de corresponderle la parte propoicional y precisa para su conservacion, que no sólo es su derecho, sino el deber de su existencia.

Hasta tanto, pues, que no se restablezcan en la sociedad de los hombres estas condiciones orgánicas, leyes naturales de toda produccion, encubierta bajo una ú otra forma, subsistirá la tiranía que considera al sér racional y sensible como una bestia de carga destinada á trabajar para el goce de una raza privilegiada. En tanto que no se consagre la propiedad del trabajo como la purísima fuente de toda propiedad, reconociendo que si es un deber prestarlo, es asímismo un derecho precioso, no habrá justicia en las relaciones sociales, y serán efímeras toda clase de Constituciones, expuestas al impetuoso huracan de las iras ppulares. Mientras no se concilie el deber con el derecho, es decir, la obligacion que tiene todo miembro asociado de contribuir en la esfera de su actividad á la produccion de la riqueza, con la facultad de prestar este servicio por el interés de aumentar la parte alícuota de sus utilidades, la igualdad y la libertad, en su ma, no hay órden posible ni Gobierno que sea bastante fuerte para contener el violento desencadenamiento de esas tempestades que de vez en cuando descargan sobre la sociedad. Que haya pobres y ricos, enhorabuena, tanto y más los ricos que lo son los actuales; pero que no sean tan misérables los pobres que carezcan de instruccion, de higiene, de abrigo, de moralidad, de ahorros y de tranquilidad en la vejez. Que la igualdad se entienda respecto á la de medios, y entonces el deber será propor

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