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griegos y romanos la idea y el recuerdo de ciertos símbolos, epitetos y lugares célebres en la leyenda griega de Dionysos: Nysa era el lugar mitológico donde se suponia que habia nacido el dios y tenia su residencia favorita, lugar que los antiguos localizaron en infinidad de parajes de Europa y Asia, trasladándolo de uno en otro conforme se iba difundiendo el culto báquico: Brisaios, el dulce (inventor de la miel), era el epiteto del Dionysos asociado á los Cabiros y compañero de Hephaestos, que se veneraba en Lemnos y en multitud de islas del Archipiélago: la Nébride, imágen del cielo estrellado, era uno de los signos más característicos de este dios, y consistia en una piel de cervatillo, ve6pós, con la cual se cubrian la cabeza los sátiros y menades que representaban, con sus ruidosas orgías y festivas danzas, un papel principal en el mito de Baco, así como los devotos que celebraban las fiestas bacchanales.

Hemos visto cómo los griegos, luego que hubieron establecido núcleos de colonias en la Tracia helespóntica, identificaron el Sabazius frigio-tracio con su Dionysos-Baco. Pues de igual modo, los romanos, despues de la conquista de la Península, refirieron el Sabazius hispano á "Liber Pater," que es el Baco ó Dionysos de Italia: tal pensamos que es el origen de las lápidas conmemorativas de ex-votos á Libero Patri, halladas ea diferentes lugares de la banda occidental de nuestra Península (1). Muy pronto hubo de absorberse la deidad indígena en la romana, y caer en desuso el nombre con que era conocida en la lengua vernácula: al ménos, en ninguna de las lápidas votivas de que ha quedado memoria, figura tal nombre, que nosotros

(1) Soli invicto, Libero Patri, Genio Praetor. G. Mamil Capitolinus, etc. (Corpus i. 1., vol. II, 2634, de Astorga). Libero Patri G. Vettius Felicio (2611, San Pedro de Montes, valle de Valdeorras, orillas del Sil, en la iglesia de Santurjo). Libero Patri ex visu... C. Alionius Severinus a. l. f. (799, Moraleja, cerca de Coria). Libero Patri sacr. L. Caelius Saturninus L. Caeli Parthenopei lib. ob honorem seviratus, editis ludis scaenicis d. d. (1108, Itálica). Libero Patr. aug. sacr... (1109, ibid.). Una lápida votiva de Trujillo, en la cual se ha leido Pibreatri, piensa Mommsen que ha de leerse Libero Patri (620). Una pequeña ara de Castulo (Cazlona) dice: Sacrum Libero Patri (3264).-El nombre de Baco era exótico en Italia, y de uso exclusivamente erudito: en las lápidas votivas latinas figura siempre este Dios con el nombre de Liber Pater (Orelli, lib. IV, § 12).

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sepamos. ¿Se denominaria tal vez Sabazius, como su congéner de la Frigia y de la Tracia? Es casi seguro que no, pues de lo contrario, alguna huella habria dejado en el Cuerpo de las inscripciones peninsulares, sea como nombre de poblacion ó de persona. ¿Ha de referirse, por ventura, el dios Endovélico al Dionysos-Hades (Baco-Pluton) de los clásicos? Tampoco parece probable, por que no debamos echar en olvido que el emblema fundamental del Sabazius frigio, usurpado más tarde por el dios correspondiente de los helenos, es la cista mística con la serpiente, y que un símbolo análogo se ostenta en algunas efigies de deidades galas (1). Hemos visto que en Oriente, un mismo nombre denotaba la cerveza y el Dionysos-Hades de frigios y tracios, á saber, Sabaia, Sabazius: esto mismo hubo de suceder en España. Sabemos que la cerveza entraba como uno de los elementos ideales del paraíso mitológico de los celtas, y probablemente como materia de libacion y ofrenda en los sacrificios del culto (§ XIX): sabemos tambien que la cerveza se decia en España celia (2), y que este nombre abunda como apelativo de personas y de poblaciones, Cilia, Cilius, Cailo, etc., en la region española donde se veneraba á Liber Pater, segun al final del presente § veremos; y más probable es que lo tomaran del dios que no de la cerveza. Por otra parte, entre algunas tríbus de Italia, el dios Liber (Baco) se decia primitivamente Loebesus, Loebasins, Loivesus, etc., de la raíz lib, loeb, libar, correspondiente al Dionysos Loibesios de Grecia; y precisamente en aquella misma region española suena con mucha frecuencia ese vocablo como nombre de persona, Lovesus, Lobessa, etc. (3).-Un último problema: ¿existía relacion entre el Baco ibero y el Abidis tartesio?

(1) Vid. Alex. Bertrand, L'autel de Saintes et les triades gauloises, ap. Revue archéol., 1880.

(2) Ex iisdem fiunt et potus, zythum in Aegypto, celia et ceria in His pania, cervisia et plura genera in Gallia, aliisque provinciis... (Plinio, Nat. Hist., lib. XXII, cap. 82.

(3) Lovesius Pugi f. sibio et Bouteae filiae suae annoru. XI f. c. (Corpus i. l., II, 2330, Pombeiro, hallada en la capilla de Nuestra Señora de Loureiro). Lovesa Lovesi f. an. L. (165, Ammaia ó Portalegre, segun la lectura de Hübner). Julia Lobessa (346, Leiria ó Collippo; 79, Silves? in agro Pacen.. se). Aponia Lobessa (387, cerca de Condeixa). Lobessa (381, Condeixa; 2467, Chaves). Maxsumus Lovessi f. laribus vialibus v. s. 1. m. (2518, Jinzo de Limia).

El Sabazius frigio-tracio era deidad solar, lo mismo que Abidis, y muchos de los atributos y empresas que á éste y á su competi dor Gargoris se atribuian (§ XVIII), entran tambien como elemento principal en la historia mítica de Dionysos: tales, por ejemplo, el haber domado los bueyes y uncídolos al arado, enseñado á los hombres el arte de recoger la miel en los huecos de las peñas y á criar las abejas en colmenas, establecido las reglas de la sociedad y civilizado á los hombres, haciéndoles abandonar la vida salvaje. Por otra parte, Abidis era el hijo de las aguas; y Dionysos simbolizaba asímismo el principio húmedo del Universo, en cuyo concepto, probablemente, le estaban consagrados el caballo y el pino, atributos propios de Poseidon Neptuno), segun es sabido.

(Se continuará.)

JOAQUIN COSTA.

LAS TORRES DE ALTAMIRA.

LEYENDA COMPOSTELANA DEL SIGLO XVI.

CAPÍTULO II.

I

D. Diego de Ulloa poseía un pequeño vínculo heredado de su hermano mayor, con cuyo fallecimiento habia coincidido el de su esposa, obligándole á dejar la compañía de arcabuceros que mandaba para ponerse al cuidado de su hija y de su hacienda, que por hallarse el mayorazgo en terreno asaz montañoso, era pobre en cereales, pues sólo producia algun centeno, mas tan rico en pastos que el ganado constituia la principal fortuna del hidalgo, quien apenas regresó á Santiago, de donde habia salido muy jóven, se dirigió con su criado trepando cerros y vericuetos en una jaca del país, á la aldea de Silvaboa, cinco leguas de la ciudad, donde tenia rodeada de altísimos, pero huecos y decrépitos castaños, su casa solariega, y se quedó admirado de su antigüedad, fijándose principalmente en el escudo de armas de fábrica tan ruda y tan primitiva en los anales de la heráldica, que ningun arqueólogo podria precisar si eran ranas 6 delfines, atalayas ó castillos lo que en sus cuarteles contenia, si bien desde luego revelaba haber sido trazado por las toscas manos de los

suevos.

Como el capitan acababa de ver las flamantes y hermosas casas levantadas despues de la reconquista en Castilla y Anda

lucía, se tornó triste y cabizbajo ante la suya, hasta que refle xionando que en materia de nobleza es lo más ilustre, lo más viejo, entró lleno de orgullo en la vivienda de sus mayores.

Pero como su hermano, enemigo de la aldea, habia vivide siempre en la casa que por igual vínculo en Santiago poseia halló aquella en tal estado que se vió en la precision de aceptar el humilde albergue que en su choza le ofreció el ménos pobre de sus colonos, los cuales, siguiendo la antigua costumbre, sacrificaron en su obsequio una ternera, y forjando en su mente mil proyectos de obras que no podria realizar sin arruinarse y con la pena de no poder trocar desde luego la inquieta vida del militar por la no menos inquieta del cazador, se volvió al dia siguiente malhumorado y cariacontecido al lado de su hija.

Elvira tenia diez y ocho años, y una figura de las que entran en el órden de las mujeres hermosas, de las que gustan á todos. Alta, pálida, de lánguidos y bellísimos ojos garzos, de nariz fina y correcta, y de boca no muy pequeña, pero rasgada con gracia, reunia en sus gestos y sus sonrisas cuanto podia apetecer para gozar de gran partido.

Don Diego la habia puesto bajo los cuidados de una dueña con honores de aya, en cuya compañía se hallaba haciendo labor en la referida casa de la ciudad compostelana, cuando su padre conversaba con el prior en Conjo, á donde habia ido en medio de la tempestad, al saber que se tramaba en Castilla nueva guerra, como si ya no pudiera soportar el quietismo en que vivia.

Era la dueña, que doña Inés se llamaba, una mujer de bastante edad, pequeña, cargada de espaldas y enjuta, con angulo sa cara, pardos y diminutos ojos, y barba y nariz largas y puntiagudas.

Vieja taimada, sórdida y codiciosa, no carecia de astucia para aparentar al padre y á la hija un afecto que no les profesaba.

El diálogo que en aquel momento sostenia con Elvira, podria revelar á cualquiera, que no estuviese en antecedentes sobre el asunto en cuestion, un vivo interés por la suerte de la jóven.

Pero ésta, como vamos á ver, habia adoptado con tal firmeza de carácter su última resolucion, que por nada ni nadie retrocederia.

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