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dillos celebraron la entrevista en que se pactó la amistad que habia de durar toda la vida, y se concertó la entrega de la plaza.

Pero Magon mismo ya no pensaba en defenderla. El senado cartaginés habia resuelto al fin abandonar la España, y con aquellas tropas tentar el último esfuerzo en Italia. Magon recibió órden de partir. Preparóse á ello arrebañando cuanto oro y plata pudo, así del tesoro como de los particulares, sin respetar los templos de los dioses, que despojó tambien. Embarcóse en seguida, dejando à Masinisa con sus numidas en Cádiz. Tomó rumbo hácia Cartagena, y acercóse á su antigua metrópoli por si podia sorprenderla, pero rechazado vigorosamente por la guarnicion romana, dió la vuelta hácia Cádiz, cuyas puertas halló cerradas ya, y abolida la autoridad de Cartago. Abordó entonces con su flota al pequeño puerto de Ambis, desde donde envió diputados á la plaza quejándose de aquella novedad, y como manifestase deseos de hablar con los magistrados acudieron estos candidamente donde Magon estaba, el cua! tan luego como los tuvo en su poder los hizo azotar y dar muerte de cruz. Así se despidieron de España los últimos cartagineses. Con una felonía se habian apoderado de Cádiz, y con un acto de traicion le hicieron la última despedida (205).

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Hízose de allí Magon à la vela para las Baleares. Tentó un desembarco en Mallorca, pero los honderos

mallorquines le recibieron con una lluvia de piedras, que mal de su grado le obligaron á retirarse. Mejor recibido en la menor de aquellas islas, ó por lo menos sin hallar la misma resistencia, detúvose á invernar en un puerto que de su nombre se llamó Portus-Magonis, despues Puerto Mahon.

Quedaron, pues, los cartagineses expulsados de España, despues de catorce años de porfiadas y sangrientas luchas, y al quinto de haberse encargado Escipion de la guerra y del gobierno de la Península (1). Cádiz, la primera colonia fenicia, y la última ciudad cartaginesa, pasó á ser ciudad romana.

(1) Liv., lib. XXVIII., cap. 18 y 19.

TOMO 1.

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CAPÍTULO VI.

CAIDA DE CARTAGO.

Campañas de Anibal en Italia. - Constancia de los romanos.-Primer triunfo del cónsul Marcelo sobre Anibal.-Llega Asdrúbal á Italia. -Es derrotado y muerto en el Metauro, y su cabeza arrojada al campamento de Anibal.-Sentidos lamentos y lúgubres vaticinios de este.-Pasa Escipion de España á Roma.-Sus designios.-Oposicion que encuentra en el senado.-Pasa á Sicilia y desde allí á Africa.— Pérfida estratagema que emplea para derrotar á Siphax.-Anibal es llamado de Italia en socorro de Cartago.-Acude.-Entrevista de Anibal y Escipion.-Famosa batalla de Zama.-Triunfa Escipion y sucumbe Cartago.

Aunque los sucesos que vamos á referir en este capítulo acontecieron fuera del territorio de nuestra Península, influyeron grandemente en los destinos de España. Trátase además de la suerte que cupo á dos de los más famosos capitanes de la antigüedad, que ambos habian inaugurado la carrera de sus glorias en los campos españoles. Trátase de dos guerreros insignes, que en nombre de las dos más poderosas y más enemigas repúblicas se disputaban el imperio del mundo. Trátase del final término que tuvieron las memorables luchas entre romanos y cartagineses; luchas sostenidas con soldados españoles, que peleaban fuera de su patria en contrarias filas, y que

solian decidir el éxito de las batallas en provecho ageno. Trátase, en fin, de la caida de una república que enseñoreó siglos enteros los mares, y estuvo á punto de sujetar la Italia y la España al dominio africano.

Dejamos á Animal invernando en Capua despues del memorable triunfo de Cannas. Se ha hecho un cargo á aquel ilustre guerrero de no haber marchado derechamente sobre Roma, pero acaso en nada anduvo más prudente el africano que en no empeñarse en la conquista de la ciudad eterna. Tal vez se han exagerado tambien los daños que en la disciplina y en la moralidad de su ejército causaron las ponderadas delicias de Capua: puesto que se vió todavía á este mismo ejército, no muy numeroso, sostenerse por espacio de muchos años en país enemigo, pelear con vigor, mantener én respeto á Roma en medio de todo género de dificultades. Lo peor que tuvo Anibal 'contra sí fué la constància romana, aquella constancia heróica que desplegaron los romanos pasadas las impresiones del primer aturdimiento. Todos, hasta los esclavos, se alistaban voluntariamente en las banderas de la patria: todos los ciudadanos derramaban espontáneamente su dinero en las arcas públicas: las naciones vecinas le prodigahan recursos y soldados. De tal modo se recobró Roma del susto de Cannas, que cuando se puso en venta el terreno sobre que acampaba Anibal, se presentaron tantos compradores como si la Italia se hallára limpia de enemigos; y

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cuando se trató del rescate de prisioneros, Roma contestó con arrogancia, que no le hacian falta soldados que se dejaban coger vivos, y tuvo la audacia de intimar á Anibal que saliera aquella noche del territorio romano. Todo esto era propio de una república que cuando uno de sus cónsules volvia derrotado y vencido, le daba todavía las gracias por haber llenado su deber y no haber desconfiado de la salud de la patria.

Tuvieron los romanos la fortuna de apoderarse de Siracusa (1), de donde sacaron inmensas riquezas, y redujeron toda la Sicilia á simple provincia romana. Llamó entonces Roma al cónsul Marcelo, conquistador de Siracusa, para oponerle á Anibal, el vencedor de Cannas. Avanzaron los romanos contra Capua, y Marcelo tuvo la gloria de ser el primer vencedor de Anibal, el cual despues de haber hecho prodigios de valor, hizo una maravillosa retirada hácia la Lucania.

Fué, pues, perdiendo Anibal á Capua, Tarento y la mayor parte de las plazas de la Apulia, donde luchó por espacio de tres años. No le quedaba ya más esperanza que el ejército que su hermano Asdrúbal capitaneaba en España. Ya hemos visto como los Es

(1) En 213. Entonces fué cuan do el grande Arquimedes, absorto en sus meditaciones geométricas, sin apercibirse del tumulto de la soldadesca romana que incendiaba y saqueaba la ciudad tomada por asalto, fué muerto por un soldado. El cónsul Marcelo, que habia dado

órden expresa para que se respetara su casa, sintió vivamente su muerte, y queriendo repararla en lo posible, co1mó á sus parientes de beneficios, y mandó erigirle una tumba en que se esculpió una esfera inscrita en un cilindro.

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