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MITOLOGÍA BÉTICO-LUSITANA.

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(Continuacion.)

§ XIX.

Hasta aquí el mito solar de la antigua Tartéside, y sus conexiones con las leyendas corrientes en el N. y el centro de la Península durante los siglos medios. Sin salir de la Edad Antigua, sigamos el rastro de esas mismas creencias y del culto que ellas suponen, en la region por excelencia céltica, en la Lusitania oriental. Por lo pronto, la existencia de un culto heliástico nos lo patentiza la calidad de los sacrificios: era costumbre en esta region inmolar un caballo con su caballero antes de entrar en batalla (T. Liv. lib. XLIX, sumario): al dios de la guerra se le sacrificaba un macho cabrío, además de caballos y prisioneros (Strabon, III, IV, 7). Ahora bien, este es un sacrificio solar: en el Rig-Veda, el caballo del sacrificio representa el sol ó el relámpago; pero al sacrificio del caballo debia preceder el de un macho cabrío (1).—Al mismo mito (lucha del sol fecundante con la potencia destructora ó mónstruo que engendra las sequías) se refieren las hogueras encendidas en el solsticio de verano (San Juan), generales en toda la Península, cuyo objeto primitivo fué regenerar el fuego, Agni, el hijo de las aguas, y conjurar las sequías, y cuyo enlace con el culto phálico, evidenciado por Kuhn, parece descubrirse hoy aún en el nombre con que es designada la ceremonia ó alguna parte ó miembro de ella, en ciertas comarcas de la Península: folion en Galicia: foro y falla en

(1) Sobre la significacion de este sacrificio, vid. Abel Bergaigne, ob. cit., secc. IV. Cf. Mithologia ibérica, por Gabriel Pereira, en la revista A Renas cença, 1878: desgraciadamente, los nombres de las deidades aparecen en su mayor parte desfigurados en esta breve monografía.

el Pirineo de Aragon, equivalente al Pramanta-Phallus de la India (1). Efecto y reminiscencia de este mismo mito es la leyenda del Polifemo ó gigante con un ojo en la frente, popular aún en Cantábria y Andalucía (2) y en Sicilia (3), y que nosotros hemos oido en forma de cuento en el Alto Aragon. En lenguas célticas, una misma palabra significa ojo (irl. suil) y sol (breton heaul), y dice D'Arbois de Jubainville que esta identidad se explica por un texto del Rig Veda, en que el Sol es llamado el ojo brillante de Mitra y de Varuna (4). Odhin da un ojo en prenda porque se le permita beber hidromiel en la fuente de Mîmir; donde Kuhn reconoce la desaparicion del sol tras de las nubes, que son la fuente de la lluvia (5), las vacas que dan el licor celestial, soma, ambrosía ó hidromiel: en la lucha entre firbolgs y tuatha-de-danann, Lugin utiliza al cíclope Balor, que tenia un ojo en la frente.-Otra huella del gran mito aryo y del culto solar: el concepto de las fuentes como deidades andróginas, reuniendo en sí el doble principio masculino y femenino: Fontano et Fontana (Corpus i. 1., vol. II, 150), Navio-Navia (756, 2601), etc.: metamorfoseadas las aguas superiores, ó sea, las nubes, en la amada del héroe solar, que pugna por rescatarla del mónstruo que la ha robado, era más que natural que se trasportáran al cielo todas las escenas del amor humano, que se enriqueciera la leyenda con episodios complejísimos, tejidos sobre supuestos amores de Indra, de Zeus, de todos los héroes tempestuosos, que naciese de esas uniones Agni, el hijo de las aguas, y que se atribuyera á éstas un aspecto masculino, un marido, por decirlo

(1) Parece que algunos grabados en piedra, figurando el simbólico phallus, se han descubierto en Portugal: Os dolmens, por Sá Villela, Boletim da Real Associação dos Architectos civis é archeologos portuguezes, 1877, t. II, p. 24.-Sobre el culto del Phallus en Inglaterra y Francia, vid. F. Liebrecht, Rev. Celtique, vol. I, pág. 139 y sigs.

(2) Menendez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, t. I, p. 247. «El ciclope de la mitología griega se ha convertido para nuestros Montañeses en ojáncano, y los casos que se le atribuyen tienen harta semejanza con los del Polifemo de la Odisea. >>

(3) Fiabe, novelle é raconti popolari siciliani, racolti ed ilustrati da Giussepe Pitrè, 1875, cit. por Antonio Machado Alvarez, revista La Enciclopedia, de Sevilla, 30 Julio 1880.

(4) Le druidisme irlandais, apud Revue archeologique, 1877, p. 217. (5) Ob. cit. apud Baudry, Revue germanique, loc. cit.

así. Tal debió ser el orígen y la significacion del carácter andrógino de las fuentes lusitanas. Uno de los epitetos con que en el Rig-Veda se designa el Soma es: nacido de las aguas, por la relacion existente entre el fuego celeste y el terrestre. Ahura, el dios-Sol iranio, tiene por esposa á Apô, las aguas, Ahuranis, las aguas madres de Atar,-el Agni persa (el relámpago ó el rayo) que combate al mónstruo Aji. En el Yajur-Veda, las ápas ó diosas de las nubes son las señoras del néctar ó de la ambrosía, el soma celestial, símbolo del agua de lluvia. El soma céltico, la bebida de los diosos, éranlo la cerveza y el hidromiel: uno de los encantos del paraíso para los celtas era beber cerveza en abundancia (1). Tanto los lusitanos (Strab., lib. III) como los celtiberos (Val. Mart., lib. IV, ep. 55) y turdetanos (Polib. fragm. lib. XXXIV, c. 9, ap. Athen.) eran apasionados por los banquetes, y en ellos consumian entre cantos y danzas grandes cantidades de cerveza, ceria ó celia que dice Plinio (zytho, Polibio), y el poco vino que producia el país ó que adquirian del comercio (2). Probablemente hacian uso de él en los sacrificios religiosos, como los indios del soma, que Agni-dûta (el fuego mensajero) llevaba hasta Indra, para embriagarlo y fortalecer su ánimo en el combate contra Vritra.

Entre la Lusitania y la Tartéside no existia solucion de continuidad, étnicamente hablando: unian estas dos comarcas relaciones algo más estrechas que las que podian nacer de ser en

(1) O'Curry, On manners, III, 191, cit. por d'Arbois.

(2) El vocablo celto-hispano ceria significa primordialmente cebada, y por extension, cerveza. Cereal: éuskaro (ibero-occidental) garia, trigo, georgiano (ibero-oriental) kari, cebada; sanscrito garitsa, grano, trigo, arroz; armenio kari, id.; griego xp?, irl. gort, gart, miés (de donde, con el irl. arbha, arbhar, trigo, sanscrit arbha, hierba, etc., el aragonés garba). De aquí el galo cerevisia, cerveza, literalmente «cebada agua,» bebida fermentada de cebada; armenio karôghi, agua de cebada tambien; griego olvos xpievos, vino de cebada, etc.Zytho significa lo mismo; polaco zyto, trigo ó cebada, eslavo jito, sanscrit sîtya, grano, trigo, arroz, griego atos, trigo y pan de trigo: en ruso, segun Pictet, de jiti, vivir, alimentarse: en sanscrit, de sîta, surco.

Ni los celtas ni los germanos hubieron de hallar en su camino la viña, al revés de griegos y latinos; y únicamente conocieron las bebidas fermentadas de cereales y el hidromiel, heredados de sus antepasados los aryos. Si los lusitanos cultivaban la vid, como da á entender Strabon, debió ser importacion de griegos, de orientales, ó tal vez de romanos.

trambos pueblos ramas desprendidas del tronco aryo: esos pueblos constituian una sola rama, y esto nos explicará que profesaran unas mismas creencias, encarnadas en unos mismos mitos. Strabon dejó escrito que los Artabros ocupaban la region del promontorio Nerio, y que en derredor de ellos habitaban los célticos lusitanos, de la misma familia que los que viven junto al Anas (esto es, los celticos de la Beturia): περιοικοῦσι δ ̓ αὐτὴν Κελτικοί, suyysvets tív ènì tập "Avz (lib. III, c. III, § 5). Plinio dice que desde el Guadiana hasta el Promontorio sacro, dominan los Lusitanos: ab Ana ad Sacrum, Lusitani (Nat. Hist., lib. IV, c. 21). A juzgar por la difusion de su lengua y de su religion, y por el establecimiento de numerosos núcleos de poblacion, hubo de ser esto efecto de emigraciones en gran masa, análogas á aquella expedicion de célticos y túrdulos hacia el territorio de los ártabros, de que Strabon nos ha dejado noticia (lib. III, c. III, § 5): "la region, dice Plinio, que se extiende desde el Guadalquivir ai Guadiana, fuera de lo dicho, se denomina Beturia, y se divide en dos partes ocupadas por otras tantas gentes: los célticos, finítimos de la Lusitania, del convento hispalense, y los túrdulos, lindantes con la Lusitania y la Tarraconense, de la jurisdiccion de Córdova. Que los célticos proceden de la Lusitania y descienden de los celtiberos, está patente en su religion, en su lengua, y hasta en los nombres de las poblaciones, las cuales, en la Béti.ca, á diferencia de las de Lusitania, se designan por nombres gentilicios: Celticos a Celtiberis ex Lusitania advenisse manifestum est sacris, lingua, oppidorum vocabulis quæ cognominibus in Bætica distinguntur. (Ibid., III, 3). A estas emigraciones antiguas se unió el trasplante de lusitanos hecho por los romanos: "el Tajo, dice Strabon, se dirige hácia Occidente, el Anas hácia el Mediodía, y la region comprendida entre ellos se halla habitado por los célticos, y por aquellos lusitanos ix this repalas too Tayou μετοικισθέντες ὑπὸ Ῥωμαίων, que fueron trasladados por los romanos, de la region situada al otro lado del Tajo (lib. III, c. I, § 6), Los antiguos admitieron ya la semejanza de cultura entre los turdetanos y los célticos, y unos lo juzgaron efecto del comercio y de la vecindad, y otros, Polibio, por ejemplo, efecto del parentesco: ὡς εἴρηκε Πολύβιος, διὰ τὴν συγγένειαν... Strab., (lib. III, c. II, 15). Sea la causa la que quiera, el hecho está fuera de toda duda. Cuando los

moradores lusitanos de la derecha del Tajo fueron expatriados por los romanos, y obligados á avecindarse en la region del Cuneus, hubo de sorprenderles el hallar entre sus vecinos los tartesios creencias y ritos semejantes á los suyos.

Por otra parte, existe en la Lusitania una region no muy extensa, que ofrece para el historiador una importancia excepcional: 1.o, porque en ella se conservaron, más tiempo que en ninguna otra parte de la Península, el culto, la lengua y las costumbres de los primitivos hispanos; y 2.o, porque, á causa de su situacion, hubo de ser como el mediador entre la Bética y la Celtiberia: nos referimos á la mitad inferior de la Lusitania extremeña, N. O. de la Tartéside, extensa de unas 20 ó 22 leguas en cuadro, desde el Tajo al Alagon, comprendiendo Villanueva de la Sierra, Coria, Brozas, Arroyo del Puerco, Norba (Cáceres), Santa Cruz de la Sierra, Alburquerque, Villamejía, Valencia de Alcántara, Trujillo, etc.: basta pasar la vista por un mapa de la España antigua, para comprender que en esta region es donde hubieron de hacer alto los celtiberos en su emigracion hácia el Mediodía; y acaso esto explique, v. gr., que la Arcóbriga, vecina á Bílbilis, reaparezca en los Arcobrigenses de Caurium, y tal vez en Arcos de la Beturia Céltica y de la Turdetania. Pertenecen á esta region multitud de inscripciones en las cuales se repite un corto número de nombres indígenas, muy semejantes unos á otros; algunas, en lengua al parecer céltica, ó mestiza celto-latina; en ninguna, nombres de magistrados romanos; lo cual parece indicar que en ella se conservó más pura que en el resto de la Península la civilizacion antigua (1). En Lusitania,

(1) Muy atinadamente hace observar Hübner en su notable trabajo sobre la situacion de la antigua Norba (Boletin de la Academia de la Historia, t. I, Madrid, 1879) que no llegó nunca á penetrar muy profundamente la civilizacion romana en las comarcas montuosas de Lusitania, fuera del recinto de las colonias. Y con efecto, allí subsiste todavía, con el nombre de fuero de Bailio, á despecho de la legislacion castellana, una costumbre primitiva que ha desaparecido de España hace muchos siglos (vid. Derecho consuetudinario del Alto Aragon, 1880, apénd.): allí tambien existen las Hurdes, (cinco concejos) comarca casi enteramente salvage, donde no han penetrado todavía los beneficios del cristianismo y de la civilizacion, «verdadero paréntesis en las ideas, en las costumbres, en la religion, y hasta en el progreso de la especie humana, (Diccionario geográfico de Madoz, art. Las Hurdes).»

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