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que á las veces, siquiera sean muy contadas, un genio estraordinario puede bastar con escasos elementos á trasformar una sociedad en el sentido que menos parece determinar las ideas y las costumbres que encuentra dominando en el Estado. Y esto es lo que aconteció en España.

Cuando más avocado se podia creer el país á una disol cion social, aparece un genio, que sin deber á su primera educacion sino la formacion de su espíritu, á una piedad acendrada, y á la escuela del mundo la reflexion sobre los infortunios que nacen del desórden y de la inmoralidad, acomete la empresa de hacer de un cuerpo cadavérico un cuerpo robusto y brioso, de una nacion desconcertada una nacion compacta y vigorosa, de un pueblo corrompido un pueblo moralizado, y lleva su obra á próspero término y feliz remate. Este personage, con una actividad prodigiosa, con una perseverancia que causa maravilla, y con una universalidad que hace cierto lo inverosímil purga el suelo de malhechores, organiza tribunales y los preside, administra justicia y manda hacer cuerpos de leyes, derriba las fortalezas de los poderosos y va á buscar los talentos á los retiros, da ejemplos diarios de virtud y espide cédulas y provisiones para la reforma de las costumbres, enseña ccn actos propios de piedad y manda con severas pragmáticas, asiste á los templos y recorre los campos de batalia, ora de rodillas ante el altar y revista los campamentos sobre

un soberbio corcel, socorre á las vírgenes del claustro y provisiona los ejércitos, erige santuarios y toma plazas de guerra á los enemigos, fomenta las escuelas y organiza la milicia, contiene la relajacion del clero y hace cejar la córte pontificia en su sistema de 'invasion y de usurpaciones, restablece la buena disciplina en la iglesia española y hace respetar á la tiara los derechos de la corona y las regalías del trono, celebra y preside córtes y tambien celebra y preside torneos, vigila la educacion del pueblo, y cuida de la educacion de los príncipes, se ejercita en labores de manos bajo el techo doméstico, y atiende al gobierno de dos mundos, y á diferencia del rey de las Tablas astronómicas, no desatiende á la tierra pcr mirar al cielo, sino que atiende simultáneamente al negocio del cielo y á los negocios de la tierra.

Así brillabar. bajo su benéfica proteccion jurisconsultos como Montalvo, prelados como Mendoza, Talavera y Cisneros, capitanes como Aguilar, Gonzalo y el marqués de Cádiz, literatos como Oliva, Pulgar y Vergara.

Las letras humanas adquieren un prodigioso desarrollo en este reinado feliz. Llega su fama á remotos climas, y desde el fondo de la Holanda deja oir el sábio Erasmo los acentos de admiracion y de elogio que le arranca el vuelo y progreso de la literatura española. La ilustracion se hace estensiva al bello sexo: una dama vá á esplicar los clásicos en Sa

lamanca, y otra dama sustituye á su padre en la cátedra de retórica de Alcalá. El movimiento literario se estiende desde el romance morisco y la leyenda caballeresca hasta los estudios graves de las aulas universitarias. Echanse los primeros cimientos del teatro español, que habrá de servir de modelo al mundo en los siglos que van á entrar. Fortuna es tambien de los esclarecidos Reyes Católicos que venga la invencion de la imprenta en su siglo en ayuda de sus esfuerzos, á dar una vida permanente á los progresos de la razon y á centuplicar los medios de propagacion de los conocimientos hamanos. Merced al prodigioso invento, en el mismo año que se conquista el último baluarte de los moros, se dá á la luz pública la primera gramática de la lengua castellana. A poco tiempo asombra la España al mundo con la edicion de la Poliglota, la empresa tipográfica más gigantesca del siglo.

Todo renace bajo el influjo tutelar de los Reyes Católicos: letras, artes, comercio, leyes, virtud, religiosidad, gobierno. Es el siglo de oro de España.

Una negra nube aparece no obstante en el horizonte español, que viene à sombrear este halagüeño cuadro. En el reinado de la piedad se levanta un tribunal de sangre. ¡Triste condicion humana! Un principe ilustre, y una princesa la más esclarecida y la más bondadosa que ha ocupado el trono de Cas

tilla, son los que legan á la posteridad la institucion más funesta, la más tenebrosa, la más opresiva de la dignidad y del pensamiento del hombre, y la más contraria al espíritu y al génio del cristianismo. Se establece la Inquisicion, y comienzan los horribles autos de fé. Los hombres, hechos á imágen y semejanza de Dios, son abrasados, derretidos en hogueras, porque no creen lo que creen otros hombres. Es la creacion humana de que se ha hecho más pronto, más duradero y más espantoso abuso. Los monarcas españoles que se sucedan, se servirán grandemente de este instrumento de tiranía que encontrarán erigido, y el fanatismo retrasará la civilizacion por largas edades. Apresurémonos á hacer la Inquisicion obra del siglo, producto de las ideas que habia dejado una lucha religiosa de ochocientos años, hechura de las inspiraciones y consejos de los directores espirituales de la conciencia de Isabel, á quienes ella miraba como varones los más prudentes y santes, de la piedad misma y del celo religioso de la reina. El siglo dominó en esto á aquel génio, que en lo demás habia logrado dominar al siglo. Quiso, sin duda, hacer una institucion benéfica bajo el conveniente pensamiento de establecer la unidad religiosa, y levantó contra su intencion un tribunal de esterminio. Es imposible armonizar los sentimientos piadosos de la inagnánima Isabel con las monstruosidades de Torquemada. ¿Era que reconocido el error le faltarian ya ó fortaleza ó

medios para contener los brazos de aquellos freidores de carne humana?

Pero apartemos la vista de tan sombrío cuadro, y llevémosla á la pintoresca y magnífica vega de Granada. Frente á esta ciudad, abrigo formidable de los últimos restos del viejo imperio mahometano, se ostenta otra ciudad moderna, obra maravillosa de rapidez, para cuya construccion se han convertido los guerreros cristianos en artesanos y fabricadores. Esta ciudad-campamento es Santa Fé. Allí están Isabel y Fernando al frente de su ejército. Un dia aparecen cortesanos y soldados vestidos de gala. General alborozo se nota en los reales de los cristianos. Desplégarse los pendones. Retumba en la vega el estampido de tres cañonazos disparados desde la Alhambra. Se levanta el campamento, y se encamina hácia los muros de la soberbia ciudad. ¿Es que sonó la última hora para el pueblo infiel?

Un personage moro, seguido de cincuenta caballeros musulmanes, se dirige con semblante mústio hácia el Geníl. Al llegar á la presencia de otro personage cristiano, hace ademan de apearse de su palafren, é inclinando su abatido rostro: «Tuyos somos, le dice, rey poderoso y ensalzado: estas son, señor, las llaves de este paraiso; recibe esta ciudad, que tal es la voluntad de Dios. Era el desgraciado

Boabdil, el último rey moro de Granada, que entregaba las llaves de la Alhambra al victorioso Fernando

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