Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Por desgracia la cronología de nuestra historia está todavía muy lejos de haber alcanzado un grado de certidumbre tal, que baste á poder fijar de un modo inconcuso la fecha precisa de cada suceso, notándose frecuentemente tal divergencia entre los mismos autores coetáneos, que es á veces de difícil y acaso imposible logro apurar donde está la verdad, y más cuando faltan documentos auténticos que disipen toda duda. En tales casos me acomodo á lo que asientan los escritores que pasan por de más autoridad. Reconociendo la utilidad de estas investigaciones, otros son à quines corresponde ocuparse de intento en hacerlas, y no deben servir de embarazo al historiador general. «Esas discusiones prolijas, dice el erudito Cesar Cantú, para comprobar una fecha, un lugar, un nombre, y esa erudicion laboriosa..... que nos dispensa de meditar al enriquecernos con las ideas agenas, no se hicieron para el historiador que aspira á revivir en los corazones más que en las bibliotecas.»

Refiero las batallas y hechos de armas con la posible rapidez, y solo me detengo algun tanto en aquellas que por especiales circunstancias y notables accidentes, ó por su grande interés, ó por el cambio que produjeran en la suerte del país, merecen conservarse en la memoria de los hombres. Harto sensible es para un historiador el tropezar con siglos enteros en que los hombres apenas se ocupaban de otra cosa que de pelear. Lectores y autores tienen que sufrir esta monotonía desconsoladora, si no han de pasarse en claro largos períodos.

Si en todas las historias son esenciales requisitos el método y la claridad, necesítase particular estudio para evitar la confusion en la de España, acaso la más complicada de cuantas se conocen, señaladamente en las

épocas en que estuvo fraccionada en tantos reinos ó estados independientes, regido cada cual por leyes propias y distintas, y en que eran tan frecuentes las guerras, las alianzas, los tratados, los enlaces de dinastías, que hacen sobremanera difícil la division sin faltar á la unidad, y la unidad sin caer en la confusion. Procuro, pues, referir con la separacion posible las cosas de Aragon y las de Castilla, las de Navarra, Portugal ó Cataluña, y las que tenian lugar en los paises dominados por los árabes; apartę de los casos en que los sucesos de unos y otros estados corrian tan unidos que hacen indispensable la simultaneidad en la narracion. En cuanto á la claridad, siempre he preferido á la vanidad que se disfraza bajo la brillantez de las formas, la sencillez que Horacio recomienda tanto, aconsejando á los autores que escriban no solo de manera que puedan hacerse entender, sino que no puedan menos de ser entendidos. La historia no es tampoco un discurso académico.

Siento haber de advertir que una historia general no puede comprender todos los hechos que constituyen las glorias de cada determinada poblacion, ni todos los descubrimientos que la arqueología hace en cada comarca especial. No haria esta advertencia, que podria ofender al buen sentido de unos y parecer escusada à otros, si no tuviera algunos antecedentes para creerla necesaria.

Como español, y amante de las glorias de mi patria, permítaseme, cuando pueda sin faltar á la austera verdad histórica, hablar con complacencia en las ocasiones que encuentre virtudes ó grandezas españolas que elogiar. La imparcialidad no prohibe los sentimientos del corazon; y escusable será este justo desahogo en quien tantas veces ha pasado por la amargura de ver su pa

tria por estrangeras plumas vulnerada. ¿Quién podrá negarme esta compensacion?

No quiero molestar con más advertencias. Sea la última de todas, que en la imposibilidad de hacer una obra tan perfecta y acabada como desearia, el ojo escudriñador de la crítica podrá fácilmente encontrar en ella, no ya solo los defectos inherentes á esta clase de obras, sino otros en que todo el esmero y diligencia del autor no le hayan eximido de incurrir. Lejos de temer los juicios críticos, los agradeceré cuando la buena fé los dicte, y conduzcan ó á enmendar errores, ó á esclarecer hechos, ó á encaminar por mejor sendero al historiador. Y si un Salustio, con haber merecido que Séneca le apellidára honor de la historia, y que Marcial le concediera el primer lugar entre los historiadores, hubo de tolerar que Aulo Gelio le reprendiera muchas palabras, y que Assinio Pollion escribiera un libro entero contra su historia; si un Tito Livio no pudo librarse de la censura de Tácito, que le notó de duro y seco en las espresiones; si el mismo Tácito tan alabado de todos, tampoco pudo evitar que Tertuliano le llamára en su Apologético hablador de falsedades; si en nuestra misma España no faltó á Mariana un Mantuano que se cebára encarnizadamente en su obra; si ha acontecido otro tanto á todos los historiadores, y yo mismo me he creido autorizado para juzgar á los que me han precedido en esta espinosa carrera, ¿cómo he de pretender eximirme de comparecer y someterme á ese juicio á que se sujetan todos los públicos escritores?

Dichoso yo si al través de las dificultades inmensas de ejecucion, de las imperfecciones anexas á la naturaleza de la obra y á las facultades intelectuales del esTOKO 1.

3

critor, y de los fallos inexorables de la crítica, logro hacer un trabajo menos imperfecto que los de la misma índole que poseemos, y ser de esta manera útil al país en que he nacido y á cuyo servicio he consagrado toda mi vida. Con esto solo me daria por altamente satisfeho, y mis esfuerzos y vigilias serian sobradamente recompensados.

DISCURSO PRELIMINAR.

I.

La humanidad vive, la sociedad marcha, los pueblos sufren cambios y vicisitudes, los indivíduos obran. ¿Quién los impulsa? ¿Es la fatalidad? ¿Hemos de suponer la sociedad humana abandonada al acaso, ó regida solo por leyes físicas y necesarias, por las fuerzas ciegas de la naturaleza, sin guia, sin objeto, sin un fin noble y digno de tan gran creacion? Esto, sobre arrancar al hombre toda idea consoladora, sobre secar la fuente de toda noble aspiracion, sobre esterilizar hasta la virtud mas fundamental de nuestra existencia, la esperanza, equivaldria á suprimir todo principio de moralidad y de justicia, de bien y de mal, de premio y de castigo, seria hacer de la sociedad una máqui

:

« AnteriorContinuar »